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Tema: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

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  1. #1
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Sobre esto se ha hablado hasta la saciedad, pero normalmente se omiten hechos muy claros:

    Sobre D. Javier podrá haber muchas críticas, pero la Familia Real Legítima -salvando la traición de Carlos Hugo y sus hermanas, salvando los dignos casos de D. Sixto y Doña Francisca- ha tenido gente que ha sangrado por España. Su hermano, "Gaetán de Lavardín", estuvo en el frente como anónimo requeté. En cambio Franco nada de esto valoró y escogió porque le vino en gana al hijo de Juanón, un tiparraco con un currículum muy dudoso (entre otras cosas, la muerte de su hermano), que nada había hecho por España. ¡Al contrario! Descendiente directo de la usurpación que llevó a cabo el ejército y la alta "nobleza" bajo supervisión del imperio británico y la Francia orleanista. En tiempos de Alfonso "XIII", el primer productor pornográfico de España, el rey D. Jaime, después de haberse batido bajo la bandera del zar (ya que gracias a la madre de Alfonso, entre otras, se le había vetado el ingreso en la armada austrohúngara, buen dato para los "austracistas"), entró en España todas las veces que pudo y hasta se lió a tiros contra los separatistas. ¿En cambio qué han hecho por la patria los otros, los que nos fueron devueltos por Franco?

    Y que conste que con esto no estoy demonizando la figura del general, pero una vez más, es la francolatría muy parecida a la francopatía, y entrambos acaban ridiculizando, unos, al que dicen idolatrar, y otros, al que dicen odiar.

    Y con todas la virtudes militares del general, no ganó la guerra solo. Entre otros fueron 100.000 voluntarios carlistas, que se dice muy pronto. Y tanta sangre derramada para después volver a Cánovas y Sagasta... En fin...
    Última edición por Ordóñez; 25/05/2014 a las 01:19
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  2. #2
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Mensaje del REVOLUCIONARIO rey socialista-autogestionario Don Javier I, al Montejurra de 1974 :

    "Una vez más desde el destierro me dirijo a vosotros queridos carlistas y a todos los que os habéis reunido hoy en Montejurra.
    Los años pasan y en el transcurso de ellos podemos observar lo que hemos avanzado en nuestra lucha frente al régimen dictatorial. Pronto recogeremos los frutos.
    Nos llena de esperanza ver como otros pueblos, que al igual que nosotros estaban oprimidos, se esfuerzan por conquistar su libertad y su identidad.
    En mi larga vida he visto derrumbarse regimenes que parecían duraderos. Días de profundos cambios se acercan para España y para todo el mundo occidental.
    No todo consiste en acabar con el sistema, sino también ir construyendo las bases del futuro. Porque la libertad nunca viene regalada, sino siempre conquistada a cuenta de grandes sacrificios.
    Por eso el Carlismo en su lucha permanente frente a las estructuras totalitarias y capitalistas busca alcanzar unas metas políticas concretas. Estas metas que nos hemos marcado, son fruto del análisis interno consciente y de una evolución ideológica acorde con la dinámica del mundo moderno.
    En nuestro afán superador perseguimos alcanzar la construcción de un Estado Socialista de Autogestión que responde a un viejo y profundo anhelo cristiano del Carlismo: devolver al Pueblo su soberanía.
    Buscamos el que la permanencia de la paz, se base en la libertad y en la justicia y no en la represión que priva al Pueblo de su personalidad, fórmula que hasta ahora practican los estados totalitarios.

    Buscamos una estructura del estado que permita el desarrollo de las libertades, en la que los pueblos y las personas puedan ser creadoras y responsables de su futuro.Para impedir que la Revolución Social desemboque en una democracia ficticia, presentamos nuestra Monarquía Socialista como soporte y arbitraje neutral, que asegure la conjunción de todos los intereses del Pueblo español dentro del Estado Socialista de Autogestión.Para alcanzar estas metas, se necesita del esfuerzo de todos. En el Carlismo, del esfuerzo de todos los carlistas para constituirse en vanguardia de lucha reivindicativa y revolucionaria del pueblo español.Nuestra unidad ideológica fruto de una gran polémica, análisis y controversia interna, nos permite configurar una doctrina enriquecida con el pensamiento de todos y con la practica política de los que estamos más comprometidos en la lucha diaria. El constante confrontamiento del pensamiento y de la actividad de todos, nos conduce a esta unidad ideológica en la acción del Carlismo, partiendo de una militancia y de un compromiso que lleva a esta triple unidad: unidad ideológica, unidad orgánica y unidad de acción.
    Por ello, los que fuera de la dinámica de unión intentan interpretar, modificar y perturbar esta Línea democráticamente elaborada y aprobada por los militantes del Partido Carlista, se sitúan fuera del Carlismo.
    Los que intentan esgrimir antiguas formulas de compromiso para condenar lo que hoy hacemos y no aceptan las que estamos adquiriendo en estos momentos, traicionan aquellas y éstas.
    A la inversa, los que discuten en las Asambleas Populares y se esfuerzan para modificar y perfeccionar la Línea Ideológica, se acostumbran a la tolerancia, crean un hábito democrático y, sobre todo, enriquecen tanto nuestra doctrina como nuestra acción política.
    A todos los Carlistas hago un llamamiento a la solidaridad y a la lucha. A todos os recuerdo que mi hijo el Príncipe Carlos Hugo tiene mi plena confianza y en el tengo delegados los poderes para gobernar el Carlismo junto con el Pueblo Carlista.
    A los que renuncian al esfuerzo de la lucha o al esfuerzo de seguir una evolución, al esfuerzo de ser joven por la voluntad, les recuerdo que la vida no tiene sentido sin lucha, sin voluntad de cambiarse a sí mismo, para cambiar el mundo en que vivimos.
    La justicia, la igualdad y la libertad las estamos alcanzando a través de nuestra lucha política y se deben alcanzar para el bien de nuestra España Federal, para el bien y la paz de todos los pueblos.
    El Carlismo se presenta hoy al mundo tal y como siempre fue, pero evolucionado y adaptado a las nuevas luchas, para constituirse en vanguardia de la lucha por las libertades junto con aquellos grupos populares que también mantienen los mismos anhelos. No hemos renegado de nada ni renunciamos a nada, seguimos con nuestras mismas banderas y nuestra misma fe.
    A todos ¡Adelante! Es en las angustias y en las alegrías de la lucha diaria donde juntos estamos forjando el futuro de España. Un futuro de libertad, de justicia, de igualdad y de democracia.
    En el destierro a cinco de mayo de 1974.FRANCISCO JAVIER




    Espacio Legitimista Carlista
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  3. #3
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Sic transit gloria mundi, que diría el clásico.

    Qué pena, cómo dejaron el carlismo tanto padre como hijo mayor. Como católico espero que se les hayan perdonado sus veleidades, pero menos mal que no acabaron como reyes, hubieran sido peores que Juan Carlos.

    Todo porque algunos iluminados tenían la asombrosa idea de que podían ser los "reyes de los rojos" y corrieron a apuntarse a la "plataforma democrática" con marxistas leninistas, maoítas, liberales y demás; madre mía, insólito.

  4. #4
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    ¡¡LA BOMBA!!

    ¡¡¡El "autogestionario" Don Javier y su amistad parisina con el Genocida de Paracuellos!!:

    Entrañables relaciones de Santiago Carrillo con la familia carlista
    ; esto escribe en sus 'Memorias':

    «Cumpliendo los acuerdos de la junta establecí en París una relación con don Carlos Hugo, su familia y su entorno político. La reconversión del carlismo a las ideas de la democracia e incluso del socialismo era un fenómeno tan sorprendente que me interesó conocerlo de cerca. El señor Zabala –hoy fallecido– me presentó un día a don Carlos Hugo. Era éste un joven universitario formado en Francia, sin duda muy inteligente, con el que resultaba fácil congeniar.
    Conocí y tuve largas conversaciones con su familia: su padre, don Javier, su esposa entonces, doña Irene, princesa de Holanda, y su hermana María Teresa. Don Javier era un hombre, ya bastante anciano, que había participado en la resistencia antinazi en Francia y había sido represaliado por los alemanes. Mientras hablaba con él en el apartamento de Carlos Hugo en París me costaba trabajo identificar al hombre que se expresaba como un demócrata con quien cuarenta años antes había sido uno de los organizadores de la sublevación franquista..."
    (Santiago Carrillo, Memorias, Planeta, Barcelona 1993, págs. 595-596.)


    Junta Democrática de España, 1974-1976

    O sea, que vale ya de dar la tabarra con que todo era un montaje de Carlos Hugo.
    Última edición por ALACRAN; 06/06/2014 a las 18:13
    jasarhez y Pious dieron el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  5. #5
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Sic transit gloria mundi

    Este es el nivel de confusión al que padre e hijo mayor llevaron al carlismo, en su deriva socialista desde hacía ya bastante tiempo. Como católico espero que se les perdonaran sus veleidades; pero sólo puedo dar gracias a que no terminaran siendo reyes, hubieran sido mucho peor que Juan Carlos.

    Todo porque algún iluminado, pensó que podrían ser los reyes de "los rojos". Insólito.

  6. #6
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    ¡¡LA BOMBA!!

    ¡¡¡El "autogestionario" Don Javier y su amistad parisina con el Genocida de Paracuellos!!
    Has hecho un trabajo de investigación excelente. Jamás me hubiera imaginado que hasta en las memorias de Carrillo se escondiera la prueba evidente de que todo lo que vienes diciendo en este hilo es rigurosamente cierto.

    Y hasta leo también, en este enlace que nos has traído, extraído de otro pasaje de las memorias del genocida de Paracuellos, que...

    "Doña Irene, su esposa, era una mujer encantadora, bella e inteligente. Hablando con ella me sorprendía que fuese tan fácil entenderse, un miembro de la casa reinante de Holanda y yo, dirigente de un Partido Comunista. Una vez me dijo una frase que me dio mucho que pensar: que ellos –los carlistas– y nosotros nos parecíamos mucho"
    No me digas que estas declaraciones no son también otra bomba. A mi, desde luego, me han dejado perplejo... Desde ayer estoy que no salgo de mi asombro con los parecidos y semejanzas tan dispares entre sí, que algunos se empeñan en querer encontarle a ciertas ideologías. Cuanto más aprendo de estos temas, mas debo de confesar que estoy hecho un lío...

    _________
    Y es que, hasta hay un pequeño párrafo en el que se hace mención expresa (¡¡ojo a la coña del epíteto!!) al "autogestionario adalid del carlismo-leninismo"

    Es un párrafo en el que también se dice, un poco más arriba: "[para que] fuera postulado como futuro rey al pretendiente Javier I; aunque, por razones de edad, calculaban que el mejor candidato de sangre azul para suceder a Franco, había de ser don Carlos Hugo de Borbón-Parma".

    Voy a echarle un vistazo con algo más de detalle a este enlace que nos has dejado. A ver qué otras cosas 'curiosas' me encuentro. Solamente una cosa mas... ¡Cada vez entiendo y admiro más a Franco!. No quiero ni imaginarme los sufrimientos y dolores de cabeza que tuviera que sufrir el pobre a la hora de encontrar heredero. ¡Y hay que ver, qué paciencia tenía...! (yo hubiera enviado a más de uno a picar piedra).

    Un saludo
    Última edición por jasarhez; 06/06/2014 a las 23:01
    ALACRAN y Pious dieron el Víctor.

  7. #7
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Cita Iniciado por jasarhez Ver mensaje
    Has hecho un trabajo de investigación excelente. Jamás me hubiera imaginado que hasta en las memorias de Carrillo se escondiera la prueba evidente de que todo lo que vienes diciendo en este hilo es rigurosamente cierto.

    Y hasta leo también, en este enlace que nos has traído, extraído de otro pasaje de las memorias del genocida de Paracuellos, que...


    No me digas que estas declaraciones no son también otra bomba. A mi, desde luego, me han dejado perplejo... Desde ayer estoy que no salgo de mi asombro con los parecidos y semejanzas tan dispares entre sí, que algunos se empeñan en querer encontarle a ciertas ideologías. Cuanto más aprendo de estos temas, mas debo de confesar que estoy hecho un lío...

    _________
    Y es que, hasta hay un pequeño párrafo en el que se hace mención expresa (¡¡ojo a la coña del epíteto!!) al "autogestionario adalid del carlismo-leninismo"

    Es un párrafo en el que también se dice, un poco más arriba: "[para que] fuera postulado como futuro rey al pretendiente Javier I; aunque, por razones de edad, calculaban que el mejor candidato de sangre azul para suceder a Franco, había de ser don Carlos Hugo de Borbón-Parma".

    Voy a echarle un vistazo con algo más de detalle a este enlace que nos has dejado. A ver qué otras cosas 'curiosas' me encuentro. Solamente una cosa mas... ¡Cada vez entiendo y admiro más a Franco!. No quiero ni imaginarme los sufrimientos y dolores de cabeza que tuviera que sufrir el pobre a la hora de encontrar heredero. ¡Y hay que ver, qué paciencia tenía...! (yo hubiera enviado a más de uno a picar piedra).

    Un saludo

    Está todo clarísimo y es delirante e inconcible pero no cambia en nada la cosa para sus partidarios.
    Y es que D. Javier es la pieza clave para que no se rompa "el hilo" de la tradición "sagrada"... etc

    ¡Cada vez entiendo y admiro más a Franco!. No quiero ni imaginarme los sufrimientos y dolores de cabeza que tuviera que sufrir el pobre a la hora de encontrar heredero. ¡Y hay que ver, qué paciencia tenía...! (yo hubiera enviado a más de uno a picar piedra).
    Yo lo que más me sorprendo es de lo tonto que era, en el fondo: entre curas y borbones buena se la liaron y él tragaba y tragaba...
    Aquí nadie se quiere dar cuenta de que los reyes modernos (los que sean) son igual de pícaros y malvados que el populacho y van a lo suyo.

    Otros personajes de la familia en cuestión (como lo que citas de Irene) son también de traca, pero para no diluir el tema no me detengo en ellos. Ya se sabe que estos temas tienden a degenerar en que si dinastías y tal, derechos legitimidades y tal, etc cosa que intento evitar.

