Respuesta: Si no estamos a favor del batúa, ¿en que debemos escribir?
Corregidme si me equivoco, la diferencia esencial entre un dialecto y un habla, radicaría en que el dialecto tiene algunas reglas morfosintácticas propias y, por tanto, diferenciadas de la lengua de la que deriva, mientras que el "habla" es el mismo idioma (el que sea), sólo que con modismos propios pero sin reglas diferenciadoras. No sé si las diferencias primarias o básicas se centran en esto o, en realidad, dichas diferencias son de otra naturaleza.
Lo digo a la luz de la categorización que se ha puesto para la encuesta, en la que no he votado porque desconozco totalmente las diferencias y las conveniencias acerca de lo que resulta más óptimo y, al menos, en qué grado.
Así, sin votar, la alternativa que me parece más respetuosa es la de fomentar la dialectal, pero ignoro hasta qué punto los dialectos no han sido modificados por el sistema de vida actual con la profusión de medios de comunicación, interrelaciones de todo género en las actividades cotidianas, en la necesidad relativa de incorporación de extranjerismos, dando lugar a neologismos.
Guste o no, ese es otro discurso, lo cierto es que se está produciendo una mezcla de lenguas que, o hacen saltar las alarmas o se acepta una realidad cuya fuerza parece irresistible. Me refiero no sólo al euskera, sino al castellano, catalán, gallego o portugués, pero es que sucede lo mismo en el inglés, francés, etc. La incorporación de nuevos vocablos y la formación de neologismos es continua, las fuentes más evidentes son la televisión, el turismo, Internet, y los fenómenos migratorios.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Marcadores