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Tema: El pensamiento reaccionario español

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    Gothico está desconectado Miembro Respetado
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    Re: El pensamiento reaccionario español

    Aparece la “derecha progresista”

    Según la historiografía “derechista”, la Ilustración sería el antecedente remoto de la derecha “civilizada” (no de la derecha “cerril”); o sea, de la derecha de la revolución dentro de un orden, del mal menor, la que consiente que los exaltados incendien iglesias... “dentro de un orden y sin pasarse”; la que permite el aborto “dentro de un orden”; la homosexualidad “dentro de un orden”; que se despedace España “dentro de un orden” etc. Que suceda de todo, en fin, pero legalmente, educadamente y sin follones callejeros.
    A esos que defienden ese origen ilustrado y “civilizado” de la derecha, y que se arrogan la autoría de las Cortes de Cádiz, podría considerárseles más bien, como el brazo civilizado (y en versión española) de los asesinos revolucionarios franceses y de sus teorías de soberanía popular (otra cosa sería que en España no hubiera hecho falta matar reyes, como en Francia, dado que Fernando VII estaba ausente).
    En otro lugar trataremos del asunto.

    Campmany ¿contra la Ilustración?

    Campmany se refería al aspecto agresivo revolucionario que se iba inoculando bajo capa de Ilustración desde 1789 en adelante; que ya había sorprendido y escandalizado a los ilustrados españoles de entonces y que acabará dando lugar al “liberalismo” en España tras la invasión francesa de 1808; y que los liberales (de derecha y de izquierda) se han esforzado en presentar, desde entonces, como la gloria y culminación de la Ilustración (...aprovechándose providencialmente del ataque y repulsa tradicionalista contra la Ilustración en bloque, que les deja el campo libre).

    Sin embargo, según Herrero, con Campmany propiamente comenzaría, la “guerra santa contra la Ilustración”(¿?) ...a pesar de que, realmente, lo que defendía Campmany, ya en vísperas de la invasión napoleónica, no era propiamente sino la “santa guerra religiosa”; la “defensa de la sacrosanta religión de nuestros padres”... “la causa del Todopoderoso” etc.
    Herrero: las primeras emociones populares fueron la indignación ante la traición napoleónica y la rebelión patriótica de un pueblo humillado... pero sobre esa cruda violencia actúan los líderes tradicionales del pueblo, las poderosas fuerzas conservadoras...
    (¿?)Antes nos decía que las ideas reaccionarias “habían estado en la periferia de la cultura española, desdeñadas y sostenidas por una minoría de estrafalarios maníacos”. ¡Pero ahora dice que también las sostenían unas “poderosas fuerzas conservadoras” (que no conocíamos)!
    ¿quiénes eran y qué hacían esas “poderosas fuerzas conservadoras” durante la flamante Ilustración del siglo XVIII? Misterio.

    La peculiaridad de Campmany frente a los anteriores reaccionarios consistirá, eso sí, en dejarse de avisos indefinidos y vagos sobre peligros antirreligiosos futuros y sobre sectas tenebrosas, para dirigir ya el ataque (incluso material ) hacia los franceses y, de paso, contra aquellos aspectos sibilinos que labraron en el espíritu de los dirigentes ilustrados de entonces las semillas de la invasión napoleónica que se avecinaba sobre España, con su secuela revolucionaria:
    “Con esta guerra (de Independencia) nos libraremos de la molestia y el asco de dar oídos a la fastidiosa turba de sabihondos, ideólogos, filósofos, humanistas... que nos iban introduciendo escuelas centrales, normales, elementales, institutos... y todo para formar el espíritu y el corazón a la francesa moderna...

    Herrero: “...de ahí que el fin de esta guerra santa será la destrucción de la Ilustración y los ilustrados, agentes principales de la gran conspiración....”
    Mentira. Para Campmany la guerra es contra la imninente invasión francesa y, de paso, contra la influencia de sus ideas revolucionarias más extremas que se deslizaban en escuelas y academias de la España de entonces.
    Y lo de que el fin de la guerra fuera “destruir ilustrados” del tipo moderado de un Jovellanos, por ejemplo, se lo saca de la manga este señor.

    Campmany arremete también contra Godoy “el otomano bautizado”, su “famoso sofá”, sus voluptuosos festines y sus escandalosas orgías: “aquel idiota que en tres cuartos de hora medio en pie medio sentado, con el cigarro en una mano y pellizcando a alguna beldad despachaba los negocios de ambos mundos”

    Herrero: si la invasión francesa representa el esfuerzo del ateísmo... la guerra santa española será el principio de una cruzada por la que esas fuerzas del mal son vencidas y la Iglesia y la monarquía absoluta restauradas a su pasada grandeza... así pues, la violencia resultante alcanza una intensidad difícil de describir...
    Puesto que los liberales se identificaban en el fondo con la cultura francesa, sobre ellos caerá también ahora la persecución purificadora...
    ¿Es que acaso la Ilustración había menoscabado en algo el poder de los monarcas en España?
    Tampoco nos explica el proceso por el que en España llegó a haber “liberales”; él sobreentiende que vendrían a ser un efecto necesario de la Ilustración; ...lógico, le es muy fuerte reconocerlos como los socios españoles de los jacobinos de la Revolución francesa: de los asesinos de todo rey que no se plegara a los caprichos de dictadura “popular”.

