Bueno. Voy a ir poniendo algunas cosas que, si bien no constituyen un estudio exhaustivo del asunto del presuento cambio de mentalidad de Don Javier, sí por lo menos permiten conceder fuertemente el beneficio de la duda acerca del verdadero pensamiento de Don Javier.
En primer lugar, quisiera tocar en este mensaje el momento más o menos exacto en el que se podría establecer el supuesto cambio de mentalidad. ALACRAN dice que fue en 1965, pero echando un repaso a las declaraciones públicas, la verdad es que, como muy temprano, se podría considerar las supuestas declaraciones a la prensa francesa tras su expulsión en diciembre de 1968 como la primera vez que se advierte cierto lenguaje, no diré todavía que heterodoxo, pero sí un tanto ambiguo. En los anexos de este trabajo aparecen textos de Don Javier de antes y después de 1969 (año que se podría considerar "de inflexión" en cuanto al supuesto cambio de mentalidad de Don Javier).
Precisamente el periodo de 1965 a 1969, es el que se caracteriza por la mayor impulsión en la política "de mano tendida" iniciada en 1955, dentro del contexto del apoyo a la Ley Orgánica del Estado que se estaba preparando por aquel entonces (hasta el punto de que si se puede hablar de lenguaje desviado del tradicionalismo lo sea en función, más bien, de la heterodoxia revolucionaria del régimen franquista, tal y como pone de manifiesto, por ejemplo, en los comentarios o notas a pie de página de Manuel de Santa Cruz -tomo de su obra correspondiente al año 1966- de la declaración del 3 de octubre de 1966, ya por omisión o silenciamiento de los errores político-sociales del régimen ya por cierta condescencia y/o apoyo expreso de los mismos).
Este momento, como digo, de máximo impulso de la política "colaboracionista" coincide a su vez con la salida de gran parte de los secretarios de Carlos Hugo, que durante aproximadamente una década habían estado intentando infiltrar en la Comunión (sobre todo en los ámbitos universitarios y sindicales) un nuevo lenguaje completamente ajeno al tradicionalista, chocando siempre con los cuadros oficiales ortodoxos de la Comunión, liderados por el Jefe Delegado Jose María Valiente (máximo representante de la táctica política prudencial de "oposición moderada" hacia el régimen, impulsada desde 1955).
Señala el investigador independiente Juan Balansó:
A principios de 1966, don Carlos perdió a su confidente e inspirador, Ramón Massó, que rompió con el príncipe, así como otros miembros jóvenes de su secretariado. Javier estaba espantado ante la evolución de la Iglesia, a la que no reconocía, pues él la había servido según los cánones de Pío XII, que sus sucesores barrieron. “Vuelvo de Roma –escribía por entonces el viejo rey– y se ve un mondo que se disolve y un nuevo que surge. A mi edad es difícil adaptarse a un rumbo tan distincto, sobre todo en cosas que tocan a lo religioso (sic)”. Ordenó, en consecuencia, un frenazo a las reformas innovadoras de su heredero, y los secretarios de éste tiraron la toalla.
(Fuente: “La familia rival”. Juan Balansó. Páginas 216-217)
Esto lo confirma José Antonio Parrilla, uno de esos secretarios de Carlos Hugo:
El 10 de mayo de 1967, gran parte de la prensa nacional y extranjera publicaba la siguiente nota, que cerraba prácticamente el ciclo comenzado y contado en esta historia [es decir, la labor intentada por los secretarios de Carlos Hugo de ir “transformando” poco a poco, desde dentro, la línea ideológica y táctica de la Comunión hacia planteamientos de signo revolucionario desde la aparición a la vida pública del Príncipe de Asturias en el acto de Montejurra de 1957]:
“Las personas que crearon y lanzaron en España la figura del príncipe Carlos Hugo de Borbón Parma discrepan de la orientación ideológica y política marcada al carlismo, puesta de manifiesto en el acto de Montejurra (30 de abril de 1967) por don Javier de Borbón Parma y el jefe nacional, profesor Valiente.
