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Tema: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

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  1. #1
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    D. Martín de Goiti

    Martín de Goiti (b.15?? - d. Manila, 1574) was a Spanish conquistador and founder of the city of Manila.
    Goiti was one of three conquistadors who accompanied Miguel López de Legazpi and Juan de Salcedo's conquest of the Philippines in 1565. He was the leader of the expedition to Manila, ordered by Legazpi in 1569. There, he fought a number of battles against the Muslim ruler, Rajah Suliman of Manila for control of lands and destroyed its kingdom.

    Battle of Manila (1570-1575)

    The Spaniards arrived in Luzon in May 8, 1570 and camped on the shores of Manila Bay for several weeks, while pretending to form an alliance with the Muslim rulers. However, Goiti had other plans and tricked the natives into believing that they were only visiting and staying for a short period.
    In May 24, 1570, after fighting had erupted between the two groups. Goiti marched his 300 soldiers in-land, towards Tondo where they meet thousands of native defenders. There, they defeated and killed most of Suliman, Lakandula and Matanda's forces. Goiti took the rulers as prisoners, tortured and executed those who refused to accept Spanish rule.
    Goiti and Salcedo then marched their armies towards the Pasig River and captured the city of Manila on June 6, 1570, and burned it to the ground, killing more natives in the area.
    After the battle, guerilla war broke out, continuing for the next 10 months. The Spanish fortified themselves in the area and erected the stronghold of Fuerza de Santiago, which became their outpost. Some Spanish forces were forced to seek shelter in their fleets in Manila Bay, when fighting grew intense.
    The Spanish pressed on and succeeded in gaining full control of the settlements and putting down the rebellion on June 24, 1571, after the arrival of Legazpi in Manila, who agreed to a peace agreement.
    Goiti's conquest paved the way for the establishment of Manila as a permanent Spanish settlement and capital city of the Philippines. He later explored Pampanga, Pangasinan and founded several cities in Luzon between the periods of 1571 -1573.

    War against the Chinese Pirates

    Goiti fought in the war against the invasion of 3,000 Chinese pirates and warriors led by the corsair Lim ah hong, who besieged on Fuerza de Santiago and the city of Manila in the early periods of 1574. Goiti was killed by Lim ah hong, who massacred most of the Spaniards in the city.
    Most of the Spanish reinforcements came from Vigan and Cebu. Martin de Goiti's second in command, Juan de Salcedo left Ilocos Sur, after hearing the news traveled to Manila where he discovered the city had fallen to the hands of the Chinese army. Salcedo's forces attacked and drove the Pirates out of Manila. Lim ah hong and his surviving soldiers retreated to Pangasinan where they began to re-organize their forces.
    In 1575, Salcedo's army marched north to Pangasinan, in pursuit of the Pirates and besieged them for three months. The Spanish avenged Goiti's death by capturing and killing Lim ah hong and his warriors in the river of Pangasinan and burning them alive, along with their ships.

    Legacy

    Goiti is laid to rest in a tomb inside the San Agustin Church, at his home at Intramuros.

    http://en.wikipedia.org/wiki/Martin_de_Goiti

  2. #2
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    D. Iñigo Ibáñez de Oñaz y Sánchez de Likona (Azpeitia 1491 -Roma 1556) - San Ignacio de Loyola

    Ignacio de Loyola

    Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer, Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es vuestro. Disponed a toda vuestra voluntad, dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta.



    Su nombre era Iñigo López de Loyola, que cambió entre 1537 y 1542 por el de Ignacio «por ser más universal», o «más común a las otras naciones». Según la tradición, fue el último de los ocho hijos varones de Beltrán Ibáñez de Oñaz, señor de Loyola, y Marina Sánchez de Licona.

    Sobre su fecha de nacimiento oscilaron las opiniones de los contemporáneos. En su epitafio, tras seria deliberación, se fijó su muerte a los 65 años de edad, lo que equivalía a decir que había nacido en 1491. Nada cierto se sabe sobre su primera educación familiar. Su madre debió de fallecer antes de 1506; su madre, poco después de otorgar testamento el 23 octubre 1507. Por estos años, el joven Iñigo se incorporó en Arévalo (Avila) a la familia del contador mayor [ministro de Hacienda] de los reyes, Juan Velázquez de Cuéllar. Allí pasó unos diez años, en los cuales tuvo ocasión de acompañar al contador durante sus viajes a la corte y otros lugares. Con los libros de su protector pudo adquirir una cierta cultura y perfeccionar su escritura, que le mereció ser considerado «muy buen escribano». Tras la caída en desgracia y sucesiva muerte de Velázquez de Cuellar en 1517, su viuda, María de Velasco, se preocupó del porvenir de Iñigo y le dio 500 escudos y dos caballos, para poder dirigirse a Navarra y servir como gentilhombre al virrey, Antonio Manrique de Lara, duque de Nájera. Allí dio muestras de hombre «ingenioso y prudente en las cosas del mundo» y de tener «grande y noble ánimo y liberal», como escribió Juan Alfonso Polanco, sobre todo en dos ocasiones: cuando ayudó a la pacificación de algunas villas de Guipúzcoa, divididas por el nombramiento de Cristóbal Vázquez de Acuña como corregidor, y cuando la villa de Nájera se sublevó contra su señor durante la rebelión de las Comunidades (1520-1522).

    Tomó parte en la defensa de Pamplona al ser atacada (1521) por el ejército francés. Incitó a sus compañeros de armas a resistir en el castillo, pero fue herido por una bala que le rompió una pierna y le lesionó la otra. Desde Niccolo Orlandini, la tradición ha situado la providencial herida en el 20 mayo 1521, lunes de Pentecostés. La rendición del castillo se produjo el 23 ó 24 del mismo mes. La herida de Iñigo fue grave, como consta por la deposición del alcaide del castillo, Miguel de Berrera. Tras las primeras curas, practicadas por los franceses, fue llevado por sus paisanos a su casa de Loyola, donde sufrió una dolorosa operación, soportada con gran fortaleza. Su estado fue empeorando y el 28 junio fue el día crítico, pero aquella misma noche empezó a mejorar. Una vez repuesto, quiso que le cortasen un hueso de la pierna, que le habría impedido calzarse una bota «muy justa y muy polida» que deseaba llevar.























    II. CONVERSIÓN y PEREGRINACIONES (1521-1524)


    Durante su convalecencia pidió que le diesen libros de caballerías para entretenerse, pero al no encontrarse en la casa, le dieron a leer la Vida de Cristo por el cartujo Ludolfo de Sajonia, traducida al español por Ambrosio Montesino y publicada en Alcalá hacia 1502 o 1503. También le ofrecieron el Flos Sanctorum de Jacobo de Varazze, en una traducción prologada por el cisterciense Gauberto Maria Vagad. La lectura de estos libros le provocó una lucha interior que le abrió el paso a su conversión, a través de la discreción de espíritus. Se dio cuenta de que, cuando se entretenía en pensamientos mundanos, entre los que dominaban los servicios que podría hacer en favor de una dama innominada, encontraba gusto en ellos, pero después se sentía árido y descontento; mientras que cuando pensaba en imitar a los santos, cuyas vidas estaba leyendo, no sólo se consolaba con estos pensamientos, sino que después de dejados, quedaba contento y alegre. La pregunta que se hacía a sí mismo era: «¿Qué sería si yo hiciese lo que hicieron Santo Domingo y San Francisco? y se proponía: ¿Santo Domingo hizo ésto? Pues yo lo tengo de hacer. ¿San Francisco hizo ésto? Pues yo lo tengo de hacer.» Decidió romper con su vida pasada y empezar una nueva. Su primer propósito fue realizar una peregrinación a Jerusalén. Para imitar a los santos se daría a largas oraciones y penitencias.
    Rompiendo la resistencia que le opuso su hermano mayor, salió de Loyola en febrero 1522, con el plan de dirigirse a Barcelona y de allí a Roma, para procurarse el necesario permiso del Papa en orden a su peregrinación. Se detuvo en el santuario mariano de Aránzazu, donde probablemente hizo voto de castidad. Él nos dice que este voto lo hizo en el camino hacia Montserrat, donde se preparó por un tiempo a una confesión general, que duró tres días, y a la vela de armas, que realizó ante la imagen de la Virgen morena en la noche del 24 al 25 marzo 1522.
    El 25 marzo «en amaneciendo, partió por no ser conocido, y se fue, no el camino derecho de Barcelona, donde hallaría muchos que le conociesen y le honrasen, mas desvióse a un pueblo, que se dice Manresa». Su idea era quedarse en Manresa algunos días en un hospital y anotar algunas cosas en un libro «que él llevaba muy guardado y con el que iba muy consolado»- De hecho, su estancia en Manresa se prolongó unos once meses, y puede dividirse en tres períodos: uno de calma casi en un mismo estado interior; el segundo, de terribles luchas interiores, dudas y escrúpulos acerca pasadas, con tentaciones de suicidio; el tercero consolaciones e ilustraciones divinas, que tuvieron por objeto el misterio de la Eucaristía y otros. Por efecto de estas luces llegó a decir que, aunque no hubiese la Sgda. Escritura, él creería en los artículos de la fe solamente por la luz que había recibido en Manresa. La más extraordinaria de estas gracias fue la que suele llamarse “eximia ilustración”, que recibió a orillas del río Cardoner, una vez que se dirigía al monasterio de San Pablo. No precisó a su confidente, el P. Luis Gonçalves da Càmara lo que allí se le comunicó, pero sí que desde aquel momento “Le parecía como si fuese otro hombre y tuviese otro intelecto que tenía antes». Añadió que, si juntase todas las ayudas que había recibido de Dios hasta entonces (en 1555), «no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola». A esta ilustración aludía, con toda probabilidad, al fin de su vida cuando, al ser preguntado por algunas cosas introducidas en la CJ, se refería a «un negocio que pasó por mí en Manresa). Lo que allí vio, probablemente, fue el nuevo rumbo que había de imprimir a su vida: cambiar el ideal del peregrino solitario por el de trabajar en bien de las almas, con compañeros que quisiesen seguirle en la empresa. En este sentido deben entenderse las meditaciones del Reino y de las Banderas, de los Ejercicios, en las que Jerónimo Nadal vio una estrecha relación con el fin que se había de dar a la Compañía de Jesús. En este tiempo de Manresa hizo «cuanto a la substancia», según expresión de Diego Laínez, los Ejercicios Espirítuales, que practicó antes de escribirlos. Como dice Polanco. «después el uso y experiencia de muchas cosas le hizo más perfeccionar su primera invención; que, como mucho labraron en su misma ánima, así él deseaba con ellos ayudar a otras personas”.
    En febrero 1523 dejó Manresa para ir a Barcelona, desde donde, hacia el 20 marzo, se embarcó para Gaeta, para proseguir viaje a Roma. El documento pontificio concediéndole el permiso para peregrinar a Jerusalén lleva la fecha del 31 marzo 1523. Después de pasar en Roma la fiesta de Pascua (5 abril), el 13 ó el 14 emprendió el viaje a Venecia. Allí participó, junto con los demás peregrinos, en la procesión del día de Corpus. No teniendo dinero para pagarse el viaje a Jerusalén ni queriendo servirse de los buenos oficios del embajador de España, gracias a la recomendación de un español que le había socorrido a su llegada a Venecia, tuvo una audiencia con el dux Andrea Gritti, quien mandó que fuese admitido en el barco que llevaba a Chipre al nuevo embajador de la Serenísima. De la peregrinación a Jerusalén se tienen detalles, además de los consignados por Iñigo en sus memorias, por las relaciones escritas por dos de sus compañeros: el zuriqués Meter Füssly y el estrasburgués Philipp Hagen. Embarcándose en Venecia el 14 de julio de 1523, llegaron a Jerusalén el 4 de septiembre. Iñigo siguió a sus compañeros en la visita a los Santos Lugares. Pero su intención secreta era quedarse allí establemente, en parte para satisfacer a su devoción y en parte para ejercitar su apostolado con sus habitantes. Con todo, el provincial de los franciscanos, encargados de la Custodia de la Tierra Santa, se opuso tenazmente a aquel proyecto por el peligro que corría la seguridad personal de los forasteros en la región. Iñigo se vio, pues, forzado a renunciar a su sueño y emprender el viaje de vuelta. Salió de Jerusalén el 23 de septiembre y, tras muchas peripecias, llegó a Venecia a mediados de enero de 1524.