    El mequetrefe en su salsa:
    Herrero: “la capacidad misma de razonar desaparece;“la filosofía es ateísmo y blasfemia”; “todos los españoles que participaron de las ideas ilustradas se convierten en traidores”; “la mejor garantía de fidelidad a nuestras santas tradiciones es la incultura”; “la ignorancia ha mantenido en nuestro pueblo en su pureza intelectual”;
    “las mujeres superan a los hombres porque leen menos”; “sólo la barbarie puede civilizarnos”; “debemos exterminar como lobos a los liberales”, etc.
    Por supuesto, todas esas sandeces no las escribe ningún reaccionario; las imagina por su cuenta y riesgo este progre metido a "historiador".

    12 – Simón López: “Despertador cristiano-político”

    Interesante documento del primer año de la guerra de la Independencia, escrito por un presbítero murciano: en él se recogerían “las más agresivas ideas de Hervás” adaptadas a las nuevas circunstancias bélicas: los filósofos-masones “afrancesados” como agentes de Napoleón ( “leopardo del Apocalipsis”, “bestia horrenda de siete cabezas”); los filósofos de nuestro tiempo, la coaligación de los impíos, incrédulos, deístas, ateístas, herejes, apóstatas de Francia y de la Europa toda”...

    Herrero: “las ideas expuestas son las centrales de la reacción contra la Ilustración ya comentadas”
    No. Son ataques contra la antirreligión ilustrada. Maliciosamente Herrero intenta confundir.

    Y eso lo aclara el “Despertador”: “No todos los filósofos son francmasones; pero todos los francmasones son filósofos, o por mejor decir, sofistas. Humanidad, economía, regeneración, libertad sociable, igualdad, felicidad pública, religión y moral depurada es el lenguaje favorito de estos impostores incrédulos...”
    ¿Qué tiene que ver ese ataque contra la cultura propiamente dicha? Es evidente su ataque contra el sesgo antirreligioso de la Ilustración y la Revolución francesas que entran en España con Napoleón (y que era inexistente o muy diluido en la Ilustración española del XVIII). Escribe:
    “La Revolución francesa, principiada veinte años hace, fue la que parió esta monstruosidad, concebida más de medio siglo antes...; los filósofos francmasones, en breve tiempo, realizaron en Francia su gran proyecto, de arruinar el trono y el altar...; tras su victoria en Francia comienza el periodo de expansión por toda Europa, introduciéndo en los gabinetes amigos, ministros, confidentes finos, espías astutos y bien pagados”.

    En España el instrumento de la secta habría sido Godoy.:
    “Un privado español, ambicioso, lujurioso, irreligioso, ignorante, ruin, satélite de Napoleón... ha empobrecido al reino más opulento del mundo... venderlo a sus enemigos, llenarlo de francmasones y literatos afilosofados... y nos ha puesto a punto de una total ruina”.

    Acaba el “Despertador” alabando a la Inquisición, que habría obstaculizado a pesar de todo la difusión de libros y folletos seductores de los filósofos contra la Iglesia la religión y los monarcas, y a la cual se debe “el grito de la nación: ¡Viva la religión!¡Viva la Iglesia!Viva la Virgen!¡Viva Dios!¡Viva Fernando VII!¡Muera Napoleón!¡Mueran los franceses!”.

    Herrero: “el primer gran paso hacia la afirmación del catolicismo será nuestra total separación de la cultura europea”
    De la “cultura” criminal-revolucionaria sí, por supuesto y a mucha honra.
    Por lo demás ¿dónde ha atacado el “Despertador” a la cultura?¿ha dicho acaso algo como “muera la Ilustración” o “muera la cultura”? La malicia de este tipo no tiene fin.

    ****

    Los reaccionarios en las Cortes de Cádiz

    Con las Cortes de Cádiz comienza Herrero la última parte de su libro dedicada a lo que él llama “la difusión del mito reaccionario”:
    Herrero: “(Cádiz) será el centro del primer gobierno elegido por un pueblo al que una revolución política acaba de hacer donación de la soberanía...; un breve y frustrado intento de introducir el diálogo parlamentario, de sustituir la autoridad por la razón, señala el fin del Antiguo Régimen y su sustitución por las instituciones democráticas...”
    Por lo menos reconoce que hubo una “revolución política”; por supuesto. Fue gestada anónimamente durante el caos y el embrollo de la guerra de la Independencia.
    Pero ¿qué “pueblo” eligió a ese “gobierno” y a los diputados de esas Cortes?¿Qué autoridad tenía la Junta que convocó esas Cortes?¿Esa fue la “revolución política”... surgir de la nada y autonombrarse diputados la mayoría de ellos, ...faltando la mayoría de diputados titulares? Nunca nadie responde a eso.
    ¿Y qué tiene que ver la “razón” con las mayorías “democráticas” y sus rodillos parlamentarios?¿cuándo la razón” radicó en la opinión de una mayoría?; y lo último: ¿nos contrapone “autoridad” a “razón”? ¡cómo si pudiera darse alguna verdadera autoridad al margen de la razón!

