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Tema: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

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  1. #1
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (V)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 02/05/2020.
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    Leo en estos días -¡oh, dilectísimo tito Escrutopo!- los diarios de aquel ingrato de Baudelaire, que nunca renegó de nuestro Enemigo, a pesar de los muchos paraísos artificiales que le brindamos: «La gloria de Napoleón III -escribe- habrá sido probar que un cualquiera puede, apoderándose del telégrafo y de la imprenta, tiranizar a una gran nación». Desde la época de Baudelaire, los medios técnicos para tiranizar a una gran nación por medio del temor y la mentira se han centuplicado. Y si un botarate como Napoleón III pudo tiranizar Francia con ayuda del telégrafo y la imprenta, ¡imagínate qué no podrá hacer con España el doctor Sánchez, con ayuda de la interné y de los programas de cotilleo! Pero subsisten reductos que dificultan la tiranía, así que propuse al gobierno que desprestigiara a la Guardia Civil, ordenándola perseguir desafectos; y, para disimular este propósito, sugerí que se pusiera como excusa la lucha contra los «bulos. ¿Podrás creértelo, tito lindo? ¡Bulos! ¿No te parece desternillante que gentes que viven plácidamente instaladas en el bulo, como el niño gestante vive dentro de la placenta (siempre que su mami empoderada no decida triturarlo), se pongan a perseguir bulos? ¡Esta cruzada gubernativa por el monopolio del bulo merece considerarse, sin duda, una de las más vibrantes epopeyas democráticas!

    Para que los bulos de los tiranos no despierten recelos me he preocupado de que todos tengan un aval científico. Así, he podido divertirme lanzando los bulos más estrafalarios, que los españoles se tragan tan ricamente, como si fuesen albóndigas de niño trituradito. Les he hecho creer que la plaga tiene su origen en un guiso imaginario que los chinos cocinan con los bichos más asquerosos y estrafalarios (del pangolín al murciélago, y estoy por añadir una guarnición de cagarrutas de ornitorrinco). Les he hecho creer también que las mascarillas no sirven para protegerse del contagio (y se lo han tragado como pipiolos); y, a continuación, les he dicho lo contrario (y se lo han tragado también, batiendo el récord de Linda Lovelace). Y ahora me he inventado un palabro ortopédico, «desescalada», para hacerles creer que la plaga coronavírica se va a retirar por fases (pero hará como en la despedida de aquel célebre soneto: «Me voy, me voy, me voy, pero me quedo»). Con esto de la «desescalada» añado, en amalgama con el bulo científico, la humillación lingüística, pues me procura un especial placer humillar a este pueblo, que antaño estaba bendecido por el genio del lenguaje y hoy, si así lo desea el tirano, repite como un rebaño sumiso los palabros más horrísonos, o acepta sin inmutarse el birlibirloque semántico (como ha ocurrido con «confinamiento»).

    Y así, queridísimo tito Escrutopo, envuelto en patochadas de apariencia científica, he conseguido montar un estado de alarma mutante que permite todo tipo de experimentos de control social con el pueblo acogotadito. Primeramente, se le concedió la limosna de que sus hijos pudieran ser paseados, en trato de igualdad con los perros; y ahora aguarda expectante que lo dejen echar una carrerita, como a un perro al que se le afloja la correa. Para disfrutar de este momentazo gregario, tu sobrinito Orugario se acaba de embutir un disfraz de súcubo siliconado, con top melonero y mallas apretonas, de las que hacen sudar entre las peñas feroces, para tentar a todos los españolitos que salgan a corretear, impetuosos como miuras tras el encierro; y, a poco que arrimen cebolleta, les voy a pasar un cargamento coronavírico de magnitudes atómicas. En un par de días, volveré a escribirte, dilectísimo tito, para contarte mis aventuras trotonas; y, de paso, te revelaré cuán importante es la idolatría científica para nuestros propósitos.

  2. #2
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (VI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 03/05/2020.
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    Has de saber, amadísimo tito, que en mis aventuras por la España coronavírica me subo mucho, por puro afán de travesura, a los autobuses, aprovechando las horas de mayor concurrencia. Entonces, en mitad del trayecto, me quito la mascarilla, para regocijarme con las reacciones de pavor y angustia de los pasajeros, a quienes desde hoy sus gobernantes, con el respaldo de los «expertos», les exigen ir embozados; los mismos expertos y gobernantes que antes lo consideraban inútil y hasta ridículo.

    Algún día tendrás que lamerme devotamente los bajos, por someter a estas gentes a la superstición científica, que además de convertirlas en zascandiles trémulos que acatan órdenes contradictorias, las aparta de nuestro Enemigo. Reconozco, por supuesto, el mérito de los carcamales que inspirasteis a aquel fraile agustino protestón y rey de la gayola la idea disparatada de que el pecado original había limitado la razón humana. Desde entonces, muchos sabios decidieron prescindir de las verdades metafísicas, conformándose con explorar las ciencias físicas. A estos sabios les prometisteis que la dedicación a la ciencia los convertiría en dioses. Pero muchos de ellos, en lugar de abjurar del Enemigo, acabaron reconociendo su grandeza; porque, como dijo algún capullo, «el primer sorbo de la copa de la Ciencia aparta de Dios, pero cuanto más se bebe de ella... más claro se ve en su fondo el rostro del Creador». Como tú sabes mejor que nadie, titajo Escrutopajo, la Verdad no se puede contradecir a si misma; y la ciencia y la fe, si son verdaderas, acaban siempre coincidiendo en sus conclusiones, aunque difieran en sus métodos y en sus objetivos formales.

