No solo inocentes son esos enormes y sofisticados tatuajes de moda (y la chatarra) sino tremendamente ofensivos a la religión y a la sociedad por contener, a la vez casi todos estos pecados:
Probable (en mayoría de casos) instigación diabólica para desear el/los tatuajes, pese al dolor masoquista (mortificación para el pecado, opuesta a la religiosa)
Pecado contra la virtud en el ornato y el respeto debido al cuerpo
Pecado de inmodestia y exhibicionismo
Pecado de fetichismo, totemismo (modos de idolatría)
Pecado continuado de escándalo (tanto más grave cuando más ostentoso, amplio y ofensivo sea lo tatuado)
Todos ellos agravados por la voluntad de hacerlos visibles de modo permanente e indeleble.
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