    III. ESTUDIOS (1524-1535)

    Durante todo el viaje estuvo pensando qué haría en adelante. Su decisión fue estudiar en Manresa, bajo la dirección de un monje cisterciense del monasterio de San Pablo, pero cuando fue a visitarlo, se enteró de que había muerto. Se instaló entonces en Barcelona, donde una bienhechora, Isabel Roser, se comprometió a cuidar de su sustento, y un maestro de gramática, el bachiller Jerónimo Ardévol, a enseñarle gratis. Así, a sus 33 años, empezó a estudiar latín. Tropezó con una dificultad, que resolvió con el recurso al discernimiento espiritual. Cuando se ponía a estudiar, le venían grandes ilustraciones espirituales que, al estorbarle en el estudio, vio que no procedían del buen espíritu. Prometió, entonces, en la iglesia de Santa María del Mar, a su maestro que asistiría a sus lecciones por dos años, mientras encontrase pan y agua para sustentarse. Con esta reacción eficaz venció aquella tentación contra sus estudios. Sin embargo, no pudo menos de dar desahogo a su celo, conversando con personas espirituales y dando los ejercicios a algunas de ellas. Además, reunió a sus tres primeros compañeros, que le siguieron a Alcalá y Salamanca.

    Pasados dos años, siguió el consejo de su maestro y se trasladó a Alcalá para cursar la filosofía. Estuvo en la ciudad desde marzo 1526 a junio 1527, dedicado más a sus actividades apostólicas que al estudio. Dio a algunas personas los Ejercicios leves, según las normas de la anotación 18º del libro. El extraño modo de vestir que él y sus compañeros usaban y sus reuniones para hablar de cosas espirituales, infundieron sospechas en las autoridades eclesiásticas, precavidas contra las desviaciones de los alumbrados de la región. Se le hicieron tres procesos. En el primero, los inquisidores interrogaron a algunos testigos, tras lo cual dejaron la causa en manos del vicario diocesano en Alcalá, Juan Rodríguez de Figueroa. Este impuso a Iñigo y a sus compañeros que tiñesen sus vestidos. Pasando adelante en los interrogatorios, fue-encarcelado por espacio de cuarenta y dos días. El 1 junio 1527 se dio la sentencia, por la que se les mandaba que cambiasen sus vestidos por los ordinarios de los estudiantes y que no enseñasen a nadie los mandamientos ni otras cosas de la fe católica, hasta haber estudiado tres años cumplidos. Viendo que se le impedía ayudar a las almas, decidió seguir sus estudios en Salamanca, donde encontró las mismas dificultades. Sus conversaciones espirituales suscitaron sospechas entre los dominicos del convento de San Esteban, que le sometieron a interrogatorio: hablar de cosas de Dios sólo podía hacerlo quien hubiese estudiado o quien recibiese luz especial del Espíritu Santo. Iñigo no había estudiado, luego hablaba por el Espíritu; y esto es lo que a ellos les hacía sospechar. Si en Alcalá había prevención contra los alumbrados, en Salamanca la había contra el movimiento erasmista. Iñigo y Calixto de Sa, su compañero, fueron puestos en la cárcel durante un proceso que llevó adelante el bachiller Sancho Gómez de Frías. A éste dio Iñigo «todos sus papeles, que eran los Ejercicios», para que los examinase. El punto más delicado en el que se fijaron los jueces fue el de la distinción entre pecado mortal y pecado venial. La duda fue la misma que en Alcalá: ¿cómo podía hablar de aquellas materias sin haber estudiado? A los veintidós días de cárcel, se les comunicó la sentencia: no había nada contra su vida o doctrina, pero se les ordenó que no declarasen si una cosa era pecado mortal o venial hasta después de haber estudiado cuatro años. La sentencia, pues, recalcaba la de Alcalá. Quedó libre, pero viendo que se le cerraban las puertas para el apostolado, se determinó ir a París para proseguir sus estudios.

    Llegó a París el 2 febrero 1528 y decidió repetir los estudios de humanidades en el colegio de Montaigu. Para su alojamiento escogió el hospicio de Santiago, destinado a los peregrinos de Compostela, pero, a causa de la distancia del colegio, tuvo que procurarse otra habitación. Pensó ponerse al servicio de algún profesor, pero no lo halló. Decidió entonces ir cada año a Flandes a pedir ayuda económica a los mercaderes españoles de Brujas y Amberes. Estos viajes los hizo en 1529, 1530 y 1531.
    Este último año fue a Londres, volviendo con más dinero que otras veces. Con lo que recaudaba, podía no sólo proveer a su mantenimiento, sino aun ayudar a otros estudiantes.
    Al regreso del primero de estos viajes intensificó sus conversaciones espirituales y dio los ejercicios a tres estudiantes, que cambiaron totalmente su vida. Esto disgustó al rector del colegio de Santa Bárbara, que amenazó a Iñigo con el castigo llamado la sala, consistente en azotar al castigado en una sala del colegio. Delatado al inquisidor Mateo Ory, Iñigo se presentó ante él, que le dijo que en efecto se le habían quejado sobre su conducta, pero que no pensaba imponerle ninguna sanción. Cursó la filosofía en el colegio de Santa Bárbara, donde tuvo como compañeros al saboyano Pedro Fabro y al navarro Francisco Javier. Maestro de todos ellos era Juan Peña, de la diócesis de Sigüenza. Los estudios filosóficos comprendían tres cursos: los dos primeros trataban las súmulas y la lógica, el tercero la física, metafísica y ética de Aristóteles. Iñigo obtuvo el grado de bachiller en Artes en 1532, el de licenciado en 1533 y el de maestro en 1535, aunque el diploma lleva la fecha de 14 marzo 1534, al estar datado al modo de París, donde el año comenzaba a partir del día de Pascua, que en 1534 cayó en el 5 abril. Estudió teología durante año y medio, teniendo que interrumpirla por motivos de salud.



    IV. HACIA LA FUNDACIÓN DE LA COMPAÑÍA DE JESÚS (1535-1540)


    Entre tanto se habían juntado con Iñigo los compañeros que habían de fundar con él la Compañía de Jesús. Todos ellos se proponían «servir a nuestro Señor, dejando todas las cosas del mundo», como escribió Laínez, uno de ellos . Este plan se concretó en el voto de Montmartre, que pronunciaron el 15 agosto 1534 y lo renovaron el mismo día los dos años siguientes. En aquel voto prometieron vivir en pobreza y realizar una peregrinación a Jerusalén. Si esperado un año, la peregrinación resultase imposible, se ofrecerían al Papa, para que él los enviase allá donde juzgase más conveniente. Hubo un punto que dejaron en suspenso: si, una vez llegados a Jerusalén, permanecerían allí o regresarían. Por primera vez aparece en este voto la persona del Papa como vicario de Cristo.