    No se trata de exaltar las ciencias físicas en detrimento de las metafísicas, carcamalote de mis entretelas, sino de convertir la ciencia en superstición, haciendo creer fatuamente a los botarates que ni siquiera han probado de ella un sorbo que ya se han bebido la copa completa. Y a continuación, se encumbra como sacerdotes de esta superstición a unos «expertos» que transmiten a la plebe las instrucciones disfrazadas de ciencia que convienen en cada momento al gobernante de turno. Instrucciones que, aunque sean paparruchas cambiantes, las masas comulgarán fervorosas, porque la superstición científica se ha convertido entretanto en religión sustitutoria de las masas. Y como bien sabes, titete Escrutopete, «sólo se destruye lo que se sustituye».

    Así, la confusión mental generada por los «expertos», además de convertir a los hombres en plastilina que el tirano de turno puede modelar a placer, les impide distinguir la ley moral que nuestro Enemigo grabó en sus almas, así como las consecuencias ineluctables de quebrantarla, que son las que han traído esta plaga coronavírica. Porque (como a veces intuyen toscamente los ateos, cuando dicen que el planeta se rebela contra nuestros abusos) todo mal de naturaleza es efecto impepinable del mal moral; he aquí la verdad que he logrado ocultar a estas pobre gentes, mientras se quitan y se ponen la mascarilla. Pero a veces, en medio de mi triunfo, me asalta una tristeza irremisible; pues todo nuestro triunfo, titito Escrutopito, sólo servirá a la postre para apresurar la catástrofe final y la consiguiente rehabilitación sobrenatural. Hasta nosotros, titote malote, estamos trabajando para nuestro Enemigo. A veces, cuando nadie me ve, deseo fervientemente morir, como antaño deseaban los santos. Porque tú y yo, titirrititín mío, sabemos que la muerte no es un castigo, sino una promesa; una promesa de la que tú y yo hemos sido excluidos para siempre. Perdóname, pero la teología siempre me pone triste; y nadie sabe más teología que nosotros, los diablos.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...4_noticia.html

  3. #3
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (VII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 08/05/2020.
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    Recordarás, amadísimo tito Escrutopo, que tu sobrinito Orugario ya te tranquilizó, advirtiéndote que cuenta con un anillo para atraer a la derecha y atarla en las tinieblas. Ya ves con qué facilidad he atraído, como te anticipé, a alguna arrimada con ansias de protagonismo, dejando al barbudito imberbe en terreno de nadie. Si reparas en las fechorías que urdo contra Pablo Casado, observarás que todas tienen como objetivo relegarlo a la intrascendencia y al ridículo. Por esta razón inspiré a su equipo unas fotos irrisorias, haciéndole creer que así contribuiría al encumbramiento de su líder. ¿Has visto esa fotica grimosa del cuarto de baño, en la que Casado pretende afectar pesadumbre por la plaga coronavírica pero sólo logra aparentar problemas de estreñimiento o adicción a la gallarda? ¿Conoces a alguien más malignamente jopu que tu sobrinito? ¿Y qué me dices de esa otra fotica en la que aparece, con una biblioteca de adorno al fondo (o sea, lo contrario de una biblioteca vivida), haciendo como que lee Homo Deus, esa refutación venenosa y pitufa de El hombre eterno de Chesterton que tú mismo inspiraste, titirrititín, para que los modernillos progres y ayunos de filosofía se sientan inteligentes? ¿Se te ocurre un modo mas regocijantemente alevoso de desprestigiar al líder la derecha española y retratarlo como un pobre genuflexo e inane que ponerle en las manos un bodriete que recomiendan Obama, Bill Gates y toda la recua globalista?

    En mi empeño por ridiculizar y reducir a la intrascendencia a Casado te reconozco, carísimo tito, que descuidé un poco a sus alfiles madrileños. Con Isabel Díaz Ayuso no vale la treta de hacerla posar en fotos ridículas, porque la tía tiene una fotogenia acojonante contra la que no se puede combatir; y, además, la dejé suelta durante un tiempo, permitiendo que montara en un periquete un hospital de campaña que fue el asombro del mundo y que llorase en la preciosísima catedral de Madrid unas lágrimas de una odiosa fuerza emotiva (no en vano todos nuestros followers y folloneros se pusieron como la niña del exorcista al verla). Pero ya he subsanado mis errores iniciales, aprovechando la irreflexión de Díaz Ayuso, su activismo pasado de revoluciones (en algo se le tenía que notar que ha hecho la mili en nuestra infalible escuela tuitera, vivero de impulsividades), también su buena voluntad un poco desnortada y sus precipitadas intenciones, que siempre hay que aprovechar para empedrar nuestras vías de acceso. Y entre la merendola que se organizó para celebrar el cierre del hospital de campaña y la dimisión de su experta sanitaria, he conseguido echar por tierra todos sus indeseables aciertos. ¿Ves, tito Escrutopo, cuán importante es hacer creer a las masas que los «expertos», aunque estén inmersos en un mar de confusiones, son infalibles?

    Respecto al alcalde Almeida, venerado titirrititín… Siendo el político más dotado de la actual derecha española, resolví -para que veas cómo valoro la acción de los carcamales precursores- recurrir al mismo método que vosotros empleasteis contra Ruiz-Gallardón. He puesto a todos los progres con espolones y colmillo retorcido y a todos los gacetilleros sistémicos a entonar ditirambos de Almeida, para hacerlo odioso a todos sus posibles votantes y, al mismo tiempo, halagarlo en su vanidad, para que empiece a lanzar guiños estériles a los que no le votarán ni hartos de pippermint. Y, por supuesto, estoy instilando en Casado una envidia bituminosa contra el hombre más dotado que él, del que es tierno amigo. De este modo, Casado ya ha empezado a incubar contra Almeida los mismos pensamientos que Macbeth incubó contra Banquo, del que también era tierno amigo. Dime que molo, tito, dime que molo.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

  4. #4
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (VIII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 10/05/2020.
    ______________________

    Existe un grupo humano, titísimo lindo, que tu fiel sobrinito Orugario se ha propuesto cuidar con esmero mientras dura la plaga coronavírica, como las hormigas cuidan a los pulgones, que es el de quienes aseguran que la izquierda caniche pretende implantar una dictadura comunista (rama chavista o bolivariana, para mayor exotismo tropical y sandunguero). Pues, mientras sus adeptos piensan en obsoletas dictaduras comunistas, se olvidan del guiso que estamos cocinando. Y ya sabes, titonudo Escrutopo, que cuanto menos cree la gente en nosotros, más nos sirve, según escribió aquel tipejo llamado Baudelaire, que nos conocía como si nos hubiese parido.

