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Tema: En defensa de los toros

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  1. #1
    Avatar de Pious
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    Re: En defensa de los toros

    El toreo de Manolete (y VII) Lo que queda de su tauromaquia: Antoñete, Rincón, Aparicio y… José Tomás.



    Cerrado el análisis del toreo de Manolete, vamos a ver que es lo que queda del mismo en nuestros días que es mucho más de lo que, a priori, pudiera pensarse.

    De su concepto del toreo ya vimos la herencia que pudiera simbolizar y tiene hoy su máximo exponente en José Tomás. Me interesa más hablar de su legado técnico, que se resume en su toreo en redondo.
    Pero lo mejor es que –para entrar en ambiente- lo veamos primero torear a él. Y además en México, una de sus plazas preferidas con Sevilla y Madrid.


    Plaza del Toreo
    El toreo de Manolete.

    Nadie mejor que el propio Manuel para contarnos lo que pasó el día de su presentación en México. Le decía al Caballero Audaz sobre su debut en la plaza del Toreo:
    “Caí malo el día antes con una infección intestinal: ¡Una infección de espanto! llegué a la plaza con más de treinta y nueve grados de fiebre y angustiado por la idea de que en esta situación no podría hacer más que el ridículo (…)
    Yo no hacía más que pensar (…) en que me ayudara la Providencia (…).
    Porque aquel público que había pasado toda la noche anterior alrededor de la plaza para sacar las entradas y que entiende muy bien del buen toreo en cuanto saliera yo, que estaba hecho un pelele, ¡me iban a linchar!
    Manolete sale del hotel con fiebre y con su inseparable apoderado, Cámara (el que va delante con gafas oscuras)

    El ambiente en el paseíllo no estaba lógicamente a favor de Manolete:
    “Cuanto dimos el paseo, los sesenta mil espectadores que llenaban la plaza se dividieron para aclamar a sus toreros (…) y para mí ni una palma



    Paseíllo Manolete Silverio Solorzano

    Pero al acabar el paseo la cosa cambió, le hicieron saludar y además le habían dado una bebida de piramidón que debió hacerle efecto.
    “Me salió un toro grande, rebozao, con una cabeza muy bonita y muy aparatosa. Yo me fui a él con la capa y le di unos cuantos lances, que debieron resultar bien, porque la plaza se volcó: Aquel público rugía
    Efectivamente, en las imágenes se ve perfectamente como reacciona el público mexicano totalmente entregado al diestro de Córdoba. Merece la pena ver al público pegando –literalmente- saltos con cada lance del diestro de Córdoba.



    Salida toro alternativa y recibo de capote


    Silverio le dio la alternativa y…



    Alternativa

    “Ya cuando cogí la muleta y me fui al toro, se estableció entre el público y yo esa corriente eléctrica que nos da seguridad (…) Tuve mucha suerte hice una de mis mejores faenas, y ya el público y yo éramos amigos. ¡Ya nos queríamos! Arranqué clamores y vivas a España, y para mi interior yo estaba gritando ¡Viva México!”





    Toreo al natural




    Manoletinas


    “Me dieron la oreja… y tuve que dar más de cinco vueltas al ruedo entre aclamaciones delirantes y numerosos regalos que me tiraron”


    Vueltas al ruedo

    Si en su primer toro (el de su alternativa mexicana) había toreado muy bien, en su segundo (quinto de la tarde) salió a relucir su pundonor profesional arriesgando como solía hacer.
    “Después vino mi segundo toro, y al lancearlo muy apretado, justamente al tercer lance, me enganchó por la pierna, y por el dolor tan intenso que sentí creí que me había roto la femoral. En efecto, una cornada muy profunda y muy larga, en la cual pude quedarme. Lo que más agradezco a aquel público es que después de mi cogida no dejaron que volviera a tocar la música”



    Cogida y enfermería


    Permanencia de su toreo hasta nuestros días.

