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Tema: El velo, un honor para la mujer

  1. #1
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    El velo, un honor para la mujer


    El velo, un honor para la mujer

    San Ambrosio en su tratado sobre la virginidad relata el hecho histórico de una joven de la nobleza forzada por su familia al matrimonio. La joven huye hacia la iglesia, y junto al altar suplica al sacerdote que pronuncie sobre ella la oración de consagración de las vírgenes y le imponga como velo el lienzo del altar.
    El será para la joven el sigo de su desposorio con Cristo. Ese velo, al igual que cubre el altar para el santo sacrificio, cubrirá el nuevo altar del corazón de la joven, donde ofrecerá el sacrificio diario de su virginidad como ofrenda de suave olor al Padre eterno.
    ¿Por qué el velo en la mujer? Quiero apuntar, entre otras, tres razones:
    1ª. Porque es hermosa.- El velo le recuerda que no debe dejarse llevar por la concupiscencia de la belleza, ni arrastrar a otros. Es signo del pudor y recato, de la modestia en el ornato con que siempre ha de vivir y presentarse ante Dios.
    2ª. Porque es madre.- De una forma especial la mujer ha sido unida a la obra creadora de Dios por su propia maternidad. El velo le recuerda que su maternidad es sagrada, y por ello se cubre, para indicar que al estar cubierta el mundo no puede dañarla ni ella dejarse. Y, además, todo lo sagrada se cubre.
    3ª. Por su maternidad espiritual.- Este es un aspecto importantísimo y desconocido por la mujer. La mujer pudorosamente vestida, cubierta con su velo, en silencio orante es fiel reflejo de la imagen de la Santísima Virgen, que con su silencio y su velo oraba incesantemente por su Hijo y meditaba Su obra redentora. El recogimiento dentro de la iglesia de la mujer con el signo distintivo de su velo tiene un fruto riquísimo para la Iglesia para la santidad sacerdotal, el sostenimiento moral y espiritual del clero y para el fomento de las vocaciones. La maternidad espiritual es una grandísima y hermosísima vocación femenina, muy desconocida desgraciadamente, pero de un valor que me atrevería a decir de “estratégico” dentro de la Iglesia.
    El falso feminismo al que muchas mujeres han cedido, aparta al a mujer de su verdadera vocación a la maternidad y a la familia. ¡Cuánto daño sobrevino a la mujer y a la santidad de la Iglesia aquel día en que por primera vez entró sin su velo la mujer a la iglesia! Al quitarse el velo ya no pudo evitar quitarse otras prendas de su vestido. Y hoy vemos con rubor y tristeza la absoluta falta de pudor con que muchas mujeres entran en la iglesia. Y como consecuencia desapareció aquel apoyo espiritual, aquella maternidad espiritual.
    Mujer, mira el velo como el paño del altar de tu corazón donde has de ofrecer cada día al Señor el sacrificio de tu vida entregada a tu familia, donde ofrezcas las ofrendas de tu pudor y modestia en el vestir. Donde ofrezcas las ofrendas de tu maternidad o de tu virginidad, y en ambos casos las ofrendas de tu maternidad espiritual.



    El velo es un honor para la mujer.



    El velo es un honor para ti.



    Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa

    El velo, un honor para la mujer | Adelante la Fe
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  2. #2
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    Re: El velo, un honor para la mujer