    Ya me dirás, titoncete amado, para qué rabos y pezuñas queremos nosotros una dictadura comunista, que infaliblemente produce mártires, pudiendo implantar un gobierno mundial plutocrático, que sólo produce apóstatas y degenerados. Así, mientras siguen con la tabarra chavista, yo me dedico a lo que nos interesa, que es lo que Michel Foucault llamaba «biopolítica» y nuestro Enemigo «matar los cuerpos y las almas», que consiste en el dominio de las personas mediante el control de los espacios que habitan, de sus relaciones personales, de sus conductas y afectos y hasta de sus pensamientos y anhelos más secretos (pero en realidad transparentes, pues para entonces serán pensamientos y anhelos estereotipados). Un control que los encauzará hacia una «nueva normalidad» que ya no estará regida por leyes que prohíben, coartan o limitan las acciones humanas (como en cualquier democracia o dictadura comunista), sino por normas que actuarán positivamente, estableciendo los comportamientos correctos, que el rebaño acatará mansamente, incluso gozosamente, tras la plaga coronavírica. Quienes se salgan de la norma se convertirán de inmediato en parias que las masas señalarán, por insolidarios; y nuestros gobernantes caniches se encargarán de monitorizarlos, gracias a la tecnología 5G y a los chips subcutáneos con vacuna incorporada que les vamos a implantar, para aplacar sus angustias coronavíricas. Así, el poder dejará de ser coercitivo, para configurarse como un «modo de vida» normativo que las masas aceptarán encantadas (como ahora aceptan que les impongan horarios para salir a dar un paseo), dejando que intervengamos sobre sus experiencias y decisiones cotidianas, que podremos inducir fácilmente; pues la «biopolítica» trata, precisamente, de apropiarse de las almas de los sometidos, mediante la invasión pacífica de su conciencia.

    Así, mientras la apedrean con la amenaza de una dictadura comunista (o fascista, lo mismo da), la gente no entenderá que el destrozo de las economías nacionales y la infestación pornográfica, la desaparición de los pequeños negocios y el escarnio de las virtudes tradicionales, la depauperación de las clases medias y la rebelión contra el «heteropatriarcado», la creación de un paro estructural salvaje y la abolición de la familia, la aceptación mansurrona del teletrabajo y el barullete penevulvar, la supresión del dinero en efectivo y la proliferación de aplicaciones para ligar, la implantación de la renta mínima y el antinatalismo tienen todos el mismo objetivo. Y ese objetivo no es (¡ay qué risa, tía Escrutopisa!) la instauración de una dictadura bolivariana, sino de un gobierno plutocrático mundial que favorezca el advenimiento de ese «tirano gigantesco, colosal, universal, inmenso» que vislumbró el hijodelagrán de Donoso Cortés; un tirano que ya no se encontrará con resistencias «ni físicas ni morales, porque todos los ánimos estarán divididos y todos los patriotismos muertos». Y ese tirano, titirrititín amado, será nuestro mesías, tan anhelado por todos los carcamales que me precedisteis.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...9_noticia.html

  5. #5
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (IX)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 16/05/2020.
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    No pienses, ¡oh tito del mal consejo!, que descuido mi misión; pues, aunque soy amigo de las expansiones festivas, no olvido que el nombre de «diablo» me obliga a crear desunión e inquina entre los españoles, hasta convertirlos en perros rabiosos.

    Desde que llegué a esta España arrasada por la plaga coronavírica no he parado, ¡oh tito inclemente!, de encizañar a sus pobladores. Aunque, desde luego, he de reconocer que nada habría podido hacer si antes los carcamales de tu generación no los hubieseis desgraciado mediante el invento infernal de la partitocracia, que los ha dividido gozosamente en facciones irreconciliables. Los veo enzarzados en sus rifirrafes resbalosos de vómito, mientras la plaga los diezma, y me emociono hasta las lágrimas. ¡Qué hermoso panorama de miserias hediondas, de vilezas purulentas, de odios enviscados y sulfurosos! ¡Y qué fácil es echarles cualquier piltrafilla sanguinolenta a modo de cebo sobre el que se abalanzan paulovianamente, olvidando al instante lo que nos conviene que olviden! Cada vez que tengo que enviscar a los españoles adscritos al negociado de derechas, les arrojo cualquier piltrafilla del vicepresidente de la coleta que prometía asaltar los cielos y se conformó con asaltar la poltrona: sus infracciones de la cuarentena, sus visitas al supermercado sin mascarilla, sus trajines con las becarias o sus mefistofelismos desde la tribuna. Y cuando quiero enviscar a los españoles del negociado de izquierdas les arrojo cualquier piltrafilla protagonizada por la presidenta madrileña, tan precoz que dejó de creer en nuestro Enemigo ¡a los ocho años! y tan rezagada que ¡a los cuarenta corridos! confunde la valentía con el agitprop tuitero (pero seguramente una cosa sea producto de la otra): sus lágrimas con rímel en misa, su nidito hotelero de convaleciente o sus posados superferolíticos. Y así, mientras unos y otros espumajean de rabia, se deja de hablar, por ejemplo, de las decenas de médicos y auxiliares sanitarios que han muerto porque tuvieron que atender a los infectados de coronavirus sin protección; o, para mayor escarnio tétrico, con la protección de pega que el Gobierno compró (a precio de oro y con remanguillé de comisiones) en el chino.

