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Tema: El pensamiento reaccionario español

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    Re: El pensamiento reaccionario español

    Aparece la “derecha progresista”

    Según la historiografía “derechista”, la Ilustración sería el antecedente remoto de la derecha “civilizada” (no de la derecha “cerril”); o sea, de la derecha de la revolución dentro de un orden, del mal menor, la que consiente que los exaltados incendien iglesias... “dentro de un orden y sin pasarse”; la que permite el aborto “dentro de un orden”; la homosexualidad “dentro de un orden”; que se despedace España “dentro de un orden” etc. Que suceda de todo, en fin, pero legalmente, educadamente y sin follones callejeros.
    A esos que defienden ese origen ilustrado y “civilizado” de la derecha, y que se arrogan la autoría de las Cortes de Cádiz, podría considerárseles más bien, como el brazo civilizado (y en versión española) de los asesinos revolucionarios franceses y de sus teorías de soberanía popular (otra cosa sería que en España no hubiera hecho falta matar reyes, como en Francia, dado que Fernando VII estaba ausente).
    En otro lugar trataremos del asunto.

    Campmany ¿contra la Ilustración?

    Campmany se refería al aspecto agresivo revolucionario que se iba inoculando bajo capa de Ilustración desde 1789 en adelante; que ya había sorprendido y escandalizado a los ilustrados españoles de entonces y que acabará dando lugar al “liberalismo” en España tras la invasión francesa de 1808; y que los liberales (de derecha y de izquierda) se han esforzado en presentar, desde entonces, como la gloria y culminación de la Ilustración (...aprovechándose providencialmente del ataque y repulsa tradicionalista contra la Ilustración en bloque, que les deja el campo libre).

    Sin embargo, según Herrero, con Campmany propiamente comenzaría, la “guerra santa contra la Ilustración”(¿?) ...a pesar de que, realmente, lo que defendía Campmany, ya en vísperas de la invasión napoleónica, no era propiamente sino la “santa guerra religiosa”; la “defensa de la sacrosanta religión de nuestros padres”... “la causa del Todopoderoso” etc.
    Herrero: las primeras emociones populares fueron la indignación ante la traición napoleónica y la rebelión patriótica de un pueblo humillado... pero sobre esa cruda violencia actúan los líderes tradicionales del pueblo, las poderosas fuerzas conservadoras...
    (¿?)Antes nos decía que las ideas reaccionarias “habían estado en la periferia de la cultura española, desdeñadas y sostenidas por una minoría de estrafalarios maníacos”. ¡Pero ahora dice que también las sostenían unas “poderosas fuerzas conservadoras” (que no conocíamos)!
    ¿quiénes eran y qué hacían esas “poderosas fuerzas conservadoras” durante la flamante Ilustración del siglo XVIII? Misterio.

    La peculiaridad de Campmany frente a los anteriores reaccionarios consistirá, eso sí, en dejarse de avisos indefinidos y vagos sobre peligros antirreligiosos futuros y sobre sectas tenebrosas, para dirigir ya el ataque (incluso material ) hacia los franceses y, de paso, contra aquellos aspectos sibilinos que labraron en el espíritu de los dirigentes ilustrados de entonces las semillas de la invasión napoleónica que se avecinaba sobre España, con su secuela revolucionaria:
    “Con esta guerra (de Independencia) nos libraremos de la molestia y el asco de dar oídos a la fastidiosa turba de sabihondos, ideólogos, filósofos, humanistas... que nos iban introduciendo escuelas centrales, normales, elementales, institutos... y todo para formar el espíritu y el corazón a la francesa moderna...

    Herrero: “...de ahí que el fin de esta guerra santa será la destrucción de la Ilustración y los ilustrados, agentes principales de la gran conspiración....”
    Mentira. Para Campmany la guerra es contra la imninente invasión francesa y, de paso, contra la influencia de sus ideas revolucionarias más extremas que se deslizaban en escuelas y academias de la España de entonces.
    Y lo de que el fin de la guerra fuera “destruir ilustrados” del tipo moderado de un Jovellanos, por ejemplo, se lo saca de la manga este señor.

