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Tema: Caseríos

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  1. #1
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    Re: Caseríos

    Me gustaría que alguien puesto en el tema, revisara este texto y me diera su opinión, pues no sé si es verdad o fruto del algún iluminado del PNV.





    Herencia vasca con leyes castellanas


    Desde que en los siglos XII-XIII comenzaron a fundarse los primeros caseríos familiares en Guipúzcoa, se había instituido la tradición de seleccionar a uno solo de los hijos para que sucediera al padre al frente de la explotación agrícola, desheredando al resto de los hermanos. Sobre esta base de herencia indivisible, que protegía la viabilidad económica de la casa por encima del bienestar individual de sus ocupantes, se formo la clase de pequeños propietarios que ha constituido la medula histórica de los caseríos.
    60. Los hijos desheredados solian recibir de sus padres un arca con ropa blanca y una cuja de cama. El arca era tambien un elemento esencial de la dote femenina. © Xabi Otero

    61. En los caserios guipuzcoanos un solo hijo -daba igual que fuese hombre o mujer- era escogido para recibir toda la herencia de la familia en el mismo instante de su matrimonio. © Xabi Otero


    Pero Guipúzcoa estaba integrada en la corona castellana y las leyes del reino en materia de sucesiones tenían un espíritu completamente distinto a la costumbre vasca. En concreto, el viejo Fuero Real, cuya aplicación se había hecho obligatoria a partir de 1348, defendía el derecho de todos los hijos a recibir su parte legitima de los bienes paternos, y a lo sumo consentía que al favorito se le beneficiase con un tercio del total. Desde aquellas fechas los guipuzcoanos trataron de que se les reconociese su normativa peculiar, argumentando –sin éxito- que la partición suponía la muerte del caserío.
    62. Cuando la recien casada se instalaba como nueva señora en casa de su marido, recibia de su suegra un cucharon de palo, como simbolo de la cesion del poder domestico. © Xabi Otero

    Como no obtuvieron respuesta a estas peticiones tuvieron que idear una formula que les permitiera respetar la letra de la ley y al mismo tiempo lograr el resultado practico de transmitir la casa y las tierras a un solo heredero. La solución adoptada desde principios del siglo XVI a fines del XIX fue la de donar el caserío al hijo designado como sucesor en el mismo momento en que este contraía matrimonio. Mediante un pacto que se redactaba por escrito el hijo y su nueva esposa se convertían así en propietarios, pero a cambio se comprometían a seguir tratando con respeto a los padres, a cederles en usufructo la mitad de los bienes recibidos y, llegado el momento, a pagarles unos funerales dignos. A los demás hermanos se les apartaba dándoles algún dinero, un arca y una cama con muda nueva.
    Los padres solían mostrarse recelosos de perder demasiado pronto su autoridad y a menudo trataban de retrasar la boda todo lo posible, lo que dio lugar a que muchas parejas guipuzcoanas demasiado impacientes concibieran hijos ilegítimos antes de celebrarse matrimonio. En el momento en que, finalmente, la nueva nuera era admitida en la casa de forma oficial, la madre le entregaba ceremoniosamente el cucharón de madera con el que se repartía la comida: un gesto simbolico que marcaba la cesion definitiva del poder.


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  2. #2
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    Re: Caseríos

    Cómo se construía el caserío






    Maestros carpinteros y canteros


    Todos los antiguos caseríos de Guipúzcoa fueron edificados por maestros carpinteros y canteros profesionales, que trabajaban contratados por el propietario y auxiliados por una cuadrilla de oficiales y criados.
    63. Pareja de trinchantes forjados, del tipo utilizado por los canteros vascos para labrar la piedra de silleria. © Xabi Otero

    64. El maestro Andres de Garitano Aldaeta dibujo en 1695 este magnifico proyecto de casa con cuatro arcos de piedra para renovar el caserio Egino (Bergara). © Xabi Otero


    El dueño de la casa discutía con el maestro las características generales del edificio y la suma de dinero que estaba dispuesto a invertir, y frecuentemente colaboraba con su yunta de bueyes conduciendo a pie de obra parte de la piedra, madera o cal necesarias.
    El protagonismo que tuvieron los artesanos constructores en la creación de la arquitectura popular guipuzcoana ha dado a esta un carácter de robustez y calidad poco frecuente en la vivienda campesina europea. Además, como los maestros trabajaban indistintamente en la edificación de iglesias y caserones nobles del país no pudieron evitar contagiarse de las modas de su época, y ello dio como resultado que el caserío, sin perder su carácter autóctono y funcional, fuese especialmente sensible a los diferentes estilos artísticos de cada momento histórico.
    65. Sierra de carpinteria, utilizada para cortar tablas y viguetas menores. © Xabi Otero

    66. El caserio Iraeta (Antzuola) fue proyectado en 1796 por uno de los primeros arquitectos con titulo academico de Guipuzcoa: el bergares Alejo de Miranda. © Xabi Otero


    67. La azuela era la herramienta favorita de los carpinteros vascos para labrar la vigueria y tablazon de los caserios. © Xabi Otero

    Durante el siglo XVI y buena parte del XVII el maestro que proyectaba la obra se encargaba de dirigirla paso a paso hasta su termino, que se celebraba con un gran banquete. Sin embargo hacia 1650 las funciones empezaron a desdoblarse y apareció el personaje del maestro que pensaba, decidía y a veces dibujaba el tipo de caserío que debía edificarse, pero que luego dejaba a otros maestros u oficiales de segunda fila que se ocupasen de la ejecución material de la idea. Cuando la casa ya estaba terminada él volvía a visitarla acompañado de un perito del oficio y decidía cuanto debía pagarse a los contratistas, en función de sí habían sabido ajustarse al plan marcado.
    A partir de la ultima década del siglo XVIII comenzaron a intervenir los primeros arquitectos titulados como responsables del proyecto de grandes caseríos, siendo una de las precursoras la casa Iraeta de Antzuola, diseñada en 1796 por el académico bergares Alejo de Miranda.

    Contratos y trazas de construcción


    Durante el siglo XVI bastaba el acuerdo verbal entre el propietario y el artesano constructor para que este diera comienzo a las obras y se amoldase al encargo que había recibido. Muchas veces era el dueño quien, como primer interesado, seguía de cerca los trabajos y decidía sobre el terreno la compra de materiales y el salario de los peones.
    68. El caserio Iriarte Azpikoa fue construido en 1672 por los maestros Joseph de Oxirondo y Juan de Ibargoitia, siguiendo el plano y las condiciones que previamente habian acordado con el propietario, Juan Bautista de Benitua. © Xabi Otero

    69. Traza del caserio Iriarte Azpikoa (Antzuola), dibujada en 1672. © Xabi Otero


    El labrador no se inmiscuía en los aspectos técnicos, que formaban parte del oficio aprendido por el maestro, pero podía colaborar con el para tomar decisiones básicas, como la orientación mas adecuada de la fachada del caserío, que invariablemente se buscaba en el arco solar de la mañana.
    La calidad final que se exigía era elevada y el proceso de construcción resultaba enormemente trabajoso; tanto que podía durar hasta dos años y medio. había que talar y arrastrar robles gigantescos, reducirlos a piezas de distintas medidas, tallarlas y ensamblarlas a diferentes alturas, izándolas a fuerza de brazos y de rudimentarias poleas tiradas por bueyes. había que arrancar piedra de la cantera a golpe de mazas y palanquetas, labrarla finamente con el picon, transportarla en carros y cementarla con arena y cal, que previamente había sido necesario cocer en el horno con leña y mas cargas de piedra. Si a esto se le sumaba la fabricación de seis o siete mil tejas y varios cientos de clavos de hierro forjados a mano con parecido esfuerzo, mas la fatiga de unir ordenadamente todos los elementos citados, se tendrá una visión aproximada del inmenso caudal de energía humana que se invirtió para edificar la primera generación de caseríos de Guipúzcoa.
    70. Plumin del siglo XIX realizado con una pua de puercoespin. © Xabi Otero

    71. Compas de trazar (siglo XIX). © Xabi Otero


    Hacer un buen caserío en pleno siglo XVI venía a costar lo mismo que comprar doce bueyes de tiro. Un tercio del presupuesto se pagaba antes de empezar la obra y otro cuando se ponía el tejado, pero el ultimo plazo, que debía hacerse efectivo al final de la construcción, siempre se retrasaba y se iba entregando a lo largo de varios años en forma de pequeñas cantidades de grano, algún dinero en metálico, un animal de granja o varias cargas de leña.
    72. Firma autografa de Martin de Abaria. © Xabi Otero

    73. Escuadra de construccion con gradiente y plomada (siglo XIX). © Xabi Otero


    Desde mediados del siglo XVII los contratos de construcción de caseríos se formalizaron por escrito ante el escribano del pueblo y con cierta frecuencia el maestro constructor dibujaba un plano o traza y redactaba un pliego de condiciones técnicas que los canteros y carpinteros contratistas debían comprometerse a respetar. Se siguieron construyendo casas muy hermosas pero cada vez aparecieron mas modelos y categorías diferentes: grandes caseríos solariegos con arcos y escudos de sillería, que incorporaban todas las novedades artísticas del momento; modestos caseríos de entramado con ladrillo; macizos caserones dobles para inquilinos y pequeñas granjas de tablas y mamposteria para los arrendatarios mas desafortunados que cuidaban a media ganancia unas cuantas cabezas del ganado del amo. Los maestros ofrecían una solución distinta para cada tipo de demanda, pero mantuvieron siempre una cierta homogeneidad de estilo marcada por la unidad cultural y ecológica en la que vivía el campo guipuzcoano.