    Y, en el colmo de la perfidia, ¡oh tito indigno de veneración!, he conseguido infiltrarme entre los propios médicos y auxiliares sanitarios, emponzoñándolos de ideología marrullera, para que se difumine la responsabilidad de los homicidios que han sufrido sus compañeros, haciéndolos clamar farisaicamente contra las mascarillas que ha repartido la presidenta madrileña (como si esos trapillos les fuesen a salvar del contagio), o jalear los aplausitos emotivistas que arreciaban desde los balcones y hacían olvidar la masacre médica. De nada me siento tan orgulloso como de esta infiltración en el gremio sanitario, que me parece una obra maestra de la perfidia ante la que hasta tú mismo, ¡oh tito del mal consejo!, tendrás que prosternarte. Y todas estas argucias cizañeras las urdo para que los españoles se fatiguen en sus querellas cainitas mientras se la meten doblada; pues, como dijo aquel capullazo llamado Chesterton, «el despotismo es el fin de las democracias fatigadas». Y no hay democracia más fatigada, ¡oh tito lindo, espejo de injusticia, trono de sofistiquería!, que la democracia degenerada en demogresca que instauraron las oligarquías partitocráticas. Ellas nos han hecho el trabajo sucio, ¡oh tito indigno de honor!, y a nosotros sólo nos resta poner la guinda al pastel, nombrando déspota de los españoles al doctor Sánchez, que en el infierno no serviría ni para escachar liendres, pero que en este mundo escachará y reducirá a fosfatina a España entera, para regocijo de nuestra Legión.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

  6. #6
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (X)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 17/05/2020.
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    Gracias mil, titísimo Escrutopo, por hacerme llegar las felicitaciones que toda la plutocracia globalista te ha transmitido, genuflexa ante tu ojo sin párpado, en las misas negras que se han oficiado para conmemorar la creación de una renta mínima. Nuestros adoradores se merecían este premio, que les permitirá convertir en chatarra a millones de trabajadores, sin temor a revueltas sociales hasta que quiebre el sistema.

    Pero no pienses que mi única pretensión era contentar a nuestros adoradores y devolverles con creces el dineral que desde hace décadas destinan a sobornar a la izquiedra caniche. Creando esta renta mínima anhelo, sobre todo, ganar almas; quiero decir, arrebatárselas a nuestro Enemigo. Como no se te escapa, titonísimo titán, el trabajo digno es la actividad en la que confluyen todas las potencias y facultades humanas -inteligencia, voluntad, creatividad…- y a través de la cual el hombre mejora el mundo y se perfecciona como persona. De ahí que los carcamales de tu generación concibierais la idea grandiosa de desnaturalizar el trabajo, imponiendo un economicismo materialista que lo supeditaba al capital; de este modo, los hombres se sintieron una pieza más (y cada vez peor remunerada) de la cadena de producción y renegaron de un trabajo alienante. Pero hacía falta una vuelta de tuerca más; hacia falta animalizar a esas personas alienadas, dándoles una renta mínima que, a la vez que las mantenga en la ociosidad envilecedora, les deje llevar una vida plebeya sin vínculos ni compromisos, infectada de acedia y hastío vital, de haraganería y desapego, de aversión hacia todas esas potencias y facultades que antaño les permitían perfeccionarse mediante el trabajo, también de una vaga rabia vengativa.

    Y esa rabia vengativa del hombre subsidiado y ocioso encontrará su desahogo mordiendo las llamadas -con inspiración de tu sobrinito Orugario, que se disfraza de becaria súcuba para comer el tarro y otras cositas más carnosas a la izquierda caniche- «grandes fortunas», luego a las «fortunitas» y ya por último a los simples «ricos», que para entonces serán quienes tengan una nómina y un pisito. Utilizando esta semántica maliciosa me propongo, titoncete lindo, inspirar en quienes cobren la renta mínima la creencia de que aún podrían cobrar más con tan sólo pillar cacho de esos ricos en diverso grado. Pues no se trata de ayudar al pobre, sino de envilecerlo de rencor y envidia de los bienes ajenos; y estos sentimientos sórdidos, ascendidos a la categoría de virtudes democráticas, permitirán a su vez empobrecer al resto de la sociedad (empezando por las «grandes fortunas», siguiendo por las «fortunitas» y acabando por los «ricos» de nómina y pisito modesto), hasta fundirlos a todos en una pobreza de alimañas subsidiadas y subsidiantes que pastorearán nuestros adoradores plutócratas.

    Ante todo, esputillo Escrutopillo, hay que evitar que las fortunas -grandes o pequeñas- se orienten hacia el ahorro, que estimula la inversión productiva y el empleo mediante el préstamo social. Y para ello hay que machacarlas con expolios que las dirijan hacia los paraísos fiscales y hacia los pelotazos especulativos que molan a nuestros adoradores plutócratas. Así infestaremos de odios la sociedad entera, condenando a una parte a la ociosidad y la envidia de los bienes ajenos y a la otra a las angustias del escamoteo financiero. Y conseguiremos, titajo gargajo, que unos y otros se pierdan, abrasados por la solicitud terrena, convirtiendo esta España coronavírica en un nido de áspides que intercambian sus venenos, mientras chapotean en la ruina. Y, entretanto, tú y yo pegándonos la vidorra padre, de misa negra en fiesta blanca.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...4_noticia.html

  7. #7
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 22/05/2020.
    ______________________

    ¡Mentira me parece, tito Escrutopocho, que albergues esos temores, siendo un diablo que hilaba tan fino! Y a un viejito chocho que fue tan fino hilador como tú habrá que regalarle una rueca. Dices que contemplas con inquietud -pues te hace temer por la estabilidad de un gobierno tan favorable a nuestros propósitos- los bandazos irracionales del doctor Sánchez, el secretismo con el que destruye informes, oculta la identidad de sus «expertos» o escamotea un «portal de transparencia», las arbitrariedades esotéricas con las que justifica el estado de alarma o dosifica esa mamonada de la «desescalada»... ¿Se puede saber de qué pezuña chocheas, carcamalote mío?

