Cuando Cánovas hizo la suya -su constitución- pasteleó a más no poder, de igual forma que se hizo en 1978. Había que agrupar a todos los liberales -enemigos de la verdadera España encarnada en el carlismo- para que, aunque fuese durante unos decenios, se asentaran los cambios revolucionarios económicos, sociales, religiosos...
Una constitución que contente a todos, a cuantos más mejor... Cánovas y Sagasta, Adolfo Suárez y Felipe González... se dijeron los de finales del siglo XIX y los de finales del siglo XX. Pues son las tácticas de los que se presentan como conciliadores, pero en el fondo abren la puerta al mal -socialismo, masonería, comunismo... Estaban perseguidos durante la dictadura. Fue con la transición, con esos "conciliadores", cuando regresaron, levantaron columnas, abrieron sedes y se pusieron a trabajar con aplicación y ahínco a la destrucción total de España.
Y eso se lo dejaron hacer muchos que habían estado con Franco, viviendo de él y a su costa. Y los mismos que habían estado con Franco se cambiaron de chaqueta, bajo el paraguas de la Constitución.
No todos lo hicieron. Siempre admiraré a los militares, clérigos y españoles que pertenecieron a lo que la prensa melenuda y gafuda del progresismo llamó "Bunker". Esos hombres, aunque uno no esté del todo de acuerdo con el régimen de Franco, fueron leales a los Principios del Movimiento.
Esos hombres, hoy vistos como "ultraderechistas" siniestros y enemigos de la libertad, sí que juraron un marco legal legítimo, surgido de una victoria contra las fuerzas desintegradoras que amenazaron a España en los años 30 (las mismas de ahí arriba: liberalismo, marxismo, masonería, anarquismo) y no perjuraron. No perjuraron por ser auténticos patriotas españoles. Y lo digo sin compartir con la Dictadura de Franco todo lo que ellos compartían.
En cuanto a la validez de los juramentos:
Según la doctrina de San Alfonso María de Ligorio, el juramento promisorio deja de obligar en estos casos:
1. Cuando lo que era bueno al tiempo del juramento, se hace después por las circunstancias pernicioso, vano, o impedido de un bien mayor de suerte que sea mejor omitir que cumplir lo jurado.
2. Cuando se muda notablemente el estado de la cosa: cuando la cosa jurada es inútil para el fin propuesto, o destruye el mismo fin lejos de conseguirlo.
(En este sentido, a la luz está que la Constitución de 1975, en manos de cierta chusma política, se hace inútil para la conservación de España, y es más, en manos de los nacionalistas se convierte en un arma para destruir la misma España que con ella se pretende "constituir". Perdón: puse 1975, Constitución de 1978... Estaba pensando en la muerte del Caudillo.)
3. Cuando sobreviene alguna mutación que aunque no sea notable, si se hubiere previsto antes, no se habría hecho el juramento.
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