    Ya veíamos en una entrada anterior imágenes del toreo en redondo de Rafael Ortega, Julio Aparicio y Antonio Ordoñez (nada más y nada menos). Imágenes que demostraban como en los años 50 seguía plenamente vigente la técnica manoletista del toreo en redondo que seguían fielmente estos diestros.

    Vamos a ver ahora como torean “al modo de Manolete” tres diestros más cercanos en el tiempo. Son los años 80-90 y vemos a : Antonio Chenel “Antoñete” con Cantinero de Garzón, César Rincón con Bastonito de Baltasar Ibán y Julio Aparicio con Cañego.


    <span style="font-family: Arial">

    Antoñete-Cantinero


    <span style="font-family: Arial">


    Rincón-Bastonito

    <span style="font-family: Arial">

    Aparicio-Cañego


    Atención, porque lo curioso es que los tres (en esas faenas archicelebradas) torean en redondo como Manolete: cite con la muleta a la altura del cuerpo que está de perfil con los dos pies en paralelo para alargar la embestida y poderrematar atrás (lo que no se posible si se adelanta el pie de salida, salvo que se adopte postura de contorsionista). Eso sí, el compás va algo más abierto y la muleta más adelantada. El toro tiene hoy más volumen y tardea al embestir que el de los años 50.

    Las tandas elegidas lo son sobre la mano izquierda. Por tanto, la pierna fija es la derecha y la izquierda se desplaza hacia atrás después del pase (Aparicio lo hace ostensiblemente, igual que Rincón. Antoñete hace un movimiento raro de pies pero la posición final es la misma)

    Solo adelantan la pierna de salida (también ostensiblemente) en el primer pase. Pero cuidado, sin cargar la suerte. Al menos, sin cargarla como lo definía Domingo Ortega: Adelantando la pierna una vez se ha arrancado el toro, metiéndose en su camino.

    Eso no se ve en ninguna de los primeros pases de ninguna tanda. Ni la de Antoñete, ni la de Rincón, ni la de Aparicio. La pierna la adelantan los tres toreros, sólo en el primer pase pero ANTES de que se arranque el toro. Luego, se mueve hacia atrás sólo la pierna de salida en todos los pases.

    (Sobre este movimiento de los toreros entre cada pase de la tanda mi amigo Andrés de Miguel comentaba hace muy pocos días, en “Opinión y toros”, con ironía y gracia, que hace falta mucho entrenamiento para no caerse. Tiene mucha razón)

    Finalmente, rematamos la faena con José Tomás, el día de sus cuatro orejas en Madrid (5-06-2008), el más genial epígono del cordobés. También al estilo de Manuel Rodríguez “Manolete”.

    https://www.youtube.com/watch?v=nuw7FB4ay1Q.

    Jose Tomás Grabado por PESKE

    Esta grabación de Tomás es de un aficionado (PESKE). La altura de la localidad es muy oportuna para apreciar en toda su magnitud la técnica del diestro de Galapagar.

    Repetimos lo mismo de antes. La diferencia es que torea con la derecha (hacía mucho viento) pero la técnica es idéntica en lo que respecta al movimiento de piernas. Pierna adelantada en el primer pase y desplazamiento hacia atrás de la pierna de salida después de cada pase mientras la otra permanece fija. Sólo en el primer pase, la pierna de salida está adelantada pero antes de que se arranque el toro. El compás, como ya dije si va más abierto y la muleta se adelanta algo más en el cite (pero el cáncamo va a la altura del cuerpo del torero, ya que la muleta se presenta oblicua).

    La diferencia del toreo en redondo de José Tomás está en la forma de mover las muñecas, …pero esa es otra historia.

