Respuesta: Si no estamos a favor del batúa, ¿en que debemos escribir?
Evidentemente aunque yo no sea euskoparlante no quiero ni en broma que los dialectos desaparezcan. De ahí que aun no conociéndolo, ni diferenciándolo, sienta rechazo hacia el batúa. De lo escuchado aquí y allá, "el unificado" suena a imposición y ya no es una cuestión política, es una cuestión de lógica. Si el batúa se impone, y dada la realidad sociológica de la población vasca que, seamos realistas, es muy similar a la del conjunto de los españoles careciendo de espíritu crítico y con un bajo nivel formativo, no se va a poner a estudiar las diferencias morfosintácticas y semánticas existentes, ni lamentarían la desaparición del lenguaje de los caseríos y los abuelos. Personalmente veo al batúa como el sustituto del castellano en el habla cotidiana de la gente de las ciudades. Antes las formas dialectales eran "cosa de caseras", y había que hablar castellano en las ciudades ( y no hablo de los tiempos de Franco, ya desde mucho antes), pues eso denotaba cultura y daba buen pisto. Ahora la cuestión suena a que es el batúa el heredero de tal intento sociológico de diferenciación.
Lamentablemente hay una riqueza lingüística ancestral (código oral ancestral en palabras de DON COSME), que corre un serio riesgo de quedar como objeto de estudiosos y para investigadores de la historia de las lenguas, ante el empuje institucional, por pura conveniencia política, de una lengua uniformadora cuya misión es ir sustituyendo el bilingüismo. Es una paradoja que las víctimas vayan a ser las siete formas dialectales (no sé si me dejo alguna o me paso en el número) y el castellano.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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