Estoy completamente de acuerdo con el diagnóstico de Alacrán, pero creo que la culpa no es solo de los políticos profesionales, de quienes nada se puede esperar, y de la jerarquía eclesiastica; también es de los católicos de a pie, si bien es cierto que con tal señor poco se puede esperar del vasallo. Los homosexuales y otros lobbies tamboco tienen representación politica per se; sin embargo, utilizan todos los medios a su alcance para imponer su postura, influyendo así en los medios, legisladores y la judicatura. Los católicos, sin embargo, nos retiramos con el rabo entre las piernas ante la menor señal de oposición.
Me viene ahora a la memoria la polémica que se produjo en el Uruguay cuando el seleccionador de futbol de aquel país, aparentemente un católico convencido, declaró que nunca tendría a un homosexual en su equipo, con la consiguiente reacción histérica de los lobbies del ramo, empleando descalificaciones previsibles como "ignorante", "retrógrado", etc. Como viene siendo habitual en estos casos, a la fiscalía le faltó tiempo para abrir una causa contra el susodicho. Ante tal coyuntura, éste no dudó en disculparse profusamente ante sus acusadores. Desconozco si cambió repentinamente de parecer, se "curó" de su catolicismo o más bien le temblaron los pantalones ante la perspectiva de perder su cargo.
Mientras sigamos anteponiendo hacienda a conciencia, todo seguirá igual.
Marcadores