    Y volviendo al tema del enlace anterior
    Junta Democrática de España, 1974-1976

    Intervinieron en la fundación de la Junta Democrática de España algunas de las organizaciones políticas que operaban clandestinamente en España:

    • Partido Comunista de España, fundado en 1921, presidido desde su VI Congreso (Praga, enero 1960) por Dolores Ibárruri (1895-1989), exiliada en Moscú, y con Santiago Carrillo como secretario general, exiliado en París. [En noviembre de 1964 habían sido expulsados del PCE, por revisionistas, Fernando Claudín y Jorge Semprún, que pronto impulsaron, junto con el anarquista José Martínez Guerricabeitia, la revista Cuadernos de Ruedo ibérico. En 1968 el PCE condenó la intervención soviética en Checoslovaquia, escindiéndose el PCE (VIII-IX Congresos). Tras el VIII Congreso del PCE (1972) se escindió en 1973 el PCOE, de Enrique Líster.]
    • Partido Socialista del Interior, fundado en 1968 por Enrique Tierno Galván (1918-1986, ex-catedrático de Universidad), redenominado Partido Socialista Popular al formarse la Junta Democrática (para evitar recelos del Partido Socialista Obrero Español, roto tras su congreso de Toulouse 1972, cuando los jóvenes renovadores del interior pretendieron el liderazgo al que se aferraba Rodolfo Llopis (1895-1983) desde el exterior, quien nada quiso saber, de cualquier modo, por supuesto, de lo que entendían como burda maniobra comunista).
    • Partido Carlista, fundado en 1969 y representado por su secretario general, José María de Zavala Castella (1911-1979), al servicio del presunto rey Javier I de Borbón-Parma (1889-1977) y de su hijo y futuro sucesor Carlos Hugo de Borbón-Parma (1930-2010). Aunque asistieron a las reuniones preparatorias, formalmente no se incorporaron a la Junta hasta septiembre de 1974.
    • Alianza Socialista de Andalucía, fundada en 1971 por Alejandro Rojas-Marcos de la Viesca (1940), por transformación del grupo Compromiso Político de Andalucía. El día anterior a la presentación de la Junta en París, apareció publicado allí, por Ruedo Ibérico, el libro La otra “cosa nostra”. La Asociación Católica Nacional de Propagandistas y el caso del “El Correo de Andalucía”, firmado por A. Sáez Alba (pseudónimo de Alejandro Rojas-Marco).

    Como era de esperar se mantuvieron al margen, y aún mostraron su oposición a este proyecto, las organizaciones liberales, cristianas y socialdemócratas en las que dominaba el prejuicio anticomunista (y preferían seguir viendo al PCE de Santiago Carrillo como el tentáculo de Moscú...
    Es decir, que el carlismo que encabezaba D. Javier en 1974 estaba ideológicamente tan a la izquierda que se codeaba con el comunismo y el socialismo, ¡¡algo a lo que no se atrevían ni cristianos, ni liberales ni socialdemócratas de entonces!!
    Última edición por ALACRAN; 07/06/2014 a las 19:41
    Pious dio el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  8. #8
    jasarhez está desconectado Proscrito
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    ...Es decir, que el carlismo que encabezaba D. Javier en 1974 estaba ideológicamente tan a la izquierda que se codeaba con el comunismo y el socialismo, ¡¡algo a lo que no se atrevían ni cristianos, ni liberales ni socialdemócratas de entonces!!
    Efectivamente, estaba tan a la izquierda que hasta andaba de la mano del Partido Comunista de Carrillo y la Pasionaria (el PCE) en la fundación de esa "Junta Democrática" a la que ahora estamos haciendo referencia. Y fíjate lo impregnada de traidores y reformistas que estaba por aquella época la arena política de la España de finales del franquismo que... como dice la cita que he extraído de tu enlace (y lo digo solo a modo de recordatorio de lo que todos ya sabemos) al frente de esa "Junta Democrática" estaba un personaje al que aquí citamos mucho. Me estoy refiriendo a Antonio García Trevijano, quien él mismo ha reconocido en algunas entrevistas por televisión [enlace al vídeo] que él era el hombre ocupado en sacar a pasear los ferraris del príncipe heredero designado por Franco, con su dueño dentro... naturalmente, mientras éste se iba de juerga en juerga (cosa que siempre le ha gustado mucho, por lo que cuenta Trevijano).

    Y es que fué Antonio García Trevijano el hombre que, precisamente, encabezaba esta "Junta Democrática" de la que hablamos, en la que era parte primordial el partido comunista de Carrillo (PCE).

    El rótulo Junta Democrática de España quedó aceptado en la reunión que celebraron sus promotores en el Hotel Ritz de Lisboa los días 3 y 4 de junio de 1974, reunión en la que estuvieron presentes Santiago Carrillo, Rafael Calvo Serer, Enrique Tierno Galván, el carlista José María de Zavala Castella, un representante de José Andreu Abelló (1906-1993, fundador en 1931 de ERC y promotor en 1971 de la Asamblea de Cataluña), ejerciendo el notario Antonio García-Trevijano como eficiente coordinador ejecutivo. El Partido Nacionalista Vasco excusó su asistencia, aunque anunció que Julio de Jáuregui (1910-1981) asistiría a futuras reuniones. Así lo reconstruía Santiago Carrillo veinte años después:

    "Conservo mis notas de la reunión celebrada los días 3 y 4 de junio en el hotel Ritz de la capital lusa. Transcribo lo esencial de ellas, haciendo una salvedad: no se trata de notas taquigráficas. Yo apunté aquello que más me interesaba, por lo que en algún caso, mis notas pueden dar sólo una idea parcial de las informaciones aportadas. A esta reunión acudieron el profesor Tierno Galván, un delegado carlista y el suplente de Andreu Abelló. Se excusó el PNV, anunciando que a una próxima reunión acudiría el señor Jáuregui. Los demás miembros de la junta se hallaban presentes al completo. Aquello ofrecía la impresión de ser el intento unitario de oposición más serio en el momento.

    Hubo una fase previa de información. Con respecto al Ejército, objeto de nuestra atención, el dato más significativo era un discurso del general Vega Rodríguez, no publicado en la prensa, en su toma de posesión de director de la Guardia Civil. Se le atribuía haber dicho que la Guardia Civil fue creada para perseguir el bandolerismo en el campo, no para hacer la policía en las ciudades y aporrear a los estudiantes, y que se esforzaría porque el cuerpo volviese a ocupar su primitivo papel. Parece que también había declarado que no debía fidelidad a nadie más que a España. Sus palabras no se habían publicado por el contenido contestatario que encerraban. Esto explicaba lo del monóculo de Spínola. A partir de ese momento era un candidato a ser contactado.

    Trevijano refirió una comida con el señor Areilza, que no debió ser excesivamente cordial. Al comienzo parece que el conde había tomado aires de superioridad, encontrándose con una respuesta bastante agresiva de Trevijano, quien nos anunció que su interlocutor negaba sus contactos con Arias, y afirmaba su deseo de entrar en la junta. (La verdad es que terminó enviando al señor Senillosa, como su representante oficioso, solución a la que nos negamos, porque teníamos la impresión de que Areilza, obrando así, no se comprometía y lo único que intentaba era estar informado de lo que hacíamos.)

    Otro tema de información era la entrevista celebrada por Alejandro Rojas Marcos y Trevijano con Felipe González. Según ambos Felipe estaba de acuerdo con el proyecto de la junta; negó que el PSOE fuera hostil a la unidad con el PC. Prometió que el PSOE tomaría rápidamente la decisión de participar y que había el 80% de posibilidades de que el elegido para formar parte fuese él. (Aquí transcribo literalmente mis notas. En un paréntesis yo he escrito, entonces precipitadamente, como luego se vio: “Si esto es así ¡se acabaron las maniobras de Gil Robles!”).

    Para facilitar la adhesión del PSOE el profesor Tierno Galván anunció su propósito de modificar el nombre de su partido, que pasaría a llamarse Partido Socialista Popular, en vez de Partido Socialista del Interior.

    La cuestión que suscitó mayor discusión fue la de las relaciones con don Juan de Borbón. Los monárquicos de la junta informaron de que las gestiones para que el exiliado de Estoril encabezase la oposición tropezaban con serios obstáculos. Dijeron que Satrústegui y Sainz Rodríguez habían redactado un discurso ambiguo para que lo pronunciara don Juan en la fiesta de aniversario, en vez del discurso antifranquista que deseábamos. Calvo Serer contó que el Gobierno había enviado al “pollo Ansón” a Estoril con una “información truculenta”: la existencia de una alianza de la oposición muy seria, que representaría al 60% de los españoles, y que trataba de utilizar a don Juan no ya para destruir al régimen franquista, sino a la monarquía, ante lo que le ponían en guardia.

    El plan de Trevijano y Rafael Calvo Serer consistía en preparar unas declaraciones para Le Monde, en las que don Juan se propondría como árbitro para el cambio con un programa: Gobierno provisional, con los objetivos de la junta: consultar al pueblo sobre la forma de Gobierno y legalización de todos los partidos políticos sin exclusión. Las declaraciones se publicarían el 28 de junio en dicho diario y serían una bomba política. Trevijano había redactado un proyecto.

    En la junta algunos éramos profundamente escépticos pero no nos oponíamos a intentarlo. Mas para los carlistas la idea era difícilmente aceptable.

    Presentaban, por un lado, objeciones de carácter dinástico –pues su partido podía romperse– y también de eficacia. Pensaban que podía haber otras soluciones más efectivas. Incluso consideraban preferible a don Juan, su hijo don Juan Carlos.

    Se originó una larga discusión. Al final Tierno Galván consiguió que el líder carlista, Zabala, aceptase que si la instauración de don Juan viniese sin participación de la Junta, ellos no abandonarían ésta. Pero no podían promocionar a don Juan.

    Tierno llegó a proponer que si don Juan se negaba se hiciese la misma invitación a don Carlos Hugo; pero esto fué rechazado por Trevijano como poco serio".
    Vamos... que, si no hubiera sido por la oposición expresa de García Trevijano, hasta incluso hubiera sido posible que la Junta Democrática, políticamente liderada por el PCE, hubiera invitado a don Carlos Hugo como "árbitro para el cambio". Como vemos, todo es un completo galimatías... donde se mezclan dinastías borbónicas distintas, con conspiraciones comunistas lideradas por republicanos de toda la vida. Como digo, ¡no quiero ni imaginarme los dolores de cabeza del Caudillo!.
    Última edición por jasarhez; 07/06/2014 a las 22:50
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  9. #9
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Lo descabellado, que vengo leyendo en varios blogs y páginas en los últimos años, es que algunas personas de buena intención se han acercado a la figura idealizada de don Javier, y LES HAN HECHO CREER que éste "regente" (que es el verdadero título con que le invistió su augusto tío y no "rey"), era el único adalid antiliberal y verdadero defensor del tradicionalismo maltratado por el régimen .........y luego a Franco le llaman liberal claro.

    Estaría bién colgar, si se encuentra disponible en la red, alguna de las cartas que le mandó don Javier a Franco allá por los años 50 en un intento de atraerselo. Estarían al mismo nivel de credibilidad que los discursos aquellos de tono "tradicionalista" que hizo don Juan a ciertos oficiales del requeté en los años 60; tengo por casa algún pequeño libro (ilegal por entonces) que le regalarían a mi padre o a mi abuelo donde aparecen; a ver si lo encuentro y lo pongo. Son muestras de a lo que podían llegar entonces los "candidatos", con tal de ganar apoyos dentro del régimen.
    ALACRAN, jasarhez y Pious dieron el Víctor.

  10. #10
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Bueno. Voy a ir poniendo algunas cosas que, si bien no constituyen un estudio exhaustivo del asunto del presuento cambio de mentalidad de Don Javier, sí por lo menos permiten conceder fuertemente el beneficio de la duda acerca del verdadero pensamiento de Don Javier.

    En primer lugar, quisiera tocar en este mensaje el momento más o menos exacto en el que se podría establecer el supuesto cambio de mentalidad. ALACRAN dice que fue en 1965, pero echando un repaso a las declaraciones públicas, la verdad es que, como muy temprano, se podría considerar las supuestas declaraciones a la prensa francesa tras su expulsión en diciembre de 1968 como la primera vez que se advierte cierto lenguaje, no diré todavía que heterodoxo, pero sí un tanto ambiguo. En los anexos de este trabajo aparecen textos de Don Javier de antes y después de 1969 (año que se podría considerar "de inflexión" en cuanto al supuesto cambio de mentalidad de Don Javier).

    Precisamente el periodo de 1965 a 1969, es el que se caracteriza por la mayor impulsión en la política "de mano tendida" iniciada en 1955, dentro del contexto del apoyo a la Ley Orgánica del Estado que se estaba preparando por aquel entonces (hasta el punto de que si se puede hablar de lenguaje desviado del tradicionalismo lo sea en función, más bien, de la heterodoxia revolucionaria del régimen franquista, tal y como pone de manifiesto, por ejemplo, en los comentarios o notas a pie de página de Manuel de Santa Cruz -tomo de su obra correspondiente al año 1966- de la declaración del 3 de octubre de 1966, ya por omisión o silenciamiento de los errores político-sociales del régimen ya por cierta condescencia y/o apoyo expreso de los mismos).

    Este momento, como digo, de máximo impulso de la política "colaboracionista" coincide a su vez con la salida de gran parte de los secretarios de Carlos Hugo, que durante aproximadamente una década habían estado intentando infiltrar en la Comunión (sobre todo en los ámbitos universitarios y sindicales) un nuevo lenguaje completamente ajeno al tradicionalista, chocando siempre con los cuadros oficiales ortodoxos de la Comunión, liderados por el Jefe Delegado Jose María Valiente (máximo representante de la táctica política prudencial de "oposición moderada" hacia el régimen, impulsada desde 1955).

    Señala el investigador independiente Juan Balansó:


    A principios de 1966, don Carlos perdió a su confidente e inspirador, Ramón Massó, que rompió con el príncipe, así como otros miembros jóvenes de su secretariado. Javier estaba espantado ante la evolución de la Iglesia, a la que no reconocía, pues él la había servido según los cánones de Pío XII, que sus sucesores barrieron. “Vuelvo de Roma –escribía por entonces el viejo rey– y se ve un mondo que se disolve y un nuevo que surge. A mi edad es difícil adaptarse a un rumbo tan distincto, sobre todo en cosas que tocan a lo religioso (sic)”. Ordenó, en consecuencia, un frenazo a las reformas innovadoras de su heredero, y los secretarios de éste tiraron la toalla.