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    Hace unas semanas, al salir de una Iglesia en la que me encontraba haciendo oración, percibí como un señor le decía a su esposa, “mira, así deberíais de ir todas las mujeres”, lo escuché perfectamente… ¿A qué se refería? Ni más ni menos que al velo que cubría mi cabeza. No sé que pensaría ella, ni lo que llegó a contestar, si es que dijo algo, ya que no me quedé más tiempo allí. Lo qué si sé, es la respuesta a una pregunta que me han hecho en repetidas ocasiones, ¿Por qué debemos utilizar el velo, las mujeres del Siglo XXI? ¿Tiene sentido hoy en día, el uso de una prenda que muchas personas consideran desfasada, anticuada y sin sen sentido?… Cuando en nuestras Iglesias vemos a diario a la gente más desnuda que vestida, ¿Podemos plantearle a una mujer que se cubra la cabeza para entrar en el Templo? ¿Qué objetivo tiene esto? ¿Molestar al Párroco? A raíz del Concilio Vaticano II, fueron muchos los Presbíteros que aprovechando el desconocimiento de los fieles, indujeron a la mujer a quitárselo, aduciendo un cambio en los nuevos tiempos de la Iglesia y tratando de “beatas” y “ñoñas” a las que continuaron utilizándolo, que fueron marginadas hasta el final. Todo falso y perfectamente orquestado, para paulatinamente, seguir con todos los demás destrozos: el Latín, la música, la liturgia, el traslado del Sagrarios. Sin duda, una gran obra del maligno para cepillarse, literalmente a nuestra Santa Madre Iglesia.


    Si la respuesta del por qué utilizar el velo en la Iglesia, fuese una obligación o una imposición a la que las mujeres debemos someternos, estoy segura que no secundaría absolutamente ninguna dama, esta hermosa tradición milenaria, que oculta un dulce secreto de Amor con mayúsculas, que les voy a desvelar. Antes de nada, les diré que este artículo, no es solo para las mujeres, es para los hombres también, ¿Por qué? En breve lo descubrirán…Mi recomendación es que sigan leyendo hasta el final.


    Me estremece imaginarme a la Virgen María en oración
    , la supongo recogida bajo su velo, ocupando ese discreto lugar al que las mujeres estamos llamadas: brillar en la oscuridad, ahí, donde verdaderamente hace falta la luz. El otro día en una Iglesia veía a una señora de unos treinta años en el altar, disfrazada de monaguilla. Esto mismo, lo hemos visto hace poco en una Misa con el Santo Padre, pero esto no quiere decir que sea un referente que debamos imitar, por desgracia, las ceremonias que deberían ser un ejemplo, a veces, son justo lo contrario, un contra ejemplo, que lo único que promueve es un deseo absurdo en nosotras, de realizar funciones propiamente masculinas y que, desgraciadamente, sólo provocan la risa del que nos observa, ya que estamos esperpénticas. Después nos hablarán del importante papel de la mujer en la Iglesia y creeremos que consiste en tocar las campanillas o preparar las vinajeras, ¡Tremendo cometido! No sé Vds. pero yo, no me imagino caricaturizada con esa pinta en un Presbiterio, ocupando un lugar al que no he sido llamada. Pienso que, efectivamente, tal y como se nos dice, estamos designadas para grandes cometidos dentro de la Iglesia, pero desde luego, el gran reto, no es ponernos una casulla y oficiar. No seamos ridículas, porque esa es la palabra, hay prendas que por excelencia son femeninas y otras prendas que son masculinas, así como las funciones que asumimos, a las que nos convoca la Iglesia y que, al tiempo, van implícitas en nuestra naturaleza. Precisamente, el Señor nos hizo hombre y mujer, con nuestras diferencias y nuestras sensibilidades.


    “Entonces el Señor Dios dejó caer sobre el hombre un letargo, y el hombre se durmió. Le sacó una costilla y le cerró el sitio con carne. Y el Señor Dios trabajó la costilla que le habla sacado al hombre, haciendo una mujer, y se la presentó al hombre. El hombre dijo: -«¡Ésta si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Su nombre será Mujer, porque ha salido del, hombre” (Génesis 2)



    ¿Por qué llevas el velo?
    , me preguntaba una amiga. ¿Qué responderían Vds. si alguien les preguntara, por ejemplo, por qué amas, por qué sientes, por qué respiras? Porque es una necesidad vital, ¿Verdad?


