Los Jesuitas lograron hacer que una apocada Iglesia Renacentista se vigorizara. Sin los Jesuitas y solo con el influjo de los franciscanos, los dominicos, los agustinos y los benedictinos, Lutero y sus secuaces habrían hecho paja de fogón de la Iglesia. El concilio de Trento reafirmó las verdades que la Iglesia siempre postuló ante el embate protestante, Los Jesuitas se convirtieron en los soldados del Papa, no se trataba de un guardia militar sino ideológica, teológica, filosófica, por medio de los Jesuitas, el presbiterado diosesano fue provisto de los seminarios de modo que no fuesen ordenados al presbiterado hombres sin el m´sa mínimo conocimiento de teología, de historia, de filosofía. Los Monasterios no eran en modo alguno garantía de ortodoxia, Lutero mismo fue Agustino y otras herejísa más salieron también de los monasterios incluso el cisma entre Oriente y Occidente está alimentado por la "fe" que los orientales tienen en sus monjes del Monte Athos en Grecia. De modo que en cuestiones de apologética el misticismo sale sobrando, porque misticos también los hay entre los budistas, los Cismáticos, los musulmaes, los Hindus etc. pero la Apologética que es la defensa de la Verdad requiere una formación académica, un pensamiento estructurado, ordenado, una lógica recta y esta llegó de manera masiva por los seminarios que Trento introdujo de mano de los Jesuitas. Bendito sea Dios son menos trascendentes los cismas postconciliares que se siguen dando en la Iglesia, Sea en el concilio Vaticano I o en el Vaticano II en ambos casos hubo cismas, el primero de los Veterocatólicos, quienes negaron la infalibilidad del papa, y en el segundo los lefebristas y los sedevacantgistas, que negaron el modo ordinario de la misa y el diálogo interreligioso. Pero estos cismas no se comparan ni en magnitud ni en trascendencia con el Protestantismo o con el Cisma de Oriente y eso lo debemos a un clero más racional, menos crédulo de las heregías que surgían antes de la existencia de los seminarios.
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