Aunque tarde, finalmente se ha hecho justicia (Por cierto, poco debería quedarle para pasar a la reserva si ya sobrepasa los 60 años).
Al menos le compensará los malos tragos tanto de tener que aplicar el infame derecho constitucional en los trabajos de su carrera jurídico-militar como de presenciar en su labor docente en Comillas, cómo languidecen los últimos restos de la antaño gloriosa Compañía de Jesús (la más degenerada rama del catolicismo). Ambas profesiones, jurista y docente de altura, no son nada aconsejables hoy día para quien quiera mantener su integridad de convicciones.
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