Aquí hay rumanos de las dos clases, y muchos también tocan el acordeón en la calle aunque no son niños y piden para niños enfermos. Los mendigos suelen ser muy insistentes. Por cierto, me sorprendió ver en una de las dos estaciones de autobuses de Sevilla (no me he fijado en la otra) que hay varias empresas que tienen servicios a Rumania, más aún que a Portugal. Se ve que hay mucho movimiento.
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