No son españoles, salvo los que han adquirido doble nacionalidad. Son hispanos, al igual que nosotros, y por eso son pueblos hermanos y, excepto a efectos de pasaporte y visado, no los consideramos en la práctica extranjeros. La palabra "extranjero" nos hace pensar automáticamente en lo que ellos llaman gringo y nosotros guiri. Yo siempre me he sentido tan en mi casa en Hispanoamérica como en España, y las distintas variantes de acento, vocabulario, etc., según los países son una extrapolación de la diversidad que tenemos en la propia España. Es una maravilla recorrer un continente tan grande como el americano y encontrarte en todas partes en un mundo de cultura y lengua hispánica que todavía es de mayoría católica, a pesar del avance de otras confesiones. Y ellos tampoco nos ven como extraños. España sigue siendo la Madre Patria, a pesar de los tópicos con los que los han bombardeado desde la época de la independencia y que ellos repiten como loros. Y, por mi experiencia personal, nos reciben bien y nos quieren. Hablo de la gente en general, no de los políticos indigenistas y demás ralea. Todos somos como una gran familia, y las típicas disputas entre los países de la región por cuestión de límites son como las peleas de los niños pequeños por un juguete. A su vez, la rebelión contra la Madre Patria sería comparable a la actitud de un adolescente que se rebela contra la autoridad materna pero la sigue queriendo y considerando su madre (no es raro que hablando de su independización empleen la palabra "emancipación"). ¡Viva la Hispanidad!