"Dice el gran padre Jerónimo: 'La fortaleza del cuerpo es enfermedad de la muerte, y la enfermedad del cuerpo es fortaleza del alma'. Y esto porque acuerda al hombre de Dios y de sí, despierta su advertencia y castiga su presunción; desátala del sueño ignorante para que se levante".
Francisco de Quevedo, "Contra las cuatro fantasmas. Virtud militante".