El Primado, Guadalupe y las fotos de la Junta


«Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.» Testamento de Fernando III, el Santo, a su hijo Alfonso X, el Sabio. (Acta Sanctorum Augusti, 5 - 1868 - 1, 546)

He esperado a leer el texto de la homilía del Cardenal Arzobispo de Toledo para enviar este artículo, ya preparado con muy distinto signo y que por desgracia debo sustituir. La razón es la sorpresa de una homilía tan blandita y respetuosa con los representantes de la Junta de Extremadura, de donde en último origen partieron las fotografías blasfemas guardadas arteramente para ocasión propicia.

Todos esperaban del Primado algo más claro y rotundo en defensa y exaltación de los Ofendidos que, como sabemos, fue Nuestro Señor Jesucristo. Aquél por quien papas y cardenales, abades y presbíteros —más todos los monseñores de la Iglesia— son respetados y reverenciados. Nos parece que Don Antonio Cañizares podría haber sido más enérgico en ocasión tan propia de su representación y de sus deberes. Allí, ante los fieles ofendidos, en su tierra y delante de la venerada imagen de la Virgen, pudo adecuar la doctrina al flagrante insulto infligido a la fe milenaria de aquellas tierras.

Alguien habrá, seguro, que me salga con la bobada de que el Evangelio nos manda amar a nuestros enemigos... Pues oiga, aquí no se da el caso, pues no son "nuestros" enemigos los que nos han ofendido sino que se trató de ofender al Dios hecho Hombre, a nuestro Salvador. Por supuesto que no pretendo instruir a la Iglesia docente en cómo tiene que decir sus homilías, pero sí protestar y denunciar, como Iglesia enseñada, que el señor Arzobispo no defendió la fe de la Iglesia, ni en un mínimo atisbo, como reclamaba el caso y la oportunidad única del acto. Nada; todo mermelada. Aunque fuera de pasada, pudo advertir a los asistentes del peligro de condenación eterna para las almas de los funcionarios que consintieron en la publicación de las fotos... Pudo lamentarse de que si tales cosas ocurren es porque en estos tiempos hemos perdido la fe de nuestros antecesores, porque si hubiera fe en el pueblo —ahora deslavazada por "la nueva pastoral"—, el viejo Sanedrín no se hubiera atrevido a este salivazo.

No seamos ilusos, cada vez está más claro que para la actual jerarquía una advertencia así es inconveniente, inclusive prohibida, un retroceso pastoral a pesar de que los primeros que lo agradecerían serían los afectados de culpa. Teniéndoles allí presentes, la llamada de atención al riesgo de excomunión para sus almas por la evidencia de su permisividad, habría sido una catequesis muy oportuna para todos, extremeños y españoles, lo cual no impediría acompañarla con el perdón que el Presidente de la Junta solicitó públicamente, para sí, por A3-TV. «Tres actitudes podría haber adoptado ante este escándalo —dicen que dijo Rodríguez Ibarra en una nutrida reunión privada— : la de Judas, y no importarme nada la ofensa; la de Pilatos, y lavarme las manos políticamente, o la de la Magdalena, que es la que finalmente elijo para postrarme a los pies de la Iglesia...». El político y pecador Rodríguez Ibarra queda con esta confesión en mejor lugar que el Arzobispo. No estorbaba, por tanto, la energía de la previa condena al acto seguido de dar la paz.

Si la Virgen era la homenajeada, obvio es que el sermón debía exaltarla en nombre de todos los fieles. Su Eminencia se extendió en ello y, muy a la moda actual, nos habló del amor... De ese amor anodino y tan poco identificado con la fe que Raphael cantó mucho mejor, y con música. El Arzobispo habló del amor que Dios nos tiene, del amor que Dios puso en María, del consabido amor que nos debemos los unos a los otros... ¡Oh, la, la...! Pero el acto y la ocasión guardaban una herida profunda que merecía la execración a las ofensas, más si eran reiteración de las hechas con las mismas fotografías el año 2003, en Cáceres, en la iglesia de la Preciosísima Sangre, de propiedad particular. Pero, desgraciadamente, la prudencia política se convirtió en baldón añadido. Pocas palabras habrían bastado para dar la cara sin salirse del terreno religioso, en cuyo ámbito no puede aquí aplicarse "el perdonar a los que no saben lo que hacen", pues no es de recibo para estructuras administrativas jerarquizadas, controladas por responsabilidades en cascada y organigramas funcionarios.