    Campmany arremete también contra Godoy “el otomano bautizado”, su “famoso sofá”, sus voluptuosos festines y sus escandalosas orgías: “aquel idiota que en tres cuartos de hora medio en pie medio sentado, con el cigarro en una mano y pellizcando a alguna beldad despachaba los negocios de ambos mundos”

    Herrero: si la invasión francesa representa el esfuerzo del ateísmo... la guerra santa española será el principio de una cruzada por la que esas fuerzas del mal son vencidas y la Iglesia y la monarquía absoluta restauradas a su pasada grandeza... así pues, la violencia resultante alcanza una intensidad difícil de describir...
    Puesto que los liberales se identificaban en el fondo con la cultura francesa, sobre ellos caerá también ahora la persecución purificadora...
    ¿Es que acaso la Ilustración había menoscabado en algo el poder de los monarcas en España?
    Tampoco nos explica el proceso por el que en España llegó a haber “liberales”; él sobreentiende que vendrían a ser un efecto necesario de la Ilustración; ...lógico, le es muy fuerte reconocerlos como los socios españoles de los jacobinos de la Revolución francesa: de los asesinos de todo rey que no se plegara a los caprichos de dictadura “popular”.

    El mequetrefe en su salsa:
    Herrero: “la capacidad misma de razonar desaparece;“la filosofía es ateísmo y blasfemia”; “todos los españoles que participaron de las ideas ilustradas se convierten en traidores”; “la mejor garantía de fidelidad a nuestras santas tradiciones es la incultura”; “la ignorancia ha mantenido en nuestro pueblo en su pureza intelectual”;
    “las mujeres superan a los hombres porque leen menos”; “sólo la barbarie puede civilizarnos”; “debemos exterminar como lobos a los liberales”, etc.
    Por supuesto, todas esas sandeces no las escribe ningún reaccionario; las imagina por su cuenta y riesgo este progre metido a "historiador".

    12 – Simón López: “Despertador cristiano-político”

    Interesante documento del primer año de la guerra de la Independencia, escrito por un presbítero murciano: en él se recogerían “las más agresivas ideas de Hervás” adaptadas a las nuevas circunstancias bélicas: los filósofos-masones “afrancesados” como agentes de Napoleón ( “leopardo del Apocalipsis”, “bestia horrenda de siete cabezas”); los filósofos de nuestro tiempo, la coaligación de los impíos, incrédulos, deístas, ateístas, herejes, apóstatas de Francia y de la Europa toda”...

    Herrero: “las ideas expuestas son las centrales de la reacción contra la Ilustración ya comentadas”
    No. Son ataques contra la antirreligión ilustrada. Maliciosamente Herrero intenta confundir.

    Y eso lo aclara el “Despertador”: “No todos los filósofos son francmasones; pero todos los francmasones son filósofos, o por mejor decir, sofistas. Humanidad, economía, regeneración, libertad sociable, igualdad, felicidad pública, religión y moral depurada es el lenguaje favorito de estos impostores incrédulos...”
    ¿Qué tiene que ver ese ataque contra la cultura propiamente dicha? Es evidente su ataque contra el sesgo antirreligioso de la Ilustración y la Revolución francesas que entran en España con Napoleón (y que era inexistente o muy diluido en la Ilustración española del XVIII). Escribe:
    “La Revolución francesa, principiada veinte años hace, fue la que parió esta monstruosidad, concebida más de medio siglo antes...; los filósofos francmasones, en breve tiempo, realizaron en Francia su gran proyecto, de arruinar el trono y el altar...; tras su victoria en Francia comienza el periodo de expansión por toda Europa, introduciéndo en los gabinetes amigos, ministros, confidentes finos, espías astutos y bien pagados”.

