Por eso la jerarquía eclesiástica, deprisa y corriendo, busca reescribir otra historia de la Guerra Civil, haciendo a los buenos malos y a los malos buenos, disculpándose ante los actuales amos de España, herederos de los asesinos de más de 6.000 religiosos, y renegando de su salvador Franco.

No les servirá de nada a los obispos el haber sido "motores del cambio y de la transición democrática en España". Irán a por ellos, en última instancia. El último en caer será el rey.
Y bien se les estará a todos. Roma no paga a traidores.