    Los materiales y las técnicas de construcción


    En cada uno de los periodos históricos de la vida del caserío se barajaron múltiples posibilidades de combinar los materiales que ofrecía el terreno. Con solo tres ingredientes básicos: madera de roble, piedra arenisca o caliza y arcilla susceptible de convertirse en teja o ladrillo, mezclados sabiamente con distintas tecnicas y proporciones se logro preparar un selecto menu de mas de diez tipos de casa diferentes.
    74. En el caserio Lazarraga (Oñati) conviven diferentes tecnicas de construccion, fruto de distintos momentos historicos. © Xabi Otero

    75. Machihembrado. Tecnica de ensamblaje de tablas mediante acanaladuras utilizada en los tabiques y cerramientos de los caserios guipuzcoanos del siglo XVI. © Xabi Otero


    En los caseríos guipuzcoanos –que generalmente parten de una planta rectangular- el muro trasero y las paredes laterales son siempre de mampostería. Sin embargo la fachada delantera, que es la que marca su identidad, puede estar cerrada con tablas verticales de madera, con piedra o con un entramado de viguetas de disposición geométrica. En este ultimo supuesto caben dos posibles variantes para rellenar la trama: hacerlo con mampostería menuda o bien con ladrillos macizos, como se puso de moda en la segunda mitad del siglo XVII.
    76. Caserio Iriarte (Altzo). Las fachadas de entramado relleno de ladrillo se hicieron muy habituales a fines del siglo XVII. © Xabi Otero

    77. Ensamblajes con perfiles de golondrina, tipicos del siglo XVI. © Xabi Otero


    A menudo es en el interior, y mas específicamente en el pajar, donde mejor se aprecia la edad y la técnica de construcción de los caseríos. Muchos tienen un grueso muro medianil que los divide en dos partes, pero en los que se edificaron hasta mediados del siglo XVII lo mas habitual es encontrar un esqueleto de enormes postes que ascienden desde el suelo atravesando el piso de madera. Si la casa se construyo durante la segunda mitad del siglo XVII o a principios del XVIII es fácil que utilice en la estructura muchas horquillas naturales de árbol y también brazos curvos para sostener las vigas horizontales. Durante las épocas posteriores la madera perdió todo su protagonismo como soporte y su uso quedo limitado a los suelos y el tejado.
    La carpintería popular del siglo XVI alcanzo un elevadísimo nivel de calidad y en los caseríos guipuzcoanos su presencia es fácilmente reconocible porque utiliza una sofisticada técnica de ensamblajes laterales con siluetas curvas que recuerdan las alas abiertas de una pájaro.
    78. Estructura de vigueria barroca, con tornapuntas curvos y marcas de ensamblaje en la union de las distintas piezas. © Xabi Otero

    79. Los caserios con soportal corrido y fachadas de tablas se popularizaron a principios del siglo XVII. © Xabi Otero



    La de fines del siglo XVII y comienzos del XVIII es completamente distinta pero igualmente atractiva, por las formas arborescentes que adoptan sus sistemas de postes y tornapuntas. Con frecuencia los encuentros entre las distintas piezas llevan signos y marcas de montaje realizados por el maestro que concibió la estructura.
    Los tabiques de separación entre las estancias del caserío también han conocido diferentes modalidades a través de los siglos. Los de principios del XVI eran simples mamparos de tablas machihembradas, a estos les sucedieron los de ramas y tiras de madera entretejidas rebocados con argamasa y, ya avanzado el siglo XVII, se impusieron las paredes de ladrillo y mampostería, que son las que al final han tenido mayor aceptación.

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  3. #3
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    Re: Caseríos

    Vida y trabajo en el caserío





    El espacio familiar


    Aunque los caseríos son edificios de grandes dimensiones, con una media de 300 m2 de planta, el espacio que tradicionalmente se reservaba a la vida familiar era tan reducido que apenas llegaba a la quinta parte del volumen construido.
    La zona de vivienda de la casa siempre estaba situada en la planta baja, y solo en los últimos ciento cincuenta años se ha comenzado a habilitar dormitorios en el piso superior. En los caseríos de una sola familia el área de residencia ocupaba la cara frontal o bien todo el flanco lateral que mira al valle, mientras que en los bifamiliares siempre se encuadraba en el frontis.
    80. En los caserios antiguos no existia intimidad. Toda la familia dormia en una sala comun, a lo sumo en pequeñas celdas separadas con cortinas. © Xabi Otero

    81. Jarra con babero esmaltado. La vajilla de los caserios era extremadamente limitada. © Xabi Otero


    La vivienda se dividía en dos partes: la cocina, sukaldea, y las alcobas, logelak. La cocina, próxima a la entrada y habitualmente en el ángulo delantero del edificio, era el corazón del caserío y, sobre todo, el espacio de la palabra; era el lugar donde se reunia la familia y se recibia al visitante, donde a las noches se hilaba y donde por el dia se “rumiaban” todos los sucesos de la vida local. Era también donde se concertaban los matrimonios y donde se refugiaban los mas ancestrales ritos de la cultura popular vasca.
    Durante los siglos XVI y XVII el fuego se encendía sobre una losa colocada en el centro de la estancia, encima de la cual pendía la cadena del llar. A lo largo del XVIII y XIX se generalizaron las chimeneas de fuego bajo con campana adosada al muro, y ya en el siglo que ahora termina se impusieron las chapas metálicas, o económicas, de fabricación industrial, que permiten ahorrar mucho combustible.
    82. El zizaillu era el mueble familiar mas valioso. No todos los caserios podian permitirse comprar este banco de alto respaldo con mesa abatible. Frecuentemente se completaba con armarios laterales o con arcas y caponeras bajo el asiento. © Xabi Otero

    83. Las cocinas de los caserios han evolucionado a traves de los siglos. Primero fue el hogar central sin campana (siglos XVI-XVII), despues vino el fuego bajo con chimenea adosada al muro (siglos XVIII-XIX), y solo hace cien años se empezaron a introducir las chapas economicas de hierro colado. © Xabi Otero


    El mueble principal de la cocina era el zizaillu o izillu, un escaño corrido con caponeras bajo el asiento y con un alto respaldo en el que se sujetaba una mesa abatible. La vajilla, muy modesta, incluya piezas de ceramica rustica, de madera y a veces de estaño: ollas, jarras, herradas, pedarras, cuencos, tarros y platos.
    84. Las muchachas jovenes del caserio dedicaban buena parte de la jornada a acarrear agua desde la fuente o el manantial, sirviendose para ello de grandes pedarras de ceramica. © Xabi Otero

    85. Reproduccion de la cocina de un caserio tradicional en el Museo de San Telmo. Algunos pesebres de la cuadra disponian de ventanillas que se asomaban directamente a la cocina. © Xabi Otero


    En cada caserío había tres o cuatro camas, cada una con sus respectivas fundas dobles de lino, y nunca faltaban varias arcas talladas para guardar la ropa. Hasta mediados del siglo XIX la alcoba solia ser una estancia unica o a lo sumo estar dividida en dos cuartos diferentes. Cada vez son menos las casas en las que se conserva la antigua sala comun de dormitorio con su fila de celdillas empotradas, no mas grandes que la propia cama, aisladas por una simple cortina de lienzo. El concepto de intimidad ha cambiado mucho desde entonces.

    El espacio del ganado


    86. Las bellotas de roble y encina de los bosques comunales sirvieron para alimentar al abundante ganado porcino de los caserios. © Xabi Otero

    Mas aun que los cultivos, los animales domesticos, y en particular el ganado vacuno, se consideraban el simbolo de la riqueza de un caserío. Nada era mas preciado para los labradores guipuzcoanos que poseer una buena yunta de bueyes fuertes y lustrosos. Todavia en época reciente, cuando la traccion animal ya había quedado obsoleta y los bueyes por falta de habito se resistian a ser uncidos al yugo, eran muchos los baserritarras que se negaban en redondo a prescindir de sus hermosas bestias de tiro.
    Para el ganado vacuno se reservaba mas de la mitad de la planta baja del edificio. Cada animal disponia de un pesebre en forma de cajon de madera, donde introducia el cuello para recoger su alimento, y en el suelo de tierra preparaba su cama con paja y helecho que mas tarde eran utilizados como abono. Hasta mediados del siglo XVIII dos de los pesebres se colocaban en la pared contigua a la cocina, con la que estaban comunicados a través de sendas ventanas correderas. Por este medio se podía vigilar en todo momento a las vacas parideras o a los bueyes mas valiosos, cuyas apacibles cabezotas entraban a formar parte habitual de la tertulia familiar.
    A la cuadra se entra directamente desde el soportal, cuando este existe, pero casi siempre suele haber una puerta lateral o zaguera complementaria, que permite la ventilacion rapida y un transito mucho mas comodo de personas y animales. En la cuadra no hay ventanas, sino estrechos huecos de respiracion que parecen aspilleras. Tampoco hay tabiques intermedios, aunque a algunos animales, como el cerdo, se les cria separados en un rincon. Antiguamente, cuando la cabaña porcina era mucho mas abundante, era comun tenerlos sueltos en las proximidades de la casa o juntar las piaras en los bosques de roble y encina comunales.
    87. Guadaña utilizada para segar y apilar los helechos. © Xabi Otero

    Algunos caseríos de las zonas montañosas de Guipúzcoa al este del rio Oria solian ser propietarios de bordas situadas en las proximidades de los pastos de altura. Estas bordas son pequeños establos donde se guardan ovejas y vacas, asi como una provision de paja y helecho. Su numero se ha ido reduciendo con el tiempo, pero en el pasado fueron muy frecuentes. Las mas proximas al valle o a centros habitados se transformaron en viviendas durante la desordenada expansion de los siglos XVIII y XIX, y las menos accesibles se fueron abandonando.
    88. Pareja de bueyes de tiro de Iñaki Oliden (Orio). Desde la Edad Media la posesion de una buena yunta de bueyes ha constituido el maximo simbolo de riqueza entre los labradores guipuzcoanos. © Xabi Otero

    89. Los cerdos vivian separados del resto de los animales del caserio. Con frecuencia se les dejaba en libertad en las proximidades de la casa. © Xabi Otero



    90. Jesus Isasa cuela las impurezas del zumo de manzana en la bodega de la casilla de lagares de Ierobi Haundi (Oiartzun). © Xabi Otero

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  4. #4
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    Re: Caseríos