    (FIN de la SERIE)


  2. #2
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    Re: En defensa de los toros

    Uno de los aspectos más destacados de la fiesta de los toros es el valor del torero. Se aplaude y premia al valeroso que sabe además bien su oficio, mientras que al mediocre o al cobarde se le acaba la suerte. Pero, además del valor ¿qué otra faceta ha de tener el torero? porque sólo por valor no puede enfrentase al toro y salir vivo o indemne de los lances de la corrida. En mi opinión, que no es la de un aficionado a los toros, sólo puede deberse a dos razones, una, el respeto del torero hacia el animal, algo que no parecen entender los anti-taurinos y los animalistas, es decir, el reconocimiento de lo que es un toro bravo y dos, el conocimiento de la conducta (etología) del animal.

    Entiendo que esa es la única forma de no considerar a los toreros unos pirados, por mucho dinero que algunos -no todos-, puedan llegar a ganar gracias a su prestigio ganado con mucho esfuerzo. Y lo que se ve en el siguiente vídeo en el que no hay ni torero ni toro, es lo que me ha hecho reflexionar sobre esta cuestión. El hombre teme a muchos animales, pero parece que los animales temen mucho más a los hombres. El ser humano desposeído de cualquier arma es casi incapaz de afrontar ninguna especie peligrosa, sólo su inteligencia lo puede hacer. Recomiendo el vídeo al cien por cien, el protagonista en ningún momento pierde la cara de la fiera, en ningún momento le da la espalda y, por supuesto, ni se le pasa por la cabeza echar a correr. Atención, también, al "arma" que lleva el ¿loco, inconsciente, valiente ? en fin, no sé como calificarlo, porque creo que tiene un poco de todo, pero sobretodo es evidente que conoce muy bien la conducta del animal.


    https://www.youtube.com/watch?v=IoG7LMBwNio
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  3. #3
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    Re: En defensa de los toros

    Este hilo se inició hace unos años con motivo de un artículo de Juan Manuel de Prada en el que asociaba la tauromaquia con el catolicismo. Partiendo de mi desacuerdo con él, ya que por más que he buscado en los Evangelios no he encontrado referencia alguno a los toros -ni siquiera al toro de Creta-, sino como todos sabemos -o deberíamos saber-, tratan fundamentalmente de un Mensaje de Salvación de Nuestro Señor Jesucristo y de cómo se ofreció a pasar por su Pasión y Muerte para lograrlo, todo dentro de los planes del Padre Eterno. Pues bien, a mi las aseveraciones del Sr. de Prada, siempre tan proclive al barroquismo en su estilo de expresión, no sólo me produjeron un rechazo inmediato en aquellas partes que así lo merecían, sino que me invitaron a revisar el tema del hilo. No he leído todas las aportaciones, sino aquellas que tratasen de esta cuestión concreta. Ya hace tiempo tuve que manifestar que con las entradas a las plazas no se vendía ninguna dosis de patriotismo español, sino que se puede ser perfectamente patriota sin tener ni la más mínima querencia a esta práctica, como se puede ser igualmente patriota sin necesidad de ir a la calle a gritar como un poseso cada vez que una selección española gana un mundial de algo o una medalla olímpica.

    Pero lo que si he podido comprobar, salvo que se me haya escapado alguna explicación, es que la posición Iglesia-tauromaquia en España y en Hispanismo.org sea muy poco conocida. Así que buscando por aquí y por allá, he acabado por encontrar un muy interesante y documentado artículo sobre ello, publicado a raíz de la prohibición de los toros en la Cataluña independentista, o sea, traidora y renegada. No sé si la exposición y documentación aportadas por el artículo son totalmente correctas o hay algunas inexactitudes, pero lo traigo aquí por parecerme suficientemente ilustrativo. Y a modo de colofón, el Sr. de Prada debería ser un poco más reflexivo y algo más respetuoso en sus juicios, porque los gustos ajenos -por ejemplo, los míos-, no tienen que ser como los suyos, y es que para pensamiento único ya tenemos a otros, demasiados, hay que concluir. Resulta curioso la comparación que se hicieron en los Concilios de Basilea y de Florencia relativa a los toros y los leones, algo que a modo de curiosidad expuse en mi anterior post, aunque destacando otros aspectos. En resumen, catolicismo y tauromaquia tienen en común más bien el hecho de que la mayoría de los toreros suelen ser devotos cristianos, pero fuera de esta condición, el resto todo es materia más que discutible.


