Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977
Página del director
MOMENTO HISTÓRICO DECISIVO
(…) A veces, la Historia deposita en un pueblo la decisión de su destino. Y a España le ha cabido ese honor y ese riesgo temible en varias oportunidades. Casi siempre por la vía heroica, como en el hecho de la guerra de la Independencia, que el pueblo ganó a Napoleón, y como en la Cruzada de Liberación de 1936-39, en que venció al comunismo, al liberalismo y a la masonería…
Ahora parece que, por un extraño e inexplicable misterio, España vuelve a estar sometida a la prueba; pero, en principio, no por la vía guerrera, sino por el de unas papeletas, por el satánico sufragio universal, en el que entran en juego con las mismas oportunidades el bien y el mal. Unas urnas, no unas armas, han de decidir el futuro de una nación, su vida o su muerte. ¿Será posible que en ese frívolo sistema político pueda arriesgarse una Historia de dos mil años?
Pero el hecho, es ése. Que, a la hora de salir nuestra revista, un pueblo entre seducido, engañado y aturdido habrá ido a los colegios electorales a decidir su renacimiento o su suicidio. Pese a mi poca confianza en el sentido común colectivo, quisiera -porque este pueblo español se lo merece- que el Espíritu Santo haya iluminado las mentes de mis compatriotas. Sé que es tanto como pedir un milagro. (…)
Cierto que, revisando esos anales históricos, nunca encuentra uno un periodo tan infame como el presente, y que los medios concitados contra España desde dentro y fuera de ella son abrumadores y coercitivos en grado increíble. Cierto que su bastión espiritual más grande -la Iglesia- se cuartea y ha caído parcialmente en manos del enemigo, circunstancia que jamás se había producido en el pasado. (…)
No es, ciertamente, la voz de la Historia la que se proclama en unas urnas a través de esos comicios que sólo trajeron ruina y desgracia a todos los pueblos del mundo, desde la democrática condena del Hijo de Dios por el plebiscito judío. Pero en este momento histórico decisivo creo que puede demostrarse si los españoles tienen fe o la han perdido. Porque “los pueblos que pierden la fe no vuelven a ella”, decía Donoso. Veremos si los partidos políticos, “esos cadáveres ambulantes que arrastran sus propios gusanos” (Vázquez de Mella), han podido corromper esa fe de un pueblo que fue honrado precisamente con ella como principal atributo. (…)
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