    En España el instrumento de la secta habría sido Godoy.:
    “Un privado español, ambicioso, lujurioso, irreligioso, ignorante, ruin, satélite de Napoleón... ha empobrecido al reino más opulento del mundo... venderlo a sus enemigos, llenarlo de francmasones y literatos afilosofados... y nos ha puesto a punto de una total ruina”.

    Acaba el “Despertador” alabando a la Inquisición, que habría obstaculizado a pesar de todo la difusión de libros y folletos seductores de los filósofos contra la Iglesia la religión y los monarcas, y a la cual se debe “el grito de la nación: ¡Viva la religión!¡Viva la Iglesia!Viva la Virgen!¡Viva Dios!¡Viva Fernando VII!¡Muera Napoleón!¡Mueran los franceses!”.

    Herrero: “el primer gran paso hacia la afirmación del catolicismo será nuestra total separación de la cultura europea”
    De la “cultura” criminal-revolucionaria sí, por supuesto y a mucha honra.
    Por lo demás ¿dónde ha atacado el “Despertador” a la cultura?¿ha dicho acaso algo como “muera la Ilustración” o “muera la cultura”? La malicia de este tipo no tiene fin.

    ****

    Los reaccionarios en las Cortes de Cádiz

    Con las Cortes de Cádiz comienza Herrero la última parte de su libro dedicada a lo que él llama “la difusión del mito reaccionario”:
    Herrero: “(Cádiz) será el centro del primer gobierno elegido por un pueblo al que una revolución política acaba de hacer donación de la soberanía...; un breve y frustrado intento de introducir el diálogo parlamentario, de sustituir la autoridad por la razón, señala el fin del Antiguo Régimen y su sustitución por las instituciones democráticas...”
    Por lo menos reconoce que hubo una “revolución política”; por supuesto. Fue gestada anónimamente durante el caos y el embrollo de la guerra de la Independencia.
    Pero ¿qué “pueblo” eligió a ese “gobierno” y a los diputados de esas Cortes?¿Qué autoridad tenía la Junta que convocó esas Cortes?¿Esa fue la “revolución política”... surgir de la nada y autonombrarse diputados la mayoría de ellos, ...faltando la mayoría de diputados titulares? Nunca nadie responde a eso.
    ¿Y qué tiene que ver la “razón” con las mayorías “democráticas” y sus rodillos parlamentarios?¿cuándo la razón” radicó en la opinión de una mayoría?; y lo último: ¿nos contrapone “autoridad” a “razón”? ¡cómo si pudiera darse alguna verdadera autoridad al margen de la razón!

    Herrero: “vamos a asistir, pues, al nacimiento del liberalismo, pero desde el ángulo de la ideología reaccionaria, que es la que envolverá ese término en un halo de execración y horror que justificará las futuras medidas represivas
    Que en España se implantara, por narices, un régimen político copiado del francés criminal-revolucionario ¿no debería horrorizar y escandalizar?
    Sobre “futuras medidas represivas” (hemos visto que desde 1770 ...a 1810 sigue sin haber ninguna) ya nos hablará más adelante el sr. Herrero...

    Herrero: el siglo XVIII asistió a la evolución del concepto de monarquía absoluta, basado en el principio del poder real procedentamente directamente de Dios...
    ...y que fue el único existente en la católica España durante todo el siglo XVIII y anteriores, desde la época visigótica (Recaredo)
    ...al de despotismo ilustrado, en que el monarca encarna la ley natural y, conforme a la razón, desarrolla las energías del Estado...
    ...y que se dió tangencialmente en España, sobre todo bajo Carlos III, sin afectar a la catolicidad de todo el país y del Estado.
    ...al (finalmente) de soberanía nacional, según el cual el poder reside en el pueblo, que elige a sus representantes, que, unidos en una asamblea nacional, dotan al país de una constitución (parlamentarismo)
    ¡ojo! esto ya es una derivación anticristiana traída por el sector más radical de la Ilustración: el revolucionario francés, ajeno por completo a la Ilustración española del XVIII. Aquí hay ya una mutación ideológica, ajena a la moderada ilustración española, y que consiste en implantar de modo incruento el modelo político revolucionario francés; para lo cual se convocaron, de modo fraudulento, las Cortes de Cádiz.