    El espacio de almacenaje


    Cada uno de los productos que cosechaba el labrador guipuzcoano tenia reservada una ubicación precisa dentro de la arquitectura del caserio. Todo el piso superior estaba dedicado al almacenaje y en muchos casos tambien una planta de semisotano situada bajo el nivel de la vivienda.
    Sobre la cuadra se situaba el pajar, mandio, en el que se apilaba la hierba, heno y paja para el ganado. A traves de una trampilla abierta en el suelo de tablas resultaba muy comodo hacer caer con una horca la cantidad necesaria en cada momento. Desde el siglo XIX, y alli donde la pendiente del terreno lo consentia, se ha procurado añadir una rampa exterior al caserio del pajar. Antes el heno se lanzaba con esfuerzo a traves de una puerta elevada.
    91. El viejo arco de entrada a la bodega del caserio Lazpiur (Bergara) se remonta a los primeros años del siglo XVI y ha sido sustituido por una sencilla puerta de madera. © Xabi Otero

    92. Los toneles de sidra se alineaban en la bodega o en un rincon de la cuadra. © Xabi Otero


    En la parte delantera del piso superior se encuentra el camarote, sabai, bien delimitado con mamparos de tabla o paredes de mamposteria, y a veces con un pequeño balcon sobre la fachada sin cerrar. Su funcion es multiple y ha ido variando a traves de la historia. En origen fue el lugar donde algunos labradores del siglo XVI guardaban los trojes de trigo y las manzanas o frutos que pretendian conservar a lo largo del año. Con la aparicion del maiz a principios del siglo XVII se convirtió en el espacio mas idoneo para curar las mazorcas y evitar que el grano fermentase, extendiendolas sobre el suelo seco y avivando la ventilacion. En el siglo XIX fue necesario ampliarlo para dejar un hueco a la alubia y la patata, que tambien reclamaban una superficie seca y aireada. Ha cubierto tambien las funciones de palomar, tendedero de ropa y desvan de trastos viejos, y de ciento cincuenta años a esta parte son muchos los que lo estan utilizando parcialmente para ampliar el escaso numero de dormitorios de que suelen disponer los caseríos viejos.
    93. El horreo de Agarre, armado a mediados del siglo XVI, es el ultimo granero elevado de esta especia que se ha conservado en Guipuzcoa. Antiguamente fueron muy frecuentes en el valle del Deba. © Xabi Otero

    94. Camarote del caserio Igartubeiti (Ezkio-Itsaso). Todo el piso superior del caserio guipuzcoano se utilizaba para almacenar la cosecha y debia de permanecer bien ventilado para evitar que se estropeasen los frutos recogidos. © Xabi Otero


    Los grandes arcones de tablas en los que se depositaba el trigo tambien encontraron acomodo en los horreos y las bodegas. Los graneros elevados llamados horreos, garaixe, ya acompañaban a los caseríos vascos en el siglo XIV, pero como todas las construcciones rurales medievales sufrieron un drastico cambio a principios del siglo XVI. Su vida fue muy breve, pues dejaron de construirse al despertar el siglo XVII, y en Guipúzcoa no debieron estar bien implantados fuera de los valles occidentales, a pesar de que el ejemplar de Agarre, recientemente restaurado, es uno de los mas impresionantes que se conservan en toda la Peninsula.
    La bodega, upategi o iputeixa, es uno de los espacios de almacenaje que mas singularizan a algunos modelos de caserio guipuzcoano respecto a las demas variedades de la casa rural vasca. Se construyeron durante los siglos XVI y XVII, buscando terrenos de pendiente acusada y encajandolas bajo el flanco del edificio que estaba mas proximo al valle. Son estancias con techo de madera y suelo de tierra, que disponen de entrada propia desde el exterior y se ventilan a traves de dos ventanas muy largas y estrechas. En ellas se alineaban antaño las aromaticas barricas de sidra, que nunca faltaban en ninguna casa de Guipúzcoa, y tambien quedaba algún sitio libre para los trojes. En la actualidad han perdido su noble uso primitivo y a cambio se utilizan como estercolero o cuadra secundaria para ovejas, conejos y gallinas.

    El espacio del trabajo


    El caserio guipuzcoano tradicional era una herramienta y un escenario permanente de trabajo. En un solo edificio, cerrado y compacto, se criaba el ganado y se almacenaban las cosechas; y ademas se producian una gran variedad de objetos de uso domestico que satisfacian algunas de las necesidades basicas de la familia. Muchas de estas labores artesanales que en el se ejecutaban, como la cesteria, el tejido, la talla o la carpinteria, no requerian de un espacio especifico, sino que se realizaban comodamente en la cocina o a la sombra del espacioso portalon.
    Sin embargo el caserio disponia tambien de algunos espacios particulares diseñados expresamente para realizar un trabajo, una tarea de tipo mecanico relacionada con el ciclo agricola; eran espacios y estructuras que condicionaron toda la arquitectura del caserio de ciertas epocas y que estaban vinculados a la elaboracion de un producto concreto. Los mas importantes fueron el lagar y la hera.
    95. En las trazas de reedificacion del caserio Mekolalde Azpikoa (Bergara) dibujadas por Andres de Garitano Aldaeta en 1693 se determina la funcion de los distintos espacios del edificio. En la parte inferior esta el soportal porticado que sirve como hera de trilla, en medio las cuadras y cocina, y arriba a la derecha la bodega de sidra y los trojes de trigo. © Xabi Otero

    96. Lagar de tres husillos del caserio Azkunabieta (Urnieta). A fines del siglo XVII se difundieron en Guipuzcoa y Navarra los lagares dotados de tres tornillos verticales que presionaban directamente sobre la pasta de manzana para exprimir el zumo. © Xabi Otero


    En los caseríos del siglo XVI y la primera mitad del XVII el lagar, tolare, era una gigantesca maquina de madera que ocupaba todo el eje longitudinal de la granja en sus dos plantas. Estos artefactos, dedicados a la elaboracion de sidra, se basaban en los principios de las primitivas prensas romanas y estaban formados por una gruesa viga horizontal de hasta doce metros de largo que se hacia descender hasta apisonar la masa de manzanas colocada bajo ella, mediante un enorme tornillo de madera. ningún lagar se ha conservado entero pero los postes que regulaban el mecanismo siguen en pie sosteniendo varias decenas de los caseríos mas antiguos de Guipúzcoa.
    97. Caserio con lagar de viga (siglo XVI).
    1. Husillo o eje
    2. Camarote
    3. Viga
    4. Dobe cumbrera
    5. Bernias
    6. Pajar
    7. Pulpa de manzana
    8. Masera
    9. Tina
    10. Cuadra
    11. Pesa
    12. Cocina
    13. Puerta contra incendios
    14. Alcobas
    15. Bodega
    16. Medianil cortafuegos


    Los lagares que se inventaron a fines del siglo XVII todavia siguieron siendo de madera, pero eran mucho mas pequeños y tenian varios tornillos de presion directa. Mas tarde, a principios del siglo XIX, comenzaron a difundirse las pequeñas prensas desarmables con husillo de hierro central y mecanismo automatico, que son las que hoy abundan en buena parte de las granjas locales.
    Del mismo modo que las manzanas, el trigo –que ha estado vinculado a la historia del caserio vasco durante mas de medio milenio- tambien provoco la creacion de espacios apropiados para su elaboracion antes de ser almacenado. Los labradores guipuzcoanos de epocas pasadas no utilizaban trillos para separar la espiga del grano, sino que se servian de mayales o golpeaban las gavillas directamente contra unas piedras dispuestas en el suelo. El deseo de poder realizar esta delicada operación a cubierto de la intemperie fue el origen de la construccion de grandes soportales enlosados, atai o aterpe, dispuestos en toda la anchura de la casa. Los mas primitivos eran porticos con postes de madera pero a mediados del siglo XVII comenzaron a propagarse desde el Alto Deba unas elegantes estructuras con cuatro y cinco arcos de silleria que fueron imitadas con éxito por los caseríos mas notales de su entorno. A muchos edificios de calidad que, por haber sido construidos durante el siglo anterior, carecian de estas nuevas heras de trilla cubiertas, se les añadio este cuerpo en la fachada delantera, pues ademas de ser util daba prestigio y nobleza a la imagen de la casa solar. Hoy se valora mas este aspecto emblematico que la funcion primitiva que le dio origen.

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    Re: Caseríos

    Defender la casa del padre





    Proteger el caserio con la ayuda del cielo


    Se dice que la casa tenia para los vascos un carácter sagrado de templo familiar, sin embargo, este concepto religioso de la vivienda, muy extendido entre los pueblos antiguos, se ha ido diluyendo velozmente hasta extinguirse durante el ultimo siglo. Afortunadamente algunos etnografos, como Jose Miguel de Barandiaran, aun llegaron a tiempo de captarlo antes de su desaparicion, en visperas de la Guerra Civil, cuando todavia formaba parte de una estructura organizada de ritos y creencias. En ella se entremezclaban los elementos magicos cristianos con abundantes referencias mas primitivas, pertenecientes a un arraigado universo mitico naturalista.
    98. Maria Manterola espera ante la puerta del caserio Aranburu Zahar (Aia), protegida por los ramos de San Juan y por una estampa moderna del Sagrado Corazon de Jesus. © Xabi Otero

    99. IHS. El anagrama de Cristo protege la entrada del caserio © Xabi Otero


    Muchas de aquellas practicas –que todavia sobreviven parcialmente como gestos tradicionales, aunque sin su antiguo contenido de fe- tenian como fin invocar al cielo o a otras fuerzas invisibles la protección de la casa y de la familia que moraba en su interior.
    La flor del cardo evoca la figura del sol y atrae su proteccion contra los malos espiritus. © Xabi Otero

    Las crucecitas de madera talladas y bendecidas el dia de la Santa Cruz se clavan en las puertas de la casa para impedir el paso de cualquier influencia maligna. Era necesario renovarlas cada año. © Xabi Otero



    Las grandes cruces pintadas en los muros de la solitaria Venta de Iturrioz (Aia) garantizan la paz y la proteccion divina a todos los moradores y visitantes de la casa. © Xabi Otero

    ¿Quién podia amenazar la vida del caserio? Eran muchos los peligros reales o imaginarios que causaban temor a los labradores guipuzcoanos. El mas terrible de todos el fuego del rayo, que todos los años provocaba varios incendios en la Provincia; pero tambien la envidia o mala voluntad de los vecinos, que podia acarrear algún maleficio que hiciese enfermar a la familia o a sus ganados. La presencia de extranjeros, de brujas, lamiak y otros seres fantasticos tambien debia ser conjurada mediante los ritos oportunos para evitar que alterasen la tranquilidad del hogar.
    La seguridad se lograba colocando en la casa signos y objetos que actuaban como talismanes protectores. Muchos eran de tipo cristiano, como los anagramas “IHS” que se hicieron frecuentes en los arcos de los caseríos de principios del siglo XVI, y, como la cruz, que aparece con distintas variantes en todas las epocas: cruces de piedra sobre la cumbrera del tejado, crucecitas bendecidas de madera que se clavan en las puertas, cruces pintadas con cal en torno a las ventanas y cruces, en fin, talladas en vigas y dinteles.
    Algunas plantas y arbustos tambien tenian virtudes protectoras. Sobre todo el laurel, cuyas ramas acompañaban al caserio desde el mismo instante en que se terminaba de construir la cubierta. Por su parte, la flor del cardo se consideraba particularmente eficaz para ahuyentar a los malos espiritus y se creia que el espino albar tenia el poder de alejar el rayo.