    Iñigo salió de París para su tierra natal a principios de abril. Al motivo de cuidar de su salud, se añadía el de visitar a los parientes de sus compañeros españoles, que no pensaban volver a su tierra, y resolver allí sus asuntos pendientes. Llegado a Azpeitia, estuvo tres meses, viviendo en el hospital, sin querer hospedarse en su casa de Loyola, a pesar de los ardientes ruegos de su hermano. Aprovechó aquella estancia para promover por todos los medios que pudo el bien espiritual y moral de sus paisanos. Hizo que se tocasen cada día las campanas de la parroquia y de las ermitas del término de Azpeitia para que al oirlas, todos rezasen un Padre nuestro, Ave María y Gloria Patri por los que estuviesen en pecado mortal. Cortó los abusos del juego, los amancebamientos y uniones ilícitas. Promovió la creación de una obra para el socorro de los pobres vergonzantes. Logró poner fin a una larga controversia que oponía al clero y al patrono de la parroquia de Azpeitia con un convento de monjas de la Tercera Orden de san Francisco. Estando él allí y actuando como testigo, se firmó el 18 mayo 1538 un acuerdo entre las partes.
    Iñigo salió de Azpeitia el 23 julio 1535 y se dirigió al pueblo de Obanos (Navarra), donde entregó una carta de Javier a un hermano suyo. Pasó a Almazán (Soria), y visitó al padre de Laínez, Otras etapas de su viaje fueron Sigüenza, Madrid y Toledo.

    En la cartuja de Vall de Cristo (Segorbe) visitó a su antiguo ejercitante de París, Juan de Castro. Prosiguió a Valencia, desde donde se embarcó para Italia.

    Pasó todo el año 1536 en Venecia, completando sus estudios teológicos y ejercitando el apostolado con conversaciones y Ejercicios. Allí vivió con las limosnas que le enviaron sus amigos de Barcelona y fue acogido en su casa por un señor «muy docto y bueno», que parece haber sido Andrea Lippomano, prior de la Trinidad. Mientras tanto esperaba compañeros que salieron de Paris el 15 de noviembre de 1536. Tras un viaje de cincuenta y cuatro días en medio de las inclemencias del invierno llegaron a Venecia el 8 enero 1537. Todos ellos, menos Ignacio, salieron el 16 marzo para Roma, a pedir permiso al Papa para peregrinar a la Tierra Santa. Lo obtuvieron el 27 abril, al mismo tiempo que la licencia para recibir las órdenes sagradas los no sacerdotes, de parte de cualquier obispo, aunque fuese fuera de las cuatro Témporas del año. El día de Corpus, 31 mayo, participaron en la procesión, junto con los demás peregrinos de Jerusalén. Pero este año no salió ningún barco con peregrinos, por los insistentes rumores de guerra con los turcos.

    Ignacio y sus compañeros recibieron las órdenes de mano de Vicente Negusanti, obispo de Arbe (actual Rab, Croacia). Ignacio difirió la celebración de su primera misa año y medio, hasta la noche de Navidad de de 1538. Deseaba prepararse mejor para acto tan importante, aunque quería, además, celebrarlo en Belén o en otro de los lugares de la Tierra Santa. El grupo de compañeros tuvo que reconocer finalmente que la proyectada peregrinación era imposible y, en consecuencia, decidió ponerse a disposición del Papa. Pero antes de salir de Venecia Ignacio tuvo que resolver un caso judicial. Había sido acusado de ser un fugitivo de España y de París, perseguido por la Inquisición. El legado pontificio Verallo confió la causa a su vicario Gaspar de’Dotti, quien instituyó un proceso en toda regla, tras el cual pronunció una sentencia absolutoria, el 13 octubre 1537. Ignacio emprendió el viaje a Roma, con Fabro y Laínez, a fines de octubre. Durante todo el viaje experimentó muchos sentimientos espirituales, especialmente al recibir la comunión. Uno prevaleció sobre los demás: una gran confianza de que Dios les sería propicio en Roma. Al llegar a un lugar, llamado La Storta, a 16,5 kilómetros de Roma por la vía Cassia, tuvo una experiencia espiritual de excepcional trascendencia. Relata en su Autobiografía (n. 96) que "haciendo oración, tuvo tal mutación en su alma y ha visto tan claramente que el Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no sería capaz de dudar de que el Padre le ponía con su Hijo». Con esta expresión reveló la unión que desde entonces sintió con Cristo. Laínez completó estos datos, añadiendo que la visión fue trinitaria, y que en ella el Padre, dirigiéndose al Hijo, le decía: " Yo quiero que tomes a éste como servidor tuyo.» y Jesús, a su vez, volviéndose hacia Ignacio, le dijo: " Yo quiero que tú nos sirvas» (FontNarr 2:133). La idea del servicio divino, tan central en los ejercicios, recibía una confirmación definitiva. Aparte del influjo que ejerció en la vida interior de Ignacio, esta visión tuvo claras repercusiones en la fundación de la CJ, empezando por el nombre de la nueva Orden, un nombre que era todo un programa: ser compañeros de Jesús, alistados bajo su bandera, para emplearse en el servicio de Dios y bien de los prójimos.

    En noviembre 1537, Ignacio entró definitivamente en Roma. Allí, mientras los otros compañeros se dedicaban a otras tareas apostólicas, él daba Ejercicios. Merecen señalarse los que dio en Montecassino al doctor Pedro Ortiz, durante la cuaresma de 1538. En este año tuvieron que sufrir los ataques de algunas personas influyentes, que esparcieron rumores contra su vida y doctrina, repitiendo la acusación de que eran fugitivos, ya procesados en otras ciudades por la Inquisición. La consecuencia fue que los fieles se iban alejando de ellos; pero el mayor peligro consistía en que, si las calumnias prosperaban, les sería imposible realizar los proyectos que iban madurando. Por eso Ignacio quiso firmemente que se instruyese un proceso formal, acabado con una sentencia. Procuró y obtuvo una audiencia del Papa en Frascati, que mandó al gobernador de Roma, encargado de la justicia, que instruyese un regular proceso. Fue providencial el por aquel tiempo coincidiesen en Roma todos aquellos que habían juzgado a Ignacio en Alcalá, París, principales del nuevo Instituto. Fueron aprobadas por los seis Padres presentes en Roma. Tras este paso, el 8 abril se procedió a la elección de su primer General, que recayó, por voto unánime, en Ignacio. Éste había dado el suyo a aquel que tuviese más votos. Conocida su elección, pidió que se repitiese después de una más madura reflexión. Pero la segunda votación, del día 13, arrojó el mismo resultado. Entonces, Ignacio pidió tiempo para deliberar, y puso el asunto en manos de su confesor, el franciscano Teodosio de Lodi, del convento de San Pedro in Montorio. Allí Ignacio, en una confesión que duró tres días, expuso a su confesor toda su vida y su estado presente, con enfermedades y miserias corporales. El franciscano fue de parecer que debía aceptar y, a petición de Ignacio redactó un informe escrito. Entonces, Ignacio aceptó la designación. Era el 19 abril. Tras la elección del General, el 22 del mismo mes hicieron todos los presentes la profesión en la basílica de San Pablo extramuros; los ausentes la hicieron en fechas y lugares diferentes.

    V. ACTIVIDAD EN ROMA COMO GENERAL (1540-1556)

    Salvo brevísimas ausencias, Ignacio permaneció en Roma el resto de su vida. Resumiento su actividad durante el generalato, pueden distinguirse en él dos aspectos: su apostolado directo en la ciudad de Roma y su acción de gobierno de la Compañía de Jesús.

    En los quince años de su gobierno logró dar a la CJ una organización ejemplar, infundirle un espíritu y abrirle las puertas hacia un apostolado universal. Fue más hombre de acción que un especulativo. En la estructura que dio a la CJ introdujo novedades que chocaron con la mentalidad de su tiempo.
    No quiso tener hábito propio ni coro ni penitencias impuestas por regla ni tiempos determinados de oración para los jesuitas formados. Todo ello para que los jesuitas tuviesen aquella movilidad y disponibilidad que exigía su forma de vida y su proyecto apostólico. Por lo mismo, no admitió una rama femenina de la CJ ni quiso aceptar el cuidado habitual de religiosas sujetas a su obediencia. Tampoco admitió dignidades. eclesiásticas o civiles.

    Ignacio fue, a un mismo tiempo, un incansable hombre de acción y un ferviente contemplativo. Su más noble ideal fue promover la mayor gloria de Dios por todos los medios a su alcance. Como hombre de gobierno, dirigió a sus súbditos con prudencia y discreción. Amaba a todos con amor de padre, y todos se sentían amados por él. Puso un acento especial en la virtud de la obediencia, tanto como ejercicio de virtud, como por ser instrumento de cohesión y eficacia en la labor apostólica. En su vida personal fue un gran contemplativo, que experimentó especiales comunicaciones divinas. Su unión con Dios adquirió un tono más elevado en la celebración de la Misa, durante la cual fue dotado del don de lágrimas. A veces no podía celebrarla por la debilidad de su salud, a la que perjudicaban tan fuertes emociones.

    Además del tiempo dedicado a la oración formal, practicaba y recomendaba a los demás el ejercicio de buscar a Dios en todas las cosas o, como escribió Nada! con frase feliz, fue contemplativo en la acción.