    (Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 216-217)

    Esto lo confirma José Antonio Parrilla, uno de esos secretarios de Carlos Hugo:


    El 10 de mayo de 1967, gran parte de la prensa nacional y extranjera publicaba la siguiente nota, que cerraba prácticamente el ciclo comenzado y contado en esta historia [es decir, la labor intentada por los secretarios de Carlos Hugo de ir “transformando” poco a poco, desde dentro, la línea ideológica y táctica de la Comunión hacia planteamientos de signo revolucionario desde la aparición a la vida pública del Príncipe de Asturias en el acto de Montejurra de 1957]:

    “Las personas que crearon y lanzaron en España la figura del príncipe Carlos Hugo de Borbón Parma discrepan de la orientación ideológica y política marcada al carlismo, puesta de manifiesto en el acto de Montejurra (30 de abril de 1967) por don Javier de Borbón Parma y el jefe nacional, profesor Valiente.

    Esta orientación lleva consigo la no aceptación de la libertad religiosa, una estrecha identificación con los elementos antidemocráticos, incomprensión de los problemas de la Universidad española y censuras al pensamiento posconciliar.

    Por todo ello, el ala joven del carlismo, habiendo cesado hace meses en sus cargos oficiales, ha acordado hacer pública su decisión de abandonar definitivamente el partido, y toda vinculación con la llamada causa monárquica.

    Firmado: Ramón Massó, último jefe de la secretaría técnica del príncipe [Carlos Hugo]; Víctor Perea, último delegado nacional de los estudiantes carlistas; José Antonio Parrilla, exsecretario particular del príncipe [Carlos Hugo] y ex jefe de prensa de la Comunión tradicionalista; Fernando Truyols, último secretario nacional de los estudiantes carlistas; Pedro Olazábal, exmiembro de la secretaría técnica y ex delegado de asuntos económicos; Luis Olazábal, exmiembro de la secretaría técnica y exvicepresidente de los estudiantes carlistas de Madrid.”

    (Fuente: “El último pretendiente” Javier Lavardin [seudónimo de José Antonio Parrilla]. Página 278.)

    Por desgracia, esta salida no supuso la de todos los secretarios o colaboradores de Carlos Hugo, y los que quedaron siguieron ocupando importantes puestos (aunque, en realidad, el problema principal, como se vería más tarde, cuando se quitara definitivamente la careta, era el propio Carlos Hugo). Véase este interesante texto publicado por una autodenominada Junta Depuradora Carlista (que está relacionada con el grupo de las Juntas de Defensa Carlistas, estrechamente unidas con los sivattistas) en la que se describe el estado general de la Comunión en mayo de 1968:


    A TODOS LOS CARLISTAS


    Cuando la mentira, la falsificación y el engaño, es el único motor que impulsa las acciones políticas de ciertos hombres, empeñarse en dialogar con ellos es caer en grave pecado de ingenuidad.

    Somos muchos los carlistas que conocemos la génesis de lo ocurrido este año en Montejurra. Sabemos los nombres de quiénes organizaron la manifestación convocada para el día 4 de mayo en Pamplona, con el único objetivo de poner al Carlismo al margen del 18 de Julio. Y el Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista de Navarra –caballeroso carlista que tuvo que desautorizar la convocatoria–, lo sabe también. Porque se trata, y perdonadnos amigos si no damos nombres, de los jovenzuelos progresistas que se presentan bajo la careta de “Grupos de Acción Carlista”, siguiendo las consignas de quienes actúan dentro del Carlismo de Madrid y Zaragoza, a través de la A.E.T. [Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas] y del M.O.T. [Movimiento Obrero Tradicionalista].

    Tampoco ignoramos quienes son los que redactan la propaganda de CARÁCTER MARXISTA –si amigos de Zaragoza, de CARÁCTER MARXISTA–, que se distribuyó durante los actos. “Que son los mismos –como muy bien dice una conocida personalidad del Carlismo en su carta dirigida al Presidente de la Hermandad de Montejurra–, que durante los actos de la tarde en Estella, portaban una pancarta que decía ¡Viva Che Guevara!. Los mismos que gritaban ¡Viva la Libertad!, para contrarrestar los vivas al Rey Javier. Los mismos que enarbolaban pancartas en las que se abogaba por las comisiones obreras, que fueron destruidas por un grupo de requetés madrileños. Los mismos que se alían en la Universidad con los troskistas, y en las comisiones obreras con los comunistas. Los mismos, en resumen, que pretenden hacer renegar al Carlismo de sus ideales, de su historia y de su lealtad al 18 de Julio”.

    Y los mismos, añadimos nosotros, que prepararon un atentado contra el escritor carlista, Don Roberto Bayod Pallarés, en Estella, que fue abortado por la intervención de un grupo de carlistas santanderinos y de unas margaritas de Durango.

    Pues bien, según el “Boletín Informativo” que edita la Junta Provincial de la Comunión Tradicionalista de Madrid –a cuya Junta por cierto no sigue nadie–, los culpables de todo fueron unos veteranos carlistas, entre los que figuraban un Teniente Coronel del Ejército, herido varias veces por la Patria y que mandó unidades del Requeté durante la Cruzada, y un Alférez, mutilado absoluto, a los que se agredió cobardemente en la explanada del Santuario de Irache.

    Por eso y ante actitud tan típicamente marxista, creemos llegado el momento de que “cada uno actúe con arreglo a los dictados de su responsabilidad y de su conciencia”.

    Por nuestra parte, en esta ocasión nos limitaremos a reproducir varios párrafos del artículo publicado por Mendibelza, tras cuyo seudónimo se oculta una destacada figura del Carlismo [Nota mía. Se refiere al gran filósofo Rafael Gambra], Dice así!

    ¿REQUIEM POR EL CARLISMO?

    “Cuando los hechos o las situaciones son suficientemente notorios y graves no hay por qué silenciarlos; antes bien, es deber ponerlos de manifiesto para crear una conciencia de sana reacción. Tanto las familias como los demás grupos humanos tienden –o deben tender– a disimular sus internas desavenencias mientras puedan éstas considerarse como estados transitorios y superables. Pero cuando la escisión, la polémica o la interna odiosidad amenazan con la ruptura o desvirtuación del grupo, es preferible manifestar el mal para que quienes sepan y puedan se esfuercen en el todavía posible remedio.

    El reciente acto de Montejurra ha evidenciado que el Carlismo no es inmune a la formidable penetración comunista que está sufriendo todo Occidente (un Occidente sin fe ni estructuras), e incluso la misma Iglesia Católica.

    La consigna marxista se cumple de modo inexorable: “Corrompamos y desarticulemos a los estúpidos pueblos de Occidente con las ideas de igualdad y libertad, que después los organizaremos nosotros en el socialismo integral”. Si el partido comunista fue capaza en años pasados de situar en uno de los puestos cumbres del Servicio Secreto británico a uno de sus agentes, ¿qué no podrá hacer en sociedades abiertas y diáfanas como son la Iglesia y el Carlismo? A las que se pertenece por sólo estar bautizado o por ponerse una boina roja y acudir a una romería…

    En Montejurra, uno de los oradores denunció la resistencia del Gobierno español a aceptar las consignas del Concilio: La Libertad Religiosa. (Parece que las más lógicas e inmediatas serán la ley del divorcio, la renuncia al derecho de presentación y la laicización de la enseñanza).

    Naturalmente, para hacer esta afirmación, no se precisa ir a Montejurra a profanar la memoria de quienes allá dieron sus vidas por la antigua monarquía católica y española; bastaba acudir a cualquier comisión obrera o a cualquier asamblea de Facultad en la capital de residencia.

    La estrategia marxista se ha dado cuenta de que la única fuerza espiritual de Occidente capaz de resistir a su descomposición y entrega espontánea es el Catolicismo, y que, dentro de él, el último grupo humano de resistencia estaría en el Carlismo español. Se ha dado cuenta también que la naturaleza de uno y otro no permiten su destrucción desde fuera (antes bien crecen en la lucha y la persecución), sino sólo desde dentro. Corrompiendo a sus cabezas directoras con el necio señuelo de un triunfo fácil, que consiste en salir al encuentro de las “nuevas corrientes”, en hacer propio y bendecir lo que parecen traer los “vientos de la Historia”, en ponerse maquiavélicamente en cabeza de la revolución triunfante… Corrompiendo después al pueblo con ideas fáciles y demagógicas que se apoyan en la noción democrática de igualdad y en las pasiones de la envidia y del confort. Tranquilizando la conciencia de todos mediante la utilización hábil de palabras puente que permitan dar a la nueva predicación marxista un aspecto cristiano o carlista, según los casos.

    El deslizamiento o la penetración son tan evidentes, que el propio corresponsal de LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA no puede por menos de registrarlo en un reportaje titulado ¿QUÉ PASA EN MONTEJURRA? En él pregunta si a ese “nuevo carlismo” universitario y obrero no le restará seguidores la vinculación sentimental a la persona del Rey. “Y ellos me dicen que esto suele suceder, pero que lo han resuelto bastante bien. Y que, en definitiva, EL REY SOLO CONTARÁ SI ES ACEPTADO DEMOCRÁTICAMENTE POR EL PUEBLO”.

    ¿Podrá concebirse nada más incongruente, más grotesco, que un régimen democrático, estrictamente igualitario, claramente socialista, hostil a cualquier forma de derecho histórico y de aristocracia, pero presidido por un rey hereditario? ¿Podrás imaginarse una rémora más nociva para un Estado previsor de subsidios y enseñanza, patrón laboral de todos sus ciudadanos, que una administración de tipo foral? ¿Qué cabeza en su sano juicio aceptaría la implantación de un socialismo con rey y fueros? ¿Qué mentalidad democrática o socialista reconocería por su abanderado (su “líder” como públicamente le llaman estos neocarlistas) a alguien que, si no es por el derecho tradicional, por la sangre, y por la lex privata (privilegio) real, sería simplemente un ciudadano francés? Menos mal que el anuncio de lanzar todo esto por la ventana en el momento oportuno está ya insinuado con claridad.

    Junto a estos prohombres (a duras penas bachilleres) del neocarlismo socialista (Zabala, Clemente, Pascual…), otros orquestadores de corta mirada pero de tono carlista, lanzaron sus peroratas con “valerosas” lanzadas al régimen vigente (no les conocimos tales habilidades hace diez o veinte años), pero omitiendo por entero la VERDADERA CUESTIÓN que se ventila en nuestros días: la rápida transformación del catolicismo y del carlismo en marxismo; la apostasía inconsciente, insensible, la entrega del bastión a la barbarie de la técnica y el ateísmo”.

    Y AHORA UN NOTICIA GRATA

    S.M. el Rey, D. Javier de Borbón Parma, ha acudido este año, como en ocasiones anteriores, al IV Congreso del Office International des Oeuvres de Formation Civique selon le Droit natural et Chretien. En él se reúne toda la opinión católica tradicionalista del mundo.


    LA JUNTA DEPURADORA CARLISTA

    Mayo 1968.

    (Fuente: ARCHIVO BORBÓN PARMA)


    La primera vez que aparece un cierto lenguaje "raro" en Don Javier, como señalé antes, es en unas declaraciones hechas en Francia tras su expulsión en Diciembre de 1968. Lo recoge así la revista "Tiempos Críticos" de enero-febrero de 1969 del grupo político sivattista. (Una advertencia: el reproducir el siguiente texto no quiere decir que esté de acuerdo con él, pues se caen en exageraciones y aparece mutilado en lo que se refiere a las supuestas declaraciones de Don Javier, como puede observarse en los anexos del trabajo antes citado, donde aparece el texto completo; lo reproduzco solamente porque en él se hace constar por primera vez una crítica, no a la táctica o estrategia política prudencial de Don Javier, como se había hecho hasta entonces, sino al lenguaje doctrinal empleado por él):

    La nota de expulsión de Don Hugo y Don Javier del territorio español, es la demostración irrecusable de inaptitud política, que buena parte del pueblo carlista imputó a los Príncipes cuando éstos impulsaron la política de colaboración. Don Juan Carlos, sin pueblo que le apoye, en el terreno de las maniobras políticas ha ganado la partida, convenida, a su primo Don Hugo. El último abrazo entre estos dos Príncipes, tuvo lugar pocos días antes de la expulsión, en un céntrico edificio de Madrid. La traición de Don Hugo queda de manifiesto con la nota de expulsión de España. Jamás Franco se hubiera atrevido a medida tan expeditiva, si el Príncipe Don Hugo no fuera objeto posible de contubernio.

    La traición de Don Javier queda de manifiesto en las declaraciones que dicho Príncipe hizo al llegar al aeropuerto de Orly (Francia), desterrado ya de España. El periódico Le Monde del 29-30 de Diciembre pasado publica las siguientes declaraciones de Don Javier… “Yo rechazo, puntualiza el Príncipe Javier, estas demostraciones de autoridad hacia mí y hacia mi hijo, ya que ellas afectan al porvenir del país y su desarrollo sereno y constructivo tanto en el plano político como en el social. Yo estimo que la autoridad debe, en primer lugar, respetar los principios generales de la liberta de expresión y acción, condiciones para una paz política y base de todo movimiento democrático”. El Príncipe Javier prosiguió: “España tiene necesidad de continuar su desarrollo económico y, por encima de todo, social, y este desarrollo no es posible sino dentro de una atmósfera de libertad: libertad de acción dentro del orden y de la dignidad, y es en este sentido que yo pido a todos los carlistas sigan en su trabajo, a pesar de ciertas imprudencias del gobierno. Nosotros continuaremos todos luchando por las grandes libertades concretas que nosotros hemos defendido desde hace ciento treinta años: nuestras libertades sindicales y nuestras libertades de asociación política. Estas tres libertades son las condiciones esenciales de la participación del pueblo en el gobierno del país, y lo mismo, de todo progreso social”.

