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Tema: Los inicios revoltosos del clero separatista y pro-etarra en el franquismo

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    Re: Los inicios revoltosos del clero separatista y pro-etarra en el franquismo

    Comentarios ante la okupación del seminario de Derio (Bilbao) por una cuarentena de curas contra su obispo, mons. Gúrpide :


    Revista
    FUERZA NUEVA, nº 97, 16-Nov-1968

    Soviet de curas en Bilbao

    Los soviets de obreros y de campesinos fueron el procedimiento de encuadramiento y acción que permitió a la minoría bolchevique hacerse con el Poder en Rusia, tras lo que se implantó la llamada “dictadura del proletariado”, que cuando ha coronado ya los cincuenta años de vida (1968) no presenta síntoma alguno de querer dar paso a la “libertad” en cuyo nombre se convocó a las masas.

    Más adelante hemos visto actuar a los soviets de estudiantes, especie de relevo en los países desarrollados, cuando los obreros y campesinos han comenzado a perder el interés por las barricadas y por las dictaduras de un “proletariado” en el que no se sienten incluidos.

    Lo que faltaba por verse era un soviet de curas, aunque eran notorios los síntomas de que cualquier día podía aparecer. Y así ha ocurrido en Bilbao, donde cuarenta clérigos, reunidos en un soviet (lo llamen ellos como lo llamen, si es que lo llaman de alguna manera) han ocupado un seminario, igual que los soviets de obreros ocupaban las fábricas en Rusia; los de campesinos, las fincas, y los de soldados, los Regimientos. Las ideas, los motivos alegados e incluso circunstancias concretas puede que sean diferentes, pero, en el fondo, el procedimiento es el mismo: sustitución de la autoridad legítima por la “revolucionaria”, desafío a las normas de derecho y voluntad de imponer “por la brava” el programa del partido. Todo muy evangélico, muy profético, muy carismático, muy posconciliar.

    Puede que no falte quien considere excesivo calificar de soviet lo que para muchos no pasa de ser una gamberrada clerical. Pero los hechos son así, y no vale disimularlos. La prudencia que tantas veces ha aconsejado tapar las debilidades de un sacerdote en beneficio de su ministerio, en este caso no puede ser reclamada, ya que el escándalo está en la calle, libre y voluntariamente provocado por los culpables. La prudencia en este caso exige la condena de tales actos con la misma publicidad con que han sido cometidos. Otra cosa sería hacerse cómplice por silencio.

    Si la ilegal ocupación de un seminario, en contra de la voluntad de su obispo, por un grupo de clérigos es por sí sola condenable, cualesquiera que fueran los motivos alegados, mucho más lo es cuando, como ocurre en este caso, las razones que se alegan no son honorables. Se trata, según manifiestan los mismos protagonistas, de imponer una línea socio-pastoral al obispo y de forzar su dimisión. Y todo porque no se ha prestado a servir de amparo para las actividades políticas de un grupo de clérigos, que, escudándose tras sus hábitos y los privilegios concordados, atacan algo tan sagrado como son la unidad de la Patria, el orden, la paz y la propia vida de sus ciudadanos. Curiosa pastoral la que quieren imponer estos clérigos, que prefieren la metralleta al crucifijo, elogian a los asesinos y menosprecian a sus víctimas.

    Ha sido la “Revista Internacional”, de Praga (Checoslovaquia comunista), la que en su número de agosto del presente año, al exponer las experiencias de los comunistas españoles, escribía: “Los curas progresistas desempeñan cada día un papel más importante en la lucha contra la dictadura. Existe ya un auténtico movimiento de sacerdotes que sostienen la justa lucha de la clase obrera”.

    Si tenemos en cuenta lo que denominan los comunistas “justa lucha de la clase obrera” (y lo ocurrido en Praga al poco de escribirse lo transcrito bien lo demuestra), queda bien clara cuál es la colaboración que confiesan estar recibiendo de los “curas progresistas”. La fruición con que difunden y elogian la ocupación del seminario de Derio las radios rojas demuestra cuál es el papel que desempeña dentro de la estrategia general del partido para llegar, mediante acciones parciales, a la gran huelga general política que les abra el camino del Poder.