    Las corridas de toros y la moral católica


    Algunos días después de la polémica prohibición de las corridas de toros votada por el Parlamento catalán, nuestro compañero Armando Rubén Puente, corresponsal de la agencia AICA, escribió el siguiente artículo:

    “Existe el mismo peligro exponerse a las astas de un toro que a las uñas o los dientes de un león”, sentenciaron los concilios de Basilea y de Florencia en el siglo XV. Detrás de esta reflexión estaban las páginas inflamadas escritas por los teólogos cristianos del siglo III y IV encabezados por San Agustín, censurando las fiestas paganas en el circo, del mismo modo que lo habían hecho Cicerón y Séneca.


    En los reinos de la España de los Reyes Católicos, las corridas de toros eran populares espectáculos celebrados en señalados días de fiesta, en los que se lanceaban toros, tarea reservada a los caballeros y , sólo en ciertos casos, a diestros jinetes dedicados a cuidar el ganado. En 1513 un teólogo escribió en Alcalá de Henares, mezclando razones sociales, religiosas y sentimentales : ”¡Cuantos peligros, muertos, heridos, males y escándalos nacen en esos juegos en que se atormentan y matan los toros con lanzas y garrochas , y lo que es mas grave hacerlo en fiestas en honor de santos”. Pero fue a mediados del siglo XVI cuando los Papas las condenaron.

    Los aficionados incurrían automáticamente en la pena de excomunión

    En 1567 , Pio VI decretó en la bula “De salutis gregis dominici” que quienes participaran o presenciaran las corridas de toros incurrían automáticamente ( “latae sententiae” ) en la pena de excomunión.

    Pocos años después, en 1575, ante la reacción de las autoridades en los reinos dependientes de la poderosa corona española – Castilla, Leon, Nápoles y Portugal – que interpretaron que el documento pontificio era un ataque a España y una muestra de la “incomprensión” hacia su “historia y su cultura”, Gregorio XIII moderó el riguroso decreto de su antecesor en el breve “Exponis nobis super”, excluyendo de la excomunión a los laicos que presenciaran el espectáculo, y reservando la sanción solo a los sacerdotes y religiosos.

    Ocho años mas tarde, el Papa Sixto V, volvió a poner en pleno vigor la bula de Pio V, haciéndose eco de las denuncias de obispos y teólogos españoles acerca de los abusos interpretativos con los que se aplicaba la bula de Gregorio XIII.

    En 1596 Clemente VIII en un nuevo documento, “Suspects numerus”, levantó todos los anatemas y censuras, reservándolas exclusivamente a los frailes de las órdenes mendicantes.

    Las contradicciones causaron la desorientación de los católicos

    Tantos documentos contradictorios originaron durante medio siglo un enorme revuelo, crearon un ambiente apasionado y causaron la desorientación entre los fieles católicos. En ese periodo Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Ávila escribieron condenándolas por “el riesgo de muerte al que se exponen voluntariamente los caballeros que intervienen en ella y los peones que los ayudan” y “la crueldad inútil” y “brutalidad” con que se tratan a los animales. Son “restos de antiguas barbaries de siglos pasados, que siguen causando muchas muertes”. En 1590 un canónigo de la catedral de Toledo decía: “Es el mas peligroso de los espectáculos, donde mueren y se ve morir hombres y se cometen mas excesos y pecados”. Y sin embargo , “a pesar de las prohibiciones papales, se siguen corriendo los toros como antes”.

    Los moralistas que se oponían a las corridas empleaban un argumento que sus enemigos preferían ignorar : las corridas son motivo de “numerosos pecados porque a diferencia de los espectáculos teatrales, a los que asisten los hombres y las mujeres desde lugares perfectamente diferenciados – por lo general los hombres en la planta baja de los teatros y las mujeres en la superior – ,en las corridas estaban juntos en las plazas y cotos cerrados .