    Herrero: “vamos a asistir, pues, al nacimiento del liberalismo, pero desde el ángulo de la ideología reaccionaria, que es la que envolverá ese término en un halo de execración y horror que justificará las futuras medidas represivas
    Que en España se implantara, por narices, un régimen político copiado del francés criminal-revolucionario ¿no debería horrorizar y escandalizar?
    Sobre “futuras medidas represivas” (hemos visto que desde 1770 ...a 1810 sigue sin haber ninguna) ya nos hablará más adelante el sr. Herrero...

    Herrero: el siglo XVIII asistió a la evolución del concepto de monarquía absoluta, basado en el principio del poder real procedentamente directamente de Dios...
    ...y que fue el único existente en la católica España durante todo el siglo XVIII y anteriores, desde la época visigótica (Recaredo)
    ...al de despotismo ilustrado, en que el monarca encarna la ley natural y, conforme a la razón, desarrolla las energías del Estado...
    ...y que se dió tangencialmente en España, sobre todo bajo Carlos III, sin afectar a la catolicidad de todo el país y del Estado.
    ...al (finalmente) de soberanía nacional, según el cual el poder reside en el pueblo, que elige a sus representantes, que, unidos en una asamblea nacional, dotan al país de una constitución (parlamentarismo)
    ¡ojo! esto ya es una derivación anticristiana traída por el sector más radical de la Ilustración: el revolucionario francés, ajeno por completo a la Ilustración española del XVIII. Aquí hay ya una mutación ideológica, ajena a la moderada ilustración española, y que consiste en implantar de modo incruento el modelo político revolucionario francés; para lo cual se convocaron, de modo fraudulento, las Cortes de Cádiz.

    Herrero: las “Memorias” del obispo de Orense, el “Manifiesto” de Lardizabal y “La España vindicada” de José Joaquín Colón son los más importantes documentos por la que los teólogos de la reacción pasan a la acción... inexorablemente decididos a destruir tanto los principios renovadores cuanto a los hombres que los encarnan....
    (¡¡¡)Otra burrada de su estilo, tildando de asesinos a los casi-asesinados y de víctimas a los casi-asesinos.

    13 – El obispo de Orense.

    En septiembre de 1810, en la primera sesión de las Cortes, éstas declaraban, nada menos, que en ellas residía la soberanía nacional. Por tal motivo, Don Pedro Quevedo y Quintano, obispo de Orense, miembro de la Regencia, se había negado a prestar juramento a dichas Cortes.
    En sus “Memorias” aclaraba que ello fue debido a que “las Cortes parecían haber sido convocadas para decidir sobre los derechos del rey en conformidad con la voluntad general de la nación... por lo cual nada podrá impedir mudar reyes y gobiernos según le agrade y formar tantas o más constituciones que las que abortó la Revolución francesa”.

    Toda la argumentación del obispo gira, efectivamente, sobre la concomitancia entre Cortes de Cádiz y Revolución francesa. Nunca se refiere a la Ilustración.
    Efectivamente, no olvidemos que, en pura doctrina católica, la democracia sólo conlleva poder elegir personas capaces de defender mejor la religión católica, no elegir ni implantar caprichosamente ideologías ni constituciones heterodoxas como presuponía esa “voluntad general de la nación”.

    Pero Herrero, materialista, solo ve simple materialismo en el obispo :
    Herrero: “las Cortes podrían llevar a cabo una transformación y redistribución del poder político, a lo que las clases que lo han detentado hasta este momento se opondrán con una inexorable violencia..
    ¡Vaya!¿Acaso, su admirado ilustrado Carlos III habría estado encantadísimo de “transformar y redistribuir su poder político con los liberales sin "violencia”? ¡Qué suerte tuvo de morir cuando aun no había ni revolucionarios, ni liberales ni guillotina!

    El obispo daba en el clavo, definiendo el “inamovible dogma servil”:
    “Las Cortes no han sido convocadas para crear nuevas formas de gobierno, o hacer nueva constitución, sino para restablecer la antigua, dando vigor a leyes anticuadas que convenga renovar”.
    Quien, desde entonces, apele al sentido común, a la lógica, a la honradez, a la integridad políticas tendrá para los liberal-revolucionarios un nombre precioso: será un “servil”.

    14 - El “Manifiesto” de Lardizábal.

