Fuente: Archivo Borbón Parma, Archivo Histórico Nacional
Carta de Ignacio Toca Echeverría al Rey Javier I
A Su Majestad Católica...…………………………………………………... 11 de Mayo de 1976
D. Javier de Borbón y Braganza
Bostz.
Señor:
La triste y penosa impresión que traigo de Montejurra me obliga a romper mi propósito de silencio y a dirigir a V. M. esta carta, seguro, como estoy, por otra parte, de que continuará la violencia.
Desgracias familiares contribuyeron a retirarme de actividades políticas concretas aunque, eso sí, procurando servir, en la medida de mi limitada capacidad, a la Religión y a España, recordando siempre la promesa que un día me exigió V. M. de hacerlo así, anteponiendo, incluso, estos servicios a la propia amistad que tuve con vuestro hijo Carlos.
Bien sabe Dios que ésa fue la única razón de haberme retirado de su lado.
Hace unos meses hablé detenidamente con vuestro hijo Sixto Enrique; pude apreciar en Él una alteza de miras y una capacidad de sacrificio nada usuales en estos tiempos en que tan fácil es dejarse llevar por el egoísmo y la ambición; en definitiva, por la soberbia. Su bondad y alteza de miras me recordaban, era lógico, aquellas conversaciones con que V. M. tuvo a bien honrarme en años no tan lejanos.
Ante la triste realidad de hoy, pienso si no habremos merecido el que Dios castigara nuestro pecado de soberbia, puesto que, más de una vez, nos creíamos los perfectos e insustituibles defensores de su Causa.
Han bastado, sin embargo, 10 años para trastornar, con escándalo, todo nuestro historial, y ello ha sido, para mayor castigo nuestro, cuando, abanderados por la Casa Real más entregada al servicio de la Iglesia y de España, parecía que íbamos a alcanzar nuestro más alto sentido de servicio.
En esta turbulencia es más necesaria que nunca nuestra Fe en Dios, conscientes del inmenso valor que ante Él tiene el sacrificio de tantos Mártires. Es por ello por lo que hemos de prepararnos para que la Comunión Tradicionalista pueda volver a cumplir con su misión al servicio de esta nuestra España, nuevamente atormentada, como en 1936, por la conjura de los enemigos de entonces y de siempre.
Yo me atrevería a pedirle únicamente, Señor, que, cuando rece ante Dios, nos recuerde también a nosotros, los que, obedeciendo Vuestra Orden, costosa y dura, luchamos, con fe y esperanza, en la Cruzada de Liberación.
Con el ruego, Señor, de que perdonéis esta expansión, que me ha sido necesario el hacerla, quedo, como siempre, a Vuestras Reales Órdenes.
Ignacio Toca Echeverría [firmado].
Marcadores