4. Los pensadores españoles y las prendas naturales de los judíos
Maritain supone adornados o adorna por su cuenta a los judíos con las prendas morales e intelectuales más sobresalientes, superiores en su conjunto, según él, a las poseídas por los no judíos.
Queda de ese modo la raza judía como producto humano clasificada muy por encima de todos los varios y míseros habitadores del globo terráqueo. Los defectos de que se la pueda acusar se borran y significan muy poco cuantitativa y cualitativamente comparados con los más enormes visibles de los adversarios.
Es Israel una víctima, casi inocente, que prolonga su existencia en medio de la maldad del mundo, como pregón y recuerdo vivo de un profundo misterio.
“Por uno de esos actos del libre albedrío que comprometen el destino de la comunidad, los Sacerdotes de Israel, los malos guardianes de la viña... optaron con buenas razones de prudencia política por el mundo, y a esa opción quedó ligado en adelante todo el pueblo hasta que él cambie por sí mismo” (Maritain: O. c. pág. 61).
Se ignoraba hasta ahora que la prevaricación de los príncipes y sacerdotes judíos se hubiese apoyado para rechazar a Jesucristo “en buenas razones de prudencia política”; se creía, por el contrario, que esas razones habían sido malas y ficticias, porque Jesucristo no sublevaba al pueblo contra la autoridad, según le atribuían los sacerdotes, ni prohibía pagar el tributo al César.
Maritain aprueba la prudencia política de los Deicidas sus antepasados y enseña implícitamente que el sistema de Maquiavelo dirigido a sacar triunfantes sin reparar en medios la voluntad y la permanencia del príncipe es bueno.
Las cualidades notables de los judíos, naturales o adquiridas, no las inverosímiles con que Maritain les engalana, fueron estudiadas entre nosotros ya en el siglo XVI por el doctor Huarte de San Juan con penetrante perspicacia («Examen de ingenios para las ciencias». Nadie hasta entonces había ahondado tanto con análisis psicológico tan agudo en el alma judía. Los principios científicos donde se fundaba el doctor, hoy no admitidos, no influyen en la consistencia y limpidez de los resultados.
Nadie tampoco habló hasta ahora con tan soberana elocuencia de la Biblia como habló en pleno siglo XIX Donoso Cortés. Reverenciando y dejando aparte el elemento divino, consideróla especialmente como producto literario donde proyectó el pueblo judío las excelsas cualidades de su espíritu.
Vino nuestro egregio pensador a completar con ese maravilloso discurso la descripción admirable del Libro sublime hecha a rápidas pinceladas por Balmes en su obra maestra «El protestantismo comparado con el catolicismo»...
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