    ¿Desde cuando estas libertades que Don Javier enumera fueron el banderín de enganche de la sacrosanta Tradición? Don Javier intencionadamente confunde las libertades nacidas del orden natural establecido por Dios, con las libertades de perdición que la Revolución prepara para destruir ese mismo orden natural. La traición de la familia Borbón-Parma queda de manifiesto, con el silencio absoluto ante el pueblo español, que ha seguido a la medida de expulsión determinada hace ya dos meses, dejando, por su parte, abandonado y roto al sufrido pueblo carlista que todavía confiaba en su lealtad.

    Pensando y obrando en carlista, Don Javier y Don Hugo jamás debieron mendigar la nacionalidad española, ni menos aceptar subordinados y mediatizados, la residencia en España. El destierro debió ser su mejor gloria. En la forma que han sido desterrados, podemos asegurar, amigos carlistas, que los Príncipes han terminado con el papel que la Revolución les asignó en esta etapa. El tiempo descubrirá la parte de incógnita que todavía pesa sobre corazones excesivamente confiados. El puente que Don Javier tenía preparado con Madrid y Estoril, está tendido. Don Javier y Don Hugo, dejaron vía libre, en cuanto dependía de ellos, a Don Juan y Don Juan Carlos. LOS PRÍNCIPES BORBÓN-PARMA, REOS DE ALTA TRAICIÓN.”

    (Fuente: Fuente: “D. Mauricio de Sivatte. Una biografía política (1901-1980)”. César Alcalá. Páginas 179-180.)

    Lo cierto es que se podría hablar de lenguaje claramente heterodoxo en las supuestas declaraciones de Don Javier solamente a partir del I Congreso de Arbonne de 1970, donde ya claramente se empienza a usar el neolenguaje de "Revolución", "socialismo", etc... Entre la expulsión y este Congreso, las declaraciones se podrían considerar, más bien, ambiguas. Pero para redondear creo que, basándonos exclusivamente en los supuestos discursos o declaraciones públicas de Don Javier, no se podría hablar de un supuesto cambio de mentalidad, como muy temprano, hasta después de su expulsión.

    Esto nos dejaría una situación de un Don Javier de línea coherente e ininterrumpida de pensamiento tradicionalista ortodoxo de 33 años (1936-1969) y un Don Javier de supuesto pensamiento heterodoxo de 8 años (1969-1977), esto es, que de repente, y de la noche a la mañana, habría "decidido" cambiar total y radicalmente de pensamiento después de su expulsión de diciembre de 1968.
    Última edición por Martin Ant; 14/06/2014 a las 11:47
    muñoz dio el Víctor.

  11. #11
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Bien. Pasemos ahora al texto del testamento político de Don Javier de 4 de marzo de 1977. ALACRAN dice que no es espontánea y libre esa declaración, y se basa para afirmarlo en una declaración posterior hecha supuestamente por Don Javier, contraria a la primera declaración pública. MUÑOZ puso después una declaración pública de Doña Magdalena advirtiendo de la falsedad o contrariedad con el verdadero pensamiento de Don Javier de la última supuesta declaración de éste que, según ella, esta vez sí que habría sido arrancada a la fuerza.

    ¿Quién tenía razón en todo esto?

    Me he tomado la libertad de seguir las pistas que apuntaba MUÑOZ en el libro de Juan Balansó, y esto es lo que voy a reproducir a continuación.

    En primer lugar, de modo preliminar, señala Juan Balansó lo siguiente:

    Instalado en París, junto a su familia, el príncipe Carlos iba a desarrollar desde entonces [esto es, desde la expulsión en diciembre de 1968 y el consecuente nombramiento de Juan Carlos como sucesor de Franco en julio de 1969] una labor casi frenética. Su objetivo ya estaba claro: por razones de táctica política había de presentarse en adelante como el rey de la oposición, de las izquierdas, de la democracia socialista. Tenía que prepararse para el acceso al trono, que significaría el gran fracaso de la monarquía franquista personificada por Juan Carlos. Franquismo sin Franco no era imaginable. En consecuencia, el reinado de su sucesor estaba llamado al fiasco. Y entonces, pensaba el heredero carlista, sería su oportunidad.

    Irene, y las infantas María Teresa, Cecilia y María de las Nieves se pusieron, como siempre, abiertamente a su lado. Sixto y Francisca, por el contrario, no veían como podía conjugarse la nueva inclinación del carlismo con los principios contrarrevolucionarios que determinaron, a lo largo de la historia, su existencia.

    La infanta María Teresa –aquella antigua novia de Balduino de Bélgica– se transformó, en un santiamén, en “la princesa roja”, y declaraba con convicción: “Es evidente que hace veinte años yo no pensaba lo mismo que ahora, pero este proceso ha sido fruto de la evolución que ha sufrido todo el pueblo carlista”.

    Parte del pueblo carlista, sí. Todo el pueblo carlista, no, naturalmente. El rey Javier, por ejemplo, estaba volado, y la reina Magdalena, descompuesta. La Familia Real de dividió. A la izquierda, Carlos y las tres infantas menores; a la derecha, Sixto y la primogénita. Los padres en medio, casi seniles, sin saber bien a qué carta quedarse. Tal vez la última reunión en buena armonía fuera el nacimiento del heredero del Príncipe de Asturias, el infante Carlos Javier, que vino al mundo en Nimega, Países Bajos, el 27 de enero de 1970.

    (Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 221 y 222)

    Y ahora, ya, pasamos a la cuestión prinicipal de este asunto:

    En 1975, cuando ya Franco parecía que se encontraba en estado crítico, los carlistas seguidores de don Carlos entraron a formar parte de la plataforma de Convergencia Democrática, presta a enfrentarse con la sucesión del dictador para asegurar las libertades democráticas. Javier abdicó sus derechos dinásticos españoles el 8 de abril en su hijo mayor, quien desde tres años antes asumía ya el control, a todos los niveles, de sus organizaciones carlistas, a causa de un accidente de automóvil que había hecho temer por la vida del rey octogenario.

    Conocida la abdicación, un grupo de destacados elementos del tradicionalismo se dirigieron a Carlos para que efectuase pública manifestación de su adhesión a los principios constitutivos del carlismo, como requisito necesario y previo para poder ser reconocido como continuador de los reyes tradicionalistas. Ante el silencio de Carlos, el grupo acordó “dejar pública constatación de que el príncipe don Carlos Hugo de Borbón Parma, por su propia voluntad, se ha separado del carlismo al rechazar sus inmutables principios, y que, en consecuencia, careciendo de todo derecho para exigirles el deber de lealtad, se consideran en plena libertad política para salvar la continuidad histórica de la Comunión Tradicionalista”. El infante don Sixto se convirtió, como consecuencia, en abanderado del carlismo para un sector de ese grupo, mientras que los partidarios de su hermano lo declaraban expulsado de sus filas “al no haber reconocido como Rey a su Majestad don Carlos” y lo culpaban de mantener escabrosas conexiones con la extrema derecha internacional.

    La emoción iba in crescendo. En marzo de 1977 la prensa europea anunció que Sixto había secuestrado a su padre, según acusaba Carlos. No era cierto, y estoy en situación de afirmarlo. Lejos de mí querer tomar partido por una de las líneas beligerantes, pero lo que se puede demostrar, deber ser consignado.

    Cuando estudié esta página triste de la dinastía, se me ocurrió que lo más útil sería consultar la correspondencia de la princesa Enriqueta. Esta señora, hay que recordarlo, era la última hija del duque Roberto I; es decir, la hermana menor de don Javier. Un aya la dejó caer contra el suelo un salón de Piánore cuando sólo tenía unos meses, a consecuencia de lo cual, roto el oído, creció sordomunda. Javier quería mucho a esta hermana y, puesto que no podía comunicarse con ella por teléfono, solía escribirle a menudo dándole cuenta de sus peripecias.

    ¿Habría consignado Javier por escrito algo sobre su presunto secuestro? Ciertamente, con fecha 28 de febrero de 1977, el viejo rey explicaba a Enriqueta: “Te escribo desde casa de Francisca, en Normandía, donde me he retirado con Magdalena para pasar dos o tres días de calma, lejos de convulsiones políticas, pues a mi edad ya no sirvo para discutir y busco en el aislamiento calma y tiempo para reflexionar. A fin de distraerme leo un libro sobre los faraones de Egipto… Mañana iré a Solesmes (abadía donde vivían sus hermanas monjas) para ver a las hermanas y luego te contaré cómo se encuentran”. Y ocho días después, mientras su hijo Carlos pregonaba su secuestro, Javier comunicaba a la sordomuda: “8 de marzo. Te escribo estas líneas desde el Hospital Americano de París, donde Magdalena está ingresada desde hace unos días. Se encuentra mejor, pero debe permanecer aquí tres o cuatro días más. Me siento feliz porque hemos podido evitar una operación muy seria para ella. Espero, pues, volver al apartamento de la calle Silvestre de Sacy en cinco o seis días. Estuve en Solesmes a ver a las hermanas. Francisca está bien, aunque relativamente sorda. María Antonia, en cambio, muy cambiada. Esta visita mía a Solesmes ha creado gran confusión en los periódicos, que han contado que yo había desaparecido, secuestrado y encerrado quién sabe dónde. Cuando la verdad es que me había quedado en Solesmes con las hermanas. Estos periodistas, esparciendo noticias falsas, estropean la vida. Si los diarios italianos se hicieran eco de todo eso, ten en cuenta que es un montaje contra mí, a causa de los asuntos españoles. Es una historia inventada.” (10)

    (10) Archivo Borbónico de Parma, 248. Inédita.

    (Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 224-226).


    Yo creo, entonces, que si, en virtud de estas confesiones, realmente Don Javier no estaba secuestrado, entonces su Declaración o Testamento Político de 4 de marzo lo hizo con total libertad y espontaneidad y, por tanto, se correspondía con su verdadero pensamiento político, pensamiento político coherentemente sostenido desde 1936, en que juró defenderlo ante el cadáver de Don Alfonso Carlos.

    Por tanto, la declaración pública de doña Magdalena arroja luz sobre la contradictoria declaración posterior, que vendría a ser, por tanto, forzada y, por consiguiente, contraria al verdadero pensamiento político de Don Javier.
    Última edición por Martin Ant; 14/06/2014 a las 12:04
    muñoz dio el Víctor.

  12. #12
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Pasemos ahora al periodo de 1975-1977. ¿Qué pensar de la supuesta abdicación de Don Javier de 1975 y el supuesto apoyo de Don Javier a los revolucionarios en el enfrentamiento de Montejurra de 1976 entre Carlos Hugo y Don Sixto Enrique de Borbón?

    Respecto al valor que pueda darse a la "abdicación" de Don Javier, ésta fue totalmente rechazada por Don Sixto Enrique de Borbón, que se negó a reconocer, en consecuencia, a su hermano Carlos Hugo, principal artífice de la debacle a la que su heterodoxia revolucionaria estaba llevando a la Comunión. El texto de la Carta-Declaración es el siguiente:

    Madrid, 22 de Septiembre de 1975
    A S.A.R.

    D. Carlos Hugo de Borbón Parma

    París.

    Querido Carlos:

    Recibido un requerimiento notarial firmado por dos miembros de tu Junta de Gobierno, en el que se me conmina para que, en el plazo de diez días, conteste reconociéndote como Rey y Abanderado del partido carlista.

    Siempre respeté tus derechos como sucesor en la Dinastía y jamás interferí públicamente en tus decisiones.

    A pesar de tus graves posiciones ideológicas y desviaciones inadmisibles, en contradicción manifiesta con las esencias de la Comunión Tradicionalista-Carlista, y olvidándote de la razón del sacrificio heroico de nuestros requetés, no he querido pronunciarme por respeto a nuestro Padre y porque he venido esperando una rectificación de tu parte, que he deseado de todo corazón.

    Hoy, después de la forzada abdicación de nuestro Padre, me obligas, con el documento que acabo de recibir, a definirme públicamente y tomar la firme decisión de mantener en alto la bandera de la Comunión Tradicionalista-Carlista, que tú has abandonado y ello por lealtad al pueblo carlista, al cual nos debemos, y por fidelidad a los grandes principios de nuestra Causa que son inalterables, sin pretender con ello arrogarme derechos que no me corresponden.

    Quiero al mismo tiempo recordar la pureza de ideales de nuestro Padre que, con ejemplar sacrificio, tan grandes servicios ha prestado al Carlismo y a España.

    Manteniéndome fiel a los principios básicos de la Comunión Tradicionalista-Carlista, confío servir mejor así a nuestro pueblo, y con él a España.

    Tu hermano,
    Sixto Enrique de Borbón.


    Don Sixto Enrique de Borbón, con el apoyo de su padre Don Javier (sin lo cual Don Sixto Enrique no se hubiera atrevido a dar el paso) confirma con el siguiente Manifiesto su valiente toma de posición como rescatador de la Bandera de la Legitimidad y de la Tradición política española que su traidor hermano había ultrajado:



    MANIFIESTO DE DON SIXTO ENRIQUE DE BORBÓN

    A LOS CARLISTAS:

    Hace cien años, el 28 de febrero de 1876, Carlos VII, vencido por la adversidad, pasaba la frontera española por Valcarlos, camino del destierro, con sus últimas tropas leales, pronunciando entonces el famoso "Volveré" que resume la tensión y la esperanza del Carlismo.

    Palabra que él mismo recordó en su testamento político, glosándola en su pleno significado: "Si España es sanable, a ella volveré aunque haya muerto. Volveré con mis principios, únicos que pueden devolverle su grandeza; volveré con mi Bandera que no rendí jamás y que he tenido el honor y la dicha de conservaros sin una sola mancha, negándome a toda componenda, para que podáis tremolarla muy alto".

    Sesenta años después de aquel grito profético, a la voz de mi Padre, en nombre de Don Alfonso Carlos y en el suyo propio, volvió aquella Bandera con más de cien mil requetés que brindaron a España su máximo esfuerzo y aún su propia vida, bajo el ideal de lealtad y de fe, sin odios ni rencores personales.

    Con esta conmemoración del "Volveré", creo oportuno dirigirme por primera vez a los carlistas, porque es esta Bandera la que me he visto obligado a recoger ante el abandono de quien teniendo el deber de defenderla no lo ha hecho, al haberse apartado de los principios esenciales del Carlismo, fuera de los cuales nadie puede pretender ser carlista.