    Unidos contra el fuego


    Los ritos magicos no eran suficientes para evitar que un rayo o un simple accidente domestico causasen con reiterada frecuencia el incendio y la destruccion completa de los caseríos. Para paliar estos desastres se crearon desde antiguo asociaciones voluntarias de seguros mutuos en las que cada uno de los socios miembros se comprometia a aportar cierta cantidad de dinero para sufragar la reconstruccion del edificio siniestrado. Una de las mas tempranas fue la que fundaron un grupo de vecinos que tenian propiedades en Azpeitia en 1541 por medio de la “Escritura de Concordia en razon de los incendios de casas y sus reparos” y otra, que tuvo larga vida y en la que incluso llegaron a integrarse algunos labradores vizcainos, fue la “Hermandad de Casas Germadas” creada en Bergara en 1657, que contaba con mas de trescientos caseríos asociados a mediados del siglo XVIII.
    103. Bovedas interiores del caserio Larrañaga (Azpeitia), construido en 1712 a prueba de incendios. © Xabi Otero

    104. La iluminacion de los caserios mediante rollos de vela y candiles de aceite provocaba frecuentes accidentes de consecuencias desastrosas. © Xabi Otero


    Las cantidades que se recaudaban por este sistema eran importantes y permitian afrontar con cierto desahogo la reedificacion de la granja arruinada. Para evitar fraudes se exigía a quien recibiese la indemnizacion que en breve plazo de tiempo construyese un caserio completo de dimensiones y calidad regulares, y que no se conformase con hacer algunas reparaciones o alzar una simple borda.
    Los propietarios de caseríos en alquiler solian incluir la derrama del seguro contra incendios en los pagos de la renta, de manera que sin ningún esfuerzo economico por su parte estaban cubiertos frente a cualquier eventualidad.

    Caseríos a prueba de incendios


    105. La Hermandad de Casas Germadas, fundada en 1657, era una de las asociaciones de seguros mutuos que ayudaban a reconstruir los caserios incendiados de Guipuzcoa. En este libro se inscribian los nombres de los socios. © Xabi Otero

    106. Caserio Larrañaga (Azpeitia). Movido por su obsesion de luchar contra el fuego, Martin de Abaria encargo al maestro Lazaro de Laincera el proyecto de un caserio unico en su genero: un edificio de dos plantas, con tres naves definidas por arcos y pilares de piedra, y cubiertas con diferentes tipos de bovedas. © Xabi Otero


    Mucho mas eficaces que los conjuros y plegarias en la batalla contra el fuego fueron algunas originales soluciones arquitectonicas que desde principios del siglo XVI se adoptaron para proteger los caseríos guipuzcoanos.
    107. Puerta blindada. Muchos caserios guipuzcoanos del siglo XVI tenian las alcobas separadas del resto de la vivienda por un grueso medianil y por las noches cerraban el paso de comunicación entre ambas zonas mediante una puerta de hierro forjado. © Xabi Otero

    Una de las mas extendidas de aquel periodo fue la de crear un muro interior que aislase las alcobas del resto de la vivienda, en especial de los focos de incendio mas habituales, que eran la cocina y la cuadra. Concretamente en el establo, la iluminacion de candiles de aceite y la presencia del ganado moviendose entre grandes montones de helecho seco constituían una combinacion mortifera. En la fabricacion del muro cortafuegos que separaba los dormitorios se excluian todos los elementos combustibles e incluso la puerta que permitia cruzarlo, que por las noches se cerraba con llave, no era de madera sino de chapas de hierro roblonadas.
    A partir de los años finales del siglo XVII la difusion de los elementos de piedra en la estructura de los caseríos dificulto la propagacion de incendios en su interior y en la mayor parte de los casos se hizo frecuente la construccion de un solido medianil transversal que cumplia las funciones de cortafuegos.
    Todos los caseríos de Guipúzcoa fueron ganando en seguridad, pero sin duda ninguno llego tan lejos en la adopcion de medidas preventivas como la casa Larrañaga de Urrestilla. Este caserio centenario se quemo en febrero de 1711 y su dueño, el cantero Martin de Abaria, quiso asegurarse de que nunca mas volveria a arder, de modo que encargo al maestro montañes Lazaro de Laincera un proyecto desconcertante en el que tanto los soportes como los suelos y techos debian estar realizados en piedra. El resultado fue un edificio unico en su especie, con veintiun bovedas de diferentes tipos en su interior pero que reproduce fielmente las funciones y la imagen externa de un caserio corriente.

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    Re: Caseríos

    Los tipos de caserío

    Una de las caracteristicas mas sorprendentes de la arquitectura rural guipuzcoana es la extraordinaria variedad de tipos de caserio que existen en un pequeño territorio de tan solo 1.977 km2. Las explicaciones a la espectacular riqueza de formas vernaculas son multiples: por una parte la fragmentacion natural de la geografia de Guipúzcoa, compartimentada en valles mal comunicados entre si, habria posibilitado el desarrollo de algunas tradiciones constructivas muy localistas; por otra, la estratificacion economica de los labradores seria la causa de la difusion de diferentes modelos de vivienda ajustados a la personalidad especifica de cada uno de los grupos sociales. Tambien los factores de tipo natural han debido de ejercer una gran influencia, en especial la mayor disponibilidad de un determinado material constructivo –madera o piedra- en relacion a los demas.

    En cada uno de los pueblos de Guipuzcoa conviven diferentes tipos de caserios. La variedad depende de la antigüedad de cada casa y de los recursos economicos de los propietarios.

    Sin embargo la razon que mejor explica la gran diversidad de caseríos existentes –aun en areas muy proximas y sin marcadas diferencias sociales o ecologicas- es que, a pesar del carácter de conservadurismo repetitivo que generalmente se suele atribuir a la arquitectura popular, el caserio vasco ha demostrado ser siempre muy receptivo a los cambios historicos, tanto en lo que se refiere a la incorporacion de nuevas tecnicas constructivas, como a la rapida asimilacion de las modas artisticas. Para entender la gran variedad de cambios que ha provocado esta receptividad cultural hay que saber que practicamente todos los caseríos que hoy estan en pie fueron edificados en un plazo de cuatrocientos años, de 1500 a 1900, y que cada generacion tenia un modo de hacer ligeramente distinto al de sus antepasados y descendientes.
    Cada tecnica y cada forma tienen su propio tiempo de vigencia historica y un ritmo diferente de asimilacion, transformacion y decadencia. Conociendolos se pueden ordenar los diversos tipos de caseríos en grandes familias y ubicarlos en una epoca especifica, superando en algo la habitual indefinicion y ambigüedad cronologica en la que se mueve la interpretacion de las creaciones populares.
    Aun asi es dificil hacer una sintesis de todas las especies de caseríos existentes. La variedad es tan amplia que lo que aquí se puede recoger solo alcanza a ser una breve galeria de fachadas de algunos de los tipos mas nitidos y representativos, pero es obvio que la realidad de los mas de once mil caseríos de Guipúzcoa es mucho mas rica y depara multitud de sugestivas singularidades.

    Los caseríos renacentistas de piedra


    Algunos de los primeros caseríos conocidos de Guipúzcoa tienen sus cuatro fachadas construidas en piedra. Presentan un aspecto hosco y hermetico, y a veces se les ha confundido con antiguas torres que hubieran perdido los pisos superiores. Sin embargo, las amplias dimensiones de la planta y la total ausencia de elementos defensivos –entre otros muchos detalles- prueban que fueron autenticas casas de labranza.
    Estos caseríos, de los que Legarre, en Altzo, constituye un magnifico ejemplo, no tienen soportal ni ningún otro espacio cubierto que sirva de transicion entre la vivienda y el campo exterior, lo cual constituye un hecho bastante frecuente en Guipúzcoa pero poco habitual en el resto de la cornisa cantabrica. La entrada a la casa se efectua a traves de una puerta con arco de silleria abierta en un lateral de la fachada. Dicho arco suele ser todavia de silueta gotica en los primeros años del siglo XVI, pero luego se transforma en una elegante rosca semicircular durante el resto de la centuria.

    110. El caserio Legarre (Altzo) se edifico a principios del siglo XVI y pertenece a la primera generacion de caserios de Euskalherria. Tiene solidos muros exteriores de piedra y una estructura de postes de madera con lagar de viga en el interior. © Xabi Otero


    111. Las ventanas del caserio Makutso (Oiartzun) estan ricamente decoradas con molduras y tallas de anclas, cruces y pajaros. © Xabi Otero


    Un segundo arco, de mayor tamaño, da acceso a al cuadra, de forma que el espacio de la familia y el espacio del ganado quedan clara e higienicamente delimitados desde el exterior.
    Los ejemplares mas primitivos, como el propio Legarre, apenas tenian ventanas y todas las que hoy lucen han sido abiertas mucho mas tarde. Sin embargo este aire de maciza fortaleza, muy nitido aun en casos como Etxezabal de Astigarribia (Mutriku), desaparecio rapidamente y hacia 1525 ya proliferaban las casas con numerosos huecos de luz y ventilacion, que casi siempre adoptaban la forma de ventanas dobles o germinadas, con asientos de piedra empotrados en el interior del muro. La galeria de ventanales del rico caserio Makutso, en Oiartzun, simboliza muy bien aquel deseo de abrirse al sol y la naturaleza que caracterizo a la arquitectura renacentista, por contraste con el tenebrismo medieval. Ademas, sus dinteles tallados con grandes anclas navales nos trasladan al espiritu de la epoca, evocando la memoria de un hombre que quiso ser recordado entre sus vecinos por su vinculacion a la mar.