Esta orientación lleva consigo la no aceptación de la libertad religiosa, una estrecha identificación con los elementos antidemocráticos, incomprensión de los problemas de la Universidad española y censuras al pensamiento posconciliar.
Por todo ello, el ala joven del carlismo, habiendo cesado hace meses en sus cargos oficiales, ha acordado hacer pública su decisión de abandonar definitivamente el partido, y toda vinculación con la llamada causa monárquica.
Firmado: Ramón Massó, último jefe de la secretaría técnica del príncipe [Carlos Hugo]; Víctor Perea, último delegado nacional de los estudiantes carlistas; José Antonio Parrilla, exsecretario particular del príncipe [Carlos Hugo] y ex jefe de prensa de la Comunión tradicionalista; Fernando Truyols, último secretario nacional de los estudiantes carlistas; Pedro Olazábal, exmiembro de la secretaría técnica y ex delegado de asuntos económicos; Luis Olazábal, exmiembro de la secretaría técnica y exvicepresidente de los estudiantes carlistas de Madrid.”
(Fuente: “El último pretendiente” Javier Lavardin [seudónimo de José Antonio Parrilla]. Página 278.)
Por desgracia, esta salida no supuso la de todos los secretarios o colaboradores de Carlos Hugo, y los que quedaron siguieron ocupando importantes puestos (aunque, en realidad, el problema principal, como se vería más tarde, cuando se quitara definitivamente la careta, era el propio Carlos Hugo). Véase este interesante texto publicado por una autodenominada Junta Depuradora Carlista (que está relacionada con el grupo de las Juntas de Defensa Carlistas, estrechamente unidas con los sivattistas) en la que se describe el estado general de la Comunión en mayo de 1968:
A TODOS LOS CARLISTAS
Cuando la mentira, la falsificación y el engaño, es el único motor que impulsa las acciones políticas de ciertos hombres, empeñarse en dialogar con ellos es caer en grave pecado de ingenuidad.
Somos muchos los carlistas que conocemos la génesis de lo ocurrido este año en Montejurra. Sabemos los nombres de quiénes organizaron la manifestación convocada para el día 4 de mayo en Pamplona, con el único objetivo de poner al Carlismo al margen del 18 de Julio. Y el Jefe Regional de la Comunión Tradicionalista de Navarra –caballeroso carlista que tuvo que desautorizar la convocatoria–, lo sabe también. Porque se trata, y perdonadnos amigos si no damos nombres, de los jovenzuelos progresistas que se presentan bajo la careta de “Grupos de Acción Carlista”, siguiendo las consignas de quienes actúan dentro del Carlismo de Madrid y Zaragoza, a través de la A.E.T. [Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas] y del M.O.T. [Movimiento Obrero Tradicionalista].
Tampoco ignoramos quienes son los que redactan la propaganda de CARÁCTER MARXISTA –si amigos de Zaragoza, de CARÁCTER MARXISTA–, que se distribuyó durante los actos. “Que son los mismos –como muy bien dice una conocida personalidad del Carlismo en su carta dirigida al Presidente de la Hermandad de Montejurra–, que durante los actos de la tarde en Estella, portaban una pancarta que decía ¡Viva Che Guevara!. Los mismos que gritaban ¡Viva la Libertad!, para contrarrestar los vivas al Rey Javier. Los mismos que enarbolaban pancartas en las que se abogaba por las comisiones obreras, que fueron destruidas por un grupo de requetés madrileños. Los mismos que se alían en la Universidad con los troskistas, y en las comisiones obreras con los comunistas. Los mismos, en resumen, que pretenden hacer renegar al Carlismo de sus ideales, de su historia y de su lealtad al 18 de Julio”.
Y los mismos, añadimos nosotros, que prepararon un atentado contra el escritor carlista, Don Roberto Bayod Pallarés, en Estella, que fue abortado por la intervención de un grupo de carlistas santanderinos y de unas margaritas de Durango.