    Seguramente se habrán fijado alguna vez, en las perfumerías, cuantas colonias hay en los expositores. Las mujeres nos pasamos bastante tiempo buscando esa fragancia exclusiva y personal, que al cerrar los ojos nos haga sentir especiales. Cuando encontramos ese perfume, ya no queremos volver a probar ninguna otro. Con el velo, sucede algo similar, se siente el bonus odor christi y una vez que rompes esa primera barrera del miedo al que dirán, se produce una concesión total al Amado de nuestra alma, ya solo nos importa agradarle a Él, después de eso, ya no hay retroceso, es una rendición total al Señor, sin reservas, como la enamorada que se viste de blanco y se entrega con su pureza, en el día de su boda. Solo las mujeres podemos entender estas delicadezas tan propiamente femeninas. No es algo estético, pero sí es cierto que el Templo, se embellece y se llena de majestuosidad al estar la mujer recogida en oración, ahí debajo, sin distracciones, entregada en cuerpo y alma a nuestro Señor. Hermosa como una novia para nuestro Dios, bella por dentro y por fuera” ese debería ser nuestro lema.


    El uso del velo, implica, sin necesidad de conocer ninguna norma de protocolo o de vestimenta, que nuestras prendas exteriores deben ir en armonía con algo tan puro y virginal. Sólo con su uso, entenderíamos que hay ropa que no procede ponerse para estar en un lugar Sagrado. El uso del velo, nos abriría definitivamente los ojos, hoy que los tenemos tan cerrados a la pureza y a su oposición, al pecado. Sólo utilizándolo, entenderíamos qué es lo que debe albergar dentro del alma. “Que vuestro adorno no sea el de fuera, peinados, joyas de oro, vestidos llamativos, sino lo más íntimo vuestro, lo oculto en el corazón, ataviado con la incorruptibilidad de un alma apacible y serena. Esto es de inmenso valor a los ojos de Dios(1 Pe.3, 3-4)


    Aunque son muchos los Presbíteros que se manifiestan en contra de que las mujeres lo utilicemos, mi primer acercamiento al velo, fue por los Sacerdotes, alguien me puso sobre la pista de una prenda prácticamente imposible de adquirir en mi ciudad ya que apenas los hay a la venta y posteriormente, sumergiéndome en la lectura de los artículos del Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa, me convencí y acabé no sólo por utilizarlo, sino por desear transmitir a otras mujeres, los beneficios de utilizar una prenda tan piadosa


    ¡Ve, oh mujer, tu grandeza y acepta tu dignidad con humildad! No te de vergüenza del velo, pues se te llama “sagrada” y “divina”, pues en esta tierra no se vela (cubre con un velo) más que a Dios. (Padre Juan Manuel Rodríguez de la Rosa)


    Aunque la sociedad actual, nos empuja a lo contrario, a llenarnos de podredumbre interior, lo que sí es cierto, es que si Vds. son capaces de oponerse al mundo y cubrir la cabeza una sola vez, inexplicablemente su vida espiritual, nuestro interior, se desborda como un río cuando llega al mar y les aseguro, que no volverán a prescindir de él, el que lo prueba, repite. Esa corriente que desborda el alma, no sólo queda dentro de nosotras, sino que se derrama a todos los que están a nuestro alrededor y aquí es donde entra el hombre… les dije que siguieran leyendo. ¿No somos las mujeres, por norma general, las que enseñamos a los niños sus primeras oraciones? Pues esto continúa en todas las etapas de nuestra vida… somos maestras, ejemplo con nuestros actos y con nuestra vida y recogidas en oración, tenemos una gran misión que es llevar las almas a Dios. ¡El prototipo de la mujer del Siglo XXI! Qué ejemplo para los hombres vernos fieles para el Señor, sin más distracción ante nuestros ojos que el Sagrario! Si utilizáramos el velo, no desearíamos más, que recibir a Dios, como verdaderamente debe hacerse, de rodillas y en la boca, seríamos incapaces de tocarlo con nuestras manos o de quedarnos de pie impasibles ante Él, caeríamos rendidas ante nuestro Amado.

