Quién se tatúa normalmente lo hace creyendo que su piel no envejecerá y el dibujo que a su juicio luce en ese instante tan bien lo seguirá haciendo con el tiempo, esta ilógica creencia se debe en parte a la secularización de la sociedad y el olvido del memento mori y también un rasgo infantil más de la sociedad (ya van unos cuántos).
No es una moda que vaya a terminar, a priori, pronto, es más, lo de tatuarse es una de las formas más suaves de mutilarse a las que tiene acceso un individuo en esta anormal época. A medida que pase el tiempo, siguiendo este errado camino, mayor será el número de aberraciones, por desgracia. Son tiempos para orar.
Coincido con ALACRÁN con que tatuarse es un pecado y comparto también el estupor frente a algunos comentarios de sacerdotes que niegan tal pecado o que en algunos casos llegan a tener tal clase de mutilación.
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