    Herrero: las “Memorias” del obispo de Orense, el “Manifiesto” de Lardizabal y “La España vindicada” de José Joaquín Colón son los más importantes documentos por la que los teólogos de la reacción pasan a la acción... inexorablemente decididos a destruir tanto los principios renovadores cuanto a los hombres que los encarnan....
    (¡¡¡)Otra burrada de su estilo, tildando de asesinos a los casi-asesinados y de víctimas a los casi-asesinos.

    13 – El obispo de Orense.

    En septiembre de 1810, en la primera sesión de las Cortes, éstas declaraban, nada menos, que en ellas residía la soberanía nacional. Por tal motivo, Don Pedro Quevedo y Quintano, obispo de Orense, miembro de la Regencia, se había negado a prestar juramento a dichas Cortes.
    En sus “Memorias” aclaraba que ello fue debido a que “las Cortes parecían haber sido convocadas para decidir sobre los derechos del rey en conformidad con la voluntad general de la nación... por lo cual nada podrá impedir mudar reyes y gobiernos según le agrade y formar tantas o más constituciones que las que abortó la Revolución francesa”.

    Toda la argumentación del obispo gira, efectivamente, sobre la concomitancia entre Cortes de Cádiz y Revolución francesa. Nunca se refiere a la Ilustración.
    Efectivamente, no olvidemos que, en pura doctrina católica, la democracia sólo conlleva poder elegir personas capaces de defender mejor la religión católica, no elegir ni implantar caprichosamente ideologías ni constituciones heterodoxas como presuponía esa “voluntad general de la nación”.

    Pero Herrero, materialista, solo ve simple materialismo en el obispo :
    Herrero: “las Cortes podrían llevar a cabo una transformación y redistribución del poder político, a lo que las clases que lo han detentado hasta este momento se opondrán con una inexorable violencia..
    ¡Vaya!¿Acaso, su admirado ilustrado Carlos III habría estado encantadísimo de “transformar y redistribuir su poder político con los liberales sin "violencia”? ¡Qué suerte tuvo de morir cuando aun no había ni revolucionarios, ni liberales ni guillotina!

    El obispo daba en el clavo, definiendo el “inamovible dogma servil”:
    “Las Cortes no han sido convocadas para crear nuevas formas de gobierno, o hacer nueva constitución, sino para restablecer la antigua, dando vigor a leyes anticuadas que convenga renovar”.
    Quien, desde entonces, apele al sentido común, a la lógica, a la honradez, a la integridad políticas tendrá para los liberal-revolucionarios un nombre precioso: será un “servil”.

    14 - El “Manifiesto” de Lardizábal.

    Lardizábal, miembro de la Regencia (1810), sería desterrado por publicar un manifiesto contra las Cortes de Cádiz. Más tarde, Fernando VII lo nombraría ministro de Indias, pero posteriormente caería en desgracia y sería encarcelado.
    Lanzó duros ataques contra aquellas Cortes por perseguir al obispo de Orense:
    “¡Se deja que esos copistas y repetidores de pensamientos franceses, escritores proletarios y miserables de Cádiz condenen al obispo de Orense”.

    Frente a tanto concepto heterodoxo-revolucionario de soberanía popular que se cacareraba por Cádiz, Lardizábal aclaraba el sentido tradicional del concepto contractual de soberanía: decía, en resumen, que la soberanía estaba en la nación y que de ella la habían recibido los reyes, pero que debió transferirse a unos pocos (dado que en caso contrario fuera inútil por inaplicable):
    “la monarquía consiste en transferir todo su poder a uno que es el rey... y los españoles, desde el siglo XI a lo sumo, quisieron tal soberanía y además que ese poder soberano fuese para siempre hereditario”.
    En cambio –decía- “por el democratismo de estas Cortes todo se allana en Cádiz; se habla de los reyes como se hablaba en Francia, se insulta desvergonzadamente a la nobleza, a las clases privilegiadas...”