    112. Las puertas de los caserios mas antiguos de Guipuzcoa tienen arcos de piedra apuntados, como este de Astigarribia (Mutriku). © Xabi Otero


    113. La calidad y el trabajo de la piedra empleada en los caserios mas antiguos es superior a la de epocas mas recientes. © Xabi Otero


    caseríos de piedra y sin soportal se han seguido construyendo a lo largo de toda la historia, aunque las puertas con arco dejaron de utilizarse a principios del siglo XVII. Sin embargo en muchos casos se les añadieron tardiamente grandes porticos enlosados, como puede comprobarse en Albizua y Agarre de Bergara, lo que demuestra que el modelo de casa totalmente cerrada no llego a satisfacer plenamente las necesidades de los labradores guipuzcoanos.



    115. Makautso (Oiartzun) es casi un palacio rural renacentista, pero la organización de sus espacios interiores es la propia de una casa de labranza. Las dos puertas de entrada sirven para diferenciar el acceso de los hombres y el de los animales. © Xabi Otero



    Los caseríos de entramado


    Los edificios con fachada de estructura entramada a la vista constituyen una de las familias mas prolificas del conjunto de los caseríos guipuzcoanos. Comenzaron a construirse muy pronto, a principios del siglo XVI, y posteriormente, aunque han conocido variaciones tecnicas sustanciales, han seguido desarrolandose hasta el siglo XIX.

    116. Ierobi Haundi (Oiartzun) es uno de los mejores ejemplos de estructuras de entramado cuajadas de ladrillo realizados en el siglo XVII. © Xabi Otero


    117. Fragmento de entramado relleno de piedra porosa de toba en Altzo Muño. © Xabi Otero


    La base comun de todos ellos es la de lograr ensamblar una red de viguetas de madera de distintas dimensiones, que se sostengan por si mismas en un plano vertical. Los huecos de dicha red se rellenan posteriormente con mamposteria enlucida con argamasa y cal, o bien con ladrillo, que por su hermoso color y elevado precio se acostumbraba a dejar a la vista del espectador. La relativa ligereza y solidez de este tipo de estructuras permite a la casa ganar mayor altura y crear voladizos, aunque en el campo guipuzcoano estos fueron menos frecuentes de lo que se ha solido pensar.
    El tipo de ensamblaje utilizado y la ordenacion de las maderas de la trama son los que permiten distinguir la edad de las distintas estructuras. En los ejemplos de caseríos de entramado mas antiguos, como pueden serlo Agerre (Irura) y Aritzeta Erdi (Alkiza), las viguetas componen figuras de cuadrilateros o rectangulos muy altos y regulares, cuajados con mamposteria. Apenas existen tornapuntas o piezas oblicuas, pero cuando aparecen se unen a los demas elementos con ensamblajes de perfil mixtilineo.
    Los entramados rellenos de ladrillo no parecen ser comunes antes de mediados del siglo XVI, fuera de edificios de cierta nobleza, como la casa de Legazpi en Zumarraga. Sin embargo cuando se popularizan en el mundo de los caseríos guipuzcoanos consiguen arraigar con una vitalidad desconocida en otros territorios vascos. Logran una gran aceptacion en toda la cuenca del Oria, pero en contrapartida el ladrillo es practicamente desconocido en la arquitectura popular del Deba. Muchos de los artesanos tejeros que lo producian eran trabajadores estacionales que venian del norte de los Pirineos y tal vez por esta razon es mas facil de encontrar en zonas proximas a la frontera. A favor de esta hipotesis jugaria su abundancia en el entorno de Donostia, con bellos ejemplos como Urruzmendi en Usurbil, y Aliri o las otras casas de Zubieta. En cualquier caso, se constata que su empleo deja de ser usual a mediados del siglo XVIII. Su edad de oro había sido el siglo XVII, que es cuando se construyeron caseríos tan racionales y armoniosos como Ierobi Haundi de Oiartzun y cuando se rehicieron otros mas rudos, como Aranburu Zahar en Aia.

    118. Las estructuras de entramado eran baratas y ligeras, y permitian construir a un precio razonable enormes caserios como Etxehaundi (Lizartza). © Xabi Otero


    119. Los caserios con fachada de entramado, como Lizarralde, Bergara, fueron los mas populares en Guipuzcoa durante los siglos XVII y XVIII. © Xabi Otero


    El entramado relleno de mamposteria estuvo mucho mas extendido, tanto en el espacio como en el tiempo. Se aplico por igual a grandes caseríos sin soportal, como Etxeaundi, en Lizartza, que a caserones porticados como Etxeberri de Altzo. Se introdujeron un mayor numero de viguetas oblicuas ligando los postes verticales de la trama, pero nunca se recurrio a la utilizacion de piezas curvas, que eran muy frecuentes en otras regiones de Europa. Solamente a mediados del siglo XVII se puso de moda el empleo de una gruesa horquilla de arbol invertida, colocada en el vertice superior de la fachada para sostener la cumbrera del tejado como aun se puede ver en lugares como Ateaga (Anoeta). En Elkeita (Asteasu), sin embargo, estan bajo las correas de la armadura.

    Los caseríos de madera


    Los caseríos que conservan una buena parte de su fachada principal cerrada con madera soportan la leyenda de ser los mas antiguos de Guipúzcoa. En realidad son solo una variedad barata y muy vistosa de la arquitectura entramada, en la que la red de viguetas se ha forrado externamente con un mamparo de tablas verticales machihembradas o clavadas.

    120. El esqueleto de casi todos los caserios del siglo XVI y XVII es de postes de roble, como los del soportal de Gomestio, Arrasate. © Xabi Otero


    121. Las fachadas de madera resultaban muy utiles para mantener ventilado el pajar, pero al mismo tiempo eran muy fragiles. El viejo camarote de tablas de Gaztelu (Bergara) ya no existe, en su lugar hay un muro de ladrillo. © Xabi Otero


    Su periodo de vigencia historica fue el siglo XVI y la primera mitad del XVII, y su ambito de aplicación los caseríos que deseaban disponer de soportal y necesitaban un material ligero que no cargase la viga maestra del mismo. La planta baja se fabricaba siempre en piedra, pero ello no excluia que el esqueleto o la estructura portante fuese de gruesos postes de roble, como todavia puede verse, entre otros muchos, en Urbizu Bekoetxe de Idiazabal.
    En la mayor parte de los caseríos guipuzcoanos antiguos con fachada de tablas, estas aparecen solo en el tramo central del frontis, como en Izar Haundi de Zumarraga, siendo mucho menos frecuentes los casos en los que se extienden a todo lo ancho del edificio. En Gaztelu, en Bergara, donde esto ocurria desde 1530, han sido eliminadas tras una obra reciente. Lo cierto es que este tipo de estructuras son muy fragiles y ademas dificiles de aislar del frio y la humedad, lo que hace bastante problemático su mantenimiento en la actualidad. Hoy la madera solo se conserva, y se repone, con relativa frecuencia en la parte alta del camarote, como en el cinco veces centenario Lazpiur de Bergara, donde sirve para facilitar la ventilacion del pajar.

    122. A principios del siglo XVII se añadio al caserio Igartubeiti (Ezkio-Itsaso) un nuevo soportal corrido y un amplio camarote cerrado con tablas. © Xabi Otero


    Un genero especificamente guipuzcoano de los caseríos de madera lo constituyen ciertos edificios a los que a principios del siglo XVII se les añadio un cuerpo adosado a la fachada delantera, con una amplisima hera porticada en la planta baja y sobre ella un desahogado granero con paredes de tabla, montado sobre una banda de postes. El ejemplo mejor conservado es sin duda Igartubeitia de Ezkio-Itsaso, pero aun sobreviven algunos de sus otros congeneres, como Arandi, en Ormaiztegui, que fue casa natal del general carlista Tomas de Zumalacarregui, o Izarre Haundi en Gabiria, y Aginaga en Azkoitia. Parecen muy arcaicos, pero en realidad corresponden a un estado evolucionado de la vivienda vasca, aunque realizado con medios pobres.

    Los caseríos con soportal de arcos


    En lo que concierne a calidad constructiva y de diseño arquitectonico, los caseríos con soportal definido por grandes arcos de piedra labrada se encuentran en el punto de evolucion historica mas alto de la casa popular guipuzcoana. Su solidez, condiciones de habitabilidad y elegante aspecto tienen muy pocos competidores de su misma estatura en el panorama de la arquitectura rural europea.

    124. Los cinco grandes arcos de piedra labrada del caserio Gurmendi (Zarauz) son fruto de una tierra de buenos canteros y de una larga tradicion de arquitectura rural realizada por maestros de solida experiencia. © Xabi Otero


    125. Eguren (Bergara) pertenece a la primera generacion de caserios con arcos que a mediados del siglo XVII se popularizaron en la cuenca superior del rio Deba. © Xabi Otero


    Su difusion esta ligada al gran desarrollo que conocio el oficio de la canteria norteña en los tiempos del Barroco. Nacieron a mediados del siglo XVII y se implantaron con éxito entre los labradores mas acomodados, que miraban con confianza los tiempos a causa de la beneficiosa aclimatacion del maiz.