Las fotos las hemos visto, son repugnantes más por su malicia que por su vulgaridad, que es mucha. Pero, fuera de toda consideración, son sobre todo el primer aviso acerca de quienes se han apoderado de España. Precisamente por su ordinariez las composiciones delatan el sello judío en sus viejas ofensas registradas en los archivos históricos de toda Europa... De uno de estos escarnios la Catedral de Toledo tiene un antiguo fresco relativo al martirio del Niño de La Guardia (Toledo), un pueblito cercano a Ocaña donde todavía existe una capilla levantada en su honor. Casi todos los negocios de la carnaza más obscena y de la casquería lasciva se han desarrollado siempre allí donde los judíos se posicionaron, preferentemente en las naciones de herencia cristiana que se desprotegen con la idolatría liberal, de modo que en cuanto la pasividad les da billete vuelven sus odios a "ese Crucificado insoportable", como en estos últimos años se muestra con el Jesús que se desnuda y hace payasadas por las calles en un film de POLYGRAM, empresa del Presidente del Consejo Mundial Judío, señor Bronfman; y sigue con la prolífica aparición de películas contra la fe cristiana: Natividad, Teresa, el cuerpo de Cristo, La tumba de Jesús, La vida oculta en el Tíbet y cosas por el estilo de cuya iniciativa está la detrás o delante la masonería. Envalentonados, porque saben que la fe cristiana ya no se afianza en la instrucción y la piedad de antaño, la atacan pero, en paradoja feliz, el resultado es que nos infunden más fe, pues en cierto modo muestran creer más en Jesucristo que los "nuevos católicos" (Miret Magdalena, Nova Terra, Barcelona). La suciedad y el odio de estos ataques sólo se explican por una fuerza escatológica... Ni la patología, ni la "discreta obediencia" justifican la basura pornográfica aplicada a las figuras santísimas de Nuestro Señor y de su Santísima Madre (¿Se han quedado estos títulos en rutina convencional?) Las fotos lascivas, groseras, asquerosas se compusieron sobre iconos santos como el de la Piedad. Es innecesario describir qué clase de conciencia puede producir estas cosas, excepto si por la ambición de alcanzar grado en su logia. Trabajar con esto sólo viene de una planificación impregnada de servidumbre satánica, porque se trata de una agresión sobrenatural, teológica que siembra por España diablos caídos sobre los tejados —véase el nuevo de la calle Los Milaneses, en Madrid— y quita la Navidad de las ciudades o propone la mezcla de costaleras y costaleros bajo los pasos de Semana Santa...

¿Qué está pasando en la Iglesia que en sus príncipes y pastores se inhibe de la razón de su existencia? Así el Obispo de Coria-Cáceres que se lamentaba más porque las fotos de 2003 se exhibieron en una iglesia privada, dando a entender que no sería tanta ofensa si se exhibieran en un teatro... ¿Qué le ofende, pues? ¿Las fotos o el lugar? Así tenemos la experiencia de que por aquellos años se representó en el Teatro Bellas Artes, de Madrid, una obra sacrílega y los que viven de y para la Iglesia de Jesucristo sólo ofrecieron la "prudencia" de lamentar "los actos violentos de unos exaltados". Se referían a uno jóvenes que se subieron al escenario y la emprendieron a tortas con los actores. ¿No nos dan ganas de vomitar?

Todo se explica en la dejadez, en la falta de fe, en el oficio por encima de la vocación, en que los monseñores son funcionarios de negocios más que servidores de Dios, en que sus labios hablan palabras religiosas pero no tienen religión en el corazón. (Is 29, 13; Mt 10, 10) Esto es así porque la Iglesia de Cristo está regida por el contraprincipio del humanismo integral, del Himno al Amor, de la tolerancia y de la paz... Que no hay que condenar y, si se condena, que sea como a los liberacionistas que a ninguno se le excomulga sino que se le declara "ajeno a la docencia católica". Que lo que debemos hacer es consensuar... para que nos envilezcamos más y los enemigos de nuestra fe disfruten de la situación más favorable posible. "Por Dios, usted no sabe... La guerra, las muertes, los incendios, las expulsiones..." Sí, claro... Pero con la "nueva evangelización del amor y del ecumenismo" pronto no quedará cristianismo que merezca enemigos. ¡Qué éxito de mansedumbre y solidaridad! Por supuesto, lo quiero creer, no es lo que se pretende pero sí lo que se consigue. Y para taparnos los ojos se ofrecen las traducciones mutiladas: "que nos amemos los unos a los otros", escamoteando lo que sigue: "como yo os he amado". (Jn 13, 34; 15, 12) Es decir, arriesgando la vida por Él. O lo arriba dicho sobre el amor a nuestros enemigos... Pues, miren ustedes, si es cosa de amor empecemos por confesar a Jesucristo delante de los hombres, (Lc 12, 8) y los primeros esos señores que llevan vestiduras de color martirial. La pena reservada a quien no lo cumple es la peor posible: no ser reconocidos por Dios en la hora de la muerte. (Lc 12, 9)

Nuestro Cardenal Primado y Arzobispo de Toledo tuvo para comer de su mano a los más distinguidos responsables de la Junta de Extremadura, alguno como mascarón de la ignominia con un pie en el Gran Arquitecto y el otro pie acariciándole la pierna al Ángel de la sabiduría cúbica. ¡Qué ocasión! Pintiparada para informar, sobre todo informar sobre lo expuesto que es atacar a Dios, que escupir al cielo cae siempre sobre uno. Y también para incoar, inducir y exigir acciones de reparación colectiva a los culpables y a los votantes que les dieron el poder. Pues... nada de nada, "no sea que se nos acuse de interferir en su convocatoria electoral..."

Qué ocasión perdida para su estado de pastor católico. El Cardenal prefirió navegar por las aguas seudo-místicas del amor más anodino, de la paz más materialista y del homiliario más retórico, en una oportunidad única para ejercitar la Caridad teologal, predicar la verdadera paz, que se origina en las conciencias, o para hacer apología valiente y rotunda del respeto que merece la fe cristiana en un país como España...

Francamente, todo un desperdicio por el que tenemos el deber de protestar... Para mí, que le he tenido en tan esperanzada estima, el Cardenal Arzobispo de Toledo se ha quedado en solamente señor Cañizares. Y bien que lo siento, muchísimo... (Mt 5, 13)

Homilía del Sr. Cardenal Arzobispo

Pedro RIZO