    Principios que puntualizó Don Alfonso Carlos como fundamentos intangibles de la legitimidad española, de obligada observancia. Como constan en Real Decreto de 23 de enero de 1936.

    Principios que yo profeso y que me honro en proclamar, convocándoos para que los defendáis, haciendo honor a la continuidad histórica y política de la Comunión Tradicionalista Carlista a la que tenemos, en conciencia, el grave deber de exaltar y revitalizar para el bien de España.

    1º. Confesionalidad Católica

    Proclamamos que la Religión Católica, Apostólica y Romana es base esencial de nuestros principios y lazo inconmovible entre todos los miembros de la Comunión; así como justificación suprema de los sacrificios pasados, presentes y futuros de todos nuestros leales.

    2º. Constitución Orgánica de la Sociedad

    Mantenemos la necesidad de una constitución orgánica de la sociedad, mediante la restauración y la autonomía de sus asociaciones y corporaciones naturales, como base de un justo orden social y de la libertad efectiva del hombre frente al Estado; la representación política de las Cortes a través de las sociedades infrasoberanas, no excluyendo la participación eventual en aquellas, y a su lado, de determinados grupos orgánicos de opinión pública, ya que como dijo mi augusto Padre en su declaración de 3 de octubre de 1966: "La opinión pública no es título de poder, pero sí es título de representación, por ser indispensable a toda sociedad sana para la alta orientación de la política nacional".

    3º. Defensa de los Fueros

    Recordamos, ahora que tanto se habla de regionalismo y se le admite como indiscutible, que la primacía en su enunciación y defensa corresponde al Carlismo bajo la fórmula de los fueros que no son privilegios sino reconocimiento de una realidad viva, la más justa y respetuosa con las libertades concretas, y una de las premisas fundamentales de la sociedad orgánica.

    Por esto el Carlismo respeta a todas las regiones que han sabido conservar su Tradición política y componen la base de la actual nacionalidad española; pueblos cuyos derechos deseamos ver confirmados mediante organismos con autonomía regional, auténticos y genuinos, en beneficio de la superior unidad española, que a todos pertenece y que integra un ideal de Patria, incompatible con cualquier veleidad separatista.

    Proclamación del Principio Monárquico

    Sustentamos el principio monárquico tal como siempre lo defendió la Comunión Tradicionalista, sin el cual el Carlismo carecería de sentido. Manifestación que conlleva antes de todo el compromiso de mantener y de garantizar el ideario de Dios, Patria y Fueros, quintaesencia de la Tradición política española y expresión del pacto entre el Rey y el Pueblo. Pacto que vincula tan estrechamente a las dos partes, que ninguna puede separarse del mismo sin caer en perjurio.

    Vigencia Política de la Tradición Española

    Enraizamos nuestros conceptos políticos en la Tradición española, Tradición incompatible con el sufragio universal concebido como única fuente de legitimidad política; Tradición, como siempre, combatida por las fuerzas cómplices del liberalismo y del socialismo.

    Estos son los principios irrenunciables para el Carlismo y que han de condicionar siempre la actitud que pueda tomar la Comunión ante cualquier problema.

    Además, quiero dejar constancia de manera expresa, que es consustancial al Carlismo su preocupación por la justicia social. Por ello la Comunión Tradicionalista Carlista, que incorporó en forma oficial y solemne a su programa la doctrina social católica en las Actas de Loredán, seguirá abogando, con la máxima energía, por una amplia transformación social dentro de los principios cristianos en que se inspira, sin temor a la quiebra de determinados intereses cuya legitimidad moral resulta discutible.

    Finalmente, no quiero cerrar este manifiesto sin invitaros a reconstruir la unidad del Carlismo que todos añoramos y que trataron de destruir los que se aprovecharon de una lealtad personal para proyectarla en contra de la fidelidad a los principios.

    Yo, por estricto deber de sangre, sin arrogarme derechos que no me corresponden, ni renunciar a los que pudieran recaer en mí, quiero mantener en alto la Bandera de la Tradición y unir a los carlistas para que, en un momento grave para España y para el mundo, puedan ofrecer una doctrina y una organización ajenas a cualquier materialismo, sea marxista o capitalista, basadas sobre todo en su raíz histórica.

    En épocas como la pasada, cuando se ha perdido el norte, es natural que algunos, desorientados, hayan buscado el acomodo que su conciencia o las circunstancias parecían indicarle como aceptable.

    A nadie culpo, a nadie reprocho y a todos llamo para que juntos procuremos una vez más, servir lealmente los altos intereses de nuestra Patria.

    ¡VIVA CRISTO REY! ¡VIVA ESPAÑA!
    En Irache, el 2 de mayo de 1976.


    El apoyo de Don Javier a su digno hijo en los sucesos de Montejurra que tuvieron lugar poco despúes del anterior Manifiesto queda ratificado en la siguiente confesión que recoge también el investigador independiente Juan Balansó:


    Zarandeado por unos y otros, Javier falleció exactamente dos meses después, el 7 de mayo. Magdalena jamás perdonó a Carlos, ni a María Teresa, Cecilia y Nieves. Cuando falleció, a su vez, de cáncer, en septiembre de 1984, ordenó que aquellos hijos que había repudiado no pudiesen entrar en el castillo de Lignières, donde su cadáver debía ser expuesto. En virtud de estos deseos, Carlos Hugo y las tres infantas tuvieron que esperar en la verja de acceso al patio del castillo la salida hacia la iglesia del pueblo del cadáver de su madre, escoltado por Sixto y Francisca. Hoy, los herederos de las propiedades maternas son estos dos últimos.

    La correspondencia de Javier con su hermana sordomuda también da que pensar sobre otro asunto importante: el sangriento enfrentamiento de Montejurra en 1976. Porque un año antes del comentado “secuestro” ocurrió en la cumbre del monte carlista, durante la manifestación anual, un ajuste de cuentas entre los partidarios de Carlos y Sixto, que ocasionó dos muertos a tiros. Acaecían tan graves sucesos el 9 de mayo, y, al día siguiente, Javier informaba a Enriqueta: “Por el momento, tenemos grandes dificultades en España, donde ayer sin ir más lejos los carlistas se han enfrentado con los revolucionarios y hemos tenido muertos y heridos”. (13)

    (13) Archivo Borbónico de Parma, 248. Inédita.

    (Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 228-229).
    Última edición por Martin Ant; 14/06/2014 a las 16:27
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  13. #13
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Pasemos ahora a los testimonios de terceros. ALACRAN ha subido al estrado al testigo Santiago Carrillo y da por buena su declaración. Yo simplemente me limito a señalar el valor real que pueda tener el testimonio de un hombre como él que afirmaba no saber qué era Paracuellos del Jarama cuando le preguntaban sobre esta localidad madrileña.


    Voy a traer testimonios de personas que, a diferencia de Santiago Carrillo, sí son respetables y pueden ser tomados sus respectivas declaraciones más en serio.

    1º. Empezemos con la persona que mejor podía conocer el verdadero pensamiento político de Don Javier en tanto en cuanto era la persona que podía tener mayor intimidad y confidencia con él, esto es, su esposa Doña Magdalena. Esto es lo que decía su augusta esposa en unas declaraciones en el periódico El Alcázar de 4 de mayo de 1978:

    EL ALCÁZAR 4 de mayo 1978

    Por decisión de doña Magdalena de Borbón, duquesa de Parma

    LOS TRADICIONALISTAS NO ASISTIRÁN ESTE AÑO A MONTEJURRA

    “Ultraje a la memoria de don Javier”

    Juan Sáenz-Díez, jefe delegado de la Comunión Tradicionalista, ha ordenado a todos los carlistas en nombre de doña Magdalena, duquesa de Parma, que se abstengan de asistir a los actos de Montejurra el próximo domingo. La carta de doña Magdalena de Borbón estipula que el día 7 se cumple el aniversario de la muerte de Javier y que por este motivo se debería celebrar un homenaje “a los requetés que, obedeciendo su orden, lucharon y murieron en nuestra Cruzada”. Añade el escrito de la duquesa de Parma: “Sé, con dolor, que algunos miembros de mi familia profanarán su memoria acudiendo a un Montejurra que se celebrará en una concepción política radicalmente opuesta a aquellos ideales por los que Javier luchó toda su vida.”

    Por todo ello, doña Magdalena de Borbón expresa su deseo de que “en estas circunstancias no asistan los verdaderos carlistas a este Montejurra, que constituye un ultraje a su memoria”.

    2º. El testimonio de Don José Arturo Márquez de Prado, último Jefe Nacional de Requetés (por ahora) de la Comunión. Se puede escuchar en el portal de AUDIO CRISTIANDAD, bajo el texto Montejurra 76.



    3º. Testimonio de Blas Piñar en su libro “La pura verdad”. Tercera parte de “Escrito para la Historia”. Blas Piñar. Páginas 95-99.

    Aunque nada tiene que ver directamente con nuestras relaciones con los tradicionalistas, no omito, porque me parece de un valor histórico inestimable, la carta que, fechada en París, el 30 de abril de 1937, dirigió a Franco el Príncipe Javier, en la que expresaba su punto de vista sobre el Decreto de Unificación de las fuerzas políticas que se sumaron al Alzamiento nacional. La carta, que tengo en mi poder, y que aclara muchas cosas dice así:

    “Excmo. Sr. Don Francisco Franco. Jefe del Estado Español. Mi general: Vengo –bien los sabe– unido al Movimiento Nacional desde el primer día, con la más íntima y fervorosa participación.

    Al hacerlo así, pongo por obra no sólo mis propios designios sino el mandato de honor y confianza de que fui investido por mi inolvidable Jefe y tío el Príncipe Alfonso Carlos (g.s.g.h.).

    Me siento orgulloso de la lealtad y el brío con que las fuerzas tradicionalistas y sus magníficos requetés respondieron al mismo impulso, con una grandeza esculpida ya en la Historia por la sangre generosa de millares de héroes.

    Quiero, por mi parte, acreditar en todos mis actos el mismo elevado espíritu de desinterés y de sacrificio. En tal estado de ánimo y de voluntad, como un soldado más de la Santa Causa de España, le envío estas líneas a fin de rogarle que señale día para una conferencia.

    A ella habré de asistir con el único empeño de cooperar eficazmente al anhelo de unidad política a que responden sus últimas disposiciones.

    Quiero hacerlo así también como el mejor medio de inspirar el documento que haya de dirigir más tarde a las fuerzas tradicionalistas.

    Confío esta carta a mi dilecto amigo el señor don Rafael Olazábal, a quien puede entregar su respuesta.

    Le reitero, mi General, el testimonio de mi sincera simpatía y amistad.

    Príncipe Javier de Borbón.

    París, 30 de abril de 1937”.


    Es evidente que tanto esta Carta, como la declaración del Príncipe Francisco Javier de Borbón Parma, de 10 de marzo de 1955, hecha en Trieste, están en la misma línea ideológica y táctica.

    En las declaraciones de Trieste, el príncipe aseguraba que “la monarquía tradicional es el Régimen estable que asegura el orden jerárquico de la sociedad, sin partidos únicos o varios interpuestos y disociadores”, agregando que “no es tan siquiera nuestra propia legitimidad la que en última instancia garantizará la continuidad de la Cruzada. Lo que la hará inconmovible es la fidelidad absoluta al 18 de Julio”. (Por su parte, Carlos VII, consideró como “una alta empresa que acometería, en cuanto le fuera posible, la de acabar con los partidos políticos”).

    Ello no obstante, en la Declaración de Principios de 1 de mayo de 1971, formulada en Pamplona, se relacionan varios puntos, muy distintos y hasta contradictorios y, entre ellos, el cuarto y el sexto, que manifiestan que el carlismo aspira a “reconocer todos los grupos políticos y garantizar su libre ejercicio, sin condicionarlos a un asociacionismo restringido, y a reconocer el pleno derecho de los pueblos que configuran a España para que puedan voluntariamente constituir la Federación de Repúblicas sociales que aseguren su unidad”.

    Al requerimiento del príncipe a la Hermandad Nacional de Requetés para que aceptara la Declaración de Principios, aquélla contestó negativamente, por entender, con acierto, que tales Principios cortaban de raíz con la ideología y la conducta de la Comunión. Ante esta negativa, señalaba Miguel Angel Forruriz, inspector nacional de Requetés, comenzaron “las dimisiones y expulsiones de los hombres más representativos de la Comunión tradicionalista (y) sus puestos fueron ocupados por hombres ajenos al carlismo (algunos de ellos fichados como pertenecientes al Partido Comunista) y algún que otro resentido que, dejándose llevar por las adulaciones de don Hugo, no le importó traicionar sus sagrados ideales”.

    La impresión deducida de esta información no podía ser otra que la de entender que el Príncipe Francisco Javier estaba identificado con la ideología y la táctica de su hijo Carlos Hugo y de sus hermanas.

    Las cosas, sin embargo, no eran así. Rafael Gambra Ciudad, brillante y documentado –tal y como él acostumbra a serlo– nos ha desvelado lo sucedido. Confieso que a mí, personalmente, me parecía imposible este cambio tan radical en quien, como hemos visto, había expresado su adhesión entusiasta a Franco y a la Tradición.

    A raíz de la publicación de un libro titulado: Don Javier, una vida al servicio de la Libertad, del que fueron coautores Josep-Carles Clemente y Joaquín Cubero, Rafael Gambra escribí en nuestra revista (nº 1168, del 28 de junio al 12 de julio de 1997) un artículo: Historia para no dormir… Honrarás a tu padre y a tu madre. De su artículo copio lo siguiente: “En el prólogo, don Carlos Hugo se reafirma en su inverosímil empeño de transformar lo que él llama “Partido Carlista”, en un partido de “izquierda”, socialista y autogestionario, del que él mismo se titula líder. Este libro –continúa Gambra– atribuye esa maniobra de deserción a don Javier, su piadosísimo padre. Fue doloroso el papel que aceptó doña Magdalena, al hacer público un testimonio y una protesta (que publicó El Alcázar, de 8 de marzo de 1977), por el hecho imperdonable (de) que Carlos Hugo, obligara a su esposo a hacer una declaración contraria al auténtico tradicionalismo, empleando el chantaje y presiones innobles, llegando a decir a don Javier que la vida de su hijo Sixto se vería amenazada si no firmaba esa declaración”.