    126. Los grandes caserios del siglo XVIII con soportal de arcos de silleria, como Lardabuño (Zizurkil), son las viviendas rurales de mayor calidad que han existido en Guipuzcoa. © Xabi Otero


    127. Los arcos de Agarre (Bergara) son un añadido tardio al conjunto del viejo caserio y su horreo. © Xabi Otero


    El area en la que aparecen en mayor numero coincide con el cuadrante sudoccidental de Guipúzcoa. Hay caseríos de uno, dos y hasta cinco grandes arcos abiertos en la base de la fachada. Sin embargo, asi como los de una y dos roscas de piedra son comunes en la zona este de Bizkaia, en el vale alaves de Aramaiona y en todo el noroeste de Navarra, los que tienen tres o mas constituyen una variedad de casa rural vasca unica y exclusiva del territorio guipuzcoano.
    Estos ultimos son los de imagen mas señorial. A menudo se trata de gigantescas granjas de tres y cuatro pisos, como Lardamuño, en Zizurkil, con mas de 500 m2 de planta acogidos bajo un enorme manto de tejas. Lamentablemente esta imagen queda mutilada en muchos casos, porque con el abandono de las funciones agricolas del portico se extendio la costumbre de tapiar algunos de los arcos para ampliar la cocina y otras dependencias. Así ha ocurrido en casas de tanto abolengo como Laskibar de Irura, Eduhegi de Bergara y Madalena de Segura.
    Uno de los avances mas importantes que se notaron al comenzar a proliferar los caseríos con arcos y muros de carga fue que el edificio podia crecer en altura sin poner en peligro su estabilidad. Este hecho permitio que a mediados del siglo XVIII se empezase a ocupar el piso superior con funciones de vivienda, aumentando el numero de alcobas e introduciendo un espacio mas noble que se utilizaba como salon para recibir a los invitados en las ceremonias familiares, como bodas, bautizos y velatorios. El aumento de un piso se nota bien en los ejemplares mas evolucionados, como Gurrutxaga de Zumarraga y Lapatza de Antzuola, pero es todavia inexistente en la generacion de los precursores, como Irazabal Etxeberri de Bergara.

    Los caseríos sin soportal


    La ultima generacion de caseríos guipuzcoanos, la del siglo XIX, renuncio al uso de los soportales, tanto a los que estaban construidos con arcos como a los que se hacian con un gran dintel de madera. Era, en parte, una apuesta por mantener un estilo de vida mas reservado y discreto, encerrado en el grupo familiar, pero tambien una respuesta a la necesidad de racionalizar la arquitectura domestica.

    128. Zubin (Amezketa) es un caserio de reducidas dimensiones y modesta factura, rehecho a principios del siglo XIX. Su estructura descansa en tres momumentales postes de roble que se alzan en el interior. © Xabi Otero


    129. Casi todas la casas rurales de Guipuzcoa se rehicieron a principios del siglo XIX, y muchas de ellas, como es el caso de Sorabilla (Andoain). Adoptaron la forma del caserio sin soportal. Son edificios severos y ordenados, de muy buena construccion. © Xabi Otero


    En la practica parecia significar el triunfo de la tipologia de caserio mas arcaica, la de la casa de piedra de tradicion gotico-renacentista, pero había algunas diferencias importantes, fruto de mas de tres siglos de evolucion. En principio, al hacer una comparacion superficial, resultaba que las granjas modernas estaban edificadas con peores materiales, ya que carecian de las grandes vigas de roble y de los arcos de silleria de las casas del siglo XVI; pero en contrapartida resultaban mas comodas de habitar: tenian amplias ventanas y numerosas entradas de luz natural, estaban mejor aisladas, disponian de dormitorios dignos e independientes, poseian cocinas con chimeneas funcionales y resultaban mas adecuadas para el trabajo con la cosecha y los animales.

    130. En Orexa son muy frecuentes los caserios como Ormaetxe Garai: sin soportal, pero con un elegante arco de medio punto al estilo del norte de Nafarroa. © Xabi Otero


    131. Durante el siglo XIX se colonizaron muchos espacios marginales y se roturaron antiguos terrenos de bosque y pasto comunal. Los caserios que construyeron los nuevos labradores seguian modelos similares a Arno-Ate, Elgoibar, en su sencillez de lineas y ausencia de soportal. © Xabi Otero


    Los primeros ejemplares, como Igor Txiki de Ernialde, aun ofrecen el sabor rustico de la piedra labrada por canteros tradicionales, que destaca sobre el blanco de la cal en series de ventanas iguales y bien ordenadas, siguiendo el criterio de racionalidad que se imponia a todas las construcciones de la epoca del Neoclasicismo. En los edificios mas tardios solo se pueden ver grandes caserones, como Arane Goikoa de Eskoriatza, en los que el orden de puertas y ventanas se mantiene de manera rigida y monotona, pero estas tienen pobres dinteles de madera o ladrillo enlucido.
    Hoy puede considerarse que este es el tipo de caserio mas difundido en Guipúzcoa, aunque en muchos casos, detrás del maquillaje de una fachada de apariencia moderna, se esconde la compleja estructura de un edificio centenario que, a su manera, ha tratado de adaptarse al ritmo de los tiempos.

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    Re: Caseríos

    La ornamentación

    La madera


    Partiendo de la constatacion de que la mayor parte de los caseríos guipuzcoanos son obras con grandes virtudes constructivas pero de una marcada sobriedad plastica y ornamental, incluso si se los compara con otros modelos de casa popular vasca, debe reconocerse, sin embargo, que la madera es el tipo de soporte que mas a menudo utilizaron para tallar adornos y motivos decorativos.
    El periodo mas brillante de la carpinteria popular guipuzcoana fue el comprendido entre los siglos XVI y XVII, y en el se percibe que los artesanos locales, ademas de tener un repertorio de figuras propio, estaban perfectamente informados de los gustos y temas ornamentales mas difundidos en las regiones vecinas, desde el Sur de Francia hasta el Duero.

    132. Mensulas geometricas del siglo XVI, con una tecnica de talla que favorece los efectos del claroscuro. © Xabi Otero


    133. Otabardi (Asteasu). Los canes de la vigueria del tejado son los lugares preferidos por los carpinteros del siglo XVII y XVIII para realizar tallas ornamentales. © Xabi Otero


    Las decadas centrales del siglo XVI conocieron un gran florecimiento de la talla en madera, del que los caseríos participaron activamente. En esta epoca la decoracion se concentra principalmente en los antepechos de las fachadas de tabla o entramado y en las mensulas y jabalcones del tejado. Se utilizaba un vasto repertorio de figuras geometricas labradas a azuela y formon, buscando el contraste de planos y marcando los efectos de claroscuro. Las formas mas habituales fueron los sogueados, mondaduras, cabezas de clavo, puntas de diamante, palmetas, maclas, estriados y ocasionalmente helices solares y rosetas biseladas; un repertorio, en suma, que tiene en el coro de La Antigua de Zumarraga su mas completa expresion.

    134. Uno de los alfeizares de las ventanas de Ierobi Haundi (Oiartzun), fue labrado al estilo clasicista, en el siglo XVII. © Xabi Otero

    1
    35. Harrillaga Haundi (Usurbil). Durante los siglos XVII y XVIII se difunde en la cuenca del Oria la moda de utilizar como soportes horquillas naturales del roble colocadas boca abajo. © Xabi Otero


    En las casas de entramado, y sobre todo en las que tienen algún voladizo, tambien suele ser habitual durante la primera mitad del siglo XVI tallar una de las vigas horizontales con una franja de arquillos conopiales rehundidos, como los que se ven en Txulaene Goikoa de Oiartzun o en Aritzeta Erdi de Alkiza, haciendo uso de un tema de procedencia vascofrancesa.
    Otros puntos de la casa que reciben una atencion especial por parte de los carpinteros renacentistas son las zapatas de los postes y las zancas de las escaleras. En ambos casos el recurso mas usual es el de dulcificar la arista viva de la madera con series de mondaduras.

    136. Canes tallados. Las cabezas de las correas se decoran con volutas y motivos sogueados. © Xabi Otero


    137. Galeria de ventanas con arquillos conopiales tallados en el cargadero, en Aritzeta Erdi (Alkiza), del siglo XVI. © Xabi Otero


    La carpinteria popular guipuzcoana del siglo XVII se enfoca a resaltar otros puntos de interes. Su labor se concentra entonces en la talla de las cabezas de las correas del tejado, que se decoran con volutas vegetales, tanto mas carnosos cuanto mas se impone la estetica barroca. La voluta acostumbra a llevar tallado en la parte central un cordoncillo o una ristra de perlas, como se aprecia nitidamente en Otabardi de Asteasu. En esta epoca tambien son abundantes los barrotes de madera torneados con formas de vaso, frecuentes en las barandas de balcones y escaleras.
    La figura humana esta muy escasamente representada, pero hay algunas interesantes excepciones, como las mascaras labradas en Arrillaga Haundi de Usurbil y en Zumitza de Alkiza.

    Antepecho de ventana con tipicas tallas del siglo XVI. © Xabi Otero



    La piedra


    La ornamentacion en piedra estaba reservada a los caseríos mas ricos de Guipúzcoa y habitualmente se dosificaba en pequeñas cantidades. Cada epoca demostro tener sus preferencias muy bien definidas, casi siempre afines al lenguaje artistico del momento. Así, durante la primera mitad del siglo XVI los unicos adornos en los que el cantero podia demostrar su talento como tallista eran los medallones protectores –con el monograma de Cristo escrito en caracteres goticos- que se colocaban en la puerta principal, y en las molduras de enmarque de las ventanas, pudiendo considerarse la figura de las anclas perfiladas en el dintel de Makutso de Oiartzun como un caso de expresividad absolutamente excepcional.


    139. Columna toscana de un soportal de Antzuola (siglo XVII). © Xabi Otero

    En el siglo XVII el numero de piezas labradas aumenta ligeramente. Siguen cuidandose los enmarques de las ventanas mas nobles, ahora con molduras cajeadas de tipo clasicista, como las del caserio Elorrieta de Asteasu, y ademas se difunden mucho las tallas heraldicas con la aparicion de ostentosos escudos que a menudo llevan inscripciones indentificando las armas del apellido familiar y el año de construccion del edificio. En algunos casos, como en Iriarte Bekoa de Antzuola, aparecen airosas columnas de orden toscano ayudando a sostener el vuelo de la viga del soportal, pero su numero es casi insignificante en comparacion con lo que suele ser habitual en las comarcas orientales de Bizkaia.