    Su salud se resintió toda la vida de las ásperas penitencias practicadas después de su conversión. Siempre tuvo dolores de estómago; pero la autopsia, que le practicó el mismo día de su muerte el cirujano Realdo Colombo, demostró que su enfermedad consistía en una litiasis biliar, con reflejos que repercutian en el estómago. Murió en la madrugada del 31 julio 1556. Su cuerpo fue sepultado en la pequeña iglesia de Santa Maria de la Strada y, en sucesivas traslaciones, depositado en el actual altar de dedicado a él en la iglesia del Gesù. Beatificado el 27 julio 1609 fue canonizado por Gregorio XV el 12 marzo 1622 junto con Javier, Teresa de Jesús, Isidro Labrador y Felipe Neri. Pío XI le nombró (1922) patrono de los Ejercicios Espirituales y de las obras que los promueven.

    http://www.jesuitas.es/pages/ignacio.php
    Última edición por DON COSME; 07/06/2008 a las 23:13

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    D. Martín de Múgica y Butrón (Ordicia - Santiago de Chile 1649)

    Martín de Mujica y Butrón, también reseñado como Martín de Mogica o Muxica (Villafranca - actualmente Ordicia -, Guipúzcoa, ¿? - † Santiago de Chile, abril de 1649); militar español que, designado por el rey Felipe IV de España, desempeñó el cargo de capitán general y gobernador de Chile, además de presidente de su Real Audiencia. Su gobierno en aquella destinación colonial se extendió entre mayo 1646 y abril 1649, cuando murió aparentemente envenenado. Frecuentemente descrito como un administrador honesto. Buscó la paz con los mapuches, celebrando el accidentado Parlamento de Quilín (1647).

    Antes de ser gobernador

    Miembro de una familia señorial vasca.
    Tras ingresar al Ejército de España, muy joven, hizo carrera militar escalando los grados de capitán y sargento mayor, en las guerras de Flandes y de Italia. En éste último país de destacó especialmente durante la lucha contra los franceses por el control del Piamonte. El 15 de junio de 1638 dirigió un asalto nocturno contra la plaza fortificada de Vercelli que lo reputó frente a sus superiores.
    Llamado de vuelta a España, es destinado, como maestre de campo de Pedro Antonio de Aragón, marqués de Povar, a participar en la represión de la rebelión catalana, conocida como la Guerra de los Segadores. En abril de 1642 su división, fue sorprendida y hecha completamente prisionera en Granata, por tropas francesas que apoyaban la revuelta local. Hay dos versiones sobre este incidente. Una dice que el percance sucedió al acatar ordenes desaprobadas por Mujica y su superior, el marqués.[1] La otra, que la corte responsabilizó a éste último, puesto en el cargo de Lugarteniente de Cataluña por influencia de su madre, Catalina Fernández de Córdoba, duquesa de Cardona.[2]
    Sin saberse con certeza cómo, en 1644 Martín de Mujica ya había recobrado su libertad y estaba reincorporado en las filas españolas de Cataluña. Ostentaba el hábito de la Orden de Santiago.
    Según la versión del cronista Diego de Rosales,[3] su fama de buen soldado influyó en que el rey lo eligiera, entre muchos otros, para ejercer el gobierno de Chile, el 30 de diciembre de 1644.

    Contactos familiares en Chile

    En dicho país, desde hacía unos años, se desempeñaba el capitán Alonso de Mujica y Buitrón, aparente hermano de Martín, quien había participado en Chiloé en operaciones tardías en contra de la incursión holandesa del general Elías Herckmans. Pero sobre todo nombrado, en su época, por ser quien desenterró en la abandonada ciudad del Valdivia el cadáver del corsario Hendrick Brouwer y "por ser hereje lo quemó".
    A este antecedente se suma la presencia en Chile, en la primer mitad del siglo XVII de un capitán Antonio Buitrón Mujica. Habría que enteder que ya existía una larga conexión familiar con la colonia, que podría haber influido en la destinación del gobernador.

    Gobierno


    Moralización

    Se hizo cargo del gobierno al desembarcar en Concepción, el 8 de mayo de 1646. Venía especialmente advertido del peligro de una invasión holandesa, pero sus primeras preocupaciones debieron ser más domésticas. El ejército se encontraba en un notable estado de desmoralización, la administración pública venía de un período de corrupción y el bandidaje rural se había encrementado notablemente. El problema, según la evaluación de los contemporáneos se centraba en el mal comportamiento del ejército, que potenciaba los demás aspectos:
    "Los soldados, sin temor de Dios, vivían de puertas adentro con sus mancebas y tenían por gala la picardía, por donaire la libertad y por bizarría el hurto; y el que más caballos, bueyes, mulas e indios hurtaba, era el más bizarro"[4] La simple medida de prohibir a la soldadesa permisos para pasar períodos de descanso en Santiago, evitó que ésta aprobechara los trayectos entre la frontera y la capital para cometer robos contra indígenas y hacendados. El agradecimiento popular fue tal, que una multitud salió de Santiago para vitorearlo, cuando se dirigió a dicha ciudad.

    Solicita rebaja de impuestos

    Mujica pronto se formó una imagen de la colonia que le tocaba gobernar. Le sorprendió la pobreza local y escribió al rey buscando un reducción de los impuestos.

    Segundo parlamento de Quilín

    Artículo principal: Parlamento de Quilín (1647)
    En agosto de 1646 convocó una asamblea militar en Concepción, para decidir el camino a seguir respecto de la ya casi centenaria Guerra de Arauco. En esa reunión se resolvió intentar pactar nuevas paces. Para ello se realizó el Parlamento de Quilín (1647), que resultó muy accidentado e ineficaz, pues culminó con el gobernador ejecutando a una serie de caciques mapuches, según la versión española, por complotar para matarlo.

    Terremoto

    Santiago fue destruido por un terremoto, el 13 de mayo de 1647, con gran debastación de la ciudad. Este infortunio ayudó a que el rey finalmente, y tras muchas solicitudes reiteradas, librara de impuestos a Chile por el lapso de 6 años, el 1 de julio de 1649. Mujica por su parte, trató de desgrabar a la población eliminado algunos cobros y suspendiendo el funcionamiento de la Real Audiencia.

    Muerte

    Después de pasar casi todo el año de 1648 en operaciones militares contra los mapuches, con la esperanza de pacificar la frontera, y de celebrar la semana santa de 1649 en Concepción, volvió a Santiago en abril de dicho año, donde murió repentinamente. Los contemporáneos opinaron que había sido envenenado. Incluso existió un sospechoso, de profesión abogado, cuyo nombre no ha llegado hasta nuestros días:
    "Bajó a Santiago el Gobernador, y a los tres días de su llegada murió con sentimiento de todos, menos de un togado que depuso de su empleo y lo confirmó el Rey".[5] Lo cierto es que apenas probó una ensalada, que le sirvieron durante una recepción en la capital, comenzó a botar espuma por la boca "enajenado de sus sentidos".[6]

    http://es.wikipedia.org/wiki/Mart%C3...y_Buitr%C3%B3n

  4. #4
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    D. Francisco Tomás de Antxia y Urkiza (Caserío de Longa - Mallabia/Vizcaya 1783 - Valencia 1831)

    Conocido como General Longa - Héroe de la Guerra de la Independencia (1808-1814)

    Guerrillero vizcaíno durante la guerra de la independencia. Nació el 10 de abril de 1783 en el caserío Longa de Mallabia (Bizk.) por lo que fue apodado Longa pasando a ser éste su nombre más conocido. Desde muy joven vivió en Puebla de Arganzón (Burgos) donde fue como aprendiz de herrero llegando a casarse con la hija de su patrón adquiriendo así una buena herrería. Al sobrevenir la invasión napoleónica (1809) se puso al frente de una partida de 100 hombres de gran combatividad con la que se dedicó a la guerrilla en tierras de Burgos, País Vasco y aledaños uniendo sus fuerzas a menudo a la partida de Abecia. Tenía por entonces 26 años. Estos dos contingentes formaban una temible fuerza sorpresiva que emboscada ya en puertos como el de Descarga, ya en Pancorbo, en Orduña o en Valdeajos se dejaba caer por sorpresa sobre los convoyes napoleónicos exterminando a sus componentes y llevándose el correo o los avituallamientos. En 1812, al frente de la División Iberia y siendo ya Coronel, se apodera de Castro Urdiales tras derrotar a los imperiales en Cubo y Miranda. Algo más tarde los sorprende en el valle del Sedano derrotándolos tras la muerte de Fromant y Bremont, general y coronel respectivamente. Al llegar el momento decisivo de la batalla de Vitoria se pone a las órdenes de Sir Graham; al frente de la División Iberia toma Gamarra Menor -acción decisiva- y persigue a los franceses. Participa en la toma de Pasajes, en la batalla de San Marcial y penetra en Laburdi con Wellington. En 1813 vuelve a la península donde es nombrado general, más tarde mariscal de campo y en 1825 teniente general. Murió en 183l a los 48 años de edad.



    Más y Mejor - Consultar Biobrafías:

    http://www.1808-1814.org/persones/longa.html


  5. #5
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    D. Blas de Lezo y Olabarrieta (Lezo/Guipúzcoa 1688 - Cartagena de Indias 1741)

    Español Insigne - Héroe Hispánico - Hijo de Guipúzcoa


    El Almirante D. Blas de Lezo y Olavarrieta (1688-1741)

    Esta página está dedicada a un héroe olvidado



    El Almirante Patapalo D. Blas de Lezo, General de la Armada
    Nació en Pasajes (Guipúzcoa). En 1701 ingresó como guardiamarina y
    en 1704, ya iniciada la Guerra de Sucesión española, entró en combate como
    tripulante de la escuadra francesa que se enfrentó a las fuerzas combinadas
    de Inglaterra y Holanda en batalla librada frente a Vélez Málaga y en la que
    perdió la pierna izquierda por una bala de cañon, mostrando en el terrible trance tal sangre fría que admiró al mismo Almirante. Su intrepidez y serenidad en el combate fue premiado con el
    ascenso a alférez de navío y luego a teniente de navío. Participó en la
    defensa del castillo de Santa Catalina en Tolón donde perdió el ojo izquierdo. Ostentó el mando de diversos convoyes que socorrían a Felipe V en Barcelona burlando la
    vigilancia inglesa. En uno de ellos fue rodeado por fuerzas superiores, y apurado supo salir incendiando alguno de los buques que le seguían lo que rompío el círculo que le rodeaba.