    Por su parte, Miguel Ayuso, abundando en el tema, publicó en ABC, el 11 de noviembre de 1997, una artículo titulado Una biografía falsaria, en el que, luego de aludir a la orden del príncipe a los Requetés a sumarse “con todas sus fuerzas” al Alzamiento Nacional, y a “sus manifestaciones durante tres decenios de purísima doctrina tradicionalista”, se opone a cuanto se afirma en el libro citado de Clemente y Cubero, al que califica de “manipulación grosera (y) falsificación de la historia”, además de suponer, por parte de Carlos Hugo y de doña María Teresa, una “irrisión de su propio padre” y un desconocimiento de “la oposición de su madre (esposa de don Javier) doña Magdalena”.

    Nuestra inquietud por el daño evidente que una disidencia tan radical estaba produciendo en las filas del tradicionalismo, con el que estábamos estrechamente vinculados, dio origen, sin duda, a un trabajo, que agradecí muy de veras, de J.A. Ferrer Bonet, publicado en ¿Qué Pasa?, del 23 de julio de 1972, en el que se decía:

    “Una vez más la amarga realidad da toda la razón a don Blas Piñar, que afirmó en una conferencia política, pronunciada hace poco en Guadalajara, no admitir “la tesis fatídica y fatalista de que una dinastía carlista produzca siempre príncipes leales a la Tradición.”

    Son manifiestamente contrarias al Credo Tradicionalista las siguientes declaraciones de don Carlos Hugo hechas a la revista Familia Nueva de diciembre de 1970:

    `Un estado confesional es, hoy día, de alguna manera anticatólico.

    En el carlismo hay un abanico de opiniones totalmente abierto, desde los diversos integrismos a los progresismos más avanzados.`

    Dialéctica marxista más clara ya no puede desmentirse.

    Una traición y perjurio más grave hacia el pensamiento y la conducta obligada en los que de verdad quieren ser carlistas lo constituye el sumarse los seguidores de don Javier y don Carlos Hugo a la campaña internacional antiespañola con motivo del proceso de Burgos.

    Jamás, antes del mandato javierista y carloshuguista, fue posible en el carlismo semejante actitud de probada convergencia con los enemigos de España. Ni habían sido concebibles los elogios de Mundo Obrero, órgano del Comité Central del Partido Comunista de España, como los viene prodigando hacia dicho “sedicente” carlismo de unos años a esta parte.

    Montejurra, de abril de 1971, publicó una encuesta a la juventud carlista muy del estilo de la escuela de Carlos Hugo, en la que afirma que un 78 por ciento –casi cuatro de cada cinco encuestados– piensan que se puede ser carlista y ateo a la vez, y nada menos que un 92 por ciento de los encuestados afirman no es ninguna herejía hablar de un carlismo socialista… y el más alto porcentaje piensa que el carlismo, principalmente, es un partido político.

    Como muy bien ha dicho Aurelio de Gregorio, la Comunión Tradicionalista se desmorona, las infiltraciones marxistas se instalan en los mandos y se objetivan en los escritos de la organización. Los carlistas más distinguidos por su saber y su dedicación se marchan en distintas direcciones, y son reemplazados rápidamente, y sin pena, por advenedizos de ideología marxista y progresista, que desplazan a los ortodoxos que aún no se habían ido.

    Lo hasta aquí expuesto prueba fehacientemente que a Blas Piñar le asiste toda la razón. Don Javier y su hijo Carlos Hugo son príncipes que después de proclamar que su monarquía era la del 18 de Julio, se han pasado con armas y bagajes al socialismo, y don Javier ha hecho expresa afirmación de MONARQUÍA SOCIALISTA”.

    Hemos dejado constancia de la lealtad del príncipe Javier. Sólo nos queda decir que Carlos Hugo dimitió como presidente del Partido Carlista, en la reunión extraordinaria de su Comité Federal celebrado en Madrid en noviembre de 1979.

    Dos matizaciones sobre este texto:

    1ª. Blas Piñar dice: "Confieso que a mí, personalmente, me parecía imposible este cambio tan radical en quien, como hemos visto, había expresado su adhesión entusiasta a Franco y a la Tradición". Don Javier, ciertamente era fiel a la Tradición y, por ende, a los Principios del 18 Julio, que no es lo mismo que ser fiel a Franco. La carta que pone al principio del texto Blas Piñar de Don Javie a Franco no supone ninguna subordinación o acatamiento del Decreto de Unificación sino que sólo es una petición de entrevista para la discusión sobre el futuro político español (y es lógico que fuera así, pues Don Javier, naturalmente, en virtud de la cooperación militar como hermanos de guerra que eran, solicitaba la cooperación política para el establecimiento de los lineamientos de la futura reconstrucción social española). Huelga decir que, en cuanto vio por dónde iban los tiros del Decreto de Unificación de Franco, lo rechazó completamente y así lo hizo llegar a la Comunión dicho rechazo de una medida política tan contraria al espíritu político del 18 de Julio.


    2ª. Blas Piñar es citado diciendo: "la tesis fatídica y fatalista de que una dinastía carlista produzca siempre príncipes leales a la Tradición". La Comunión, que yo sepa, nunca ha dicho eso (y estaba el ejemplo del Rey Juan III -hijo de Carlos V y padre de Carlos VII- para confirmar lo contrario). Lo que sí decía la Comunión es que se debe presumir que, en principio, la dinastía legítima-tradicionalista produzca siempre príncipes leales a la Tradición y, por lo tanto, sea lo normal que así ocurra. Lo que no se puede hacer es tomar las excepciones que pueda haber (Juan III, Carlos Hugo) como regla porque entonces se caería en un puro escepticismo esterilizador donde nada sería seguro en virtud de la elevación a norma de esas excepciones. Mutatis mutandis, dígase lo mismo de la dinastía liberal-revolucionaria, donde se ha de presumir (como siempre ha recordado la Comunión) que de ella sólo salgan "príncipes" revolucionarios (y la triste experiencia, con Juan Carlos, ha dado la razón a los tradicionalistas una vez más).


    El texto completo del artículo de Don Miguel Ayuso a que hace referencia Blas Piñar es el siguiente:



    UNA BIOGRAFÍA FALSA


    La experiencia del hombre muestra con usura lo que fue objeto de la enseñanza de Pablo de Tarso: que hay diversidad de carismas que se nos dan en el servicio de múltiples vocaciones para la común utilidad. Así, el secreto de la vida no es otro que el del discernimiento de cuál sea nuestro don y la perseverancia en su desenvolvimiento. La fecundidad se halla precisamente ahí, al igual que en el desprecio o el abandono de lo propio radica la inautenticidad y a la postre la esterilidad.

    El carlismo tiene una larga historia. Que puede gustar o repugnar, pero que es la que es. Como su nítido signo intelectual. Y que, desde luego, excede de la coyuntura histórica de un hoy hasta pintoresco pleito dinástico, que en puridad no pasó de simple banderín de enganche, para venir a encarnar la vieja España en la continuidad —durante los dos últimos siglos— de la defensa del régimen histórico español y de la religión como fundamento de la comunidad política. Este carácter es precisamente el que ha teñido la trayectoria del carlismo, singularizándolo de otros legitimismos. Y aun así, ¡qué entrega a sus reyes la de los leales de la Causa, envidia tantas veces de la rama reinante! Porque en el primado de la que, con toda intención anticarlista, llamó el gran historiador Jesús Pabón «la otra legitimidad», se alimentaba al tiempo el fervor por la originaria legitimidad dinástica.

    Como quiera que sea, en la vitalidad tanto tiempo sostenida del carlismo, así como en sus numerosas reviviscencias posteriores, late la «diferencia» de la historia contemporánea española —de la guerra de la Convención a la de 1936—, fundada en la resistencia del comunitarismo religioso y tradicional frente a la laicización y desvinculación introducidas por la revolución liberal. Al fin y al cabo, el profesor Palacio Atard pudo escribir, con referencia a la España del barroco, que «nosotros, los que no somos europeos», «tuvimos un programa político con validez para el mundo», y «no solamente lo tuvimos: lo sostuvimos». El carlismo es cabalmente la continuidad de esa vieja España.

    Ahora, cierto sector de la familia de Don Javier de Borbón Parma —que, a la muerte de don Alfonso Carlos en 1936, abanderó la Comunión Tradicionalista—, a comenzar por el heredero Carlos Hugo, no contento con la acción profundamente desnaturalizadora desarrollada ya en el seno de ésta desde finales de los sesenta, pretende «recrear» la figura de Don Javier con una biografía delirante. ¿Por qué no había de llegar hasta Don Javier la piqueta que no respetó elemento alguno del entero edificio del carlismo? La desaparición durante los últimos años de sus muñidores de la escena española, la retirada —al menos— a un discreto segundo plano, permitieron concebir durante algún tiempo la esperanza de que, ya que no el arrepentimiento, el desánimo hubiera cundido entre ellos. Pero ya se sabe que en el infierno hay que dejar toda esperanza, y —así— ha terminado por resultar vana.

    La figura de un gran príncipe cristiano, confidente y agente de Pío XII, que dio a la Comunión Tradicionalista la orden de sumarse «con todas sus fuerzas» al Alzamiento Nacional, que dirigió las actividades de aquélla durante tres decenios con centenares de manifestaciones de purísima doctrina tradicionalista —pueden exhumarse acudiendo a la oceánica recopilación de Manuel de Santa Cruz en 28 tomos, alguno de varios volúmenes—, se convierte en el libro que comento en «el hombre que osó enfrentarse a Franco y situó al carlismo a la izquierda». Raya lo grotesco lo primero, pues —aparte del tono— la oposición carlista al régimen fue oscilante, precisamente porque el propio Don Javier durante algún tiempo defendió la «colaboración», y siempre sui generis. Y lo segundo es una manipulación grosera, porque tal es lo que intentó hacer Carlos Hugo, sin más éxito que la «gloria» de haber contribuido a desarbolar un carlismo demasiado azotado ya por el franquismo, el cambio social y, sobre todo, el concilio Vaticano II. Pero, Don Javier... Los gestos que trabajosamente se ayuntan en tal sentido, no sólo son de un raquitismo extremo, que delata el fraude, sino que en todo caso desacreditan a quien los utiliza por la falta de piedad que implica. Francamente, son actos arrancados por su hijo don Hugo en la avanzada ancianidad de Don Javier. Silenciándose, en cambio, entre otras, la frontal oposición de su esposa, Doña Magdalena de Borbón Busset.

    Sobre el resto no merece la pena volver ahora. Es el carlismo socialista de una «historia-ficción» que, a fuerza de repetirla durante veinticinco años, temo que ha comenzado, ya que no a calar, a dejar algunos tics. La impresión que deja esta sedicente biografía de Don Javier no puede ser sino de nostalgia y hasta de tristeza. Por la falsificación de la historia, por la ingratitud de unos príncipes que —tras haberse burlado de la lealtad heroica de un pueblo que lo ha dado todo por sus antepasados— no dudan ahora en hacer irrisión de su propio padre. Por la misma postración del carlismo. José María Pemán dijo de los carlistas que habían mantenido intacta, por encima de toda claudicación, «la castidad de su pensamiento y de su esperanza». Parece que algunos, por contra, han hecho su propia revolución sexual.

    Entre el carlismo y la corriente histórica de la contemporaneidad media un abismo. La situación de la Iglesia católica, la presión internacional y las propias tendencias sociales más acusadas —en buena medida inducidas comunicacionalmente— marchan en dirección opuesta a la del pensamiento tradicional. Lo que no quita para que sea posible descubrir en la situación presente otra serie de rasgos que abren brechas en el sistema de la modernidad: la crisis moral profundísima que ha puesto en primer plano la necesidad de la «comunidad»; la crisis del Estado-nación, que abre vías a nuevas formas de integración territorial, que recuerdan al foralismo; la crisis del parlamentarismo y de la partitocracia, que lleva a fórmulas presidencialistas y a la quiebra de la monopolización de la representación por los partidos. He ahí un camino abierto para, auscultando los signos de los tiempos, y sin renunciar a un acervo amasado en dos siglos de heroísmo y sacrificios sin cuento, lanzar el grito de «aún vive el carlismo». El rescoldo queda en muchas viejas y nobles familias adormecidas hoy en la plácida vida de sociedad. Y el pueblo... La senda esforzada conduciría a avivarlo. Otros, a lo que se ve, se afanan en extinguirlo.

    M. Ayuso

    Fuente: TETRALEMA - BITÁCORA LEALTAD
    Última edición por Martin Ant; 14/06/2014 a las 16:22
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  14. #14
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    Re: El revolucionario rey Don Javier traicionó al legitimismo

    Aprovecho también para contestar algunas cosas que se han dicho ajenas al tema principal del hilo.

    Solamente una cosa mas... ¡Cada vez entiendo y admiro más a Franco!. No quiero ni imaginarme los sufrimientos y dolores de cabeza que tuviera que sufrir el pobre a la hora de encontrar heredero. ¡Y hay que ver, qué paciencia tenía...! (yo hubiera enviado a más de uno a picar piedra).

    PacIencia de Santo Job la que tuvo Don Javier con Franco siempre. A pesar del trato miserable e injustificado que Franco tenía con él, no he visto en su correspondencia privada ni una sola palabra mala o insulto (sí quejas, evidentemente, en las que Don Javier no podía explicarse este trato del que consideraba hermano y compañero de guerra) contra Franco. En cambio Franco, siempre que tenía oportunidad, le insultaba llamándole "extranjero" o "francés" en su declaraciones a la Prensa.