    Lardizábal, miembro de la Regencia (1810), sería desterrado por publicar un manifiesto contra las Cortes de Cádiz. Más tarde, Fernando VII lo nombraría ministro de Indias, pero posteriormente caería en desgracia y sería encarcelado.
    Lanzó duros ataques contra aquellas Cortes por perseguir al obispo de Orense:
    “¡Se deja que esos copistas y repetidores de pensamientos franceses, escritores proletarios y miserables de Cádiz condenen al obispo de Orense”.

    Frente a tanto concepto heterodoxo-revolucionario de soberanía popular que se cacareraba por Cádiz, Lardizábal aclaraba el sentido tradicional del concepto contractual de soberanía: decía, en resumen, que la soberanía estaba en la nación y que de ella la habían recibido los reyes, pero que debió transferirse a unos pocos (dado que en caso contrario fuera inútil por inaplicable):
    “la monarquía consiste en transferir todo su poder a uno que es el rey... y los españoles, desde el siglo XI a lo sumo, quisieron tal soberanía y además que ese poder soberano fuese para siempre hereditario”.
    En cambio –decía- “por el democratismo de estas Cortes todo se allana en Cádiz; se habla de los reyes como se hablaba en Francia, se insulta desvergonzadamente a la nobleza, a las clases privilegiadas...”

    Como se ve, para estos pensadores las Cortes de Cádiz equivalen a Revolución Francesa, ni se refieren ni atacan a la Ilustración, como tal.

    15 – “La España vindicada” de José Joaquín Colón (del Consejo de Castilla).

    Este “panfleto” atacaría el concepto de soberanía, en cuanto artificial conflicto de clases y trasfondo material de poder ( “monarquía y nobleza” frente a “pueblo y liberales”) provocado por las medidas de las Cortes de Cádiz.
    Escribía Colón sobre “el ataque de los enemigos del orden contra la soberanía real... cubriendo de horrendas calumnias, sátiras y desacatos a la respetable e inmortal nobleza española”... “con el fin inconfesado de reconquistar para el pueblo los legítimos bienes de la nobleza y la monarquía, halagando para ello a la incauta multitud; las falsas promesas al pueblo que obedece, la quimérica igualdad con que se le lisonjea”.

    Tocaría pues, Colón, la fibra sensible de todo moderno marxistoide; apela al pueblo, a los bienes materiales, a la justificación de su posesión ...por lo cual Herrero le espera en su terreno para darle un buen cachiporrazo de teoría barata de lucha de clases:

    Herrero: “a la discusión del problema de soberanía como conflicto de clases se dedican la mayoría de páginas del panfleto... las disposiciones contra señoríos y mayorazgos, la posible desamortización de los bienes de la nobleza y clero habían hecho adquirir a los serviles una conciencia clara de las raíces económico-sociales del conflicto; la reacción se prepara para usar los elementos míticos en defensa de sus intereses económicos y de clase”
    O sea, reconoce Herrero que el trasfondo de las Cortes de Cádiz consistía en el latrocinio de bienes de nobleza y clero. ¡Vaya, hombre!¡ Tanta “Ilustración” intelectual para acabar en cosas tan prosaicas y viles propias de curas y nobles!!... ¡Y yo que pensaba, como Herrero, que la cultura en sí (y no la tierra ni el vil metal) era el mayor bien que un hombre puede poseer!
    Muy curioso también eso de que unas Cortes espúreas roben bienes ajenos. Herrero estaría encantado con que unas Cortes le quitaran su propia casa; eso sí, sólo si fuera decidido democráticamente...

    Ataca también Colón la libertad de imprenta, que permitía que circularan libremente infernales escritos incendiarios, idénticos a los de la Francia revolucionaria, “encendiendo el odio de las muchedumbres contra sus legítimos señores”.
    Aunque para Herrero sucede precisamente lo contrario: ¡los infernales incendiarios serían los serviles!:
    Herrero: “Los serviles lanzan en sus panfletos y periódicos las más gratuitas acusaciones contra los liberales, amparados precisamente en esa libertad de imprenta que en ellos atacan”.
    Bueno, es que por “libertad de imprenta” los revolucionarios entendían licitud de blasfemar, de injuriar a clero y monarquía; de publicar libelos difamatorios e incitar a la rebelión y hasta el asesinato. Los "serviles" (así como todos los siglos y países hasta la llegada de los criminal-revolucionarios) jamás entendieron que eso pudiera ser libertad de imprenta, sino terrorismo impreso, que es otra cosa.
    Por lo demás, Herrero parecería encantado de que los revolucionarios aplicaran la "ley del embudo".


