Y así, señores, funciona la mente franquista.
Celebremos, pues, nuestra cristianísima democracia cristiana, nuestros derechos humanos, y la próxima vez que vayáis a votar, pensad que es un acto que nos lleva a lo mejor de la tradición medieval reinstaurada por Franco.
Si hubiese dejado España convertida en un satélite de URSS, también podríamos decir que el comunismo tiene su origen en los primeros cristianos. Lo que está claro es que Franco nunca erraba.
Una estatua en España no es suficiente, Franco necesita una en la ONU. Su contribución a la democracia, los derechos humanos y el sufragio universal bien lo merece.
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