    Los "dolores de cabeza" de Franco (si es que podía tenerlos un personaje tan calculadoramente frío como él) en cuanto a la cuestión de qué dinastía era la que auténticamente representaba el 18 de Julio, esto es, si la dinastía que levantó sacrificios ingentes de hombres y haciendas, o si la dinastía que en los preparativos y en la guerra brilló... por su ausencia, pues comprenderá usted Jasarhez que se los provocaba (esos supuestos "dolores de cabeza") él mismo con su mentalidad retorcida que le impedía ver cuál de las dos dinastías era la verdaderamente representativa del 18 de Julio (o quizá eligió a la dinastía revolucionaria-liberal porque él mismo no quería saber nada de los Principios del 18 de Julio, explicación más razonable a la vista de las políticas gubernamentales de sus ministros tecnócratas-demoliberadores, -como muy bien denunciaban los Blas Piñar, Eugenio Vegas, Rafael Gambra, etc..., por citar sólo unos nombres de tradicionalistas tanto legimistas como no legitmistas- del tardOfranquismo, y que Dios quiera que no se restauren -de hecho, mejor dicho, no han dejado de aplicarse en el juancarlismo con la única diferencia de detalle de su potenciación masificadora-totalitaria contraria al bien común español).

    Y es que D. Javier es la pieza clave para que no se rompa "el hilo" de la tradición "sagrada"... etc
    Don Javier no es pieza clave de nada sobre una supuesta "ruptura del hilo" de la Tradición Legitmista Política española. La doctrina política tradicionalista establece no solamente la legitimidad de origen, sino también la legitimidad de ejercicio. Si un príncipe no se ajusta a los principios de la legimitidad política española, entonces cae en ilegitimidad de ejercicio. Es lo que le ocurrió al Rey Juan III, y de ahí que saliera la Princesa de Beira a defender los principios intangibles de la Tradición política española (algo parecido ocurrió con Doña Magdalena y Carlos Hugo).

    Yo lo que más me sorprendo es de lo tonto que era, en el fondo: entre curas y borbones buena se la liaron y él tragaba y tragaba...
    Aquí nadie se quiere dar cuenta de que los reyes modernos (los que sean) son igual de pícaros y malvados que el populacho y van a lo suyo.
    De tonto Franco no tenía ni un pelo; pero vamos ¡ni uno! En todo momento sabía por donde tenía que teledirigir la política hacia su desenlace final y definitivo (que a día de hoy seguimos padeciendo los españoles, en consecuencia).

    Franco no tenía libertad ninguna para elegir si debía favorecer una u otra determinada forma de gobierno, sino que se debía en todo momento (o al menos tenía la obligación de hacerlo) de respetar y ajustarse a los Principios del 18 de Julio. Ahora bien, uno de esos Principios, conforme al Pacto fundacional del Alzamiento, implícitamente (como muy bien interpretaba y explicaba Fal Conde, uno de los protagonistas de dicho espíritu del 18 de Julio) implicaba que la vuelta a la normalidad política sólo podía hacerse recurriendo a la forma política monáquica. Franco reconoció (y repito, tenía la obligación de hacerlo, pues tenía la obligación de ajustarse al 18 de Julio) este principio en su Ley de 1958 (la desgracia para los españoles es que sólo fue un reconocimiento puramente nominal sin traducción ninguna en la práctica política).

    Y lo de pícaro y malvado estará bien para los de la rama liberal-revolucionaria que tanto le gustaba a Franco, pero seguro que ni Don Javier, que sacrificó casi toda su hacienda para los pertrechos de armas y municiones en los preparativos de la guerra, ni Don Sixto Enrique de Borbón, que ha sufrido atentado terrorista de sangre por defender los mismos principios que su Padre, estarían muy de acuerdo con usted, ALACRAN.


    El problema es que los franquistas se creen que los legitimistas caen en el mismo error personalista en el que caen ellos con Franco. Igual que en materia religiosa existe el error del papismo o personalismo papal (el Papa tiene razón diga lo que diga) también puede darse el personalismo regio (el Rey tiene razón diga lo que diga). Pero en el legitimismo no se ha dado este error del personalismo regio, sino que en las dos ocasiones en que se ha dado el caso de desviacionismo doctrinal regio (Juan III, Carlos Hugo) el príncipe que provocaba el desviacionismo se quedaba solo (como así ocurrió con Juan III y Carlos Hugo).

    ¿Por qué es más díficil caer en este error tanto en lo que se refiere al Papa como en lo que se refiere al Rey? Por una sencilla razón: porque en ambos lo que importa es la INSTITUCIÓN, es decir, son institucionales (en contraposición a personalistas), y eso hace que uno pueda seguir siendo católico y legitimista y, al mismo tiempo, criticar lo que haya de malo en el Papa y el Rey Legítimo (siempre y cuando, por supuesto, no caigan en herejía formal e ilegitimidad política de ejercicio respectivamente).

    En cambio los defensores de un dictadura particular no tienen salida, debido al carácter o naturaleza esencialmente personalista que tiene toda dictadura. O lo rechazan por completo o tienen que ponerse irracionalmente a defenderlo a toda costa o a cualquier precio, aunque las políticas de sus respectivos gobiernos y ministros sean totalmente contrarias al espíritu del 18 de Julio, es decir, contrarias a los principios de la Tradición Política Española, es decir, contrarias al genuino y verdadero bien común político-social español.

    Veamos el ejemplo práctico de lo que digo en cómo reaccionarion los legitimistas españoles ante la defección y traición de Carlos Hugo. Voy a reproducir los siguientes 3 textos que prueban esa primacía de los principios sobre las personas (desde el punto de vista metafísico de los principios):



    Textos de los escritos enviados por un grupo de tradicionalistas al Rey Don Javier y al Príncipe Don Carlos Hugo de Borbón Parma



    Un grupo de carlistas de distintas regiones españolas, han venido cambiando impresiones desde hace varios años, seriamente preocupados por la creciente separación que el carlismo oficial mantenía en ideología y conducta política, de su motivación fundamental histórica condensada en el lema de Dios, la Patria, los Fueros y el Rey.

    Agotados todos los medios privados cerca del Príncipe Don Carlos Hugo, Jefe Delegado del partido, para obtener una rectificación o cuando menos una detención en el declive emprendido, que suponía la desnucleización del Carlismo, reducido a un nombre sin contenido que venía a amparar una actitud política, totalmente diferente a lo que más de cien años de historia representan, se pensó en una actuación conjunta que, dentro de la más acendrada lealtad a la Dinastía, procurase un remedio a esta lamentable situación.

    En este estado de cosas la Junta Regional de Asturias —que ya había manifestado públicamente su discrepancia de la llamada "nueva línea" del llamado "partido carlista"— convocó una reunión en Madrid (como punto geográfico más asequible) sin orden del día alguno para que, sin cauces prefijados, las personas asistentes pudieran exponer con total independencia su criterio sobre la cuestión planteada.

    Como resultado de esta reunión que tuvo lugar el día 6 de abril de 1975, se acordó la redacción de una carta que una comisión compuesta por Raimundo de Miguel (en representación de Castilla), Antonio Garzón (Andalucía), Auxilio Goñi (Navarra) y Sánchez Runde (Cataluña) llevara en mano a Don Javier de Borbón, al que expondría ampliamente el pensamiento de los reunidos y que la carta sintetizaba.

    Estando ausente en Italia Don Javier por aquellos días, el viaje de la comisión se demoró en espera de su regreso. La noticia de la llegada a París del Rey, coincidió con la de su abdicación en Don Carlos Hugo, con lo que la visita proyectada resultaba inútil. Pero escrita ya la carta, fue confiada al correo, constando su acuse de recibo con fecha de 28 de abril de 1975.

    No se ha recibido contestación.




    Escrito al Rey Don Javier

    Señor:

    El domingo 6 de Abril de 1975 nos hemos reunido en Madrid dos docenas de carlistas procedentes de distintas regiones españolas, al objeto de cambiar impresiones sobre la situación política actual de España y del Carlismo. La convocatoria ha sido limitada y no pública y los asistentes son bien conocidos de V.M. por su acreditada lealtad.

    De manera unánime delegaron en mí —según el documento improvisado allí mismo que acompaño— para que en su nombre me dirigiera a V.M. por escrito en los términos que refleja la presente carta. Cumpliendo este encargo tengo el honor de manifestaros el pensamiento de los reunidos.

    La situación actual del Carlismo se considera dolorosamente lamentable, habiendo perdido toda la influencia y el prestigio de que gozaba hasta hace muy pocos años en la vida pública y encontrándose desarticulado e inoperante como organización política.

    La causa hay que encontrarla en el abandono deliberado que se ha hecho en los últimos años del ideario carlista de Dios, Patria, Fueros, Rey, para sustituirlo por una ideología contraria, aconfesional, democrático-liberal y socialista. Esta nueva postura política para tratar de justificarse, no sólo ha hecho tabla rasa del pensamiento y de la historia del Carlismo, sino que lo ha querido interpretar conforme a los puntos de vista con los que nos contemplan nuestros seculares enemigos (en un afán inmoderado de congraciarse con ellos) manchando la memoria de nuestros reyes, nuestros políticos y nuestros soldados. Se desvincula del Alzamiento del 18 de Julio al que el Requeté acudió por mandato expreso de V.M. y se alía a los partidos que aquél combatió con las armas, en un Frente Democrático Revolucionario.

    Ello ha conducido a la vergüenza y el retraimiento de los leales (los 100.000 asistentes a Montejurra se han reducido a 5.000) en espera de una rectificación, que reiteradamente pedida, ha sido desoída sistemáticamente.

    El mal es tan profundo y el daño que se está produciendo a España tan grave, en estos momentos tan difíciles para el mundo y para nuestra Patria, que los reunidos (que representan el sentir de la gran masa del pueblo carlista) han decidido salir de su respetuoso retiro y de sus quejas individuales, para dirigirse a V.M. como grupo, en solicitud de un rápido remedio que ya sólo puede esperarse de vuestra indiscutible autoridad. No hacen con ello otra cosa que ejercitar un derecho, ya que el Carlismo no significa una actitud servil hacia sus príncipes, sino una exigencia mutua de Dinastía y Pueblo para el común servicio de Dios, la Patria, los Fueros y el Rey.

    Cualquiera que de ese lema se separe, niega la razón de ser de su titularidad carlista. Si es el súbdito, cae en rebeldía; si es la Dinastía, pierde su legitimidad. Esto es algo que constituye la esencia del Carlismo. Los tradicionalistas que aún diciendo conservar el ideario, cambiaron de lealtades, no sólo dejaron de ser carlistas, sino que también abandonaron la tradición política española que pretendían retener. Los reyes que por sucesión lineal deberían haber debido continuar la Dinastía legítima, se vieron decaídos en su derecho en cuanto se separaron de los principios (Don Juan, respecto de su hijo Carlos VII y en nuestros tiempos, el actual D. Juan, por decisión de Don Alfonso Carlos, tuvo que dejar el paso a V.M.). Por esta razón es por lo que dicho Rey nos dejó la mejor definición del Partido Carlista, denominándolo Comunión Tradicionalista-Carlista.

    Con la fuerza conjunta de los principios y de la historia, aunque sin mengua alguna de la lealtad y el amor que os profesamos, nos permitimos exponer ante V.M. estas consideraciones.

    Don Alfonso Carlos en el Decreto de 23 de Enero de 1936 instituyendo la Regencia, dejó señalados los cinco puntos que sus sucesores deberían respetar como intangibles y bajo juramento "conforme a las leyes y usos históricos y principios de legitimidad que ha mantenido durante un siglo la Comunión Tradicionalista". "Porque jamás podría yo cometer y protesto solemnemente que no cometeré, la inconsecuencia de entregar las huestes leales, que tantos esfuerzos realizaron por el triunfo de nuestros inmortales principios, a la dirección de quienes no acertaron a comprender la magnitud de tanto sacrificio y el deber de reparar el daño inmenso que un siglo de liberalismo y revoluciones originó en España" (Manifiesto a los españoles, 29 de Junio de 1934).
    Estos puntos o principios son en substancia: confesionalidad católica, constitución orgánica, federación regional, monarquía tradicional y tradición política española.

    Estos principios juró V.M. seguir ante la tumba de Don Alfonso Carlos, así como el aceptar la continuación en la realeza al contestar al requerimiento que a tal efecto os hizo el Consejo Nacional de la Comunión Tradicionalista con fecha 30 de Mayo de 1952 y en ocasión del Congreso Eucarístico de Barcelona.

    Pero el caso es, Señor, que la "nueva línea" por la que hoy se rige de manera oficial el llamado partido carlista, está en evidente contradicción con aquellos cinco principios. Se proclama laico; propugna un régimen de partidos en un sistema de democracia inorgánica; se autocalifica de monarquía socialista y reniega de la tradición política española anunciando la revolución; en cuanto a federación regional se pospone al logro de una revolución social ilimitada y se construye en forma desconocedora y disolvente de la superior unidad de España.

    Por eso Señor, aún comprendiendo la delicadeza interna de la situación y no desconociendo las dificultades que su inmediato remedio encierra, como el mal ha llegado tan hondo y el daño que se está haciendo a España y el Carlismo es tan grande —y que llegará a hacerse irreparable si no se toman medidas urgentes para corregirlo— los reunidos han decidido requerir respetuosamente a V.M. para que reafirme solemnemente los principios inmutables del Carlismo que prometió cumplir a Don Alfonso Carlos y a sus leales y para que conforme a ellos se rectifiquen las desviaciones actuales, acomodándose la actuación política del Carlismo al Dios, Patria, Fueros, Rey.

    Los asistentes a la reunión nos hemos dado cita para otra segunda en el mes de Junio (ya que la situación crítica por la que atraviesa España no permite más dilaciones) y para entonces recibir de V.M. una respuesta satisfactoria.

    A los reales pies de V.M.C.

    Firmado: Raimundo de Miguel

    Los nombres de las personas adheridas a esta carta son: Alberto Mª Caso, Julio Fonseca, Ramón Mª Rodón, Ignacio Hernando de Larramendi, José Cabrero, Antonio Segura, Miguel Virgós, Juan Arredondo, Pascual Agramunt, Antonio Garzón, Jaime de Carlos, Domingo Fal, Auxilio Goñi, Benito Tamayo, José Miguel Orts, Ignacio Laviada, José Antonio Cabrero, Modesto Botella, Carlos de Miguel, Ángel Onrubia.