Pues bien, según el “Boletín Informativo” que edita la Junta Provincial de la Comunión Tradicionalista de Madrid –a cuya Junta por cierto no sigue nadie–, los culpables de todo fueron unos veteranos carlistas, entre los que figuraban un Teniente Coronel del Ejército, herido varias veces por la Patria y que mandó unidades del Requeté durante la Cruzada, y un Alférez, mutilado absoluto, a los que se agredió cobardemente en la explanada del Santuario de Irache.
Por eso y ante actitud tan típicamente marxista, creemos llegado el momento de que “cada uno actúe con arreglo a los dictados de su responsabilidad y de su conciencia”.
Por nuestra parte, en esta ocasión nos limitaremos a reproducir varios párrafos del artículo publicado por Mendibelza, tras cuyo seudónimo se oculta una destacada figura del Carlismo [
Nota mía. Se refiere al gran filósofo Rafael Gambra], Dice así!
¿REQUIEM POR EL CARLISMO?
“Cuando los hechos o las situaciones son suficientemente notorios y graves no hay por qué silenciarlos; antes bien, es deber ponerlos de manifiesto para crear una conciencia de sana reacción. Tanto las familias como los demás grupos humanos tienden –o deben tender– a disimular sus internas desavenencias mientras puedan éstas considerarse como estados transitorios y superables. Pero cuando la escisión, la polémica o la interna odiosidad amenazan con la ruptura o desvirtuación del grupo, es preferible manifestar el mal para que quienes sepan y puedan se esfuercen en el todavía posible remedio.
El reciente acto de Montejurra ha evidenciado que el Carlismo no es inmune a la formidable penetración comunista que está sufriendo todo Occidente (un Occidente sin fe ni estructuras), e incluso la misma Iglesia Católica.
La consigna marxista se cumple de modo inexorable: “Corrompamos y desarticulemos a los estúpidos pueblos de Occidente con las ideas de igualdad y libertad, que después los organizaremos nosotros en el socialismo integral”. Si el partido comunista fue capaza en años pasados de situar en uno de los puestos cumbres del Servicio Secreto británico a uno de sus agentes, ¿qué no podrá hacer en sociedades abiertas y diáfanas como son la Iglesia y el Carlismo? A las que se pertenece por sólo estar bautizado o por ponerse una boina roja y acudir a una romería…
En Montejurra, uno de los oradores denunció la resistencia del Gobierno español a aceptar las consignas del Concilio: La Libertad Religiosa. (Parece que las más lógicas e inmediatas serán la ley del divorcio, la renuncia al derecho de presentación y la laicización de la enseñanza).
Naturalmente, para hacer esta afirmación, no se precisa ir a Montejurra a profanar la memoria de quienes allá dieron sus vidas por la antigua monarquía católica y española; bastaba acudir a cualquier comisión obrera o a cualquier asamblea de Facultad en la capital de residencia.
La estrategia marxista se ha dado cuenta de que la única fuerza espiritual de Occidente capaz de resistir a su descomposición y entrega espontánea es el Catolicismo, y que, dentro de él, el último grupo humano de resistencia estaría en el Carlismo español. Se ha dado cuenta también que la naturaleza de uno y otro no permiten su destrucción desde fuera (antes bien crecen en la lucha y la persecución), sino sólo desde dentro. Corrompiendo a sus cabezas directoras con el necio señuelo de un triunfo fácil, que consiste en salir al encuentro de las “nuevas corrientes”, en hacer propio y bendecir lo que parecen traer los “vientos de la Historia”, en ponerse maquiavélicamente en cabeza de la revolución triunfante… Corrompiendo después al pueblo con ideas fáciles y demagógicas que se apoyan en la noción democrática de igualdad y en las pasiones de la envidia y del confort. Tranquilizando la conciencia de todos mediante la utilización hábil de
palabras puente que permitan dar a la nueva predicación marxista un aspecto cristiano o carlista, según los casos.