    Supongo que como a todas las mujeres, mi referente es María, Ella es la mano que nos conduce a Dios. Prácticamente es representada en todas las imágenes, cubierta, sin destacar, pero, fíjense que curioso, en ese plano discreto y alejada de toda mirada, fue la mujer que tuvo el papel más relevante en la historia. Ella no estaba sentada a la mesa con Jesús en la última cena, pero estaba a los pies de la Cruz, donde prácticamente todos, le habían abandonado. Y si todo esto se repitiera en el año actual, en el 2015, no me la imagino con cualquier prenda, desgarbada y en una Iglesia subida al ambón, no, es seguro que Ella, estaría exactamente igual, oculta a las miradas, pero con ese papel tan importante y determinante como es dar ejemplo con la propia vida de uno. La imagino con Jesús, en el Sagrario, con sus manos juntas y su cabeza bajo el velo que cubre y oculta nuestros sentimientos más íntimos, por eso, cuando me preguntan por qué, sólo puedo responder… por Amor



    “A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos,
    desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas.
    Hijas de reyes salen a tu encuentro,
    de pie a tu derecha está la reina,
    enjoyada con oro de Ofir.
    Escucha, hija, mira: inclina el oído,
    olvida tu pueblo y la casa paterna;
    prendado está el rey de tu belleza:
    póstrate ante él, que él es tu señor.” (Salmo 44)


    Sonia Vázquez

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  3. #3
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    Re: El velo, un honor para la mujer

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  4. #4
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Entonces en mi ignorancia por no usar velos para entrar a mi iglesia he perdido ,espirtualidad,por ende mi padre celestial no me escucha,pues seguimos condenando a las mujeres,ese articulo debe de ser catolico,donde las mujeres solo tinen el derecho y la obligacion de servir a dios limpiando la iglesia ,arreglando el altar sagrado,o educando ,no tienen voz ,ni voto,desde tiempos remotos,solo los hombres dirigen la iglesia y todo lo demas,quiero creer un dios que me hizo desde el polvo,o que me saco de la costilla de adan,pero no recuerdo que me colocara nada en mi cabeza ,incluso no me coloco ni ropas,al menos que no comiera del arbol del conocimiento del bien y del mal y ahi me dio ropas, pero tampoco coloco nada sobre mi cabeza,eso lo hicieron los hombres para seguir esclavizando a las mujeres.

  5. #5
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    No hs entendido nada de nada. Nadie te ha llamado pecadora ni ha dicho que hayas perdido espiritualidad por no usar velo. La culpa es de los pastores negligentes que no te han enseñado como debían. Y en ninguno de los artículos arriba reproducidos se condena en nada a la mujer (¿Dónde, por favor?) Al contrario, se la enaltece y se pone en el lugar que la corresponde. Te han llenado la cabeza de tonterías. ¿En qué se esclaviza a la mujer con el velo? A no ser que te refieras al velo islámico. Porque en el islam la mujer sí que es una esclava que no tiene ni voz ni voto, no como en la Iglesia Católica que engrandece a la mujer y la considera la más grande criatura hecha por Dios (la Santísima Virgen es el más grande de los seres creados por Dios). Santa Catalina de Siena no vacilaba en cantárselas claras a un papa malo, cosa impensable en el islam. El velo católico es como una corona sobre la mujer; mira las fotos más arriba y compara con los oscuros y tenebrosos velos islámicos. Y en el ejemplo que pones de la costilla de Adán tienes una muestra de la igualdad en dignidad de la mujer, que fue tomada de la costilla (¡junto al corazón!), a una altura intemedia: ni de la cabeza para que domine al hombre ni del pie, para que éste no la pisotee. Mejor simbología imposible.
    Rodrigo dio el Víctor.

  6. #6
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    No coincidir con muchas de las cosas que dice el articulo ,es no entender nada de nada?,si asi lo vez pues no hay nada que decir,me pregunto si en lo adelante cuando lea un articulo me abstengo de opinar sobre lo que pienso,o tengo que estar de acuerdo con todo lo que leo,ah y yo se el lugar en el cual el señor nos coloco gracias a dios.

  7. #7
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Es que, como digo, no ha entendido nada del artículo. El velo es una corona para la mujer. Es hasta un privilegio, porque los hombres no podemos estar cubiertos en la iglesia. Si es invierno y entro en un templo, como soy calvo llevo puesta una boina o un gorro y me los tengo que quitar. Y no me quejo ni me parece mal.