    ****
    Vemos al fondo de todo este caótico laberinto ideológico y verbal, horripilante y enmarañado, cómo se iban cumpliendo inexorablemente los peores presagios vaticinados cuarenta años antes por los primeros reaccionarios: cómo ya los enemigos de la Religión y la Monarquía se habían hecho con el poder, en buena medida mediante el trastorno y manipulación del lenguaje y la filosofía socio-política, hábito progresista que ha llegado hasta la actualidad.
    Última edición por Gothico; 23/07/2008 a las 16:32

  2. #2
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    Re: El pensamiento reaccionario español

    El horror de la “caverna”: el padre Vélez y el Filósofo Rancio.

    Ambos pensadores cierran el catálogo de reaccionarios que Herrero nos cita en su libro. Sobre ellos descarga Herrero su furia, por el delito de oponerse doctrinalmente a la existencia y disposiciones de aquella ilegal Convención llamada “Cortes de Cádiz”.

    Veíamos que Herrero aprovecha el vago término “Ilustración”, tanto en su sentido moderado del XVIII como el posterior francés-revolucionario, vigente tras la invasión napoleónica de España. Eso le brinda meter en un mismo discurso anticultural a quienes se oponían a las medidas revolucionarias de Cádiz (ya se fuera ilustrado moderado como reaccionario), considerando (tanto los gaditanos entonces como Herrero ahora) a todo crítico como “servil”; aplicándoles las mismas descalificaciones que pesaban sobre los antiguos críticos de Voltaire Rousseau etc., a pesar de que no atacaran otros aspectos válidos de la Ilustración dieciochesca, o de que, a la inversa, algunos ilustrados no comulgaran con los nuevos postulados revolucionarios.
    Otra cosa es que la Ilustración moderada hubiera sido camino obligado para llegar a la revolucionaria, y que bastantes ilustrados hubieran hecho ese trasvase ideológico a la vista de las ínfulas y prebendas que en Cádiz se repartían.

    Vélez y el Rancio constituirán el horror de la caverna, en su máxima expresión, para el progresismo; imaginados como con hábito frailuno, puñales, pistolas, cartucheras, crucifijos, bebiendo sangre de liberales en sus mismas calaveras...

    16 – El padre Vélez (1777-1850)

    Fraile capuchino, nacido en Vélez Málaga; se dio a conocer en el diario “El Sol de Cádiz y por sus obras “Preservativo contra la irreligión” (1812) y Apología del Altar y del Trono” (1818).
    “Aclamado por los representantes de la tradición española como uno de sus grandes maestros... digno de ser puesto al nivel de las cartas del Rancio... su visión es clara, su argumentación recia, sólo pudieron sus enemigos oponerle el silencio” (Ferrer, Tejera y Acedo).
    Contra él ya escribía la canalla de su tiempo: “Capuchinito acicalado de Cádiz, muy afeitadito siempre, pisaverde a la descalcez, su barba poblada y ensortijadita, muy preciado de buen mozo... salía por las mañanas del tocador y acababa de rizarse las barbas...”
    Fue posteriormente arzobispo de Santiago entre 1824 a 1834; se le desterró a Menorca por sus actividades carlistas entre 1835 y 1844; siendo restituido al arzobispado por Narváez. Murió en 1850.

    Herrero: su espíritu corresponde a la identificación entre el absolutismo político y el religioso
    ¿¿Así que el mismísimo régimen político español de siglos, tras un par de añitos de “soberanía popular” de Cádiz, ya no era más que “absolutismo”??
    Muy curioso eso de contraponer siglos a un par de años... Y el absolutismo de su amado Carlos III, ¿por qué no lo criticaba Herrero?
    ¿Y qué es el “absolutismo religioso”?. ¿Es que antes del siglo XIX la Iglesia no era “absolutista”?

    Vélez en “El Sol de Cádiz” (de 1812 a 1813) denunciaba la actividad de las Cortes; apelaba a las sociedades secretas, a los francmasones y liberales como sus fautores; su fuente para ello serán Barruel y Hervás, pero comete la impostura de no citarlos (Herrero).
    Llamará a sus enemigos, indistintamente, liberales o francmasones pues:
    “el verdadero masón goza de una completa libertad: ni tiene rey que le mande ni papa que le excomulgue. El es para sí rey, papa, obispo, cura...”

    Criticaba también Vélez el concepto masónico de libertad: una perfecta libertad que habría sido atacada por las Monarquías y la Iglesia, y de ahí el odio masónico contra esas dos instituciones “asirios avarientones, y de ahí provienen los nombres odiosos para ellos de principado y sacerdocio”; de ahí la añoranza masónica de la gloriosa Edad de Oro en que los hombres podían llegar a ser iguales...

    Herrero: “tal igualdad que ataca los privilegios de los grandes debía ser especialmente odiosa a los serviles que luchaban contra las reformas de las Cortes...
    Se ve que la “cultura ilustrada” no bastaba a hombres tan sabios como los diputadetes gaditanos; había que arramplar la pasta de los nobles y los curas, no estaba bien que unos diputados tan cultos fueran pobres...