El deslizamiento o la penetración son tan evidentes, que el propio corresponsal de LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA no puede por menos de registrarlo en un reportaje titulado ¿QUÉ PASA EN MONTEJURRA? En él pregunta si a ese “nuevo carlismo” universitario y obrero no le restará seguidores la vinculación sentimental a la persona del Rey. “Y ellos me dicen que esto suele suceder, pero que lo han resuelto bastante bien. Y que, en definitiva, EL REY SOLO CONTARÁ SI ES ACEPTADO DEMOCRÁTICAMENTE POR EL PUEBLO”.
¿Podrá concebirse nada más incongruente, más grotesco, que un régimen democrático, estrictamente igualitario, claramente socialista, hostil a cualquier forma de derecho histórico y de aristocracia, pero presidido por un rey hereditario? ¿Podrás imaginarse una rémora más nociva para un Estado previsor de subsidios y enseñanza, patrón laboral de todos sus ciudadanos, que una administración de tipo foral? ¿Qué cabeza en su sano juicio aceptaría la implantación de un socialismo con rey y fueros? ¿Qué mentalidad democrática o socialista reconocería por su abanderado (su “líder” como públicamente le llaman estos neocarlistas) a alguien que, si no es por el derecho tradicional, por la sangre, y por la
lex privata (privilegio) real, sería simplemente un ciudadano francés? Menos mal que el anuncio de lanzar todo esto por la ventana en el momento oportuno está ya insinuado con claridad.
Junto a estos
prohombres (a duras penas bachilleres) del
neocarlismo socialista (Zabala, Clemente, Pascual…), otros orquestadores de corta mirada pero de tono carlista, lanzaron sus peroratas con “valerosas” lanzadas al régimen vigente (no les conocimos tales habilidades hace diez o veinte años), pero omitiendo por entero la VERDADERA CUESTIÓN que se ventila en nuestros días: la rápida transformación del catolicismo y del carlismo en marxismo; la apostasía inconsciente, insensible, la entrega del bastión a la barbarie de la técnica y el ateísmo”.
Y AHORA UN NOTICIA GRATA
S.M. el Rey, D. Javier de Borbón Parma, ha acudido este año, como en ocasiones anteriores, al IV Congreso del Office International des Oeuvres de Formation Civique selon le Droit natural et Chretien. En él se reúne toda la opinión católica tradicionalista del mundo.
LA JUNTA DEPURADORA CARLISTA
Mayo 1968.
(Fuente:
ARCHIVO BORBÓN PARMA)
La primera vez que aparece un cierto lenguaje "raro" en Don Javier, como señalé antes, es en unas declaraciones hechas en Francia tras su expulsión en Diciembre de 1968. Lo recoge así la revista "Tiempos Críticos" de enero-febrero de 1969 del grupo político sivattista. (Una advertencia: el reproducir el siguiente texto no quiere decir que esté de acuerdo con él, pues se caen en exageraciones y aparece mutilado en lo que se refiere a las supuestas declaraciones de Don Javier, como puede observarse en los anexos del trabajo antes citado, donde aparece el texto completo; lo reproduzco solamente porque en él se hace constar por primera vez una crítica, no a la táctica o estrategia política prudencial de Don Javier, como se había hecho hasta entonces, sino al lenguaje doctrinal empleado por él):
La nota de expulsión de Don Hugo y Don Javier del territorio español, es la demostración irrecusable de inaptitud política, que buena parte del pueblo carlista imputó a los Príncipes cuando éstos impulsaron la política de colaboración. Don Juan Carlos, sin pueblo que le apoye, en el terreno de las maniobras políticas ha ganado la partida, convenida, a su primo Don Hugo. El último abrazo entre estos dos Príncipes, tuvo lugar pocos días antes de la expulsión, en un céntrico edificio de Madrid. La traición de Don Hugo queda de manifiesto con la nota de expulsión de España. Jamás Franco se hubiera atrevido a medida tan expeditiva, si el Príncipe Don Hugo no fuera objeto posible de contubernio.
