... Más servilismo eclesiástico al sistema partitocrático español: ahora, un cura metido a periodista (Martín Descalzo) saliendo con que la estructura de la Iglesia "es democrática"
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Revista FUERZA NUEVA, nº 585, 25-Mar-1978
LA IGLESIA ¿MODELO DE DEMOCRACIA?
Por Eulogio Ramírez
Se propone a esa Iglesia reunida en asamblea como modelo democrático que imitar por nuestras Cortes. Pues bien, todo el mundo sabe que eso equivaldría a que los diputados y senadores españoles (al modo de los obispos) fueran nombrados por el Papa, previo informe del nuncio. A los miembros de esa asamblea episcopal no los hemos elegido los fieles católicos, la base de la sociedad eclesial.
Al P. Martín Descalzo
Querido José Luis:
Largamente convencido de que las cartas cerradas a los eclesiásticos “postconciliares” no valen absolutamente para nada, porque, a pesar de todas estas monsergas del servicio al pueblo de Dios y al mundo (al pueblo de Satán) que dice efectuar la Jerarquía de la Iglesia, desde que se promulgara la “Gaudium et Spes” del Vaticano II, esos eclesiásticos “posconciliares” no toman en consideración las cartas cerradas, te escribo esta carta abierta, porque la creo de interés público.
A juzgar por tus crónicas, tus artículos firmados y los editoriales de “ABC” en que se ve tu estilo inconfundible (de fámulo que pone a contribución el “tutti” para entonar un canto triunfal a la Conferencia Episcopal y, especialmente, a su presidente), eres la más altisonante personificación de la propaganda de un episcopado que no quiere críticas. Y como al máximo propagandista del episcopado “progresista” te escribo.
Los obispos, ejemplo democrático a imitar…
En el editorial que, con el título de “Una asamblea ejemplar”, publicaba “ABC” del pasado 2 de marzo (1978), este diario, en el que te incumbe la responsabilidad de la información y comentario religiosos, se establecía: “La Iglesia española, en la asamblea que su jerarquía está celebrando, se nos muestra hoy… como un verdadero modelo de seria serenidad democrática”. “Consigue llegar a los nombramientos por mayorías casi consensuales y sin que ninguna de las tendencias del grupo se vea excluida y arrinconada”. “Ganas nos dan por todo ello de concluir este editorial suscitando que los parlamentarios se den estos días una vuelta por el Pinar de Chamartín. A lo mejor encontraban allí los módulos para lograr el consenso sin perder el humor y respetando, al mismo tiempo, el más alto nivel de libertad”.
Sea que tú hayas escrito este editorial -como hay fundamento para creerlo- sea que compartas sus pronunciamientos, como redactor religioso que de “ABC” eres, permíteme algunas observaciones, que creo digerirás, si no quieres desmentir tu reputación de liberal, acogedor y democrático.
El Papa tendría que nombrar parlamentarios…
Se propone a esa Iglesia reunida en asamblea como modelo democrático que imitar por nuestras Cortes. Pues bien, todo el mundo sabe que eso equivaldría a que los diputados y senadores españoles (como los obispos) fueran nombrados por el Papa, previo informe del Nuncio. A los miembros de esa asamblea Episcopal no los hemos elegido los fieles católicos, la base de la sociedad eclesial. Y, por supuesto, esa asamblea episcopal en modo alguno es representativa del pueblo de Dios habitante en España y constitutivo de la Iglesia española.
La “casi asombrosa” unanimidad de esa asamblea es debida, por un lado, a la natural domesticidad y homogeneidad de unas personas eclesiásticas que han sido elegidas o promocionadas mayormente por un mismo Papa empeñado en suplantar el “nacionalcatolicismo español” por el “nacionalcatolicismo francés”, que es el que se está imponiendo autoritativamente en toda la Iglesia hoy (1978). Es natural que si un mismo Papa escoge a los miembros de la asamblea episcopal y relega a aquéllos que son resistentes al “afrancesamiento” de la Iglesia española, los obispos por Pablo VI escogidos o promocionados en la carrera eclesiástica, sean unánimes. Y nada tiene de asombroso el que estos obispos domesticados reelijan para presidente al cardenal Tarancón si, de alguna manera, saben que Pablo VI desea seguir tratando con él, para no correr el riesgo de encontrarse al frente de la Iglesia española a un prelado de carácter que, como San Pablo se enfrentó con San Pedro, se enfrente hoy con Pablo VI en materias discutibles del gobierno eclesiástico.
La Asamblea episcopal aplasta a su minoría
Por lo que se refiere a las “tendencias de grupo” en la asamblea episcopal, el editorialista del “ABC” sabe de sobra que, en esta ocasión, la Asamblea no ha consentido ni siquiera que fuese elegido presidente de una comisión el cardenal arzobispo primado, monseñor Marcelo González, en evitación de que en torno a él se aglutinara precisamente, como en el trienio anterior, “la tendencia” de los pocos obispos españoles que conservan la comunión con los obispos mártires de la Iglesia española en la pasada Cruzada de liberación nacional. La minoría de obispos tradicionalistas y refractarios al progresismo ha sido diluida “de oficio” por decisión asamblearia, en las más diversas y a veces inocuas comisiones. En la “ejemplar” democracia de esta asamblea episcopal ni siquiera se les ha permitido a los obispos de la tendencia minoritaria el asociarse entre sí, como se asocian en todos los parlamentos -y en el español- los componentes de las diversas minorías. ¡Así de mal practican los obispos el parlamentarismo!
El producto de las asambleas es mediocre
Pero no es eso sólo. Hay un “propos” del filósofo ateo del radicalismo francés, Alain, del que no quieren ni acordarse los demócratas de todo el mundo, pero que describe maravillosamente el resultado del parlamentarismo. Es una sentencia que resulta perfectamente aplicable a la democracia eclesiástica española de la asamblea presente y pasadas: “El hombre piensa en soledad y en silencio ante las cosas, solamente. Así que los hombres piensan en reunión, todo es mediocre. ¿Por qué? Porque la preocupación de persuadir y el ardor de contradecir militan contra todas las reglas de la investigación. Es sabido que las discusiones desvarían el juicio; y, cuando se jura ponerse de acuerdo, cuando la unión, siempre sagrada, es adoptada como regla, por encima de lo verdadero y de lo falso, se ve entonces reinar una especie de locura que es el fanatismo. Y la inmensa fuerza del Estado no deja de sobrevenir”.
La Iglesia es la institución en que esa observación de Alain se cumple más brillantemente: a la Iglesia no la funda una asamblea, sino una persona, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad; y está asistida por otra persona, la Tercera Persona de la misma Trinidad Santísima. Y la Iglesia vive de sus papas, de sus doctores, de sus místicos, de sus fundadores, de sus reformadores que, en solitario, han regido o ilustrado la Iglesia, más que de los concilios, sínodos y asambleas, cuya infecundidad estamos presenciando y la confusión de los cuales estamos padeciendo. (…)
Eulogio RAMÍREZ
Última edición por ALACRAN; 09/10/2024 a las 14:05
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
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