"En ninguna cosa se echa de ver con tanta infamia del entendimiento humano la torpeza bestial, y la noche que derrama e introduce en el hombre el pecado y el vicio como en haber necesitado de que se escriba y defienda que hay Dios, que su providencia gobierna el mundo, y que las almas son inmortales".
Francisco de Quevedo, Providencia de Dios. Padecida de los que la niengan y gozada de los que la confiesan".