    El hombre es un repugnante híbrido, hecho de carne y espíritu: como espíritu, se orienta hacia un objeto eterno y estable; como carne, sus pasiones y anhelos cambian constantemente. Los paganos no lograron equilibrar estos dos elementos, de tal manera que la apetencia de un objeto eterno propia del espíritu se mezclaba con las veleidades de la carne; y así necesitaban, para mantenerse entretenidos, un batiburrillo de misterios eleusinos y taumaturgias a cada cual más superferolítica, porque los espíritus de sus adeptos estaban tan agitados como su carne y deseosos -igual que su carne estaba deseosa de novedosas orgías- de ritos iniciáticos que cambiasen cada día, anagnórisis abracadabrantes, ensalmos enigmáticos que convertían sus templos en una discoteca de magias potagias. Y todo ello, coronado por la guinda de los sacrificios cruentos, a veces humanos, que lo dejaban todo salpicado de sangre.

    Con estos desórdenes del espíritu acabó la Encarnación de nuestro Enemigo, que enalteció la asquerosa carne humana, brindándole también un objeto eterno y estable en el que podía mirarse amorosamente. Y así la carne, sin abandonar su naturaleza, pudo «religarse» con el espíritu y encontrar un nuevo equilibrio que ya no necesitaba los esoterismos patidifusos de antaño, sino que se hacia visible a través de los sacramentos (¡sólo de pensar en ellos me viene una lipotimia!), que se completaban a través de actos carnalísimos como una caricia o una imposición de manos; y con elementos tan cotidianos como el agua o el aceite. O como el pan o el vino, que se alían para coronarlo todo con un (¡aggghhh!) sacrificio incruento que trae la paz a las almas.

    Nuestra astucia, titirrititín de cuernos mellados y rabo flácido, consiste en apartar a los humanos de nuestro Enemigo, de tal modo que sus espíritus desnortados acaben adoptando las agitaciones irracionales de la carne, al estilo pagano. Y, para lograrlo, hay que brindarles religiones sustitutorias. ¿Y qué otra cosa son las ideologías en boga, titón chochón? Pero las ideologías a palo seco, con su único sacramento del papelito en la urna, sus soñolientas misas parlamentarias y su propaganda fidei de tertulietas politiquillas, son más aburridas que un infierno sin parrilladas. Así que, para mantener a estas gentes exaltadas, hay que amenizar el sucedáneo religioso con bandazos irracionales, secretismos, ocultamientos y escamoteos, arbitrariedades esotéricas y desquiciadas que dejen pasmados a sus adeptos y a la vez los tornen más crédulos y fanáticos. ¿No has visto con qué brío aplauden en los balcones y en las calles parten crismas a los fachas? Y todo ello coronado con un sacrificio cruento de millones de puestos de trabajo y ruinas familiares y empresariales. Pues a los espíritus que han perdido su objeto eterno sólo les resta acatar las veleidades irracionales de quienes los mangonean. Definitivamente, si no adviertes mi maniobra es que estás gagá. Te mandaré por mensajero la rueca, tituso; pero ten cuidado, no te pinches con el huso.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html


  8. #8
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 25/05/2020.
    ______________________

    Nunca pude imaginar, ¡oh amadísimo tito Escrutopo!, que las inofensivas eutrapelias que tu sobrino Orugario te dedica te hayan hecho considerar la posibilidad de apartarme de la misión que me asignaste, aprovechando la plaga coronavírica.

    ¡Precisamente ahora, que estoy trabajando para que el patriotismo, en lugar de fermento de virtudes que a todos los españoles una, se convierta en acicate de vicios que a todos los encizañe y divida! No hace falta que te diga, idolatrado tito, que en todos los españoles hay un patriotismo instintivo, una querencia o apego a su tierra que les engendra añoranza cuando los apartan de ella; pero este patriotismo instintivo puede volverse malo o bueno según se ordene por la razón o se enfangue de sentimientos viles. Y el primero de esos sentimientos viles es, por supuesto, la envidia del bien ajeno, que la ideología izquierdista convierte en «virtud cívica», disfrazándola de igualdad. La persona envenenada de esta ideología siente, como cualquier hijo de vecino, querencia o apego a su tierra y a sus muchas hermosuras; pero enseguida descubre que tales hermosuras no son suyas, sino de otros. Y como la envidia es tristeza del bien ajeno, esas hermosuras ya no despiertan en él admiración o atracción, sino una suma de tristezas que acaban cuajando en resentimiento hacia la patria. Por eso algunos ven en la bandera un escupitajo lanzando sobre su dignidad por quienes poseen (o él cree que poseen) las cosas hermosas de las que él carece (o cree que carece). Y piensa que, cada vez que alguien enarbola una bandera, le está rebozando por los morros que él no tiene casa en el pueblo, ni una novia tan guapa, ni una barriga tan lozana como el tipo que enarbola la bandera (aunque las tenga, pero no son exactamente las del tío que enarbola la bandera, que son las que él codicia). Así, la bandera acaba simbolizando las cosas que él no tiene, que a tantos compatriotas ponen alegres y a él inmensamente furioso. En estos días coronavíricos estoy preocupándome de instilar esa furia en la gente adscrita al negociado de izquierdas, reverendísimo tito; y los resultados no pueden ser más óptimos, como puedes comprobar asomándote a la cochiquera de las redes sociales.

