No debemos extrañarnos de nada. Si El País, verdadero censor y velador del régimen así lo ha sentenciado, Miguel Ayuso será sancionado. No importa que la Constitución sea ilegal pues fue elaborada por Cortes no constituyentes, que tenían en vigor el mandato imperativo, que fue derogado por la ilegal Constitución vigente (de traca), con un señor en la Jefatura del Estado que a título de rey compartía tal honor con su padre hasta que éste renunció a unos pretendidos derechos (o sea, que teníamos una diarquía), lo que no ha impedido que fuese enterrado en el Pudridero del Panteón de Reyes del Monasterio de El Escorial y en el que permanecerá durante 50 años hasta que pase a su urna definitiva, ¿con qué título y numeral, Juan II? Una Constitución que reproduce punto por punto el Auto acordado de 10 de mayo de 1713 que estableció la Ley semi-sálica conservada y nunca derogada (compruébese la Novísima Recopilación de Autos Acordados de 1805, (Ley 5ª, Título I, Libro III), y de cuya eficacia actual no cabe duda alguna y si no pregúntese cada cual por qué ostenta el título de Príncipe de Asturias D. Felipe y no su hermana mayor Dña Elena. Una Constitución que tiene tres fuentes: las diferentes declaraciones de derechos de la ONU en base a la firma que hizo España en su día de los mismos (muchos durante el franquismo), a la distribución territorial alemana en lands y aquí autonomías, impuestas la mayor parte de ellas y, El Fuero de los Españoles, íntegro con puntos y comas incluidos.

¿Qué se quiere juzgar, pues? ¿qué un señor opine sobre determinados aspectos? ¿acaso estaConstitución es un dogma? Pero sobretodo ¿quién es El País para creerse y erigirse en guardián y juez de un régimen ilegal? El País ha sido siempre el periódico oficioso del régimen. Hoy en día no sé como estará la cuestión, pero en su momento sólo en publicidad institucional recibía 500 millones anuales, mientras que el conjunto del resto de la Prensa no sumaba esa cantidad ni soñando. A cada uno lo suyo, y El País, envuelto en diversos escándalos, arruinado como grupo editorial, habiendo despedido a una buena parte de su personal, debería guardar un prudente y respetuoso silencio en lugar de aullar como una hiena.