Fuente: El Pensamiento Navarro, 22 de Enero de 1977, página 8.
Cartas al Director
CONTESTACIÓN A DON CARLOS HUGO
Sr. D. Juan Indave Nuin, director de EL PENSAMIENTO NAVARRO.
Leyre, 18 y 20. Pamplona.
Estimado señor Director:
Hace unos días (el 13 del presente) aparecía una carta de Carlos Hugo en «Diario de Navarra», en la sección de «Cartas al Director».
Como yo todavía sigo siendo carlista, juzgué que dicha carta necesitaba contestación, y así lo hice. Apareció ayer, día 20 de enero, en ese mismo medio informativo, aunque con alguna demora. No obstante, como mi periódico, como el de todo carlista que no admite pactos con el enemigo, es EL PENSAMIENTO NAVARRO, que mantiene viva la doctrina tradicional, de la que siempre se ha nutrido el Carlismo y sin la que es cualquier cosa menos Carlismo, es por lo que le ruego su publicación en las páginas de ese diario, que usted tan acertadamente dirige, para conocimiento de los lectores.
Atentamente,
SYLVIA BALEZTENA ABARRATEGUI
Ésta es mi contestación:
Señor don Carlos Hugo de Borbón.
Con todo mi respeto y sin ánimo de faltar a nadie quiero advertirle que, para mi modesto pero sincero parecer, el parecer de un carlista sin más, su postura actual no es Carlismo.
«El Carlismo que presido como consecuencia del pacto histórico y del pacto político que he contraído con el pueblo carlista, está totalmente empeñado en esta tarea de reconstrucción democrática».
En primer lugar, el Carlismo ya tiene su doctrina: la «tradicionalista». Y en el pacto histórico contraído con su pueblo, éste, como heredero de su padre don Javier, le aceptó como a su Rey. Bajo cuyo título se ha presentado ante los carlistas hasta hace bien poco.
Que haya cambiado su doctrina –y con usted, no el pueblo, sino un grupo de carlistas–, por una democracia de izquierda, de la cual usted se considera el Presidente, puede pasar. ¡Son tan volubles hoy en día las posturas y pactos políticos!
Pero lo que no puede pasar ¡por favor!, señor Presidente de un partido democrático, líder socialista y separatista, –aparte de que algo tiene que dejar a los que también quieren jugar en este inmenso corro político–, es que se quiera considerar a la vez como el representante del antiguo e histórico Carlismo español, cambiándolo y adulterándolo a su conveniencia, convirtiéndolo en uno de tantos partidos de la oposición, en el cual ya no tiene cabida ni su tradicional «Oriamendi».
Sepa, señor Presidente, que el auténtico Carlismo no ha muerto; que tiene su pueblo, quizás pequeño; su doctrina inquebrantable en sus principios, no inmovilista o intransigente. Y lo único que le falta no es un Presidente, sino el Rey que lo defienda.
Respetuosamente, sepa respetar,
SYLVIA BALEZTENA ABARRATEGUI
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