    Pero no creas que descuido a la gente de derechas, en la que entretanto inspiro un patriotismo chillón. En cierta ocasión, el detestable Pemán se declaró «contento, y no orgulloso, de ser español» y una señora de derechas lo acusó de ser un mal patriota. Entonces Pemán escribió una Tercerita magistral como todas las suyas (¡qué placer que ya nadie lea a este maestro!) en la que aclaraba a la señora exaltada que el pecado del orgullo era, precisamente, lo que distinguía al falso patriota. Pues el amor a la patria se muestra con virtudes recatadas (sacrificio, abnegación, generosidad) y no con pecados engreídos (orgullo, vanidad, idolatría). A continuación, Pemán explicaba a esta señora que el patriotismo es una de las formas de piedad, que es la virtud de reverencia que se profesa a las cosas que consideramos especialmente valiosas, como una madre; a la que se puede amar abnegadamente, pero no orgullosamente, si es puta o borracha. Y así también se ama a la patria cuando está enferma. Yo no sé lo que es amar a una madre o a una patria, titísimo adorado; pero sospecho que nadie puede amarlas cuando son putas o están enfermas sin ver en ellas, con todos sus defectos, «cosas de Dios». Por eso es tan importante apartar a los españoles del Enemigo, enviscándolos de odios recíprocos. Si los españoles no pueden amar a sus compatriotas, a los que ven, ¿cómo van a amar a su patria, a la que no ven? Como decía el aborrecible Castellani, «en la práctica, el amor a la patria se resuelve en amor al prójimo; y si no es amor al prójimo, nada es»..

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...2_noticia.html

  9. #9
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XIII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 30/05/2020.
    ______________________

    Imagino que ya sabrás, titarraco Escrutopo, que la izquierda lamerona de mis palominos ya impuso el invento de la renta mínima que le inspiré. Así nuestra devota plutocracia globalista podrá mandar tranquilamente a millones de trabajadores españoles a la chatarrería, segura de que no habrá revueltas. Estoy exultante de las muchísimas almas que ganaremos al Enemigo, envilecidas primero por una vida ociosa y después rabiosas cuanto descubran que el engañabobos tiene fecha de caducidad.

    Pero no pienses, titonudo magno, que tu sobrino Orugario se duerme en los laureles, tras triunfo tan arrollador y destructivo. Leyendo al odioso Gustave Thibon me encontré con una reflexión sobre la importancia vital de unas instituciones fuertes para la supervivencia de las comunidades humanas. ¿Qué institución gozaba todavía, en esta España azotada por la plaga coronavírica y el derrumbe moral, de un prestigio a prueba de bomba? ¡Acertaste, sibilino y pitonísimo tito! ¡La Guardia Civil! Y mira que los carcamales de generaciones anteriores hicisteis esfuerzos por desacreditarla, poniéndola a las órdenes de los enemigos del pueblo, para que apiolase carlistas en emboscadas traicioneras y facilitase la desamortización. Pero, sin duda, los golpes más rastreros a la institución los propinaste tú mismo, ¡oh titoceronte de doble cuerno!, permitiendo a los guardias civiles formar «asociaciones para la defensa y promoción de sus derechos e intereses profesionales» que han metido en la institución el veneno del sindicalismo y el guirigay de la bandería política. Y no hay que olvidar la canallada que urdiste, permitiendo que los nombramientos de coroneles y generales fuesen de libre (e interesada) designación de cada Gobierno, que así puede promocionar a sus lacayuelos. Pero hacía falta asestar a esta institución secular la puñalada definitiva que la presentase como una camarilla al servicio del tiranuelo de turno, que pone y quita a sus mandos a capricho, como en un tabladillo de la farsa, y los destituye por la vía rápida si no minimizan con suficiente ardor el clima adverso o se niegan a prevaricar. Y que luego, para contentarlos, les sube el sueldo, como quien tira un huesecillo a un perro.

    ¡Lo que no consiguieron las tensiones políticas, ni la inquina separatista, ni las bombas etarras, ni las orgías de Luis Roldán, ni los poemas de García Lorca, lo ha conseguido tu sobrinito! En un santiamén, la institución abnegada que lleva en su divisa el honor y la sangre de muchos heroes caídos en acto de servicio ha sido arrastrada por el fango, humillada y presentada ante los ojos de una multitud atónita como una panda de fámulos encargada de tapar las vergüenzas al tiranuelo que los mangonea y acallar la voz del discrepante. Y, para mayor ensañamiento, titáceo cetáceo, no he encomendado el estropicio a un malvado colosal, sino a un trepa vanidosillo, otrora venerado por la derechona por decretar cazas de faisanes. Estos trepas vanidosillos son mucho más eficaces para nuestra causa que los fanáticos, que se mueven por ideas fijas y acaban obcecándose; en cambio, los trepas vanidosillos hacen en cada momento lo que, cegados por su narcisismo insaciable y su afán de medro, creen que les conviene; que, por supuesto, es siempre lo que nos conviene a nosotros. Y así, lo mismo nos sirven para humillar cruelmente a las familias de los militares muertos en el Yak 42 que para hundir en el fango a la Guardia Civil. Basta con que les hagamos ojitos, disfrazados de íncubos oseznos, para que nos canten el bolero: «Si tú me dices ven, lo dejo todo».