    141. Ventana trilobulada de Oiartzun (siglo XVI). © Xabi Otero



    142. Escudo de armas de Alkiza Lete (Alkiza) y reloj de sol de principios del siglo XVII. © Xabi Otero


    En el siglo XVII siguen destacandose los blasones armeros como el elemento mas cuidado de la talla artistica en piedra, recargandose de guarnicion, mascarones y rocalla. En este periodo muchos de los caseríos mas nobles, como el imponente Azpikoetxe de Berastegi, adoptan la costumbre ya avanzada en el siglo anterior de recercar todas las ventanas de la fachada principal con molduras de placas lisas que forman unas caracteristicas orejetas en los vertices, claramente identificables con las sobria estetica del barroco norteño. Los caseríos del siglo XIX apenas tienen trabajos de ornamentacion realizados en piedra, salvo nuevos escudos de talla nitida y afilada, y algunas grandes placas que recuerdan la fecha de inauguracion del edificio y el nombre de su promotor, como ocurre en Orbe Haundi de Bergara.


    143. El anagrama de Cristo (IHS) en letras goticas constituye el tipo de decoracion en piedra mas antiguo de los caserios guipuzcoanos. © Xabi Otero



    144. Ventana de Asteasu con molduras clasicistas (siglo XVII). © Xabi Otero





    145. Ventana de Alkiza con molduras de placas barrocas (siglo XVIII). © Xabi Otero



    El hierro


    En una tierra que en buena parte ha logrado sobrevivir gracias a la forja y exportacion del hierro sorprende la poca cantidad de este metal que ha llegado a ser utilizado para la ornamentacion de los caseríos.


    146. Aldaba barroca (siglo XVIII). © Xabi Otero



    147. Puerta de forja (siglo XVI). © Xabi Otero


    En el siglo XVI, cuando los vascos casi no tenian competidores en Europa en la produccion siderurgica, el unico elemento con cierto encanto decorativo realizado en hierro que podia encontrarse en las casas de labranza guipuzcoanas eran las pesadas puertas metalicas de los muros cortafuegos, que solian adornarse con gruesos anillos colgantes y algunas sencillas incisiones geometricas en el pasador.


    148. Cerrojo con decoraciones incisas y flores buriladas en el pasador (siglo XVI). © Xabi Otero


    149. Cabezas de clavos ornamentales para puertas. Todos son del siglo XVII: los mas antiguos son los romboides y los mas recientes los flordelisados o estrellados. © Xabi Otero


    En el siglo XVII los trabajos de forja salieron al exterior y se concentraron en los herrajes de las puertas: clavos con cabeza romboidal o en estrella, chapas de bocallave de perfil sinuoso y en algunos casos gruesos aldabones. Por otra parte, aunque tanto durante este siglo como el siguiente los guipuzcoanos lograron fama de habilisimos rejeros, sus productos raramente llegaron a los caseríos, ya que su elevado precio solo los hacia aptos para ser utilizados en iglesias y palacios. Cuando en las casas de labranza se encuentran rejas en las ventanas de la planta baja habitualmente son secillos barrotes de cuadradillo colocados en el siglo XIX, y solo en muy raras ocasiones se ven los atractivos perfiles conicos o con cogollos vegetales propios de epocas anteriores.

    150. Anilla para atar cabalgaduras, decorada con incisiones (siglo XVI). © Xabi Otero


    151. Llave. © Xabi Otero


    El panorama de los accesorios y adornos artisticos del caserio es discreto, como le corresponde a un edificio que a lo largo de la historia solo ha aspirado a hacer mas llevadera la dura vida de los hombres del campo. Sin embargo no es en el terreno facil de los ornamentos donde el caserio juega la partida de su belleza. La fascinacion que despierta nace al ver surgir su silueta entre la niebla, con su volumen rotundo y sus formas solidas, antiguas y perdurables. Allí esta el caserio: el anciano señor de los valles.


    152. Bisagra. © Xabi Otero

    Los herrajes de forja artistica no estaban al alcance de muchos caserios.






    http://bertan.gipuzkoakultura.net/bertan4/caste/7.php

  8. #8
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    Re: Caseríos

    Es cierto que el derecho tradicional de herencia en Guipúzcoa y Vizcaya favorecía la viabilidad económica del caserío y el equilibrio del territorio. Proporcionaba la célebre prosperidad del campo que señalan varios viajeros extranjeros, sobre todo del XVIII, una vez superados los últimos conflictos terrestres con Francia en la década de los veinte y antes de la zozobra que supondrían la Guerra de la Convención y, sobre todo, la de Independencia. Pero lo conseguía al precio de una cierta "injusticia" para con el resto de hijos. Esa es una de las razones por las que desde el siglo XV --como bien señala Juaristi, al margen de lo que se opine de este autor en otros temas-- Guipúzcoa y Vizcaya se dedicarán a "bombear" población sin descanso hacia el servicio de las armas, el trabajo en la administración, a la Iglesia o la emigración al resto de España y a América. Los segundones del caserío tenían que buscarse al vida fuera del ámbito familiar.

    Todavía hoy en día se llama "la legítima" a la parte de la herencia que cada hijo debe recibir --al margen de la voluntad del testador-- allí donde no rige un derecho distinto, como por ejemplo en Navarra. Este sistema es más "justo" para con los herederos pero no está exento de problemas, como el momento del reparto o el hecho de que tiende a fragmentar el territorio.

  9. #9
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    Re: Caseríos

    Cita Iniciado por Juan del Águila Ver mensaje
    Es cierto que el derecho tradicional de herencia en Guipúzcoa y Vizcaya favorecía la viabilidad económica del caserío y el equilibrio del territorio. Proporcionaba la célebre prosperidad del campo que señalan varios viajeros extranjeros, sobre todo del XVIII, una vez superados los últimos conflictos terrestres con Francia en la década de los veinte y antes de la zozobra que supondrían la Guerra de la Convención y, sobre todo, la de Independencia. Pero lo conseguía al precio de una cierta "injusticia" para con el resto de hijos. Esa es una de las razones por las que desde el siglo XV --como bien señala Juaristi, al margen de lo que se opine de este autor en otros temas-- Guipúzcoa y Vizcaya se dedicarán a "bombear" población sin descanso hacia el servicio de las armas, el trabajo en la administración, a la Iglesia o la emigración al resto de España y a América. Los segundones del caserío tenían que buscarse al vida fuera del ámbito familiar.

    Todavía hoy en día se llama "la legítima" a la parte de la herencia que cada hijo debe recibir --al margen de la voluntad del testador-- allí donde no rige un derecho distinto, como por ejemplo en Navarra. Este sistema es más "justo" para con los herederos pero no está exento de problemas, como el momento del reparto o el hecho de que tiende a fragmentar el territorio.
    Gracias Juan del Aguila, mi duda no era tanto si eso ocurría, sino si: ¿no existía preeminencia de los fueros locales sobre las leyes castellanas?.
    ¿O es que no estaban estos aspectos de la sucesión recogidos en los fueros?

  10. #10
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    Re: Caseríos

    Pues sinceramente no lo sé, puede ser que no, pero me suena raro que los fueros no recogiesen y "blindasen" precisamente las cuestiones del derecho sucesorio cuando en cualquier mundo esencialmente rural, como era la Guipúzcoa de aquellos tiempos, los asuntos de sucesión y herencia son quizás los más importantes. Quizás sea cierto y lo que ese sistema pretendía era evitar que los hijos desposeídos recurriesen a las leyes comunes como derecho supletorio con el conflicto que eso supondría. En las famosas "noticias" de Gorosabel no encuentro nada que explícitamente establezca las cuestiones sucesorias, así que puede ser verdad.

    http://www.ingeba.euskalnet.net/klas...ia/marnoti.htm

  11. #11
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    Re: Caseríos

    En una palabra, por más cierto que sea que la legislación civil castellana ha regido y rige en Guipúzcoa, como regla general de derecho, no por eso ha dejado de tener esta provincia sus leyes especiales en determinados puntos, y ocupándose en otros de acomodar las disposiciones generales a sus necesidades particulares.
    Quizás aquí...

    http://www.ingeba.euskalnet.net/klas...a/nindice9.htm

  12. #12
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    Re: Caseríos

    Efectivamente, aunque como casi siempre las cosas son un poco más complejas que como nos las cuentan.

    No obstante esta determinación, se halla que las Juntas celebradas en la villa de Tolosa por el mes de Mayo de 1696 volvieron a tomar en consideración este asunto, que se consideraba en el país por tan interesante al bien de las familias. Así, pues, hicieron una ordenanza, por la cual se disponía que cualquiera persona pudiese dar por contrato entre vivos o como última voluntad a uno de sus hijos o hijas, o al nieto de estos, todos sus bienes muebles y raíces, derechos y acciones. Establecía además que los padres /198/ podían apartar a los otros hijos o hijas y descendientes legítimos «con cualquiera cosa o cantidad, poca o mucha, que les quisiesen señalar.» Concluía la misma que los hijos, hijas, o descendientes de éstos, no pudiesen pedir ni demandar cosa a1guna contra la voluntad y disposición de los padres o ascendientes legítimos, no obstante lo prescripto en la indicada ley de Madrid. Las razones que descuellan en el acuerdo hecho por aquellas Juntas sobre esta materia pueden reducirse a tres. Era la. primera de esterilidad y cortedad de las haciendas libres de la provincia; segunda, los muchos pleitos que resultaban sobre legítimas; tercera, los perjuicios que se seguían de la partición de bienes entre muchos interesados. De estas tres razones, la primera y tercera apenas pueden satisfacer bajo el aspecto económico. A la verdad, ni es cierto que todas las haciendas libres fuesen estériles y cortas, ni su partición entre varios herederos podía en términos regulares producir los males que se suponían, a lo menos si esta .operación no se llevaba a un extremo. Si por lo demás los pleitos que se indicaban eran un verdadero inconveniente, digno de atenderse por el legislador, debían atribuirse, no al contexto de aquella ley, sino al empeño de los mismos padres en obrar en los arreglos de sus familias contraviniendo a sus disposiciones. La letra de estas se halla en verdad bien terminante y clara, y su espíritu no puede ofrecer dudas.