    En 1713 fue ascendido a Capitán de navío,
    y un año más tarde fue destinado al segundo sitio de Barcelona donde perdió el brazo derecho. En esa época, y al mando de una fragata, hizo once presas a los británicos entre ellas la del emblemático Stanhope, buque bien armado y pertrechado.Terminada la Guerra de Sucesión se le confió en 1723 el buque insignia Lanfranco y el mando de la Escuadra de los Mares del Sur,. limpiando de piratas las costas del Pacífico y capturando doce naviós holandeses e ingleses.

    Contrajo matrimonio en el Perú en 1725 y en 1730 regresó a España siendo ascendido
    a Jefe de la Escuadra Naval del Mediterraneo. Se trasladó a la Republica de Genova para exigir el pago de los 2.000.000 de pesos pertenecientes a España retenidos en el Banco de San Jorge, y que en desagravio se hiciera un saludo excepcional a la bandera española sopena de bombardear la ciudad. Ante la enérgica actitud el Senado genovés cedió de inmediato.

    .En 1732 y a bordo del Santiago hizo una expedición a Orán comandando 54 buques y 30.000 hombres. Orán fue rendida pero Bay Hassan reunió de nuevo tropas y sitió la ciudad poniéndola en grave aprieto. Lezo acudio en socorro con seis navios y 5.000 hombres logrando ahuyentar al pirata argelino tras reñida lucha. Persiguió su nave capitana de 60 cañones que se refugio en la bahia de Mostagán defendida por dos castillos y 4.000 moros. Esto no arredró a Lezo, que entró tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes incendiándola y causando además gran daño a los castillos. Patrulló luego durante meses aquellos mares impidiendo que los argelinos recibieran refuerzos de Constantinopla hasta que una epidemia le forzó a regresar a Cadiz.
    En 1734 el Rey premió sus servicios promoviéndolo a General de la Armada. En 1737 regresó a América con los navios Fuerte y Conquistador y fue nombrado Comandante General de Cartagena de Indias, plaza que defendió de los embates del almirante inglés Sir Edward Vernon, página gloriosa de las armas españolas


    La Invencible inglesa contra Cartagena de Indias (1741)
    La derrota de la Armada Inglesa en Cartagena de Indias en el siglo XVIII es un acontecimiento silenciado en la historia inglesa y desconcocido para la gran mayoría de españoles. La Historia está hecha de muchas mentiras, silencios y exageraciones y ésta página gloriosa de la época colonial está injustamente olvidada por el saber popular español y merece la pena contribuir a su difusión.
    En Octubre de 1739 Inglaterra declara a España la guerra de la oreja de Jenkins y planea tomar la ciudad donde confluyen las riquezas de las colonias españolas, Cartagena de Indias (Colombia), dominar el comercio en el Caribe y, en una operación combinada con las fuerzas del Comodoro Anson que con el navio Septrentión y dos buques menores acosaba las colonias del Pacifico Sur, aniquilar el imperio español en América.
    Aunque el origen de la guerra fue la rivalidad comercial entre las dos potencias, la causa inmediata de la conflagración fue un incidente cerca de la costa de Florida cuando el capitán de un guardacostas español, Juan León Fandiño, interceptó el Rebbeca al mando de Robert Jenkins y le hizo cortar a éste una oreja; después de lo cual le liberó con este insolente mensaje: "Ve y dile a tu Rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve". Este suceso enardeció a la opinión pública inglesa y dió lugar a que su Gobierno, presidido por su Primer Ministro Mr. Walpole, declarara la guerra a España presionado por comerciantes de la City que apetecían la conquista de nuevos mercados.
    El 13 de Marzo de 1741 apareció por "Punta Canoa", poniendo en vilo la ciudad de Cartagena, la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía: 2000 cañones dispuestos en 186 barcos, entre navíos de guerra, fragatas, brulotes y buques de transporte. La flota, muy superior a la Invencible de Felipe II que sólo disponía de 126 navíos, está dirigida por el almirante Sir Edward Vernon y transporta 23.600 combatientes entre marinos, soldados y esclavos negros macheteros de Jamaica. En la expedición vienen 4.000 reclutas de Virginia bajo las órdenes de Lawrence Washington, medio hermano del futuro libertador George.

    Las defensas de Cartagena no pasaban, en cambio, de 3.000 hombres entre tropa regular, milicianos, 600 indios flecheros traídos del interior más la marinería y tropa de desembarco de los seis únicos navíos de guerra de los que dispone la ciudad: el Galicia que era la nave Capitana, el San Felipe, el San Carlos, el Africa, el Dragón y el Conquistador.
    Este pequeño contingente está dirigido por hombres decididos a defenderse hasta morir: el Virrey Sebastián de Eslava, Teniente General de los Reales Ejercitos con larga experiencia militar, y bajo su mando, pero en el mar, el celebre General de la Armada D. Blas de Lezo, lobo de mar que ya ha participado en 22 batallas y expediciones navales perdiendo la pierna y el ojo izquierdo en Málaga y Toulon y quedándole lisiada la mano derecha en Barcelona. Seguían en la jerarquía el Mariscal de Campo D. Melchor de Navarrete, Gobernador de la ciudad, a cuyo cargo quedó la parte administrativa y el abastecimiento de víveres, y el Coronel D. Carlos Des Naux, Ingeniero militar y Director de obras de fortificación, quien actuó primero como Castellano del Castillo de San Luis de Bocachica y luego como Castellano de San Felipe de Barajas. Aunque con algunas discrepancias de criterio en materia estratégica entre Blas de Lezo y el Virrey los cuatro hombres lograron por fin unificar su acción baja la dirección de Eslava y resistir a pie firme el embate inglés.

    Lezo frente al castillo de San Felipe, señalando al horizonte por donde apareció la flota de Vernon en 1741
    Años antes Vernon ya había merodeado dos veces Cartagena, y trazando círculos de buitre se había presentado frente a la bahía, pero Lezo lo había puesto en fuga con maestría de consumado marino. En la primera ocasión cerró el puerto con cadenas y situó sus buques en Bocachica para que los ingleses no pudieran entrar sin batirse con ellos e instaló en tierra un grueso cañón de 18 libras de su nave capitana lo que sorprendió al enemigo al contestar con artillería por un lado de la ciudad que consideraban desguarnecido. En la segunda dispuso sus naves de manera que con su fuego se encerrará a los navios ingleses dentro del campo de tiro largo y corto, los cuales de nuevo sorprendidos abandonaron la zona.
    Ahora Vernon, envalentonado tras una acción de rapiña en la mal defendida ciudad de Portobelo (Pánama), vuelve con efectivos considerables y escribe a Lezo cartas desafiantes. Éste, como buen vasco, es tozudo y quisquilloso en cuestiones de honor: 'Hubiera estado yo en Portobelo, no hubiera Usted insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía..."
    Vernon despliega la flota bloqueando la entrada al puerto, y tras silenciar las baterías de "Chamba", "San Felipe" y "Santiago" desembarca tropas y artillería. Es tan impresionante el despliegue de barcos en el horizonte que algunos vecinos consideran la situación perdida y procuran ponerse a salvo. Vernon ordena un cañoneo incesante que durará 16 días y noches al castillo de San Luis de Bocachica con un promedio de "62 grandes disparos por hora". El castillo está defendido por 500 hombres al mando de Coronel Des Naux. Por su parte Lezo coloca cuatro de sus navíos, el Galicia, el San Felipe, el San Carlos y el Africa del lado interior de la bahía y en las proximidades del Castillo para apoyarlo con sus cañones. Aunque la defensa de Bocachica fue heroica con Lezo y Des Naux peleando en primera fila los defensores han de evacuarlo ante la abrumadora superioridad enemiga. Lezo hace barrenar e incendiar sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, cosa que consigue parcialmente ya que el Galicia no coge fuego a tiempo. Sin embargo, se ha logrado retrasar el avance inglés de forma considerable y ello favorecerá el desarrollo de epidemias entre los asaltantes.
    Los defensores optaron por replegarse totalmente a la Fortaleza de San Felipe de Barajas, motivo por el cual ni siquiera intentaron la resistencia en el Castillo de Bocagrande. Y muy contra la voluntad de Lezo, que trató de evitarlo hasta el fin pero se vió obligado por disciplina, se hundieron los dos únicos navíos que quedaban, el Dragón y el Conquistador, con el ilusorio objeto de impedir la navegación por el canal de Bocagrande. Pero al igual que en Bocachica, el sacrificio resultó en vano pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos para restablecer el paso y desembarcaron en las islas de Manga y Gracia dejando a un lado el Fuerte de Manzanillo. Hecho lo cual, un regimiento de colonos norteamericanos al mando de Lawrence Washington tomaron la colina de la Popa próxima ya a San Felipe de Barajas y que había sido abandonada por los españoles.

    Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas y el estandarte de General en Jefe escoltado por dos fragatas y un paquebote, y dando la batalla por ganada despachó un correo a Jamaica e Inglaterra con tan fausta noticia. Tras ello ordena el desembarco masivo de artilleria y cañonear el Castillo de San Felipe desde mar y tierra con el fin de ablandar la resistencia final.
    La defensa está formada por sólo 600 hombres bajo el mando de Lezo y Des Naux. Éste ya había resistido en Bocachica e iba a batirse de nuevo contra el empuje inglés hacia la fortaleza de San Felipe.

