Si yo fuera diputado en Cortes.
Si se diera la circunstancia que apunto en el título, el otro día durante el debate sobre el calamitoso estado de la Nación, al Sr. Rodríguez (no sé porqué hay que llamarlo por el apellido de su madre, o hacerlo con los dos apellidos cuando no es compuesto), le hubiera interpelado más o menos de este modo:
-. "Señor Rodríguez, Sr. Presidente. Hace un año en esta misma sesión sobre el estado de la Nación, usted afirmó que para el año siguiente se llegaría al pleno empleo. Cuando usted hizo esta frívola promesa había dos millones de parados.
-. Hoy, justo un año después, no sólo no ha cumplido con lo que promete, algo completamente conforme a su errática trayectoria, sino que usted ha doblado la cifra de parados gracias a su absolutamente inoperante política. No intente convencerme usando discursos vacíos de contenido, lo cierto es que cuando en una empresa, --la que sea--, el administrador no cumple con las obligaciones inherentes a su puesto, compromiso adquirido formalmente, y pone en serio riesgo la viabilidad de la misma, se le cesa y se le despide. Dado que a usted no se le puede despedir, a no ser mediante las urnas, no me queda otra que, como español, como depositario de mi parte alícuota de la soberanía nacional y como representante legal de mis votantes, exigir su dimisión irrevocable. Usted es un perjuicio para España, y usted no se puede empeñar, ni en nombre de una imaginaria que no real democracia, en mantenerse en un puesto para el que usted no sirve. Tenga usted un mínimo de dignidad personal y ¡dimita!.
Ahora Sr. Rodríguez no me vea como ese imaginario diputado que no soy, sino véame como sí soy realmente: un ciudadano que no lo soporta ya más y le exige su dimisión inmediata, ¡ya!, mañana mejor que pasado.
Un saludo y que tenga usted un buen día.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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