    Herrero: “difunden (los serviles) una imagen de los liberales como traidores y antiespañoles que pronto culminará en una terrible explosión de odio popular... en ese mecanismo de creación de la anti-España, Vélez desempeña un papel de primer orden”
    ¿Y acaso los liberales azuzando al pueblo contra nobles y religiosos no desempeñaban otro “papel de primer orden” para la creación de la otra España anticlerical? (y con el agravante de que no hubo liberales hasta 1810, mientras que nobles y religiosos los había desde muchísimos siglos atrás)

    Su obra “El preservativo contra la irreligión” gozará de gran éxito editorial en “los tres centros de la reacción”: Cádiz; Palma de Mallorca y Santiago de Compostela.
    Herrero: “será el primer tratado extenso dedicado a un análisis de la Ilustración, de la Revolución francesa y de las guerras napoleónicas, concebida de forma exclusivamente reaccionaria... como piezas de una gran conspiración de Satán contra Dios”...


    Vélez: “ciertos hombres que se atribuyen el nombre de filósofos... se dicen liberales... se jactan de ser superiores a todos los de su especie: su patria es el mundo... son conocidos con los nombres de iluminados, materialistas, ateos, incrédulos, impíos...
    Luego la religión y la patria nada deben esperar de tales sabios... y sí debemos temer que cooperen a nuestra cautividad y exterminio...

    Herrero: “Vélez ve la religión cristiana más bien como garantía no sólo de la monarquía sino de la propiedad privada... la fórmula es habilísima puesto que la lucha política se cierne sobre un cambio en la naturaleza del poder y la propiedad

    Muchos eufemismos para justificar el robo. Vélez lo decía más claro: “La igualdad consiste (para los liberales) en saquear los templos y robar a los ricos, nobles, eclesiásticos y a todos los buenos.

    Herrero, irónico: ...el pueblo español marchaba mansamente por el camino terrenal hacia la morada eterna. Protegido por la Inquisición de las asechanzas de la razón y la filosofía, pacientísimo hacia sus reyes y superiores, aceptando ciegamente las enseñanzas de los ministros del santuario arrojaba lejos de sí todas las falsas promesas de ciencia y conocimiento... pero las ideas francesas lo alteraron...
    Si "laicizaramos" todos esos términos religiosos , Herrero estaría contentísimo de la obediencia “mansa” y “ciega” de los súbditos al liberalismo gaditano

    Vélez: “Nuestra ruina fue el resultado infalible de unos planes proyectados por los sabios, que en un siglo se habían distinguido en Francia...
    Así recayó la dirección de España en manos de Godoy, dado a conocer por su palacieguismo, su guitarra y sus amores, inmoral, irreligioso, sibarita, déspota, sultán...

    Por tanto, para restablecer el antiguo estado de cosas, es precisa, escribe Vélez, la vuelta del “angélico” Fernando VII ( “¡¡ Príncipe augusto!!, suspirado Fernando!!”) quien, según Vélez, “habría de de haber disimulado, fingido, y adulado a Napoleón, sacrificando sus sentimientos contra una familia que había matado a su esposa... dando su mano a la sobrina del homicida... para conciliar el bien de sus vasallos y la paz de su nación”.

    Para que su vuelta fuera eficaz, aconsejaba Vélez: “a los sabios y ministros del santuario les compete descargar esta nube que todo lo asola y hacer ver que la libertad proclamada por Francia es esclavitud”
    “Publicistas, sabios, políticos... presentaos en Sevilla, Ecija, Córdoba, y veréis a sus habitantes sacar las imágenes por las calles y gritar: “¡¡Viva María Santísima, Viva Jesucristo, Viva Fernando VII, Mueran los franceses!!”.

    Herrero: “Vélez debía encender el más violento odio hacia las personas así señaladas y, en su día, las represalias que, efectivamente se produjeron en 1814; pretender negarlo es de un cinismo increíble e insultante
    ¡¡Aun no nos ha hablado de esas supuestas “represalias de 1814”, ni ha dado pruebas de ellas, y se permite llamar “cínicos insultantes” a los que duden de que las hubo y de que Vélez fue su instigador!! Aquí el único “cínico insultante” es Herrero.

    Herrero: “Vélez, habiendo jurado la Constitución de Cádiz, la traiciona, cuando ya, a la vuelta de Fernando VII no había peligro de represalias... además se condena y encarcela a los que la establecieron, lanzándose contra ellas los peores ataques”
    ¡¡Tendría su gracia que un reaccionario fuera el precursor de la “Memoria Histórica”, tan del agrado de progres y perjuros del siglo XXI!!

