Interesante esta entrevista a Hervé Falciani, que estuvo detenido unas horas por al parecer por un chantaje de los suizos:

“España es un Estado de derecho. Me fío de su justicia, no de la de Suiza”

Falciani, de 46 años, es una de las piezas que con mayor codicia persigue Suiza desde hace años.

Valencia 16 ABR 2018 - 08:57 CEST

El ingeniero informático Hervé Falciani no quiere ni pensar que Suiza esté intentando utilizar el proceso separatista catalán para canjearlo por las líderes secesionistas que se esconden allí. Pero está convencido de que España no accederá a ese cambio de moneda. En una entrevista con EL PAÍS, la primera a un medio español tras su reciente y nueva detención en Madrid a instancia del país helvético, Falciani asegura: “España está bajo ataque del independentismo, con la comunidad internacional que no sabe bien cómo actuar. Y hay enemigos, como Suiza, que se han alineado en una estrategia de aprovecharse de esa debilidad; con mala suerte para nosotros que queremos a España”.

Falciani, de 46 años y cuyo abogado en España es el juez Baltasar Garzón, es una de las piezas que con mayor codicia persigue Suiza desde hace años. En un país que prácticamente vive del secreto bancario, Falciani hizo temblar sus estructuras financieras al apropiarse supuestamente (mientras trabajaba en el corazón de la inteligencia informática del HSBC suizo) de 130.000 fichas bancarias de evasores fiscales de medio mundo. Suiza ha pedido ya dos veces a España que se lo extradite. La primera vez, en 2013, para juzgarle por revelación de secreto bancario, y la segunda, el año pasado, si bien la petición estuvo guardada en un cajón hasta el pasado 19 de marzo. Fue la que propició su nueva detención. El juez le tomó declaración y le dejó en libertad bajo estrictas medidas cautelares: no puede salir del municipio en el que vive sin autorización. Suiza le quiere para que cumpla una condena de cinco años de prisión “por espionaje industrial”.

España también quiere algo que tiene Suiza: a las líderes separatistas Marta Rovira (ERC) y Anna Gabriel (CUP). Especialmente a la primera, procesada por el juez Pablo Llarena por rebelión y malversación. Desde la detención de Falciani hace doce días, casi han enmudecido las voces que desde el país helvético aireaban su rechazo a entregar a España a la dirigente de la CUP, que huyó a Suiza (21 de febrero pasado) un mes antes que Rovira.

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Pregunta. ¿Se siente a gusto en España?
Respuesta. Sí, desde que llegué.

P.
El expresidente de Cataluña Carles Puigdemont dice que la justicia española es represiva, y dos líderes separatistas han huido a Suiza tachando a los jueces de franquistas y represivos.

R. España es un Estado de derecho, totalmente. Mi posición es muy clara. Lo que pasó en Cataluña es un ataque a España, un intento de partir a nuestro país. Eso es innegable. Me siento italiano, francés y también español. Yo quiero a España. Me fío de la justicia española, no de la Suiza.

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FUENTE: https://politica.elpais.com/politica...71_950798.html
En este otro artículo se habla de que podría surgir un sentimiento antieuropeo en España si los alemanes no enmiendan su grave error:

“Primero nos imponen recortes, luego nos intervienen la economía, posteriormente nos obligan a cumplir con el déficit y ahora, en cuestión de horas, nos dicen cómo tenemos que juzgar en España, lo que es delito y lo que no lo es”, rezonga un diplomático español experto en lides europeas. “España ha cedido parte de su soberanía para que Alemania se apropie de ella. Luego nos extrañamos del Brexit y los populismos…”.

Estas palabras ponen negro sobre blanco una peligrosa tendencia que se percibe tanto en la ‘opinión pública’ como en la ‘opinión publicada’. “Se están plantando”, arguye el diplomático, “las primeras semillas para que el antieuropeísmo empiece a germinar en España”.

Las plantaron los tres jueces alemanes de la Audiencia Territorial de Schleswig-Holstein con su decisión de rechazar el principal delito por el que el juez Llarena reclamaba a Puigdemont, el de rebelión, y las reticencias a hacerlo también por malversación de fondos públicos, una resolución fundamentada más en apriorismos que en fundamentos jurídicos.
Luego se encargaron de abonar dichas semillas la ministra de Justicia alemana, Katarina Barley, la comisaria europea Vera Jourová y, sobre todo, el líder parlamentario de la socialcristiana CSU, Alexander Dobrindt, que declaró en una entrevista que lo que había sido concedido a los escoceses como derecho de autodeterminación “no debería ser considerado una postura golpista en el caso de los catalanes; todo el mundo en Europa debe tener el derecho de debatir su identidad”. Y esto lo dice la CSU, el partido socio de la CDU de Merkel.

A todo ello, hay que sumar el protagonismo que se le está dando en la prensa internacional a la causa independentista —en algunos casos con una línea editorial complaciente, la ‘primavera catalana’, destacando la paja en el ojo ajeno e incapaces de ver la viga en el propio—, y las buenas lides realizadas durante años por el ejército exterior de la Generalitat, esto es, el Consejo de la Diplomacia Pública de Cataluña (Diplocat), que echó el cierre hace apenas unos días en aplicación del artículo 155 y que está siendo investigado por pagos a los observadores internacionales que se desplazaron a Cataluña con motivo del referéndum ilegal del 1-O.

Con estos mimbres, no resulta extraño que una bruma anti-UE se vaya extendiendo por España, un país que, hasta el día de hoy, era el más proeuropeo de todos los que conforman la Unión, tal y como muestran las encuestas realizadas por el instituto DYM junto a WIN/GIA.

La cuestión no es baladí. No es un problema exclusivamente de España. Tampoco de este en su relación con Alemania. Se trata de un problema europeo que vuelve a tensionar el proyecto común y destapa sus debilidades, tales que la integración política, la armonización jurídica, la cesión de soberanía y la división entre países de primera y segunda.

“España no va a romperse por la crisis catalana, pero puede debilitarse… y con ella, Europa”, añade el diplomático. En un artículo en ‘El Mundo’, el exeurodiputado y catedrático en Derecho Constitucional Francisco Sosa Wagner acusaba a los jueces alemanes de “ignorar lo que significan España y el orden establecido en los tratados europeos”, y de vivir “en una burbuja periodística y televisiva en la que prácticamente no han tenido cabida más que las tesis de los secesionistas catalanes”.

Federico Jiménez Losantos habla de200.000 rehenes alemanes” en las Islas Baleares. Incluso algunos líderes del PP consultados piden mano dura al Gobierno para que “amenace con la suspensión del espacio Schengen, lo que sería un problema para los alemanes que veranean y tienen casa en España”. Una retahíla de declaraciones que no pasarían de ‘boutade’ si no fuera por el contexto actual y la legitimidad que se le da en ciertos ámbitos ilustrados.

FUENTE: https://blogs.elconfidencial.com/esp...eismo_1550179/
Otra de alemanes:
Independencia de Cataluña: El partido independentista de Baviera: Alemania no debe tener tanto poder

Que no se pongan tontos los alemanes porque nos largaremos y les dejaremos solos en la UE, con simpa incluido.