    Y lo del velo no lo digo yo, ya lo decía San Pablo. Lee lo que dice él.

  8. #8
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Si lo ves desde ese punto de vista ,tambien lo veo como un privilegio,mira te cuento que he estudiado biblia desde la perspectiva de genero,como una cuestion de estetica quizas,pero imaginate estamos en el siglo 21,con un calor horrible al menos en mi ciudad,aca no hace frio,me da la impresion que ese velo por bello que sea, esta fuera de contexto no te prece?

  9. #9
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Pero no es el velo islámico, que ese sí que da calor. Un velo calado de encaje deja pasar el aire.

    Ojo con la perspectiva de "género". Ya es bastante diabólica de por sí, y desde luego no sirve para interpretar la Biblia, porque muy contraria. La Biblia, y la religión bien entendida, en particular la Católica, dignifica y enaltece a la mujer. La llamada ideología de género no es otra cosa que la lucha de clases marxista aplicada, no a la política, sino a los sexos masculino y femenino. Porque las personas no nos distinguimos por el género como las palabras, sino por el sexo. Dios creó al hombre, hombre y mujer los creó. Pero hombre y mujer pertenecen a un mismo género: género Homo especie sapiens. Homo sapiens. Y como los animales y como muchísimas plantas, tenemos diferencias fisiológicas y psicológicas propias de nuestros respectivos sexos. Somos diferentes, no un sexo mejor que otro, sino dos sexos que se complementan entre sí. La ideología de género siembra el odio entre los sexos, como la lucha de clases en la que está inspirada siembra el odio entre las personas. No deber haber ni machismo ni feminismo, porque fomentar un sexo por encima del otro sería equivalente al racismo, a elevar una raza por encima de otra. Y en Cristo Jesús no hay judío ni griego, hombre ni mujer (y podríamos añadir blanco ni negro, etc., etc., etc.).
    Carlista Cubano dio el Víctor.

  10. #10
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Has estudiado genero?,no creo que estemos hablando de lo mismo,en genero se habla de equidad entre los dos generos sustentandonos en que en Cristo Jesús no hay judío ni griego, hombre ni mujer etc,no buscamos exaltar ni al machismo ni al feminismo,nada que ver con doctrinas diabolicas como usted dice,ni se trata de hacer politica.

  11. #11
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Perdón por insistir, pero todas las personas somos del mismo género: Homo sapiens. Género Homo, especie sapiens. Tanto el hombre como la mujer. Las personas nos distinguimos por el sexo: sexo femenino y sexo masculino. Género tienen las palabras. Eso de género se lo han inventado los pargos para que se acepte su perversión. Según ellos, el género puede ser heterosesual masculino, heterosexual femenino, homosexual masculino, homosexual femenino y bisexual. Pero Dios creó a Adán y Eva, no a Adán y Evaristo. Varón y hembra los creó. La llamada teoría de género es un invento de hace pocos años para trastornar la sociedad y reducir el número de nacimientos. Y lo de que en Cristo Jesús no hay varon ni mujer, eso de la equidad, ya lo he dicho más arriba y lo vengo diciendo desde siempre.
    DOBLE AGUILA, Carlista Cubano y Pious dieron el Víctor.

  12. #12
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Uso del Velo en la mujer en la Santa Misa


    Por medio del velo la mujer oculta lo físico para mostrar que lo que importa es el alma, lo espiritual, que es lo que agrada a Dios cuando nos presentamos con deseos de santidad. Su uso anima a la humildad, al recogimiento y al recato en la Casa de Dios y es signo de pureza y de entrega al Altísimo.



    Uso del Velo en la mujer en la Santa Misa | Adelante la Fe
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  13. #13
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Velo y desvelo




    L
    eí hace ya tiempo, un hermoso artículo llamado “El velo, un honor para la mujer”, enumeraba allí tres razones, tomadas entre otras, para explicar por qué el velo en las mujeres:
    “1ª. Porque es hermosa. El velo le recuerda que no debe dejarse llevar por la concupiscencia de la belleza, ni arrastrar a otros. Es signo del pudor y recato, de la modestia en el ornato con que siempre ha de vivir y presentarse ante Dios.