    17 – El Filósofo Rancio (Francisco Alvarado) (1756-1814)

    Se muestra muy ufano Herrero por haber logrado hacerse con textos del Rancio, dificilísimos de conseguir, regodeándose en su lectura y ridiculizando a autores conservadores, como Suárez Verdeguer, por hablar del Rancio solo de oídas y en base a afirmaciones gratuitas de Menéndez Pelayo (quien sitúa al Rancio entre los “atletas de la escolástica decadente”, encumbrándole a las más altas cotas del pensamiento):
    Herrero: “es el Rancio un autor tosco y plúmbeo, cuya rudeza llega en ocasiones a la grosería más vulgar. Ha sido también y con razón, uno de los autores menos leídos de nuestra historia; el mismo don Marcelino, cuya formación filosófica es tan pobre, sin duda alguna se limitó a hojearlo... Es evidente que cuando Menéndez Pelayo se lanza a estudios políticos y filosóficos sus juicios proceden de simpatías y antipatías, basados, exclusivamente en rápidas intuiciones de identidad ideológica”.

    Sus fuentes reaccionarias son, cómo no, Barruel y Mozzi aunque también aprecia muchísimo al P. Vélez. y su obra se plasma en “Cartas” donde rebate los principios de reformadores y de filósofos modernos.
    Como sus tesis son comunes a los de los otros reaccionarios, veamos su peculiaridad tal como nos los expone Herrero.

    Rancio: “los principios de dignidad, libertad, igualdad se hallaban ya en el Evangelio; lo que los filósofos esconden bajo esos nombres es: bajo “dignidad del hombre” que la miserable razón humana sea el supremo tribunal de todas las cosas; bajo “libertad” que hablen y obren según sus errores, pasiones e intereses; bajo “igualdad”, que los hombres viciosos roben a los que son más ricos que ellos...

    Sus burlas hacia Rousseau

    Según Rousseau, Dios (Ser infinitamente inteligente) habría creado al hombre en estado primitivo y salvaje; pero el hombre salvaje se habría puesto de acuerdo con otros salvajes para forma la sociedad civilizada...

    Muy curioso... así que Dios, Ser infinitamente inteligente, creando hombres salvajes animalescos; pero hete aquí que los salvajes animalescos conociendo de antemano las ventajas de la sociedad hacen, inteligentemente, un pacto social para conseguirla. ¡¡Es decir, habrían sido más inteligentes que el mismísimo Dios!!

    En tal absurdo radica la burla del Rancio hacia el Contrato Social de Rousseau, “con ese gracejo que deleitaba a don Marcelino”:
    “Allá en los tiempos de entonces, antes de la fecha del pacto social, de que yo fui notario, los hombres eran unos salvajes que andaban por esos mundos de Dios dispersos cada cual por su lado, como los osos por las montañas, los borricos por los prados o como ahora las monas por sierrabullones...
    Erraban por todas partes desnudos, sin artes, sin ciencias, sin auxilios y hasta sin palabras con articulaciones semejantes a los maullidos de los gatos y a los bramidos de los becerros... Más dígame usted: ¿Esos salvajes de dónde vinieron?¿se hicieron a sí mismos o los hizo alguien? y si alguien los fabricó ¿qué fabricante fue ese tan inepto que no supo darles las ventajas que ellos mismos pudieron adquirir después de siglos de haber andado de monte en monte como las cabras y de cenegal en cenegal como los cochinos?”

    O dicho desde otra perspectiva:
    - Rousseau presupone un pacto social para que toda sociedad (que proporciona ventajas al individuo) haya existido;
    - El pacto social presupuso una misma lengua con la que pactaron los miembros;
    - Ahora bien, si el pacto social es, por definición, lo primigenio de una sociedad, una de dos: ¿en qué lengua se entendieron unos hombres que aun no hablaban una misma lengua, viviendo separados y en estado salvaje?
    y si hablaban una misma lengua, ¿cómo pudieron aprenderla, si aun no había pacto social para vivir juntos unos con otros?
    Y si no pudieron entenderse para pactar, ¿cómo aparecieron entonces las sociedades en el mundo?
    Luego, o no tuvieron más remedio que hacer el pacto social entendiéndose al modo de “cochinos becerros y gatos”... como el Rancio despotrica, o bien, hubo la sociedad de ser creada directamente por Dios, cosa que siempre nos dijo la Religión.
    Irrebatible desde todo punto.
    Herrero: luego el Rancio carece de toda categoría intelectual... obtuso sectarismo ideológico... crasa ignorancia... ciega irracionalidad... modelo de los españoles tradicionales de su época etc.
    Aplícate a tí esos insultos, que no tienes talla ni para entender ironías.

    El Filósofo Rancio ataca a los jansenistas: “Por subir algún puestecito de la Iglesia que los hiciese visibles se decidieron a destrozar, desobedecer al papa, los obispos etc.”; a la Pompadour, “Madame de Pompadour, que de verdulera había sido saludada marquesa poseía el corazón del desgraciado Luis XV, estaba resentida contra los regulares”; a Godoy, “solemne cobardón, a quien todos los filósofos imitarían, de encontrarse en su lugar”...
    Herrero: Los disparates que el Rancio acumula al formular el esquema político que opone a la Ilustración son tan grotescos que nos es penoso el resumirlos, ver las doctrinas del Evangelio puestas por un necio al servicio de intereses temporales
    Necio y penoso tú, defendiendo los intereses temporales de los cómplices españoles de franceses asesinos.