    Es una gozada que haya trepas tan arrastrados y serviles, porque todo lo que tocan lo arrastran al servilismo, incluidas las instituciones más dignas y prestigiosas.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...3_noticia.html

  10. #10
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XIV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 31/05/2020.
    ______________________

    Te confesaré, eminentísimo tito Escrutopo, que a veces me aburro como una ostra mientras envisco de odios cainitas a los españoles. Ha apostatado de una manera tan exagerada este pueblo antaño tan creyente que ya ni siquiera puede atisbar aquella metodología del amor que inauguró la Encarnación de nuestro Enemigo. Pero la forma que tienen los españoles de odiarse es tan primaria y visceral y taruga que, como puedes imaginarte, un espíritu puro y orgulloso como yo se deprime. Así hasta que en mi vida apareció Cayetana, el majestuoso cisne negro de la derecha, cuya inteligencia gélida y desapasionada humilla y fulmina a todos sus contrincantes con tan sólo parpadear. ¡Al fin alguien digno de mí, a quien puedo dedicar derretidos epitalamios! De inmediato, caí rendido a sus pies de Venus de las pieles; y, mientras besaba devotamente su cuello de garza real, le inspiré la idea de injuriar malignamente al vicepresidente coletudo, que siempre anda tocándole las narices con la sangre azul que circula por sus venas.

    Por supuesto, me cuidé de que la injuria fuese diabólica en el sentido pleno de la palabra. Y se me ocurrió que Cayetana rebozase por los morros al coletudo los pecados de su padre; alevosía que, viniendo de una liberal que cree en la inmaculada concepción del hombre, resulta todavía más pérfida. Nuestro Enemigo, durante su Encarnación, dejó claro que los hijos no heredan los pecados de los padres, tampoco su ceguera ni sus fraperías, que además pueden servir para que la gloria divina se manifieste, mediante el milagro de la conversión. Pero mi diosa Cayetana, proterva y esbeltísima, señaló al coletudo como «hijo de terrorista», vástago de una estirpe maldita que predestina su alma y ulcera su carne con un estigma indeleble. ¡Cuán gloriosamente ardieron mis medulas al escucharla! ¡Polvo seré, mas polvo enamorado de su lengua viperina!

    Pero mi diosa Cayetana iba a alimentar todavía más el encendido fuego en que me quemo. En una entrevista de ABC, insistía en que el hijo del frapero es, como su padre, «un antidemócrata que trabaja contra el orden constitucional», a diferencia de otros «reformistas» y «demócratas» admirables como Santiago Carrillo. ¿No te provocó un orgasmo instantáneo este sofisma, oh titofante de colmillos retorcidos? ¿No te hizo desmayarte, atreverte, estar furioso, áspero, tierno, liberal, sobre todo liberal, constitucional y demócrata? ¿No te derretiste de gusto al escuchar que Carrillo, nuestro capataz en Paracuellos que jamás renegó de aquella matanza, es alabado por mi diosa Cayetana, mientras el frapero que repartía octavillas y su hijo coletudo merecen su feroz anatema? ¿Adviertes cómo mi diosa ha divinizado la Constitución, a la que exige idolatría, sin importarle un ardite la sangre inocente derramada, cuya expiación considera innecesaria, con tal de que se haga profesión de fe constitucionalista para poder chupar del bote democrático, como hizo Carrillo? Que, por lo demás, es lo mismo que ha hecho el hijo del frapero, sólo que ni él ni su padre han ordenado matar a nadie.

    No hace falta que te diga que las palabras de mi diosa Cayetana han encandilado a la derecha. Y tampoco que el vicepresidente coletudo tomará cumplida venganza. Porque mi diosa Cayetana no ha logrado (¡qué palote me pone su petulancia ciega!), acabar con la «superioridad moral» de la izquierda, ni con el «síndrome de Estocolmo» de la derecha, como ella -en pleno subidón de anfetaminas liberales- piensa. Sus palabras sólo han logrado envenenar al hijo del frapero, que sabrá cómo tomar atroz desquite. Arrodillémonos, ¡oh titagarto reptiliano!, ante mi diosa Cayetana, por azuzar tan brillantemente la metodología del odio.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan-manuel-prada-cartas-sobrino-diablo-202005312351_noticia.html

  11. #11
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XV)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 05/06/2020.
    ______________________

    Nunca en mi vida se había reído tu sobrinito Orugario con carcajadas tan estruendosas como cuando recibí tu última carta, en la que me preguntas desasosegado si alguna de las denuncias que se han interpuesto contra los mariachis del doctor Sánchez, acusándolos de mentir u ocultar la verdad sobre la plaga coronavírica, tiene visos de prosperar y restablecer la justicia. ¡Se ve que los años te volvieron medroso, amén de carcamal! La justicia es a los regímenes partitocráticos, ¡oh titopótamo Escrutopo!, lo mismo que el himen a los lupanares: una quimera inencontrable y totalmente fiambre que sólo se puede invocar cínicamente, mientras se persevera en el puterío.

    Recuerda, titarraco lindo, que -como advertía la piojosa de Simone Weil- el fin último de la partitocracia es alimentar a las masas de pasiones sectarias y matar en sus almas el sentido de la verdad y la justicia. Y en España, donde las pasiones sectarias alcanzan densidad de mugre, a una mayoría de españoles que votan a las oligarquías de izquierdas les parece de perlas todo lo que los mariachis del doctor Sánchez hagan, así sea dejar que los ancianos se pudran sin respiradores artificiales o fomentar el contagio multitudinario en manifas antifas, como también les parece de rechupete que el trepilla Marlaska, héroe de la operación Faisán y el Yak 42, deponga un zurullo de exorbitado diámetro sobre el artículo 126 de la Constitución. A las hordas partitocráticas, ¡oh titánico tito!, la verdad y la justicia se la refanfinflan; y sólo desean que salga triunfante su facción frente a la contraria, como el forofo futbolero sólo desea que gane su equipo, aunque sea con goles en fuera de juego, falsos penaltis y sobornos al árbitro.