    La defensa fue numantina y la batalla violenta. Al fin Vernon resuelve que la infantería tomará fácilmente la fortaleza pues se encuentra con daños considerables. La noche del 19 al 20 de abril se dan los hechos decisivos, los atacantes al mando del General Woork avanzan entre sombras en tres columnas de granaderos y varías compañías de soldados, además de los esclavos macheteros jamaicanos que van en vanguardía. Su progresión es lenta por el pesado equipo de guerra que transportan y por el fuego de fusilería desde las trincheras y lo alto de la fortaleza. El avance se frena ante las murallas ya que por imprevisión la longitud de las escalas para salvar el foso resultan cortas y los atacantes quedan aturdidos al no disponer de fajinas y materiales para facilitar la aproximación al fuerte. Los defensores arrecian en su fuego nutrido y certero desde lo alto, lo que origina una mortalidad espantosa.
    Al alba un macabro espectáculo de muertos, mutilados y heridos vagando como espectros aparece alrededor de San Felipe haciendo evidente la hecatombe inglesa. La salida de los españoles que cargan a bayoneta calada provoca la huida desordenada de los asaltantes que pierden cientos de hombres y todos sus pertrechos.
    El bombardeó inglés prosigue desde el mar 30 días más sin un objetivo claro, pero el cólera y el escorbuto comienzan a provocar decenas de muertos que flotan en la bahía lo que hace la situación desesperada.
    Vernon, altivo y malgeniado, recrimina al parsimonioso General Wentworth, Jefe Supremo de las tropas de desembarco, por el ignominioso fracaso y las desavenencias llegan a un punto insostenible. Al fin el Alto Mando inglés ordena la retirada, lo que se realiza de forma lenta y sin cesar de cañonear la ciudad hasta que "no quedó ninguna vela inglesa". Los últimos veleros parten el 20 de Mayo, pero los ingleses han de incendiar cinco de ellos por falta de tripulación. En el regreso a Jamaica hunden otro y cada barco parece un hospital.
    Mientras en Inglaterra se supone como cierta la victoria con arrogancia y orgullosa satisfacción. Aún se desconoce el infausto final y se acuñan medallas conmemorativas mostrando a Lezo arrodillado ante Vernon entregándole la espada con la inscripción "el orgullo español humillado por Vernon". En ellas el vencido aparece con dos piernas, dos ojos y dos brazos para obviar que es un hombre lisiado. En el reverso había seis navios y un puerto, y alrededor la inscripción: quien tomo Portobelo con solo seis naviós, Noviembre de 1939. Éstas medallas, de las que se conservan algunas todavía, fueron motivo de burla durante mucho tiempo por parte de los enemigos de Inglaterra, "debiendo ser en sus autores tanta mayor la vergüenza cuanto fue mayor su ligereza y arrogancia".

    Medalla inglesa con Lezo arrodillado ante Vernon, con la leyenda: "el orgullo español humillado por Vernon" (Grabado de Coverns, Amsterdam 1741)
    Semanas después Lezo malherido y extenuado por la batalla se hunde en las tinieblas del olvido. Sus últimos momentos se enmarcan dentro de la ingratitud y la amnesia de un camastro en algún hospital de Cartagena. Su cuerpo cercenado se deposita sin honores y se ignora donde esta enterrado.
    Vernon, sabedor de la muerte de Lezo, rondó de nuevo Cartagena en 1742 con 56 navios, pero sus espías le informaron de la reparación de las defensas y de la presencia del Virrey Eslava en la ciudad por lo que no se decidió a atacar y partió a enfrentarse al juicio de la historia. Murió en 1757 repudiado y olvidado por su pueblo, y el rey Jorge II prohibió toda publicación sobre el asalto a Cartagena que quedó así sepultado en la historia. Inglaterra no volvió a amenazar seriamente al Imperio español que subsistió un siglo más. España, en cambio, contribuyó añós más tarde al desmoronamiento de las colonias inglesas en Ámerica, hecho que también ha tratado de silenciarse:
    España en la Guerra de Independencia y Bernardo de Gálvez (1746-1786) .Poco después de ello los ingleses promoverían la figura de Nelson para elevar la moral y el patriotismo ante la amenaza napoleónica.

    Cartagena de Indias en Marzo de 1741. Disposición de la flota inglesa de Vernon
    El asalto a Cartagena de Indias pasó así a ser un anecdótico episodio de mala suerte debido a enfermedades tropicales mal conocidas. El propio Nelson fue en cierto modo víctima de esta conspiración de silencio. Poco después de afirmar que los Dons sabían hacer barcos pero no pelear tuvo que retirarse humillado y sin su brazo derecho tras el intento de captura de Tenerife (Julio de 1797), cosa que también daba por hecha, y entregar su vida en Trafalgar ante los Dons que pelearon de forma valiente bajo un inepto mando francés.
    Y los españoles, por contra de los ingleses, somos tan miserables que nos avergonzamos de nuestras hazañas y hurtamos al saber popular figuras como la de Blas de Lezo y Olavarrieta, marino español y vasco de Pasajes (Guipuzcoa). Su legendaria vida, y anónima muerte, contribuyó a cambiar la historia en América y no desmerece frente al mejor guión de aventuras de Hollywood.
    Todo lo que se pueda hacer por difundir esta figura silenciada por unos y olvidada por otros parece insuficiente. Su lugar en la historia ha de estar junto a los grandes nombres de la época colonial. Por mi parte sólo espero que mediante esta página contribuya, aunque fuera de forma modesta, a lograr ese objetivo.


    Marco A. Gandarillas (Junio de 2000)

    http://usuarios.lycos.es/pay/lezo.htm


  6. #6
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    D. Ignacio María de Álava y Sánz de Navarrete (Vitoria 1750 - Chiclana 1817)

    Biografía de don Ignacio María de Álava y Sáenz de Navarrete.
    (Por el contralmirante don Carlos Martínez-Valverde y Martínez y aportada por Antonio Luis Martinez Guanter).
    Decimocuarto Capitán General de la Real Armada Española

    Ignacio María de Álava y Sáenz de Navarrete, nació en Vitoria el veinticuatro de octubre de 1750.

    Cursó sus primeros estudios en el seminario de Nobles de Vergara. Entró en la Armada, sentando plaza de guardiamarina el veintitrés de julio de 1766. En el mismo año embarco en el navío “Terrible” y sucesivamente en el “San Pedro Alcántara”, “Peruano”, “Astuto” y en la fragata “Venus”, realizando en ellos varios cruceros y comisiones en diferentes mares y un viaje a Filipinas.

    Forjó su espíritu y adquirió sus conocimientos profesionales en la mejor escuela para un oficial de la Armada: en la mar y en la guerra, en este caso numerosos combates contra buques berberiscos.

    Ascendió a teniente de navío en 1778 y se le confirió el mando del jabeque “San Luis”, destinado al corso contra los moros y berberiscos.

    En 1779 embarcó en el navío “Santísima Trinidad”, luego en el “Santa Isabel” y “Rayo”, después en la fragata “Gertrudis”.

    En enero de 1781 tomó el mando de la fragata “Rosa”, con la que hizo la campaña del Canal de la Mancha, a las órdenes de los generales don Luis de Córdova y conde de D’Orvillers, que tuvo por consecuencia la retirada de las fuerzas británicas a sus puertos y el apresar al navío “Ardent” de 74 cañones.

    Tomó parte asimismo en la captura del gran convoy británico de 55 velas, (por cierto, la mayor victoria española sobre la británica y la mayor derrota sufrida nunca por ellos y muy olvidada por los españoles) sobre cabo Santa María y en el bloqueo y ataque de Gibraltar.

    Ya de capitán de fragata y mandando la “Santa Bárbara”, apoyó con él el bombardeo que hicieron las malogradas baterías flotantes. Participó también en el combate que con la escuadra británica del almirante Howe, sostuvo la española al mando de don Luis de Córdova el veinte de octubre de 1782, en el que fue herido, ascendiendo por su brillante comportamiento a capitán de navío y tomando seguidamente el mando de la fragata “Sabina”.

    En el verano de 1787 fue nombrado mayor general de la escuadra de evoluciones, al mando de don Juan de Lángara. Después desempeñó el mismo cargo en el departamento de Cartagena y en junio de 1790 el mismo también en la escuadra del Marqués del Socorro.

    Con ella fue a Liorna a buscar al Príncipe de Parma que desembarcó en Cartagena y lo acompaño a Madrid.

    El ocho de febrero de 1791 fue nombrado comandante del navío “San Francisco de Paula”, con el que operó en socorro de la plaza de Orán, atacada por los moros.

    Ascendió a brigadier el uno de marzo de 1792 y con este grado fue destinado, como mayor general a la escuadra de Lángara, asistiendo a toda la campaña que en las costas francesas, hicieron contra los convencionales las escuadras combinadas de España y Reino Unido, a principios de 1793. En 1794 fue ascendido a jefe de escuadra y al año siguiente se le dio el mando de una escuadra destinada a dar la vuelta al mundo, compuesta por los navíos “Europa” y “Montañés”, las fragatas “Fama”, “Lucía” y “Pilar” más la urca “Aurora”.

    Salió de Cádiz el treinta de noviembre de 1794 contorneando América y visitando el puerto de El Callao y la ciudad de Lima, haciendo escala en las Marianas y Manila, donde estableció el Apostadero de Marina.

    Rectificó muchos accidentes hidrográficos en las cartas marinas de tan remotos parajes, permaneciendo estacionado en aquellas posesiones españolas.

    En Arroceros (extramuros de Manila), con fecha quince de noviembre de 1802, publicó el “Reglamento adicional a la Ordenanza de Marina, para los navíos de las islas de Filipinas que con efectos de su comercio viajan a Nueva España”, regulando con él la salida de la vulgarmente llamada Nao de Acapulco, sus carenas y recorridas, nombramiento de comandante, oficiales, dotación de marinería y tropa, arqueo, locales para el cargamento, víveres y aguada.