    Compartían estas opiniones eminentes juristas que consideraban las corridas “dañinas y criminales” y los miembros de las Cortes de Castilla reunidas en Valladolid, que en 1555 pidieron al rey “mandar que no se corran los toros”, solicitud reiterada en Madrid en 1567, cuando solicitaron que se aplicara en España el motu propio de Pio V por el que ”en las tierras de la Iglesia – los estados pontificios – no se consientan correr los toros bajo pena de pecado mortal” y en 1587 volvieron a recordárselo al monarca. Pero Felipe II, como sus sucesores de la dinastía de los Austria y luego de los Borbones, incluido el actual, don Juan Carlos I , fueron todos ellos aficionados a las corridas. No así sus esposas, recordemos por ejemplo a la inglesa Victoria Eugenia o la griega doña Sofía, que no han compartido las arraigadas aficiones taurinas de sus regios maridos.

    Se pueden distinguir tres grupos: críticos, defensores y eclécticos

    Las corridas de toros fueron motivo de una interminable polémica que ha durado mas de cuatro siglos- hasta hoy-, en la que han participado novelistas, poetas y autores de teatro, religiosos jesuitas, dominicos y franciscanos, sacerdotes, miembros de las Cortes de Castilla, jueces, ministros, periodistas y parlamentarios. Se pueden distinguir tres grupos : quienes las criticaban y condenaban, quienes las defendían y aquellos que adoptaban una actitud ecléctica.

    Durante el siglo XVI y XVII los teólogos, moralistas y legisladores de las Cortes se ocupan más de interpretar los documentos de los Papas que del fondo literal que ellos encierran y en los que todos los pontífices coinciden en condenar las corridas de toros. Y obsérvese que, no habiendo nunca anulado esa condena la mas alta autoridad de la Iglesia católica, hay que concluir que sigue por tanto en vigor.

    A fines del siglo XVI los franciscanos habían empezado a hacer distingos y matizar los documentos de los Papas. Era nada mas que el principio de lo que vendría mas tarde:

    No se pueden correr los toros en días laborables, pero ¿se puede los domingos y dias festivos? . Y en tal caso ¿las corridas deben celebrarse solo en cosos y plazas cerradas o tambien en los campos y otros lugares?. ¿Pueden verlos los sacerdotes? ¿Dónde, cómo y en que ocasiones?. ¿Y los religiosos?. ¿Incurren en excomunión los soldados de caballería? ¿Y los de infantería?

    Había minuciosos canónigos y curas, bachilleres y barberos capaces de ver un mosquito, e ignorar un elefante, y otros que se inflamaban de ira y gritaban : ¡Excomunión latae sententiae!, que implicaba además la prohibición de dar sepultura a los que murieran corriendo los toros.

    Los clérigos no pueden asistir a las corridas si se dan en días laborables , decían los primeros. Incurren en pecado pero no son por ello automáticamente excomulgados; es preciso que el obispo lo haga en cada caso y de forma expresa, puntualizaban los eclécticos. ¿Y qué pasa si ven correr los toros desde una “ventana secreta”?. Entonces no pecan, decían los “aperturistas”. No, la prohibición también les afecta, respondían otros recordando que así había sucedido con cuatro jesuitas extranjeros que en visita a Madrid fueron llevados a una habitación de la Plaza Mayor, desde donde tras los visillos, vieron la corrida, pero denunciados por alguien reprendidos por el general de la Compañía. ¿Incluye la prohibición a los que solo han recibido las órdenes menores, como por ejemplo los ostiarios?. ¿Se pueden correr los toros por las calles o el campo si llevan “las patas atadas con fuertes cuerdas”? Cuestiones de este tipo se discutían largamente.

    Estos puntos dan una idea de los subterfugios y evasivas, los detalles y minucias de los que se servían ciertos sacerdotes, religiosos y moralistas para obviar las disposiciones pontificias.

