Cita Iniciado por jasarhez Ver mensaje
Pero una cosa también siempre me he preguntado (y quizás sea solo por mi desconocimiento), ¿cómo podemos asegurar la "continuidad" solamente con la sangre y con el ejercicio del poder regio, si no se crea algún tipo de mecanismo que "ate" firmemente los principios en los que se pueda basar cualquier régimen, sea éste monarquico o no lo sea...?. ¿Y si el hijo del monarca, por poner un ejemplo estúpido, sale "rana" y deja de someterse a Dios o a su juramento?, ¿Se le destrona sin más..?, ¿y quién lo haría, los denominados "cuerpos intermedios"?, ¿y qué garantizaría que la corrupción no haya llegado también a ellos?, ¿qué papel jugaría entonces la Santa Sede (la de nuestros días y no otra imaginaria...), que si no me equivoco es quien debería poder velar por el cumplimiento de lo prescrito...?, ¿podríamos confiar también en ella, cuando ésta ni siquiera ya es una auténtica monarquía?. ¿Donde estarían las "garantías" de continuidad de un régimen monárquico, por muy tradicional que éste pretendiera ser en nuestros días?. Una situación en la que el honor y la virtud son prácticamente bonitas reliquias del pasado...?. En fin, son muchas las preguntas que se me plantean sobre este tema, y no es que no admire el régimen monárquico tradicional, sino que no lo veo posible, debido a la crisis moral en que estamos inmersos, en nuestros días. Por eso pienso que... sabiendo con certeza que no voy a encontrar "certezas absolutas", sigo diciendo que, para mi, un discurso así como el de Salazar, amén de suscribirlo letra a letra, éste me empujaría a apoyar al hombre que tuviera el valor de pronunciarlo en su carrera política en la medida de mis fuerzas. En nuestros días no veo que tuviéramos otras mejores salidas, si es que ésta se diera. ¿Qué otra cosa podríamos esperar? (o ni siquiera eso...).
Estimado Jasarhez,

No tienes por qué agradecer mis contestaciones o las de cualquier otro forista, pues estamos en un foro de debate.
Las cuestiones que pones son pertinentes; ni siempre el monarca es digno de su trono. Por eso ocurrió en España que la dinastía legítima, la carlista, ya "destronó" un rey y no reconoció otro, por ilegitimidad de ejercicio: D. Juan III y D. Carlos Hugo. Claro, estamos hablando de una dinastía proscrita (a pesar de legítima); así que el papel que tomarían las cortes en estos actos lo han tomado los carlistas, en la instancia de la propia familia Real o en los movimientos que congregan y representan a los carlistas.

El tradicionalismo español asienta en el tetralema "Dios-Patria-Fueros-Rey"; (el trilema portugués, aunque no incluya el elemento "fueros", subentiende el elemento ley, por lo que va de lo mismo). Este tetralema representa las dos legitimidades, la de sangre y la de ejercício: el rey (cuya sucesión depende del nexo dinástico) debe jurar los "fueros" para ser coronado y hacerlos cumplir para se mantener coronado. Las garantías de la legitimidad de ejercicio de la monarquía tradicional son las mismas que puede ofrecer cualquier estado de derecho, es decir la ley y capacidad de hacerla cumplir. Todavía las leyes y todo el proceso legislativo difieren de las dichas democracias, pues dependen de una legitimidad que no es partidocratica o sometida a intereses de turno; la legitimidad monárquica que asegura la continuidad de una visión de la Patria que defienda a Dios y a Sus leyes y respete los deberes y libertades históricas de todos sus pueblos, consagradas en los fueros, la verdadera constitución histórica española.

Todavía un rey o toda una monarquía nada son sin la voluntad de los pueblos. Así que las dudas que te planteas tienen toda la razón de ser. Hay que querer y hacer los otros querer. Esa es la parte difícil. Porque el valor y la adecuación de la monarquía tradicional a España y Portugal ya está sobradamente probado por siglos y siglos de historia.