    Como se ve, para estos pensadores las Cortes de Cádiz equivalen a Revolución Francesa, ni se refieren ni atacan a la Ilustración, como tal.

    15 – “La España vindicada” de José Joaquín Colón (del Consejo de Castilla).

    Este “panfleto” atacaría el concepto de soberanía, en cuanto artificial conflicto de clases y trasfondo material de poder ( “monarquía y nobleza” frente a “pueblo y liberales”) provocado por las medidas de las Cortes de Cádiz.
    Escribía Colón sobre “el ataque de los enemigos del orden contra la soberanía real... cubriendo de horrendas calumnias, sátiras y desacatos a la respetable e inmortal nobleza española”... “con el fin inconfesado de reconquistar para el pueblo los legítimos bienes de la nobleza y la monarquía, halagando para ello a la incauta multitud; las falsas promesas al pueblo que obedece, la quimérica igualdad con que se le lisonjea”.

    Tocaría pues, Colón, la fibra sensible de todo moderno marxistoide; apela al pueblo, a los bienes materiales, a la justificación de su posesión ...por lo cual Herrero le espera en su terreno para darle un buen cachiporrazo de teoría barata de lucha de clases:

    Herrero: “a la discusión del problema de soberanía como conflicto de clases se dedican la mayoría de páginas del panfleto... las disposiciones contra señoríos y mayorazgos, la posible desamortización de los bienes de la nobleza y clero habían hecho adquirir a los serviles una conciencia clara de las raíces económico-sociales del conflicto; la reacción se prepara para usar los elementos míticos en defensa de sus intereses económicos y de clase”
    O sea, reconoce Herrero que el trasfondo de las Cortes de Cádiz consistía en el latrocinio de bienes de nobleza y clero. ¡Vaya, hombre!¡ Tanta “Ilustración” intelectual para acabar en cosas tan prosaicas y viles propias de curas y nobles!!... ¡Y yo que pensaba, como Herrero, que la cultura en sí (y no la tierra ni el vil metal) era el mayor bien que un hombre puede poseer!
    Muy curioso también eso de que unas Cortes espúreas roben bienes ajenos. Herrero estaría encantado con que unas Cortes le quitaran su propia casa; eso sí, sólo si fuera decidido democráticamente...

    Ataca también Colón la libertad de imprenta, que permitía que circularan libremente infernales escritos incendiarios, idénticos a los de la Francia revolucionaria, “encendiendo el odio de las muchedumbres contra sus legítimos señores”.
    Aunque para Herrero sucede precisamente lo contrario: ¡los infernales incendiarios serían los serviles!:
    Herrero: “Los serviles lanzan en sus panfletos y periódicos las más gratuitas acusaciones contra los liberales, amparados precisamente en esa libertad de imprenta que en ellos atacan”.
    Bueno, es que por “libertad de imprenta” los revolucionarios entendían licitud de blasfemar, de injuriar a clero y monarquía; de publicar libelos difamatorios e incitar a la rebelión y hasta el asesinato. Los "serviles" (así como todos los siglos y países hasta la llegada de los criminal-revolucionarios) jamás entendieron que eso pudiera ser libertad de imprenta, sino terrorismo impreso, que es otra cosa.
    Por lo demás, Herrero parecería encantado de que los revolucionarios aplicaran la "ley del embudo".


    ****
    Vemos al fondo de todo este caótico laberinto ideológico y verbal, horripilante y enmarañado, cómo se iban cumpliendo inexorablemente los peores presagios vaticinados cuarenta años antes por los primeros reaccionarios: cómo ya los enemigos de la Religión y la Monarquía se habían hecho con el poder, en buena medida mediante el trastorno y manipulación del lenguaje y la filosofía socio-política, hábito progresista que ha llegado hasta la actualidad.
    Última edición por Gothico; 23/07/2008 a las 16:32

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