    La ley se acata pero no se cumple

    Los reyes y gobernantes y en general gran parte de los españoles, aplicaban para la prohibición de las corridas de toros la misma formula que para otras normas : “La ley se acata pero no se cumple”, decían entonces. No muy lejos de lo que siguen haciendo tantos españoles hoy : “Yo respeto la sentencia o el acuerdo adoptado , pero….”. Como si fuera posible legalmente no respetar, acatar y cumplir la sentencia de un tribunal, sea supremo o constitucional, local o internacional.

    A partir del siglo XVIII los defensores de las corridas empiezan a argumentar razones económicas: contribuyen a perfeccionar la doma de los caballos, al manejo y práctica de las lanzas a los integrantes de los cuerpos de Caballería, mejoran las razas los toros, expanden la ganadería y son fuentes de trabajo. Todavía hay personalidades importantes e ilustradas – el conde de Aranda, Jovellanos, Cadalso, – que se oponen a las corridas. El primero redacta un proyecto que eleva al rey Carlos IV diciéndole que “no hay ninguna razón particular para que subsistan las corridas y si muchas para su prohibición. Son espectáculos bárbaros, que distraen a los trabajadores y les hacen perder muchos días y horas laborables”. Aranda propuso que la ley de prohibición entrara en vigor en el plazo de cuatro años. Para entonces había perdido el cargo. Los Borbones siguieron siendo unos apasionados de las corridas, que a partir de Fernando VII se convirtieron en “fiesta nacional” con la entusiasta aprobación de aquel pueblo que lo seguía al grito de “viva las cadenas”. Su hija Isabel II , lo mismo que sus sucesores compartieron la afición de los toros y la amistad con toreros.

    A fines del siglo XVIII se reglamentó y organizó la fiesta y se permitió el toreo a pie, dejando de ser una diversión solo practicada por caballeros de las clases superiores. Paralelamente la Iglesia fue perdiendo su fuerza y prestigio.


    Moralistas católicos y motivos políticos

    En el siglo XIX la creación de las Sociedades Protectoras de Animales devolvieron fuerza y razones a los contrarios a las corridas y el asunto fue tratado en mas de una ocasión en el Parlamento pasó desde mediados del siglo .

    En América la independencia y nacimiento de las nuevas repúblicas fue acompañado de la prohibición de las corridas en aquellas naciones donde la implantación del poder colonial y virreinal español había sido menor, pero sigue siendo un espectáculo que llena las plazas en Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y México. En Europa, aparte de la tradición taurina en Portugal y España, en Francia son muchos los que se apasionan cada vez por las corridas y en los últimos tiempos se han abierto nuevas plazas.

    El reciente acuerdo del parlamento de Cataluña prohibiendo las corridas no obedece a las razones que movieron durante siglos a los moralistas católicos y los Papas, sino a motivos políticos: el diferenciarse como nación de España. Una corriente que encuentra eco en los sectores independentistas gallegos y baleares.

    Las corridas de toros y la moral católica | ACPE Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera
    Última edición por Valmadian; 17/09/2019 a las 01:50
    ALACRAN dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


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  4. #4
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    Re: En defensa de los toros

    Como este hilo ya se ha hecho muy largo, pongo el enlace al artículo sobre la historia de la postura de la Iglesia sobre los toros, para que se encuentre con más facilidad:

    http://hispanismo.org/geografia-y-et...tml#post101279

  5. #5
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    Re: En defensa de los toros

    Hombre, digamos que la longitud del hilo corre parejo en cierto modo a los siglos en los que ha habido, y sigue habiendo, polémica con el tema. Pero ahora el meollo se centra en un artículo que sigue circulando por las redes y los medios. Yo ni me acordaba de lo que motivó el inicio del hilo sino fuera porque hace dos días me entró en mi iphone, a través de ese servicio de entrada de las noticias que se están renovando continuamente, otra vez el mismo artículo. Como ni sabía que había sido la razón para iniciar el hilo, siento no haberme quedado con el enlace que tampoco recuerdo qué medio o blog, tanto da, era quien lo reproducía una vez más.