La traición de Don Javier queda de manifiesto en las declaraciones que dicho Príncipe hizo al llegar al aeropuerto de Orly (Francia), desterrado ya de España. El periódico Le Monde del 29-30 de Diciembre pasado publica las siguientes declaraciones de Don Javier… “Yo rechazo, puntualiza el Príncipe Javier, estas demostraciones de autoridad hacia mí y hacia mi hijo, ya que ellas afectan al porvenir del país y su desarrollo sereno y constructivo tanto en el plano político como en el social. Yo estimo que la autoridad debe, en primer lugar, respetar los principios generales de la liberta de expresión y acción, condiciones para una paz política y base de todo movimiento democrático”. El Príncipe Javier prosiguió: “España tiene necesidad de continuar su desarrollo económico y, por encima de todo, social, y este desarrollo no es posible sino dentro de una atmósfera de libertad: libertad de acción dentro del orden y de la dignidad, y es en este sentido que yo pido a todos los carlistas sigan en su trabajo, a pesar de ciertas imprudencias del gobierno. Nosotros continuaremos todos luchando por las grandes libertades concretas que nosotros hemos defendido desde hace ciento treinta años: nuestras libertades sindicales y nuestras libertades de asociación política. Estas tres libertades son las condiciones esenciales de la participación del pueblo en el gobierno del país, y lo mismo, de todo progreso social”.
¿Desde cuando estas libertades que Don Javier enumera fueron el banderín de enganche de la sacrosanta Tradición? Don Javier intencionadamente confunde las libertades nacidas del orden natural establecido por Dios, con las libertades de perdición que la Revolución prepara para destruir ese mismo orden natural. La traición de la familia Borbón-Parma queda de manifiesto, con el silencio absoluto ante el pueblo español, que ha seguido a la medida de expulsión determinada hace ya dos meses, dejando, por su parte, abandonado y roto al sufrido pueblo carlista que todavía confiaba en su lealtad.
Pensando y obrando en carlista, Don Javier y Don Hugo jamás debieron mendigar la nacionalidad española, ni menos aceptar subordinados y mediatizados, la residencia en España. El destierro debió ser su mejor gloria. En la forma que han sido desterrados, podemos asegurar, amigos carlistas, que los Príncipes han terminado con el papel que la Revolución les asignó en esta etapa. El tiempo descubrirá la parte de incógnita que todavía pesa sobre corazones excesivamente confiados. El puente que Don Javier tenía preparado con Madrid y Estoril, está tendido. Don Javier y Don Hugo, dejaron vía libre, en cuanto dependía de ellos, a Don Juan y Don Juan Carlos. LOS PRÍNCIPES BORBÓN-PARMA, REOS DE ALTA TRAICIÓN.”
(Fuente: Fuente: “D. Mauricio de Sivatte. Una biografía política (1901-1980)”. César Alcalá. Páginas 179-180.)
Lo cierto es que se podría hablar de lenguaje claramente heterodoxo en las supuestas declaraciones de Don Javier solamente a partir del I Congreso de Arbonne de 1970, donde ya claramente se empienza a usar el neolenguaje de "Revolución", "socialismo", etc... Entre la expulsión y este Congreso, las declaraciones se podrían considerar, más bien, ambiguas. Pero para redondear creo que, basándonos exclusivamente en los supuestos discursos o declaraciones públicas de Don Javier, no se podría hablar de un supuesto cambio de mentalidad, como muy temprano, hasta después de su expulsión.
Esto nos dejaría una situación de un Don Javier de línea coherente e ininterrumpida de pensamiento tradicionalista ortodoxo de 33 años (1936-1969) y un Don Javier de supuesto pensamiento heterodoxo de 8 años (1969-1977), esto es, que de repente, y de la noche a la mañana, habría "decidido" cambiar total y radicalmente de pensamiento después de su expulsión de diciembre de 1968.
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