    Puedo objetarse que la idea predominante entre los “ocupantes” del seminario no es la comunista, sino la separatista. Pero las colusiones y colaboraciones entre rojos y separatistas las conocemos bien desde nuestra guerra de Liberación. No sólo en el Gobierno del llamado “Euzkadi” hubo un ministro comunista, más otros procedentes del socialismo marxista, sino que los diputados nacionalistas siguieron perteneciendo a las Cortes “republicanas” y no sabemos que entre tantos miles de asesinatos de obispos, sacerdotes, religiosos y católicos laicos se elevara ni una voz de los señores diputados separatistas para interpelar al Gobierno o protestar. En cambio, el prohombre separatista Irujo no tuvo empacho en ser ¡ministro de Justicia! del Gobierno rojo, mientras se realizaba la más cruel persecución de la Iglesia que se haya conocido en España.

    A esto los separatistas pueden replicar que se trataba de un asunto que no afectaba a los “vascos”. Y con esto entramos en otro de los aspectos más significativos de la “ocupación”: el carácter racista de los ocupantes. En las declaraciones que han hecho a través de “Arriba” para explicar su actitud, reproducidas con arreglo a sus deseos, sin cambiar una coma, hablan de su “afán de servir a la Iglesia en nuestro pueblo vasco trabajador”. Más adelante afirman que, con su actitud, “servimos a la Iglesia de nuestro pueblo”, insisten en los problemas de “nuestro pueblo trabajador” y repiten lo de “nuestro pueblo” poco más o menos en cada respuesta.

    Se observa así que el término “pueblo de Dios”, tan grato a la dialéctica progresista, ha sido sustituido por el de “pueblo vasco” o “nuestro pueblo”, que marcan un carácter racista inconcebible en quienes a todas horas se amparan con el Concilio y con los “signos de los tiempos”, mucho más si pensamos en los cientos de miles de españoles de otras regiones que viven en las diócesis vascas, y que no parecen merecer ninguna inquietud “socio-pastoral” de tales clérigos. No es aventura suponer que si fueran de Georgia o Alabama pertenecerían al más extremado Ku-Klux-Klan, con la diferencia, en favor de los racistas de Norteamérica, de que allí existe una verdadera diferencia de razas, mientras en nuestro país los españoles de las diversas regiones estamos unidos por siglos de Historia, identidad de cultura y mezcla de sangre.

    En cuanto a las peticiones hechas al obispo, y en cuya exigencia se amparan para justificar la “ocupación”, son totalmente inaceptables no sólo por el tono conminatorio con que están hechas, sino porque piden cosas tan peregrinas como “organizar la elección directa del próximo obispo con la intervención directa del pueblo”, con lo cual no solo atacan la autoridad de su prelado, sino la del mismo Papa, que no sabemos haya renunciado el derecho a nombrar obispos en los curas amotinados en el seminario de Derio. Como ha comentado “La Gaceta del Norte”: “Conviene tomar nota del fondo político y del tufo cismático que encierra esta petición, que responde, ciertamente, al ambiente que está creando la minoría sacerdotal a la que tristemente hemos tenido que referirnos y que hasta el momento persiste en su actitud”.

    Para concluir, nosotros confiamos en que la jerarquía eclesiástica resuelva este atentado a la autoridad y este escándalo para el pueblo cristiano en la forma que el bien de la Iglesia y de las conciencias exija. No es asunto nuestro y respetamos la decisión de la jerarquía. Pero con la misma sinceridad, queremos proclamar que las actividades de estos clérigos y de otros similares que salgan del marco religioso para entrar claramente dentro del político, deben ser enjuiciadas por el poder civil con la energía que la unidad de la Patria y el bien de los ciudadanos exigen. A Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.


    Última edición por ALACRAN; 02/12/2023 a las 21:10
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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