    Afirma el Rancio que “sólo el Evangelio ha descubierto y afianzado los derechos del hombre” (“¿¿disparate grotesco??”)

    Se extraña Herrero de tal afirmación y responde con mala uva.
    Herrero: “al Rancio no se le ocurre pensar que el hombre puede sentirse y ser llamado “hijo de Dios” y ser tratado como un perro por sus semejantes, el verdadero problema político... cuando en Cádiz se está formulando el concepto de propiedad privada burguesa frente a la feudal...
    Ah, ¿insinúa que la Ilustración comenzó por el “trato de perro” que la Iglesia consentía que se diera a los católicos? Cada vez entendemos mejor las razones del proceso “ilustrado”.
    Cristianamente, el único “trato de perro” es el que da el Estado laico y liberal al ser humano, cuando priva a la religión cristiana de informar los principios de la sociedad y de sus miembros.
    Y muerte “de perro” es la que dieron los revolucionarios franceses a nobles y religiosos por el único delito de serlo, y es la que hubiera esperado a los nobles y religiosos españoles de haberse resistido a las Cortes gaditanas.

    Cometería el Rancio, con “gran confusión intelectual”, la insolencia de insinuar que la desigualdad y la pobreza son necesarias para la sociedad, (dado que “hay en el hombre una enfermedad inveterada que coopera contra el Espíritu”) y por ello es necesario al hombre trabajar y sudar para la conservación y comodidad de los hombres...
    Herrero, gracioso: (no sabemos si el Rancio incluye en esa comodidad a los que deben sudar por los otros)
    Ya. Tú incluirás a Voltaire y Rousseau, que “sudaron” por la “comodidad” de los filosofillos y periodistas de Cádiz (todos ellos vagos redomados) ¿no?

    Prosigue el Rancio: “El pobre contempla como inviolable la propiedad del rico como obra de la Providencia... pero a veces en vez de la razón discurre la concupiscencia... si las fuerzas le bastan roba... ¡¡pero si es cobarde se suele meter a periodista y se vale de la filosofía como del puñal o la escopeta!! Tal tipo de armas vendrían a ser los llamados “derechos humanos”... el por qué de cómo el duque de tal ha de tener tantos palacios, estados, rentas y galones ¡¡y filósofos hambrientos y cobardes como Rousseau, Condillac, Pufendorf solo habrían de tener una casa”!!

    Herrero se irrita ante una clasificación burlesca del Rancio:
    Buenos: rey, pares, nobleza, monarquía absoluta, títulos, papa, obispos, curas, católicos, ricos
    y Malos: filósofos (mocitos de primera tijera, que están pagando barbero de poco a esta parte... que han leído uno o dos libritos franceses... cuya ocupación es el café, el paseo, el teatro y las visitas), abogadillos, mediquillos, saltimbanquis, judíos, calvinistas, jansenistas y toda esa perra canalla ... (incluyendo abogadillos de agua dulce, corbatas, oficialillos, caballeros pobres, ricos entrampados, clérigos arrepentidos, abates de becoquín y pantalón...)
    Herrero: “así no nos sorprenderá que el Rancio y sus compañeros serviles pretendan exterminar esa raza maldita mediante el angélico, providencial e idolatrado Fernando VII”.
    El Rancio, implacable: Fernando VII con “absoluto imperio” condenará los actuales errores y crímenes a la execración y castigo... el que se la haga a Dios, tiene que pagársela... no se la quedarán a deber ni Quintana, ni Gallardo, ni Canga-Argüelles, ni otros que yo me sé...
    La Inquisición aplicará a los liberales la corrección que merecen...
    Herrero: “nuestro fraile emplea varias hojas en argüir que la Inquisición mediante santamente aplicada tortura forzará a los liberales a abjurar de sus errores y aceptar las grandes verdades serviles... su alma de verdugo le hace soñar en el placer de atormentar a Quintana hasta hacerle exclamar Viva la Santa Inquisición”
    Qué pena que no nos cite ninguna de esas páginas tan sabrosas. ¿Deberemos creer exactamente a Herrero?

    Rancio: “¿Quién ha dudado jamás que el palo y el castigo son el mejor medio para curar antojos cuando la razón no alcanza a curarlos?... Volverá la Inquisición... veremos a ustedes transformados de filósofos en hipócritas, de liberales en serviles y de despreocupados en supersticiosos”
    La Inquisición no sirvió para nada; Fernando VII, tampoco. El “palo y el castigo” existió, sí, (y con el idolatrado Fernando VII) ...pero no fue contra los liberales, como soñaba el Rancio, sino de los liberales contra los religiosos españoles a partir del Trienio liberal en 1820-23.
    Última edición por Gothico; 03/09/2008 a las 14:04
    ALACRAN dio el Víctor.

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