De él dicen que es el hombre más inteligente de nuestro tiempo, y no es para menos, pues fue el único que resolvió el problema matemático conocido como el “
Teorema de Poincaré“. El Teorema se encuentra en la lista de los siete problemas del milenio, que fueron elegidos por una institución privada de Cambridge, Massachusetts (EE.UU), el Instituto Clay de Matemáticas, para premiar con un millón de dólares americanos a quien resuelva al menos uno de estos problemas. El caso es que Grigori logró resolver el Teorema, algo que fue reconocido en Agosto de 2006 en Madrid cuando se celebró el Congreso Internacional de Matemáticas.
El caso es que Grigori decidió no recoger la medalla que se le ofrecía y tampoco el premio del millón de dolares pues según sus palabras “se negaba a ser una mascota más del mundo de las matemáticas y que además ni el propio jurado era incapaz de entender la solución del Teorema”. Desde ese entonces poco se ha sabido de Grigori, de él se ha dicho que vive con su madre, que habla un extraño lenguaje que nadie entiende o qeu se ha vuelto loco, pero el caso es que hace unos días ha vuelto a ser objeto de la actualidad al afirmar que puede probar, matemáticamente, la existencia de Dios.
A Grigori Perelman, el mayor genio vivo de las matemáticas, el hombre que resolvió, él sólito, uno de los siete Problemas del Milenio (la conjetura de Poincaré) sólo le quedan cuatro días para decidir si, a sus 44 años, quiere seguir viviendo en la pobreza para el resto de su vida o si prefiere, por el contrario, envejecer con un millón de dólares en el bolsillo y el eterno reconocimiento mundial por su hazaña científica.
El próximo lunes, en efecto, se celebrará en París la Clay Research Conference, esta vez en estrecha colaboración con el Instituto Henri Poincaré. El acto servirá como apertura de un ciclo de conferencias de tres días íntegramente dedicado a Perelman y su impresionante logro matemático. Lo único que está en duda, una vez más, es si el propio Perelman acudirá al evento.
El genial matemático ruso ya rechazó, en 2006, recoger la Medalla Fields, un reconocimiento considerado el Nobel de las Matemáticas y dotado con 10.000 dólares. Aquella edición de los Fields se celebró en Madrid y los premios fueron entregados por el propio Rey Don Juan Carlos. Perelman aseguró entonces no estar interesado ni en el galardón ni en el dinero.
Y el pasado marzo, cuando el Instituto Clay decidió adjudicarle el premio de un millón de dólares por su logro, Grigori Perelman se limitó a decir a los periodistas, a través de la puerta cerrada de su diminuto apartamento de San Petersburgo, donde vive con su madre, que “lo tiene todo y no necesita dinero”.
Algo que, según sus propios vecinos, dista mucho de ser cierto, ya que Perelman vive prácticamente en la miseria, de la pequeña pensión de su madre y de lo que gana dando clases particulares de matemáticas. El Premio del Milenio instituido por la Fundación Clay se convirtió, de esta forma, en el segundo galardón a la resolución de la conjetura de Poincaré que rechaza Perelman.
Fue en el año 2000 cuando la prestigiosa institución norteamericana decidió premiar con un millón de dólares a quienes consiguieran resolver los siete grandes problemas matemáticos a los que se enfrentan los científicos. Y premiarlos con un millón de dólares cada uno. De los siete, sólo uno, la conjetura de Poincaré, ha sido resuelto. Y el hombre que lo ha conseguido ha rechazado hasta ahora el premio.
Sin embargo, según ha asegurado a Pravda el propio presidente del Instituto Clay, Jim Carson, “el señor Perelman se lo está pensando todavía. Y probablemente está decidiendo en qué momento resultará más conveniente para él aceptar el premio. Aún no ha dado su respuesta final”.
Jim Carson, quien mantiene un discreto contacto por email con Perelman, asegura que si Perelman rechaza el premio “intentaremos otra solución”, ya que “no existe un procedimiento al respecto”. De hecho, se trata del primero de los siete premios en juego que se conceden.
El presidente del Instituto Clay, que prefiere no dar muchos detalles sobre sus contactos con el matemático, asegura que “no existe un límite de tiempo. Puede pensárselo todo lo que necesite”. Sin embargo, lo previsto es que el próximo lunes, 7 de junio, durante la inauguración de la Clay Research Conference de París se anuncie la respuesta final de Perelman. De no haber ninguna, la organización tendrá que adoptar alguna decisión unilateral.
Mientras, Perelman, que asegura haberse retirado de las matemáticas para no convertirse en un “mono de feria”, estaría, según David, uno de sus mejores amigos, trabajando duramente en otro desafío, la demostración matemática de la existencia de Dios.
“Somos amigos desde niños -asegura David a Pravda- y él es un hombre profundamente ascético y espiritual. Su apartamento está profusamente decorado con iconos. Él lleva barba y grandes crucifijos, y tiene siempre un rosario en el bolsillo. Reza cada noche y está convencido de haber logrado probar la existencia de Dios”.
Si realmente ha hecho tal cosa, y la publica en Internet (como hizo con la conjetura de Poincaré, una cuestión que llevaba 109 años abierta), habrá que ir pensando en nuevos premios para este asceta huraño y de mente privilegiada. Quién sabe, puede que si eso sucede empiece a dejarse ver y abandone de una vez su retiro y su silencio.
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