“José Antonio y el sentido cristiano de la Falange”



RevistaFUERZA NUEVA, nº 566, 12-Nov-1977

JOSÉ ANTONIO Y EL SENTIDO CRISTIANO DE LA FALANGE

Fray Antonio de Lugo

“Nos vamos a asomar a la vida interior de un hombre que es riquísima, excepcional. Una vida interior natural que no trata de hacer un mito, ni de canonizarlo, sino de realizar una afirmación de él mismo. Un hombre que, en su proyección hacia afuera, siempre actúa bajo los imperativos de su fe”, dijo fray Antonio de Lugo O.S.H., en su conferencia de nuestra Aula, el pasado jueves día 3.

El orador, a lo largo de más de una hora, utilizó documentos válidos de cuanto confirmaba el título, haciendo un recorrido riguroso por la vida social, personal y política de un hombre, José Antonio Primo de Rivera, que sujetó todos sus actos a un estricto cumplimiento de las exigencias de su conciencia, según la moral católica. Se refirió a testimonios de Pilar Primo de Rivera, Francisco Bravo, Ramón Serrano Súñer y otras personas que le conocieron bien, así como al testimonios fehacientes de la religiosidad, sentida sin ñoñerías, del fundador de Falange Española.

A José Antonio le preocupaba hondamente la eternidad, y sabía que la cima de la santidad residía en el deber. De ahí que no pasara por nada mal hecho, y de que supiera arrepentirse cuando estimase que algo no estaba bien. Sin florituras teológicas, pero con profundo sentido de ir allá donde se encontrase la voluntad de Dios. “Es decir -prosigue el conferenciante-, movido por la gracia”.

Fray Antonio espiga, del pensamiento de José Antonio, textos en los que hablaba de la penitencia, de la gracia, del sentido trascendente de la vida, incluso de la nulidad del divorcio para aquellos que creen en el vínculo matrimonial bien entendido, según la Iglesia Católica y la ley natural. Hace ejercicios espirituales, aconseja a sus mejores camaradas, emplea todos sus esfuerzos en cumplir con sus obligaciones y resuelve siempre en católico. Es hombre que vive con ausencia de egoísmos, “tratando de militar en política y de ordenar la vida social del pueblo mirando a Dios”.

Otro aspecto de la vida de José Antonio es destapado por el orador. Se refiere a la utilización de medios lícitos, ya que cuando habla de puños y de pistolas es en última instancia, cuando se ha perdido toda otra posibilidad de dialogar y cuando lo fundamental está en peligro, además de las propias vidas personales, que también tienen derecho a defenderse. “Yo hablé de puños y pistolas -dice José Antonio- por aquellos muchachos que luchaban por la conquista del Estado y por la defensa de la Patria”, afirma José Antonio. Y continúa con palabras del fundador: “Cuando vi que esos niños que salían a vender “FE” eran atacados de aquella manera, comprendí que había que defenderse con las mismas armas”.

Respecto a las relaciones Iglesia-Estado, fray Antonio de Lugo habla de esta manera: “Creo que el fundador hacía una distinción que hoy no se tiene en cuenta. La Iglesia siempre ha condenado la separación, ya que no es admisible la separación de potestades. Ambas son obra de Dios, no hay que olvidarlo. Pero cada una tiene funciones distintas, y no tienen por qué afectarse la una a la otra. José Antonio era partidario de la unión de potestades. Si todo su pensamiento está transido de ello, es raro que abogara por la desunión. De cualquier forma, él siempre hablaba del respeto entre ambas y no quería intromisiones de una en la otra”.

Finalizó su conferencia, dicha entre ovaciones y con un profundo rigor teológico y de pensamiento, además de con una gran espiritualidad, aludiendo al testamento y a la muerte de José Antonio, ambos repletos de sentido cristiano. “Cuando José Antonio sale de la celda para situarse frente al pelotón de fusilamiento, saca del bolsillo un crucifijo, tras haber confesado durante cuarenta y cinco minutos, lo besa y dice ¡Arriba España! Así termina la vida del fundador de la Falange”.