    Pero, nuevamente, las particulares opiniones del Sr. de Prada acostumbrado a mezclar las churras con las merinas, tuvieron la virtud de irritarme al instante. Este señor puede opinar lo que le venga en gana, pero no puede descalificar a otros en temas fundamentales, sólo porque él tiene "SU" peculiar cosmovisión de ciertas cosas. Y voy a resumir cuáles son las idioteces, si, idioteces, que suelta en el articulito de marras:


    DURANTE siglos, la execración de las corridas de toros, como la execración de la conquista de América, fue lugar común entre los promotores de la llamada «leyenda negra»,que en esencia era propaganda anticatólica.
    ¿A qué se refiere, es decir, qué tienen que ver las corridas con todo lo demás a sabiendas de que la misma defensa de los toros TAMBIÉN se puede considerar como contribución a la leyenda negra? habrá que empezar por delimitar quién o quiénes son los receptores de ello, ¿o no? Por ejemplo, yo que no gusto de los toros ni se me ocurre asociar leyenda negra con dicha fiesta, por cierto declarada como "nacional" por los muy liberales Fernandito e hijita Isabelita. ¿Entonces a qué viene tal asociación de ideas? ¿contra quién o quiénes va? Eso se ve más abajo y muy claramente.


    lo que los promotores de la «leyenda negra» combatían, bajo el disfraz bucólico, era la subsistencia de una fiesta católica, «el espectáculo de un pueblo religioso acostumbrado por su sangre a pasearse con toda naturalidad entre el más acá y el Más Allá», que es como muy certeramente definió Agustín de Foxá las corridas de toros.
    ¿Y esos promotores porqué no se cebaron, al menos hasta muy recientemente que ya van a por todas, con las demás fiestas católicas? El problema de este señor es que le debe parecer que muchos nos chupamos el dedo, cuando lo cierto es que la Leyenda Negra de Julián JUDERÍAS está a disposición de cualquiera, pero claro con semejante apellido... Poner en búsqueda "Leyenda Negra" y Julián Juderías nos da automáticamente 13.900 entradas.


    Los toros sólo son comprensibles desde el genio católico, que es el único capaz de concebir una religión donde cuerpo y alma vayan juntos de la mano, paseándose con toda naturalidad entre el más acá y el Más Allá.
    Insistir en esto resulta ya redundante, ¿y qué tienen que ver los toros con la Teología, la Sagrada Tradición, el Dogma y la Doctrina? Por supuesto, hay muchos paisanos y foráneos no católicos a los que les gustan los toros, aunque no siendo católicos no saben que lo son en realidad. Bueno pues habría que ver qué tan católicas son el resto de sus costumbres y opiniones en relación con el resto de sus existencias sobre temas fundamentales que nos afectan a todos a diario. ¿o es que, como con el caso del patriotismo, en las entradas a las plazas se venden partidas de bautismo? Esta cuestión se resolvería de un modo muy sencillo mediante unas cuantas encuestas sociológicas a esos católicos que lo son pero no lo saben, nacionales y extranjeros.

    Los toros son, en fin, una sencilla catequesis con música de clarines; y sólo puede disfrutarlos quien es católico, aun sin saberlo.
    ¿Y quien no lo disfruta, aún siendo conscientemente católico a machamartillo, resulta que, en realidad, no sabe que no lo es? ¿Catequesis? igual a él no le vendría mal recordar que el Reino no es de este mundo y es más que dudoso que en dicho Reino de Cristo haya corridas de toros. Y, sinceramente, si habla de retórica, también esto es una cursilada.


