"Los ricos que no pueden ver a los ciegos, peores ciegos son; quien ve al ciego que no puede verle, ese es sus ojos; quien va al tullido que no puede venir a él, es sus pies y sus pasos".
Francisco de Quevedo, Providencia de Dios. Padecida de los que la niengan y gozada de los que la confiesan".
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