    2ª. Porque es madre. De una forma especial la mujer ha sido unida a la obra creadora de Dios por su propia maternidad. El velo le recuerda que su maternidad es sagrada, y por ello se cubre, para indicar que al estar cubierta el mundo no puede dañarla ni ella dejarse.


    3ª. Por su maternidad espiritual. Este es un aspecto importantísimo y desconocido por la mujer. La mujer pudorosamente vestida, cubierta con su velo, en silencio orante es fiel reflejo de la imagen de la Santísima Virgen, que con su silencio y su velo oraba incesantemente por su Hijo y meditaba Su obra redentora. El recogimiento dentro de la iglesia de la mujer con el signo distintivo de su velo tiene un fruto riquísimo para la Iglesia, para la santidad sacerdotal, el sostenimiento moral y espiritual del clero y para el fomento de las vocaciones. La maternidad espiritual es una grandísima y hermosísima vocación femenina, muy desconocida desgraciadamente, pero de un valor que me atrevería a decir “estratégico” dentro de la Iglesia”.


    Me dejó pensando en los tres puntos que mencionaba… Porque nuestros tiempos hacen la renuncia explícita de esos tres valores. Renuncia a la belleza, reemplazada por lo feo, lo carente de armonía, lo provocador, lo disonante, lo oscuro, lo agresivo.


    La maternidad física es desplazada y despreciada, relegada por el éxito material, profesional, temporal, académico, económico. La maternidad es suplantada por el confort, la figura, la comodidad, el bienestar, los caprichos.

    La maternidad espiritual es ignorada y en su lugar queda una profunda e insondable esterilidad y frigidez espiritual que se encubre de activismo hueco que no deja huella en el alma de nadie.


    Asistimos hoy al proceso de destrucción de la familia, la sociedad y la cultura. Un tiempo que desafía a Dios y repite y grita en cada gesto y en cada acción: “No queremos que este reine sobre nosotros”. Todos sabemos hasta qué punto el ataque a la mujer, a su verdadero ser y condición es la causa de esta destrucción a la que asistimos. Toda tarea de restauración de la familia, la sociedad y la cultura deberá pasar por la recuperación del verdadero rol y dignidad de la mujer.


    Pensé en aquella tremenda y magnífica profecía de Santa Hildegarda de Bingen, fuerte en su plasticidad y significación, cuando escribe:


    “Vi una mujer de una tal belleza que la mente humana no es capaz de comprender. Su figura se erguía de la tierra hasta el cielo. Su rostro brillaba con un esplendor sublime. Sus ojos miraban al cielo. Llevaba un vestido luminoso y radiante de seda blanca y con un manto cuajado de piedras preciosas (…). Pero su rostro estaba cubierto de polvo, su vestido estaba rasgado en la parte derecha. También el manto había perdido su belleza singular y sus zapatos estaban sucios por encima. Con gran voz y lastimera, la mujer alzó su grito al cielo: ‘Escucha, cielo: mi rostro está embadurnado. Aflígete, tierra: mi vestido está rasgado. Tiembla, abismo: mis zapatos están ensuciados (…). Los estigmas de mi esposo permanecen frescos y abiertos mientras estén abiertas las heridas de los pecados de los hombres. El que permanezcan abiertas las heridas de Cristo es precisamente culpa de los sacerdotes. Ellos rasgan mi vestido porque son transgresores de la Ley, del Evangelio y de su deber sacerdotal. Quitan el esplendor de mi manto, porque descuidan totalmente los preceptos que tienen impuestos. Ensucian mis zapatos, porque no caminan por el camino recto, es decir por el duro y severo de la justicia, y también porque no dan un buen ejemplo a sus súbditos. Sin embargo, encuentro en algunos el esplendor de la verdad’. Y escuché una voz del cielo que decía: ‘Esta imagen representa a la Iglesia. Por esto, oh ser humano que ves todo esto y que escuchas los lamentos, anúncialo a los sacerdotes que han de guiar e instruir al pueblo de Dios y a los que, como a los apóstoles, se les dijo: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación”[1].