    Madrid, veintiuno de Abril de 1975

    ------------------------------------------------------------------------------------------------


    El hecho de la abdicación alteraba totalmente los términos de los que en esta carta se partía. Al transmitir Don Javier sus derechos a D. Carlos Hugo y prescindiendo de otros motivos de procedimiento, nos encontrábamos ante una circunstancia distinta: la necesidad por parte del príncipe de afirmar los principios tradicionales antes de que pudiera ser reconocido como rey por los carlistas. Don Javier tenía la autoridad para disponer lo que en la carta anterior se le pedía; a D. Carlos Hugo no podía pedírsele nada en el sentido indicado, porque sería tanto como reconocerle por rey antes de su juramento. Lo único que se le podía pedir —si voluntariamente no lo hacía— era que jurase, para que uniendo la legitimidad de ejercicio a la de origen que ostentaba, pudiera ser considerado como sucesor de la Dinastía carlista.

    Se esperó con ansiedad el primer domingo de Mayo, conmemoración de Montejurra. Pero en aquel acto que ofrecía una ocasión inmediata y solemne para el reconocimiento de los principios que Don Alfonso Carlos proclamara como de respeto intangible para su sucesor en el derecho a la corona, D. Carlos Hugo no efectuó declaración alguna.

    Ello dio motivo a la convocatoria de otra reunión en Madrid para el 18 de Mayo, en la que considerada la nueva situación, se acordó dirigir a D. Carlos Hugo la carta que a continuación se traslada. Carta que fue enviada por conducto del Notario de Valencia don Daniel Beunza y cuyo acuse de recibo es de fecha 29 Mayo 1975.

    Copia de la misma fue enviada por correo ordinario a Don Javier, quien la recibió el día 3 de Junio de 1975.

    ---------------------------------------------------------------------------------------------------


    Primer escrito al Príncipe Don Carlos Hugo

    Señor:

    Conocida la noticia de la abdicación en V.A. de vuestro padre el Rey, las personas cuyos nombres se relacionan al final de esta carta (cuya lealtad dinástica y consecuencia política es patente a lo largo de muchos años y a través de muchas pruebas) nos hemos reunido en Madrid el día 18 de este mes y hemos reflexionado seriamente sobre las responsabilidades que nos incumben en estos momentos, tanto por los cargos que hemos desempeñado en el Carlismo, como por nuestra conocida y pública actuación en su servicio, e impelidos por un deber grave de conciencia en relación con la continuidad histórica de ciento cuarenta años de presencia y actividad política, en cuyo obsequio hicieron oblación de sus sacrificios y sus vidas miles de carlistas, nos consideramos en la imperativa obligación de manifestaros lo que yo, en su nombre y delegación como el último Presidente del Consejo Real, os expongo a continuación:

    Según la constitución tradicional política española (que por otra parte es compartida universalmente) el derecho de sangre en la sucesión dinástica no constituye más que un título necesario, pero inicial para acceder a la realeza. Pero ningún príncipe puede ser reconocido como rey, si antes no jura la aceptación y el respeto de las leyes, fueros y libertades por las que se rige la nación.

    En el caso del Carlismo (en ausencia del Poder) este compromiso del príncipe ha de recaer sobre el ideario de Dios, la Patria, los Fueros y el Rey, que como representativo de la constitución política patria es el propósito en que comulgan Dinastía y Pueblo durante ciento cuarenta años y la única razón de ser del Carlismo como agrupación política. Aquel ideario constituye el verdadero pacto entre el Rey y sus leales, en el que pesan más los muertos que los vivos, y al que Don Alfonso Carlos (de quien derivan los derechos que hoy ostenta la rama de Borbón Parma) se refirió en repetidos documentos y muy especialmente en el Decreto de 23 de Enero de 1936, para imponer como ineludible obligación su profesión y defensa a los que fueren sus sucesores.

    Este explícito juramento es imprescindible para poder ostentar la continuidad dinástica; pero en el caso de V.A. no es bastante. V.A. ha hecho públicas manifestaciones de discrepancia con los principios que Don Alfonso Carlos señalara como intangibles, proclamando una ideología de democracia liberal y socialismo y manteniendo unas alianzas con partidos revolucionarios contrarios por esencia a la tradición política española. Por lo tanto, a aquel juramento de fidelidad al ideario carlista ha de preceder la retractación de vuestra anterior conducta política; ambos de manera expresa y pública, para que no se dé lugar a equívocos y el honor y la continuidad histórica, doctrinal y política del Carlismo queden patentes ante España.

    Ejercitamos, Señor, un derecho que no puede ser considerado como humillante, ni siquiera irrespetuoso hacia V.A., ya que no es más que la puesta en juego, llegado su momento, de una prevención constitucional en la tradición política española y cuya aceptación servirá tanto para honrar y enaltecer a V.A. como para legitimarlo en el ejercicio de la realeza.

    Si estas protestas públicas y solemnes no se producen en un plazo no superior a un mes, los reunidos nos consideraremos desligados de toda vinculación política con la persona de V.A., que por su propia voluntad habrá dejado de reunir las condiciones para ser considerado como Príncipe carlista y declinando de su derecho, sin autoridad alguna para exigirnos el deber de lealtad.

    B.l.m. de V.A.R.

    Firmado: Raimundo de Miguel

    Rufino Menéndez, Ignacio Laviada, Julio Fonseca, Antonio Garzón, Ángel Onrubia, Antonio Segura, Domingo Fal, Pedro Lozano, Juan Arredondo, Auxilio Goñi, José G. Sarasa, Daniel Beunza, Pascual Agramunt, José Miguel Orts, Modesto Botella, Vicente Porcar, Ramón Mª Rodón, José Antonio Cabrero, Fernando Díaz de Bustamante Quijano, Ignacio Igea, José Millaruelo, Juan Sáenz-Díez, Jaime de Carlos, José Cabrero, Carlos de Miguel.
    Madrid, 23 de mayo de 1975.
    -------------------------------------------------------------------------------------------------



    Ante el silencio de D. Carlos Hugo, en cumplimiento de lo convenido en la reunión del 18 de Mayo para tal supuesto, se redactó el borrador de una tercera carta que circulada a las personas citadas en las otras ocasiones y con las modificaciones por algunas sugeridas, dio lugar a la que de segunda se transcribe, remitida a D. Carlos Hugo por el mismo conducto notarial que la anterior y cuyo acuse de recibo lleva fecha de 23 de Julio de 1975.

    --------------------------------------------------------------------------------------------------



    Segundo escrito al Príncipe Don Carlos Hugo

    Señor:

    Tenemos fundados motivos para suponer que no ignoráis la carta que con fecha de 21 de abril pasado dirigimos a vuestro padre el Rey un grupo de carlistas. En ella sometíamos a su consideración y remedio la desviación ideológica y de actuación política por la que actualmente atraviesa el Carlismo. Poníamos así fin a una actitud de respetuoso silencio, en espera de una rectificación de conductas que, individualmente pedida una y otra vez, no se producía y que por el tiempo transcurrido y las graves consecuencias que para España comporta, entendíamos que no podía prolongarse más.

    Cuando dicha carta llegó a su destino, Don Javier ya había abdicado en V.A. y, consecuentemente, cambiaba el planteamiento anterior. V.A. aparece ahora ostentando unos iniciales derechos a la realeza, que deberán ser confirmados con la aceptación de los principios tradicionales de Dios, Patria, Fueros, Rey, constitutivos del Carlismo. Pero esta pública proclamación que todos los reyes carlistas efectuaron de manera inmediata en caso semejante, no se produjo (a pesar de la propicia ocasión que Montejurra ofrecía) lo que nos obligó a dirigiros la carta de 23 de mayo, requiriéndoos para ello, como requisito necesario e imprescindible para poder consideraros como rey carlista.

    Ha transcurrido más de un mes del recibo de esta carta (plazo en el que prudencialmente os incitábamos a hacerlo, para saber a qué atenernos en tan delicado e importante asunto) y no ha llegado a nuestro conocimiento que V.A. haya hecho manifestación alguna en el sentido indicado.

    Queda así puesto en evidencia y sin lugar a dudas, que no compartís aquellos principios y que con esta actitud os separáis de la continuidad histórica, doctrinal y política que el Carlismo significa.

    No pretendemos con esta carta, Señor, más que dejar patente este hecho y sacar las consecuencias que del mismo se derivan en cuanto a nuestra conducta política futura, que queda libre de todo compromiso con vuestra persona, ya que nosotros permanecemos fieles y firmes en los principios doctrinales del Carlismo y es V.A. quien de ellos se separa.

    No queremos tampoco atribuirnos representaciones que no tenemos, aún cuando estamos ciertos de que nuestra postura es compartida por la gran mayoría de los carlistas. Nos basta nuestra simple condición de tales para ejercitar este derecho, que es consecuencia imperativa de la fidelidad que debemos a los reyes de la Dinastía legítima y a la sangre derramada en cuatro guerras en defensa de Dios, la Patria, los Fueros y el Rey.

    Ante un acontecimiento similar al presente, Doña María Teresa de Braganza y Borbón, Princesa de Beira, viuda de Don Carlos María Isidro, Carlos V, respondiendo a la ansiedad de los carlistas sobre a quién habían de considerar como rey (ya que Don Juan, su hijo, al que por sangre correspondía el derecho, había abandonado los principios, a pesar de sus exhortaciones para que los aceptara) proclamaba en carta dirigida a los españoles y fechada en Baden a 25 de septiembre de 1864 que "ni el honor, ni la conciencia, ni el patriotismo, permiten a ninguno reconocerle como rey".

    Parecida coyuntura iba a producirse setenta años más tarde ante el problema que la falta de sucesión directa de Don Alfonso Carlos planteaba. Y este Rey, en su manifiesto a los españoles de 29 de junio de 1934, mantuvo la misma doctrina y actitud expuesta:

    "Que ante Dios y España soy y tengo que ser el más fiel guardador de las leyes tradicionales, que no puedo modificar por mi sola voluntad, lo que significaría un absolutismo del que reniego, ni por presiones de grupos más o menos numerosos, lo que significaría estar en manos de oligarquías y demagogias".

    "Que no teniendo sucesor directo, sólo podrán sucederme quienes, sabiendo lo que este derecho vale y significa, unan la doble legitimidad de origen y de ejercicio, entendida aquélla y cumplida ésta al modo tradicional, con el juramento solemne de nuestros principios y el reconocimiento de la legitimidad de mi rama".

    Y es que la obsesiva preocupación de Don Alfonso Carlos era la de encontrar un príncipe "que de veras asegure la lealtad a la Santa Causa, que no está al servicio de una sucesión de sangre porque ésta es la que ha de servir a aquélla, como ordenado todo al bien común de los españoles". (Carta a Don Javier de Borbón sobre la cuestión sucesoria, de 10 de marzo de 1936).

    El Carlismo es algo, Señor, que tenemos recibido con ciento cuarenta años de historia: se acepta tal cual es, o se rechaza. Lo que no puede pretenderse es quebrar la consecuencia de su doctrina política, o degradarlo haciéndole perder su autenticidad.

    Nos faltan hoy una Princesa de Beira y un Carlos VII, que con su autoridad indiscutida puedan resolver la nueva crisis que afecta al Carlismo. Pero la Comunión está madura para superar esta difícil prueba.

    Carlos VII dejó escrito en su testamento político (6 de enero de 1897) lo siguiente: "Mi hijo Jaime. o el que en derecho y sabiendo lo que este derecho significa y exige me suceda, continuará mi obra. Y aún así, si apuradas todas las amarguras la Dinastía legítima que nos ha servido de faro providencial estuviera llamada a extinguirse, la dinastía de mis admirables carlistas, los españoles por excelencia, no se extinguirá jamás. Vosotros podéis salvar a la Patria..." Y Don Alfonso Carlos en el manifiesto antes citado: "A las grandes causas nunca les falta su caudillo y aunque se extinguieran todas las legitimidades posibles, hay un derecho sagrado que jamás prescribe en los pueblos y es el supremo derecho que la Tradición española conoció más de una vez, de otorgarse el Príncipe que sepa representar dignamente la causa de la Patria, que es la causa de la Fe y de aquellas gloriosas tradiciones que nuestra Comunión supo encarnar y encarnará siempre, por encima de todas las mudanzas de la Historia".

    Esta decisión la tomamos, Señor, con la conciencia plenamente tranquila de haber agotado todos los medios para evitarla, e impelidos por un ineludible deber. Huelga decir que no significa preparación para un cambio de lealtades e incorporación tardía a un régimen del que continuamos discrepantes. Permanecemos en el mismo lugar en el que estuvimos siempre y del que os vemos alejaros con el sentimiento de tantos entusiasmos, amores, esperanzas, trabajos y sacrificios puestos con ilusión en V.A. y que han quedado defraudados, a pesar de nuestros pacientes esfuerzos por reteneros.

    Confiamos en Dios que no querrá consentir que la Comunión Tradicionalista-Carlista, fructificada en sangre, generosidades y afán principal de su servicio, pueda llegar a desaparecer sin gloria, en estos momentos en los que España tiene necesidad de ella más que nunca.

    Nuestro propósito es salvar el honor del Carlismo ante la historia y hacer efectivas, cuando el caso desgraciadamente ha vuelto a presentarse, sus formulaciones políticas.

    Atentamente saluda y se despide de V.A. en nombre propio y en el de las personas que a continuación se relacionan.

    Firmado: Raimundo de Miguel

    Rufino Menéndez, Ignacio Laviada, Julio Fonseca, Amparo Cuervo-Arango, Antonio Garzón, Ángel Onrubia, Antonio Segura, Domingo Fal, Pedro Lozano, Juan Arredondo, José Ángel Zubiaur, Daniel Beunza, Pascual Agramunt, José Miguel Orts, Modesto Botella, Vicente Porcar, Ramón María Rodón, José María Andreu, José Antonio Cabrero, Luis García, Ignacio Igea, José Millaruelo, Juan Sáenz-Díez, Jaime de Carlos, José Cabrero, Carlos de Miguel, Fernando Díaz de Bustamante Quijano.
    Madrid, 10 julio de 1975.



    Cartas que para general información de carlistas y no carlistas, se procede a su divulgación, transcurrido el tiempo en que por la gravedad y delicadeza del asunto se han mantenido prudentemente reservadas.


    Fuente de los textos: COMUNIÓN TRADICIONALISTA
    -


    Última edición por Martin Ant; 14/06/2014 a las 14:16
    muñoz y Xaxi dieron el Víctor.

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