    Pero, como ya se ve, la ordenanza. mencionada no se limitaba a alzar la prohibición impuesta por la ley de Madrid a los padres para mejorar a las hijas por vía de dote o casamiento en el tercio y quinto por contrato entre vivos. Yendo ella todavía mucho más adelante, quería que se facultase a los primeros para dejar todos sus bienes a un solo hijo o hija, separando a los demás de la, participación de las herencias con cualquiera cosa o cantidad, poca o mucha, que les señalasen. /199/ Era esto, en una palabra, introducir entre nosotros la ley navarra, aplicada de las de las Doce Tablas, según las cuales los padres gozaban de una omnímoda libertad en esta materia. No es este el lugar ni la ocasión de examinar esta gravísima cuestión de legislación, renovada por ilustrados jurisconsultos en estos presentes tiempos, encomiando unos las ventajas de semejante facultad, impugnándola otros por los inconvenientes que la achacan. Lo que no admite duda es que el sistema propuesto por la provincia contenía una medida muy radical, contraria a las máximas de la legislación castellana observada constantemente desde tiempo inmemoria1, en oposición por lo tanto con los usos y costumbres nacionales. Sus antiguos códigos, el Fuego Juzgo y el Fuero Rea1, confirmados por las leyes de Toro, consignan la facultad de los padres para mejorar a uno de los hijos o hijas en el tercio y quinto de sus bienes. Pero al mismo tiempo reservan de semejante libertad al resto de sus herencias a título de legítimas en las que no pueden perjudicar a los hijos; sistema con el cual se ha creído haber combinado una racional facultad de los padres en la disposición de sus bienes, evitando los abusos que pudieran resultar de una absoluta libertad. Así pues las ordenanzas dispuestas por la provincia en el sentido expresado se presentó al Consejo de Castilla para su aprobación, según había acordado la misma. El fiscal de Su Majestad, a quien se pasó el expediente, impugnó la pretensión de la provincia, fundándose para el efecto en que era contraria a las leyes del reino, en cuyo concepto se denegó la confirmación por aquel supremo Tribunal; y aunque se suplicó de esta providencia, se mandó guardar lo decretado. Tal fue el contexto del auto ejecutoriado dictado en 19 de Enero de 1697, según los antecedentes de la materia que obran en el archivo de la provincia.

    /200/ Con la precedente declaración quedó terminado así este negocio, y por consiguiente en pleno rigor en Guipúzcoa la citada ley de Madrid. Los pleitos que antes de ella parece resultaban en las familias, debieron también excusarse después de ella; a lo menos no había ya justo motivo para promoverlos, sabiendo cada cual a qué atenerse en materia de legítimas. Esto no obstante, se ve que a los cincuenta años, o sea, en las Juntas de Azcoitia de 1747, el representante de la unión de Sayaz volvió a llamar la atención de las mismas sobre el propio asunto. Representó principalmente la conveniencia de no dividirse las haciendas, los muchos pleitos que resultaban sobre aumento de legítimas, la necesidad de poner remedio a ellos autorizando a los padres para señalarlas a los hijos a su arbitrio, a la manera que se hacía en Navarra, Aragón y Vizcaya. Dijo además que en el caso de no adoptarse este sistema, al menos se debería determinar un tiempo limitado para el uso de las acciones competentes en materia de legítimas. Bajo este concepto, propuso que para rescindir las renuncias no hubiese más término que el de veinte años entre presentes y treinta entre ausentes, y que en cuanto a legítimas no fuesen oídos, si no las reclamaren dentro de treinta años entre presentes y cuarenta entre ausentes, debiendo en todo caso exceder la lesión dos veces más de la cantidad recibida. Aquellas Juntas remitieron esta exposición a la Diputación; y aunque del registro de las del año inmediato consta haberse adoptado lo propuesto por una comisión, no se ve que el asunto hubiese tenido resultado.

  13. #13
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    Re: Caseríos

    Magnífico. Gracias Juan del Águila,

  14. #14
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    Re: Caseríos



    Landaberroa Etxea (Urrasun de Azpilicueta - Valle del Baztán - Navarra)

  15. #15
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    ¡Cómo me gusta este tema! no se como no lo había visto hasta ahora. Conozco en persona muchos de ellos, el segundo que has puesto, por ejemplo, es Pastain, de Telleriarte (Legazpi) ¡a escasos 50 metros de casa de mi novia!

    Como humilde aporte, os dejaré la foto del caserío más elegante de estos lares, en mi opinión. Desgraciadamente, por esta zona se cuidaba más el aspecto práctico que el estético, por lo que los caseríos no son tan elegantes como por ejemplo, el Duranguesado.

    Gurmendi, Urteta:

    Antes


    Hoy


    Un saludo
    Gora gu ta gutarrak!

  16. #16
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    Respuesta: Caseríos

    Cita Iniciado por Ahari jokua Ver mensaje
    ¡Cómo me gusta este tema! no se como no lo había visto hasta ahora. Conozco en persona muchos de ellos, el segundo que has puesto, por ejemplo, es Pastain, de Telleriarte (Legazpi) ¡a escasos 50 metros de casa de mi novia!
    Este tema es apasionante. De niño lo que me encantaban eran las "casas- torre" (todavía me chiflan) pero los caseríos y en general la arquitectura tradicional, son mi pasión.
    Los de Vizcaya que he puesto sobre todo los de Urdaibai y Lea-Artibai los conozco bien, alguno que otro es de la familia.

    ¿Cuál es Pastain? ¿La segunda foto al comienzo del hilo?¿El de piedra que parece sacado del Valle de Axpe?


    Cita Iniciado por Ahari jokua Ver mensaje
    Como humilde aporte, os dejaré la foto del caserío más elegante de estos lares, en mi opinión. Desgraciadamente, por esta zona se cuidaba más el aspecto práctico que el estético, por lo que los caseríos no son tan elegantes como por ejemplo, el Duranguesado.

    Gurmendi, Urteta:

    Antes

    Me gusta mucho más su aspecto antes de la reforma. La verdad es que no estoy conforme con más de la mitad de las reformas que se hacen. Los sobrecargan de piedra superpuesta y se dedican a meter ladrillo, madera y piedra sin ningún tipo de gracia y con pésimo gusto.

    Este Gurmendi era un fastuoso caserío, probablemente, dadas sus dimensiones, albergaba a varias familias. Ahora lo han convertido en un edificio de pisos, integrado en el ambiente, pero sin la personalidad del original.

    Pero sabes, Ahari que por tu zona hay un "llamémoslo caserío" del que nunca he sabido nada pero que siempre me ha llamado mucho la atención.
    Es un edificio que se ve desde la autopista, creo que pasado unos km del peaje, dirección Bilbao a San Sebastián, te lo encuentras a mano izquierda, está en ruinas y es un edificio de entramado - adobe con vigas de madera -, que no responde a la estructura clásica de caserío. Igual era una ferrería antigua, o una fonda...no lo sé. Debe ser como de la pirmera mitad del siglo XVIII o anterior. ¿Sabes a cuál me refiero?

  17. #17
    Antonio Hernández Pé está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: Caseríos

    Cita Iniciado por Ahari jokua Ver mensaje
    ¡Cómo me gusta este tema! no se como no lo había visto hasta ahora. Conozco en persona muchos de ellos, el segundo que has puesto, por ejemplo, es Pastain, de Telleriarte (Legazpi) ¡a escasos 50 metros de casa de mi novia!

    Como humilde aporte, os dejaré la foto del caserío más elegante de estos lares, en mi opinión. Desgraciadamente, por esta zona se cuidaba más el aspecto práctico que el estético, por lo que los caseríos no son tan elegantes como por ejemplo, el Duranguesado.

    Gurmendi, Urteta:

    Antes


    Hoy


    Un saludo
    ¡ Que orgullo haber mantenido y restaurado un caserío así ! Yo también, como Don Cosme y tu mismo, Ahari jokua, soy un apasionado de la arquitectura rural, especialmente de Vasconia y Navarra, donde la vida familiar todavía sigue unida a este tipo de vivienda. La última vez que estuve por esos lares, hace ya unos cuantos años, fue en un pueblecito del norte de Lucumberri cuyo nombre no recuerdo ahora. ¡Inolvidable experiencia ! ¡ Dios, que gente y qué hospitalidad ! Al principio nos miraron con cierta suspicacia (estaban en plenas fiestas y son pueblos muy endógamos, socialmente hablando) Pero yo me decidí a hacer algo espectacular. Me subí en un tonel, con permiso del dueño de la sidrería, y reacabando la atención del pueblo, prácticamente reunido allí) les dije: "No hablo eusquera (que es lo que hablaban las buenas gentes allí reunidas) pero quiero traeros un saludo desde las tierras de León, de Castilla y de Cataluña de las que procedemos los aquí recién llegados y como manifestación externa de este saludo, en nombre de todos, tenemos el honor de abrir un tonel de sidra por nuestra nuestra cuenta y a vuestra salud". Bueno, los aplausos casi hacen caer el techo. Hubo un hermanamiento hispánico que nunca podré olvidar, pues aprovechamos para sacar las banderas de Navarra, León, Castilla y Cataluña, todas alrededor de la de San Andrés, que es para nosotros la más genuína española. Cantos, bailes, conversaciones alrededor de las bien servidas mesas... Algo realmente exaltante. Al día siguiente y a pesar de la "resaca" tuvimos unas competiciones, entre autóctonos y visitantes, de frontón (pelota mano para quien no lo sepa) tiro de soga y otros deportes populares locales. La verdad es que todo fue natural y espontáneo y si se pudieran repetir cosas así por toda España, sería lo ideal. Cuando hay profundos y serios sentimientos de hermandad entre los pueblos de Las Españas, el resultado siempre será este. La gente del "común" no entiende de politiqueos pero sí de gestos y de símbolos.
    Me he desviado del tema central de este hilo, pero me ha venido a la memoria estra experiencia y la he querido relatar aquí.
    Saludos, queridos hermanos, en este nuevo año de 2010. Que Dios nos bendiga a todos.


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