    Su rostro, el que debía estar cubierto por un velo, está cubierto de polvo. ¿Ha perdido el pudor que la reservaba, la sacralidad que la preservaba? La imagen como dice Santa Hildegarda, es representación de la Iglesia, ¿pero podría ser también representación de la mujer caída de la dignidad que le otorgaba el cumplimiento fiel de la voluntad de Dios?

    Pensé también en tantas “desveladas” conocidas y desconocidas, cuyo mayor esfuerzo es precisamente la ruptura del orden, la ruptura de la fidelidad, la ruptura de la misión. Desveladas para no velar por nada que valga la pena, desveladas para impedir que otras tantas mujeres sean altar del Creador y lleven en su seno al fruto de verdadero amor.


    Desde los ’60 cundieron por el mundo tanto en el campo liberal como en el socialista las ideas de la “liberación” femenina.
    ¿Liberación de qué? Del rol principalísimo de la mujer como esposa y madre (no es casual que los ‘60s fueran los años de la explosión de la píldora). Liberación de la maternidad, liberación de la ternura, liberación de su lugar y su papel exclusivo, que nadie podría reemplazar. También a la Iglesia afectó esa idea y la liberación tuvo su signo en la abolición del velo. Sólo las religiosas lo mantuvieron como signo de la maternidad espiritual (hoy también asistimos al “desvelamiento” de las religiosas y el tiempo nos va diciendo de su infecundidad espiritual).


    Pensé en el significado de estar velada, cubierta, solemne, subrayando el misterio que se oculta debajo del velo. Pensé en el desprecio de nuestros tiempos por el misterio hondo, alto. Todo debe ser explícito, todo debe ser mostrado. Pero el ansia infantil de misterio, el afán del asombro existe y entonces es suplantado por una caricatura: la literatura y el cine de misterio, suspenso, terror.


    El misterio verdadero que oculta el velo, es el de esa mujer velada que somete libremente su voluntad, se entrega como la novia ante el altar y allí en lo secreto ofrece sus muchos y variados desvelos por el hijo, por cada hijo, por el esposo, por la vida que aún no late, por la vida que va creciendo y toma su rumbo, por los hijos espirituales, por los amigos.

    El velo, al igual que cubre el altar para el santo sacrificio, cubre el altar del corazón de la mujer, donde ofrecerá el sacrificio diario de su virginidad o de su maternidad, el sacrificio diario de su fecundidad espiritual.


    Andrea Greco de Álvarez



    [1] Hildegarda de Bingen, Carta a Werner von Kirchheim, año 1170.

    Velo y desvelo

  14. #14
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Todo lo que se dice del velo es hermoso,pero vallamos al contexto,una mujer no dejara de ser virtuosa,honrada ,sensible ,leal ,sacrificada,por la unica razon de no llevar velo,espero que no se exagere,todo depende de las costumbres ,del lugar donde cada quien vive.

  15. #15
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Nadie ha afirmado que la mujer que no lleve velo no sea virtuosa. Ninguna tiene por qué sentirse ofendida. Eso no impide hablar del significado e importancia del velo. Y si vamos a hablar de costumbres y lugares, ha sido costumbre universal de la Iglesia hasta hace casi nada.
    Carlista Cubano y Pious dieron el Víctor.

  16. #16
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Excelente respuesta! Las personas no tenemos un género como las palabras, sino un sexo. La llamada ideología de género no es otra cosa que la lucha de clases marxista aplicada a las relaciones entre el sexo masculino y femenino. Es una ideologia aberrada, irracional, demencial. Te felicito, hermano, por esa respuesta que demasiadas personas aun no entienden debido al intenso bombardeo de propaganda enganosa al respecto.

  17. #17
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    Re: El velo, un honor para la mujer

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Belice: La llamada ideología de género no es otra cosa que la lucha de clases marxista aplicada, no a la política, sino a los sexos masculino y femenino. Porque las personas no nos distinguimos por el género como las palabras, sino por el sexo. Dios creó al hombre, hombre y mujer los creó.

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