    El siete de enero de 1803 salió de Manila con su escuadra. De este viaje de regreso hasta el seis de febrero de 1803, escribió una memoria detallada.

    Hizo el viaje de vuelta por el cabo de Buena Esperanza, regresando a Cádiz el quince de mayo de 1803, desembarcando del navío “Montañés” en el que tenía arbolada su insignia.

    Ya se había firmado la paz con los británicos. Durante la navegación había sido ascendido, con fecha cinco de noviembre de 1802 a teniente general.

    Declarada de nuevo la guerra con los británicos, solicitó un destino de la máxima actividad. Se le dio el mando de la escuadra de apostadero en Cádiz y cuando, en dicho puerto entró la combinada franco-española quedó como segundo jefe de los buques españoles.

    En el combate de Trafalgar arbolaba su insignia en el navío “Santa Ana”, cuyo comandante era el capitán de navío Gardoqui. Mandaba la vanguardia pero al trocarse la línea, por la famosa orden de Villeneuve, se convirtió en retaguardia, quedando por su popa la escuadra de Observación, al mando de Gravina. Fue herido grave por tres veces.

    El rescate del Santa Ana dio lugar a una reclamación por parte del almirante Collingwood, argumentando que era su prisionero por haberse rendido. Álava contesto, “Que cuando el oficial de mando, Francisco Riquelme, rindió el buque, él estaba sin conocimiento y que por tanto no se había rendido y que su sable y espada, símbolos de sus servicios, estaban todos en su poder”.

    El británico siguió manteniendo una cortés correspondencia con él, demostrando con ello que quedaron satisfechos sus escrúpulos. <<Álava había corrido la suerte de los prisioneros de guerra heridos de una plaza, que el enemigo tiene que evacuar por fuerza>>).
    Como recompensa a su actuación en tan infausto día para las armas españolas, se le concedió la Gran Cruz de Carlos III.


    Repuesto de sus heridas se le confió el mando de lo que quedaba de la escuadra española, como más digno sucesor de don Federico Gravina.

    Arboló también su insignia en el “Príncipe de Asturias”, testigo y teatro de la gloria de su predecesor.

    Consiguió alistar, venciendo muchas dificultades, ocho navíos, varias fragatas y buques menores, que en un momento dado pudieran hacer frente a los británicos, que aún cruzaban frente a nuestras costas.

    En 1807 fue nombrado vocal del Almirantazgo. Al sobrevenir los acontecimientos de 1808, se unió al levantamiento del dos de mayo. Se trasladó a Cádiz y tomó el mando de los buques que se pudieron reunir y armar.

    En 1810 fue nombrado comandante general del apostadero de La Habana, con el título de capitán general del departamento.

    En 1812 es nombrado capitán general del departamento de Cádiz, dejando en La Habana fama y memoria de su excelente administración y mando.

    En agosto de 1814 es nombrado de nuevo miembro del Consejo Supremo del Almirantazgo bajo la presidencia del infante don Antonio y elevado al grado de Capitán General de la Real Armada.

    En febrero de 1817, se le nombró decano de aquel Consejo, cargo que desempeño breve tiempo, pues quebrantada su salud pidió licencia para trasladarse al benigno clima de Andalucía, cosa que no bastó para curarle, falleciendo en Chiclana el año de 1817 siendo allí sepultado.

    En 1870 se trasladaron sus restos al Panteón de Marinos Ilustres.



    http://www.todoababor.es/articulos/bio_alava.htm

  7. #7
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    Anselmo de Gomendio (Oñate - Oñate 1841)

    C
    omo testigo de lo mejor y lo peor de la Marina ilustrada, Anselmo de Gomendio fue contemporáneo al esplendor del XVIII y a las
    tragedias del XIX. Nacido en Oñate, entró en la Armada como guardia-marina en 1776, ascendiendo a alférez de fragata en 1778, tras formarse
    en las ciencias náuticas durante varias expediciones hacia el Nuevo Mundo. Estuvo en el sitio de Gibraltar de 1781 y la defensa de las baterías
    flotantes, al igual que la mayoría de los hombres de su generación, hecho por el que consiguió el ascenso a alférez de navío. Se destacó luego
    en la primera expedición a Argel sobre el buque
    Carmen, donde entró en combate contra un número superior de rivales durante 1783, así como
    también en la segunda expedición de 1784, bajo el mando del almirante Antonio Barceló, sosteniendo la defensa del navío de línea
    San Fernando.
    A tenor de ello sería designado teniente de fragata, pues asumió al final de la campaña la autoridad de una bombarda
    * que le permitió cubrir
    con gran arrojo la retirada de las tropas. Su firme comportamiento náutico en las rutas americanas para traer caudales le valió el grado de
    teniente de navío en 1790, alternando las acciones en el Mediterráneo y el Atlántico durante toda la campaña de la Primera Coalición. Tras la
    Paz de Basilea y el Pacto de San Ildefonso con París en 1796, el nuevo enemigo fue otra vez Gran Bretaña, destacándose Gomendio en la
    defensa de Cádiz de 1797 al mando de una lancha de asalto perteneciente al navío
    Concepción dentro de la Escuadra de Mazarredo. De hecho,
    mantuvo a raya cerca de la rada del puerto a los británicos de Nelson, junto a otras unidades de Ignacio de Olaeta y Justo Salcedo, hasta que
    desistieron de la invasión. Entre 1804 y 1805 le fue otorgado el grado de segundo comandante del navío
    San Ildefonso. Ya hemos referido su
    entereza durante Trafalgar, haciendo de escudo del
    Príncipe de Asturias, el buque de Gravina. Sin embargo hubo de rendir su barco, el referido

    San Ildefonso
    , cayendo prisionero de los ingleses. A partir de 1808 participó en la toma sobre aguas gaditanas de las naves del almirante francés
    Rosilly, asumiendo a lo largo de la contienda contra los franceses la jefatura del navío que tanto había defendido, el
    Príncipe de Asturias, esta
    vez a las órdenes del almirante Villavicencio. . Fallecería en Oñate, su tierra natal, durante 1841.

    http://www.foromaritimovasco.com/doc...20GOMENDIO.PDF


  8. #8
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    Francisco Hidalgo de Cisneros (Orio 1721 - Cartagena 1794)

    E
    l perfil del marino profesional ya formado dentro de las nuevas pautas de la Armada ilustrada del XVIII se corresponde abiertamente con
    Francisco Hidalgo de Cisneros. Nacido en Orio, Guipúzcoa, representa además el inicio de una de las sagas más destacadas de marinos entre esta
    centuria y el XIX. No debemos olvidar la importante cohesión que se gestó a partir de Gaztañeta entre la Marina de la Ilustración y el ámbito de
    las familias vascas del mar, cualificando abiertamente los contextos náuticos. Francisco Hidalgo de Cisneros entró en la Armada como guardiamarina
    en 1738. Dados los parámetros de la época, desde el principio fue adiestrado tanto en las ciencias náuticas como en el arte de la guerra.
    Sus conocimientos y preparación resultaron básicos al entrar en combate contra la Escuadra del almirante británico Mathews durante la Campaña
    de Provenza. En aquella ocasión los ingleses sufrieron un grave descalabro a manos de la Flota hispano-francesa a raíz del control de los ejes
    estratégicos del Mediterráneo. Por su valía fue ascendido en 1770 a capitán de buque, iniciando singladuras de supervisión estratégica en la rutas
    entre el Atlántico y el Mediterráneo a través del Estrecho de Gibraltar. Su designación al Apostadero de Cartagena sería pareja a su propio
    nombramiento como brigadier de la Armada, cargo con el que comenzó la segunda y difícil campaña del Norte de África frente a los buques
    corsarios argelinos. En muy duras condiciones llevó a cabo diversos transportes de tropas para la defensa de Melilla, uniéndose luego a la Flota
    del almirante Pedro González de Castejón en el ataque directo sobre la ciudad de Argel. A raíz del inicio de la Guerra de la Independencia
    norteamericana y la alianza de la coronas de España y de Francia con los sublevados, desde 1781 mandó sus naves contra la escuadras británicas,
    tanto en el Atlántico, como en el Mediterráneo, así como en la cobertura de los ataques sobre Gibraltar. Su ascenso a teniente general se produjo
    en 1790, justo cuando comenzaba a resquebrajarse el pacto histórico franco-español ante los sucesos posrevolucionarios. Falleció a la par que laCorona de Madrid salía de la Primera Coalición frente a Francia en 1794, tras dirigir varias operaciones contra intereses galos, esta vez en alianza
    con Gran Bretaña.

    http://www.foromaritimovasco.com/doc...20CISNEROS.pdf


  9. #9
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos

    Ignacio de Olaeta (Guernica 1757 - Cádiz 1815)