    Y, del mismo modo que disfrutar plenamente de la fiesta de los toros sólo puede hacerlo un católico (aunque no sepa que lo es), perseguirla con saña y anhelar su prohibición sólo puede hacerlo un católico vuelto del revés.
    No es igual perseguir con saña, que no gustando ser indiferente a su desaparición. Es el mismo argumento que se les puede señalar a los británicos con la caza del zorro: "usted no es un buen inglés si desea la prohibición de la caza del zorro."

    Eres católico si te gustan los toros.

    Eres un católico "vuelto del revés", o sea anticatólico, si no te gustan.

    Luego, para ser católico hay que ser taurino.


    Buen ejemplo de falacia lógica.


    y nos recuerdan que los toros también les gustaban a Picasso o a Companys (quienes, a su pesar o sin saberlo, eran católicos)
    Al parecer según este señor firmar 1400 sentencias de muerte de católicos en Cataluña fueron 1.400 actos de caridad cristiana, aunque él no lo supiera, y es que dice que le gustaban los toros. Me pregunto que pensarán los descendientes actuales de las víctimas de Companys sobre los argumentos del Sr. de Prada.

    En cuanto a la referencia a Picasso, debe ser que el Sr. de Prada es de esos españoles influenciados por el "cristoateísmo" picassiano expresado en dos de sus obras, por cierto, esperpénticas.

    Religión - Pablo Picasso y la influencia de la cultura en sus obras

    Y me quedan dos cuestiones en el tintero que, ciertamente no aparecen en el artículo, menos mal. La primera las afirmaciones sobre el "tradicionalismo" o "antitradicionalismo" dependiendo si gustan los toros o no gustan. Desde luego, en la Santa Tradición (los Evangelios) no aparece nada y nada tienen que ver con el tema. Pero si hablamos de tradición con minúscula, hablaremos de aquello que se transmite de padres a hijos a través de generaciones. Entonces ¿qué pasa si en una familia católica y española nunca ha habido "tradición" taurina? ¿Es que eso no es tradición? ¿Acaso sólo lo va a ser en aquéllas en las que siempre han sido entusiastas de los toros?

    Y, finalmente, prescindiendo de todo el argumentario animalista, vegano, progre-mugroso, etc., etc., tan al uso de la demagogia actual institucionalizada, ¿cómo y en qué términos se mide la sensibilidad de cada persona a título individual? ¿Acaso es imperativo ir a la trágala con la sangre de un animal? A mi en dos ocasiones se me han estrellado contra el parabrisas de mi coche sendos pájaros, y no me dejaron buen cuerpo pese a que su muerte fue instantánea. Yo que resido en un pueblo, he tenido que tragarme por narices en algunas ocasiones el espectáculo infame de contemplar en la vía pública, regándola de sangre, a toros llevados en la pala de una excavadora camino del matadero municipal, "seis toros seis, seis viajes seis". Y resulta que plago impuestos y las vías públicas son comunes. Al menos el ayuntamiento debería tener el "detalle" de que no se vea el traslado del animal ya muerto. Y no deja de ser una contradicción en términos, que las fiestas populares de la localidad sean en honor a un Cristo y por la noche el mismo ayuntamiento contrate un espectáculo móvil con un conjunto de barraganas en pelotas, en cueros vivos, vamos prácticamente como vinieron al mundo y a la vista de todo el que quisiera, o pasase por allí, pues el "espectáculo" se ofrecía en la plaza del pueblo. Dejemos pues en paz las sensibilidades, siempre que no se conviertan en argumentos demagógicos.

    Lo que es un hecho a lo largo de la Historia de la tauromaquia es que la Iglesia ha mantenido posiciones encontradas, como encontradas están las opiniones de muchos católicos.

    Léase el índice de la siguiente tesis doctoral, porque contiene un listado de personalidades hispanas con una entrada a sus posicionamientos personales en relación a los toros. Por supuesto, nada de todo esto es dogma de nada.

    http://dspace.uib.es/xmlui/bitstream...=2&isAllowed=y
    Última edición por Valmadian; 17/09/2019 a las 21:59
    ReynoDeGranada dio el Víctor.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

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