Alrededor de 1450, poco antes de la histórica fecha de 1512 en la que Navarra pasó a la órbita castellana, tuvieron lugar nuevos sucesos sangrientos que desmienten otra vez la idea de Navarra como una Arcadia unida y feliz y explican en cambio la división de los navarros en los sucesos posteriores. En aquella época la reina era doña Blanca de Navarra, casada con Juan II conocido después como “el Usurpador”. Ambos tuvieron cuatro hijos: Carlos, Juana (que murió siendo una niña), Blanca y Leonor. Aunque el legítimo heredero del trono navarro era Carlos, el Príncipe de Viana, al morir la reina su marido Juan usurpó el trono y tomó para sí la corona. Esto desencadenó una guerra civil en el reino cuyas consecuencias llegarían hasta 1512. De hecho, los partidarios del heredero legítimo eran los famosos beamonteses y los del usurpador los agramonteses. Lo cierto es que en esta pequeña historia ganan los usurpadores. El Príncipe de Viana es capturado y muere posiblemente envenenado, aunque alguna historia cuente que fue de pleuresía. Su hermana Blanca, legítima heredera del trono navarro después de Carlos, también es encarcelada y envenenada por su propio padre y su propia hermana, que siendo la única hija superviviente queda como heredera. La última heredera legítima, Blanca, había nombrado sucesor en su testamento a Enrique IV, rey de Castilla, para evitar que la corona recayera en sus asesinos. Todo esto que pasa antes de la incorporación de Navarra, muestra la crueldad de la época, y explica por qué los navarros estaban divididos entre agramonteses y beamonteses, los cuales fueron perseguidos a partir de aquellas fechas, y por qué la mayoría, cuando se presentó la oportunidad, renegó de los reyes existentes y asumió como una liberación el incorporarse mediante un acuerdo como reino independiente a la corona de Castilla. Los acontecimientos de 1512 fue una determinación "beamontesa" y castellano-aragonesa de impedir a toda costa que el Reyno cayera irremediablemente en la órbita de la monarquía francesa, y de no haberse hecho, la condesa de Foix, de Bigorra, señora de Béarn y vizcondesa de Nebouzan, Tursan, Gabardán y Marsan, a la sazón reina de Navarra, hubiera estado obligada por las leyes feudales a aportar su ayuda al rey de Francia Luis XII en las guerras de Italia. Allí Francia luchaba contra la Santa Liga en la que eran aliados del Pontífice Julio II los reinos de Aragón y de Castilla. De no haber sido destronada Catalina I, la guerra de Italia hubiera sido “importada” a Navarra por la vecindad de Castilla y de Aragón. Entonces sí que Navarra hubiera perdido su independencia de una forma mucho más violenta que la que ocurrió con el duque de Alba. Fernando el Católico evitó que Navarra cayera en la órbita de Francia, quedando incorporada en junio de 1515 a la Corona de Castilla, León y Granada. Con la muerte de Fernando el Católico 7 meses más tarde, se formó la Unidad Nacional y surgió ESPAÑA, para lo cual, era imperativo forzar por las armas un cambio dinástico. Pero esta historia, es silenciada una y otra vez en las aulas, o simplemente, la contextualizan sin dar demasiadas explicaciones, y lo que ocurrió no fue más que un juego de tronos, asesinatos e intrigas en las que determinados enfermos mentales quieren ver otras cosas.
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