    I
    gnacio de Olaeta fue uno de los pocos supervivientes de la batalla de Trafalgar. Nació en Guernika (Vizcaya) y entró en la Armada como
    guardia-marina en 1773. Tras perfeccionar sus conocimientos científicos en el navío
    San José, participó luego en la expedición del Norte de
    África a las órdenes de Pedro González de Castejón, lo mismo que Mazarredo y Francisco Hidalgo de Cisneros, consolidándose en estas reyertas
    sobre Argel un importante grupo de oficiales vascos. Dicho núcleo vasco volvió a concentrarse en las acciones de 1781 sobre Gibraltar, así
    como en los combates contra la Flota del almirante británico Howe. Durante 1782 Olaeta fue ascendido a teniente de navío y desde entonces
    sus singladuras se localizan especialmente en el Nuevo Mundo, destacando el rescate del buque
    La Limeña en las costas del Brasil, así como
    la misión recibida del virrey de Nueva España en 1789 para fortalecer las defensas marítimas entre Veracruz y La Habana. A tal efecto, y hasta
    1794, terminó en aquel puerto cubano la construcción de los bergantines
    Saeta y Volador, que junto a la goleta Flor de Mar y el navío Castilla

    guarecieron el litoral caribeño de británicos y franceses. Entre 1794 y 1795 participó en las ofensivas contra la Francia de la Primera Coalición,
    localizándosele luego en la dura refriega del cabo de San Vicente de 1797 ante Inglaterra. Formó parte, al igual que los mejores marinos de la
    época, de la defensa de Cádiz frente a Nelson a las órdenes de Mazarredo, mandando en aquella ocasión la fragata
    Atocha. Entre 1800 y 1805
    estuvo primero en las campañas de Brest y Rocauben, para luego asumir la autoridad sucesivamente de algunos de los mejores buques de la
    Armada, siendo los casos del
    San Pablo, el Neptuno, el Concepción o el Castilla. Como ya hemos señalado, durante Trafalgar se halló al mando
    del
    Santísima Trinidad con el rango de capitán, debiendo amargamente rendir el buque tras un abusivo asedio de seis navíos ingleses. En 1808
    se unió a Ignacio María de Álava en la toma de la Flota de Cádiz contra los franceses como comandante del navío
    Neptuno. Durante toda la
    Guerra de la Independencia, y en potestad del navío
    Miño, ayudó a traer caudales para la causa de la libertad desde los puertos de Verecruz y
    La Habana, aquellas plazas caribeñas en las que tanto celo había puesto años antes al objeto de su defensa. Murió en Cádiz en 1815 con el
    grado de jefe de Escuadra.

    http://www.foromaritimovasco.com/doc...E%20OLAETA.PDF

    Última edición por DON COSME; 08/06/2008 a las 00:07

  10. #10
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    Re: Euskal Herria, cuna de héroes hispánicos


    Domingo de Boenetxea (Guetario 1711 - Ojatitura 1778)

    E
    n las nuevas tendencias navales del siglo XVIII, la búsqueda del conocimiento estaría indisolublemente unida a los marinos por medio de las
    expediciones de límites y las expediciones científicas. Dentro de tal actividad Domingo Boenechea condujo varias de aquellas nuevas singladuras,
    que abrieron el mundo de la guerra al mundo de la ciencia. Nacido en Getaria, recibió desde niño la plena influencia de la tradición vasca del
    océano, incorporándose muy joven a la Armada. Quería conocer y quería navegar. Estudió matemáticas, astronomía, pilotaje e hidrografía, siendo
    uno de los adalides de las nueva tecnología de la navegación. Su principal travesía la llevó a cabo a partir de 1772, cuando tras salir del puerto de
    El Callao por designios estratégicos del virrey del Perú se dirigió a la medición y descubrimiento de los archipiélagos del Pacífico oriental. Seguía
    de algún modo las rutas del viejo almirante británico James Coock. De este manera, reconoció la existencia de la isla del
    Rey Jorge, así como de
    las poblaciones y costas de Othaití y de la isla de San Carlos. Estableció amplias mediciones hidrográficas y apuntó las áreas donde se podrían
    instalar fondeaderos para el intercambio comercial y cultural con los indígenas, trazando importantes cartas marítimas. A partir del 28 de octubre
    del mismo año descubrió además las islas de San Quintín, San Simón y San Judas, Omaito y Todos los Santos. Por otra parte, rebautizó el
    archipiélago de Othaití con los nombres de Amat y Santo Domingo, probando incluso nuevas rutas de navegación durante su regreso a la costa
    americana del Pacífico. Así pues, con su navío
    Santa María Magdalena gestó en aquella singladura el eslabón clave que llevaría posteriormente
    a marinos ilustrados de la talla de Dionisio Alcalá Galiano o del propio Cosme Damián Churruca a las obsesión por las nuevas fronteras de los

    océanos. Murió gravemente enfermo en la localidad ultramarina de Ojatitura, reconocido por todos como científico y hombre de la mar.

    http://www.foromaritimovasco.com/doc...0BOENECHEA.PDF

  11. #11
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    Martín de Bertendona (Bilbao 1530 - 1607)

    E
    l almirante Martín de Bertendona es otro de los grandes pilares de la Armada del siglo XVI. Natural de Bilbao, se halló desde temprana edad en
    las singladuras oceánicas durante las guerras contra Francia, ganándose pronto la confianza de sus mandos. Formaba parte de una importante saga
    familiar marinera muy cercana a la Corona. Precisamente su padre, Martín de Bertendona y Gondra, fue quien en 1554 trasladó al entonces príncipe
    Felipe, futuro Felipe II, hasta Inglaterra en su nave al objeto de contraer matrimonio con María Tudor. El príncipe Felipe eligió personalmente el barco
    de Bertendona y Gondra de entre los muchos buques guipuzcoanos y vizcaínos que le habrían de acompañar. En el caso de Martín de Bertendona
    hijo, éste pasaría con el tiempo a servir en la Armada hispana de los conflictos de Flandes, destacándose en las acciones del final del gobierno del
    duque de Alba sobre aquel territorio, especialmente tras la derrota naval de Enckhuyssen de 1573. Incorporado a las unidades navales del nuevo
    gobernador Luis de Requesens, quien intentó llevar una política de pacificación, hubo de participar sin embargo en el socorro de Middelsburgh durante
    1574, al haberse rebelado de nuevo la mayoría de las provincias flamencas. En el período comprendido entre la Unión de Utrech de 1579 y la capitulación
    de Amberes de 1585, Martín de Bertendona asciende rápidamente por su valía y conocimientos náuticos, siendo nombrado entonces general de la
    Armada. Desde 1587 formó parte activa de los preparativos de la
    Invencible, asumiendo el mando de la Escuadra de Levante, o Escuadra de Italia,
    en los ataques contra la costa británica de 1588. Su nave era en aquel tiempo la poderosa
    Ragazzona, de 1.549 toneladas de carga total. Sin embargo,
    tras el desastre de la Flota, el regreso de Bertendona a La Coruña resultó harto complejo, pues como consecuencia de los temporales la
    Ragazzona

    terminó encallada en El Ferrol, prácticamente con las cuadernas a la vista por la furia de las olas. No obstante, pudieron recuperarse los grandes cañones
    del navío, que sirvieron en 1589 para la defensa de la costa gallega contra los ingleses. Entre 1590 y la muerte de Felipe II en 1598 lo encontramos
    en la expedición de las Azores de 1591, donde sería derrotada la Flota británica, así como al mando de las escuadras ligeras del Atlántico para mantener
    el paso abierto desde el Cantábrico a Calais. Entre 1602 y 1603 concertó con el rey Felipe III, a través del almirante Luis Fajardo, un asiento para la
    construcción de diez galeones en astilleros vascos, médula espinal de la Escuadra de Vizcaya y por tanto de la Escuadra del Catábrico, a fin de
    contraatacar a los enemigos ango-holandeses. Sin embargo, moriría tiempo después sin ver concluidos todos sus esfuerzos para la defensa del litoral
    septentrional de la Península.


    http://www.foromaritimovasco.com/doc...BERTENDONA.PDF

  12. #12
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    Carlos de Ibarra (Eibar 1587-Barcelona1639)

    S
    iguiendo las singladuras de los “héroes del mar”, la figura de Carlos de Ibarra se une también a los efectos de la Guerra de los Treinta
    Años
    . Nacido en Eibar, sus dotes marineras le dirigieron pronto hacia las rutas oceánicas, asumiendo el mando de varias flotas con destino a
    América desde 1618. Los metales preciosos resultaban claves para mantener a la Corona en tan devastador conflicto. A raíz de ello, y como
    las acciones bélicas no solo ocupaban Europa, sino que se extendían al Nuevo Continente, Ibarra forjó su leyenda como buen marino sorteando
    tempestades y enfrentándose a holandeses, ingleses y franceses. Sin embargo, sería durante 1638 cuando llegó al cenit de su carrera. En aquel
    año debía de conducir desde Cartagena de Indias hasta las costas hispanas más de veinte buques con cargamento de oro, plata y esmeraldas.
    No obstante, parte de la Escuadra de Holanda sita en el Caribe tenía la orden de hacerse con tan preciado botín, que ascendía a casi 30 millones
    de pesos. Carlos de Ibarra y sus galeones se enfrentaron hasta tres veces a dicha Escuadra a lo largo del Atlántico. La captura de una de las
    urcas rivales y su llegada a Sanlúcar de Barrameda el 13 de noviembre del mismo año permitió saber que los holandeses perdieron las naves
    insignia y capitana, así como otros cinco buques más. Las bajas holandesas llegaron a 450 hombres y, por supuesto, la Flota de Ibarra no había
    sido apresada, arribando a su destino. No obstante, Ibarra pagó cara la victoria. Aparte de quedar inútiles varias naves y perder casi 200 hombres,
    su salud se resintió de gravedad durante estas acciones en el Atlántico. Nunca se recuperaría del todo. Por su arrojo y buena mano marinera
    le fueron concedidos los títulos de marqués de Caracena y vizconde de Centenera, dándosele además la autoridad de la Escuadra de Cataluña
    en 1639, compuesta por 14 galeones. Sin embargo, a consecuencia de los conflictos allí desencadenados y las viejas secuelas oceánicas falleció
    en Barcelona a los pocos meses de asumir su cargo. Paradójicamente, pocos guerreros subsisten en las aguas a su acción más decisiva.

    http://www.foromaritimovasco.com/doc...E%20IBARRA.PDF


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