    Y, además, las oligarquías partitocráticas se protegen entre sí. «Perro no come perro», titingo tilingo. Aunque ahora las facciones en la oposición galleen mucho, llegada la hora de la verdad opondrán todo tipo de trabas y fomentarán todo tipo de inmunidades para que la Justicia no caiga sobre los mariachis del doctor Sánchez, que así podrán entrar en la ronda de las puertas giratorias. Pero tu inquietud viene sobre todo por los jueces, pues temes que haya algún locatis imbuido de sentido de la justicia que dicte sentencia contra estos queridos bellacos. Y no te digo yo que no haya alguno, entre los jueces de tropa, capaz de arrostrar por amor a la justicia el escrache y el ostracismo; pero sus sentencias serían de inmediato revocadas por los tribunales superiores, que son enteramente sistémicos y al servicio de la partitocracia, de cuyas almorranas maman. Pues ya sabes, ¡oh titanosaurio rex!, que en España no existe separación de poderes; y que la elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial es un burdo apaño entre oligarquías. Tampoco debes olvidar, en fin, que en España el Derecho ha dejado de ser determinación de la justicia, para convertirse en un barrizal positivista nacido del arbitrio del poderoso de turno, que utiliza las leyes para imponer su voluntad.

    Conque estáte tranquilo, tituso pituso, que en la España partitocrática no se hará justicia. Y así, la injusticia no reparada envenenará (todavía más) la convivencia, azuzando deseos de venganza a través de esa septicemia moral llamada resentimiento. Y es que, como advertía el pulgoso de Castellani, el resentimiento se irradia concéntricamente de zona en zona anímica, hasta contaminar incluso el entendimiento; y sólo puede curarse allá donde actúa la Gracia del Enemigo, convirtiendo el odio a la injusticia padecida en «hambre y sed de justicia» para el prójimo, para el vecino, para el compatriota. Pero nada de esto sucederá mientras en España reine la partitocracia, que es el mejor katejon contra la acción de la Gracia jamás inventado por nuestra Legión.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...8_noticia.html

  12. #12
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XVI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 07/06/2020.
    ______________________

    Me pides, ¡oh dilectísimo titarrapata Escrutopo!, que te exponga las razones por las que sostengo que nuestro dilecto doctor Sánchez saldrá airoso de la plaga coronavírica. Habría que empezar señalando que el hombre moderno es por naturaleza progresista, por mucho que se crea conservador o liberal. El hombre moderno, como tú mismo me revelaste, es alguien a quien domina el miedo a «Lo Mismo de Siempre», esa pasión tan valiosa para nuestros intereses, causa de la herejía en la religión, de la infidelidad en el matrimonio y de la inconstancia en la amistad. Y, en política, causa de ese anhelo tan fatuo de «conquistar nuevos derechos y libertades».

    Por eso, como decía el gordo seboso de Foxá, «querer combatir el comunismo con la democracia es como ir a cazar un león llevando como perro a una leona preñada de león; pues ella lleva en su entraña al comunismo». El problema es que la conquista de todos esos derechos y libertades no evita que el dinero siga llenando los bolsillos de unos pocos. Y los incautos acaban dándose cuenta del truco, desarrollando una envidia y una angurria de dinero espantosas; y entonces acude solícita la izquierda, prometiéndoles hacer de Robin Hood vengador. Y, una vez que alcanza el poder, la izquierda -a la vez que amplia democráticamente la multitud de pobres sin inquietar en absoluto a los auténticos ricos- puede utilizar los derechos y libertades «conquistados» para hacer biopolítica, implantando a su conveniencia pensamientos y deseos, instilando miedos y fobias, instaurando conductas y modos de vida, inventando sexualidades de diseño que se convierten en «premisas vitales» indiscutibles. De este modo, a la vez que se anula la conciencia individual, se moldea el inconsciente colectivo.

    Y esta biopolítica puede lograr hazañas formidables. Repara en esas manadas de españoles progresistas que se manifiestan contra la muerte de un negro en Estados Unidos, a la vez que consideran fachas a quienes se manifiestan contra la muerte de cuarenta mil compatriotas de todos los colores. O que aceptan encantados que el Gobierno haya dejado de suministrarles datos sobre los muertos diarios por coronavirus; pues odian que les hablen de la muerte, que es la expresión más impepinable de «Lo Mismo de Siempre». La anulación de la conciencia individual y el moldeamiento del inconsciente colectivo, que en las personas habitadas por el Enemigo es tarea imposible, en las masas apóstatas es tan fácil como escachar huevos; pues cuando el espíritu del hombre no se orienta hacia un objeto eterno, todo su mundo interior se compone de mentecateces en batiburrillo que facilitan su trabajo al manipulador de turno.

    En este contexto a la derecha sólo le resta, si desea alcanzar el poder, ser la chacha que barre los estropicios causados por la izquierda, cada vez que se enfadan los mandamases del pudridero europeo. ¿Y no nos hallamos ahora ante una de esas ocasiones?, te preguntarás. En aboluto, titanguijuela de mis canalillos y entretetas. En la anterior crisis económica, las exigencias de austeridad de los mandamases del pudridero europeo dieron alas a los llamados «movimientos ultras», que son la bicha del europeísmo besucón de nuestros esfínteres. Así que esta vez, para evitar que la bicha se desmande, han dado la orden de regar con un manguerazo de millones a los Estados miembros y miembras, que de este modo podrán inflar la deuda a lo burro y devolver los préstamos en plazos mucho mas elásticos; lo que, junto al expolio de las clases medias, permitirá al doctor Sánchez repartir gallofas a porrillo entre su clientela. Duerme tranquilo, ¡oh titarabajo pelotero!, que tenemos doctor Sánchez para rato.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html

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