Refrito póstumo de Stephen Hawking
Habiendo fallecido en marzo de este año, sus "herederos" tirando de memoria y escritos atribuidos, siguen con el negocio editorial, aunque ya más enclenque, de las obras del personaje. En lo estrictamente humano, este pobre hombre con semejante enfermedad indeseable para cualquiera, fue un completo desastre en cuestiones que rebasan los límites de la persona. Por supuesto, nadie pone en duda sus conocimientos matemáticos y físicos, pero cuando toca otras cuestiones llegó al ridículo en muchas de sus afirmaciones.
Digamos que para empezar lo que ningún científico riguroso puede hacer es incurrir una y otra vez en la misma falacia: la "ad verecundiam". O sea, utilizaba su prestigio ante la ignorancia global como una garantía de que sus afirmaciones ya eran verdad sólo por decirlas él.
Pero el problema es que él no era experto en nada, salvo en los campos mencionados al comienzo y, eso si, en convertir sus investigaciones en un negocio editorial de muchos millones. Y lo más peculiar, y también indecente, era transformar lo que no son más que conocimientos científicos en argumentos infumables e indemostrables, o sea, totalmente a-científicos, anti-científicos, cientificistas y pseudocientíficos, en una especie de armas para atacar no ya las creencias comunes, sino también a otras ciencias y disciplinas, buena parte de las cuales mucho más antiguas, elaboradas y de profundos análisis, que los suyos propios. Simples opiniones personales de bola de cristal y baraja de Tarot, han sido sus argumentos. Pero ahí siguen unos cuantos chupópteros aprovechándose del tirón -cada vez menor, todo sea dicho de paso-, que la propaganda ha hecho de este investigador.
Y ahora sale un nuevo refrito, el póstumo, con los mismos mantras y las mismas fantasías que el autor fue cultivando en vida. Habla de extraterrestres, afirma que Dios no existe, sostiene que habrá un superhombre, que el ser humano se tiene que extender por el Universo, que todo surgió ¡¡¡ pop !!!, así por las buenas de la NADA y el AZAR..., en resumen , las mismas patochadas que tanto lo han caracterizado en cuanto dejó de ocuparse del tiempo y el espacio, los cuales demuestra que, en realidad, jamás entendió, y abandonó toda especulación cosmológica sobre los agujeros negros, de los que apenas se sabe algo y de lejos. Por supuesto, a todo hay que añadir la hiperbólica costumbre que tienen muchos plumíferos de la Prensa a la hora de contar las cosas.
Stephen Hawking: No hay Dios, pero sí habrá superhombres
El cosmólogo británico desgrana en su libro póstumo sus inquietudes sobre la ciencia y el incierto futuro de la humanidad
Judith de Jorge
28/10/2018
Stephen Hawking: «Sé exactamente dónde empezar a buscar civilizaciones extraterrestres»
Un artículo de Stephen Hawking abre la puerta a los universos paralelos.
Desentrañar los orígenes del Universo en el Big Bang y explicar qué son y cómo se comportan los agujeros negros dieron al cosmólogo británico Stephen Hawking, fallecido el pasado 14 de marzo a los 76 años, un prestigio científico indiscutible. Pero su figura trascendió con creces el ámbito académico. La humanidad que desprendía y la entereza admirable con la que sobrellevaba la terrible enfermedad degenerativa que padecía desde su juventud -esclerosis lateral amiotrófica (ELA)-, lo convirtieron en el científico contemporáneo más famoso del mundo.
Pero sobre todo, Hawking supo como nadie llegar al gran público con sus atrevidas declaraciones y sus libros de divulgación. «Breve historia del tiempo», publicado en 1988, fue leído por millones de personas en todo el mundo. Su última obra, «Breves respuestas a la grandes preguntas», es póstuma. En España, saldrá a la luz el próximo martes (30 de octubre), de la mano de la editorial Crítica. En ella, el astrofísico deja sus pensamientos finales sobre las que considera las preguntas más importantes sobre el Universo y el futuro de la humanidad, como el reto ante el cambio climático o la inteligencia artificial. Aquí recogemos algunas de sus ideas. Como dice en sus páginas, quizás pueda «inspirar al nuevo Einstein, sea donde sea que ella (sic) se halle».
¿Hay un Dios?
«No hay Dios. Nadie creó el Universo y nadie dirige nuestro destino». Hawking, reconocido ateo, dedica uno de los capítulos del libro a argumentar SU falta de fe. Según escribe, las leyes de la naturaleza, una descripción de cómo funcionan las cosas en el pasado, el presente y el futuro, son suficientes para explicar el Universo. Ni siquiera el origen del mismo necesita de una presencia divina, ya que surgió de la nada junto con el tiempo. Y si antes no había tiempo, tampoco hay posibilidad de un creador. A su juicio, la ciencia proporciona respuestas consistentes, pero las personas «siempre se aferrarán a la religión porque supone un consuelo, y porque no confían ni entienden la ciencia».
«Probablemente no haya cielo ni vida futura. Opino que creer en otra vida es tan solo una ilusión. No hay evidencia fiable de ella y va en contra de todo lo que sabemos en ciencia», concluye el cosmólogo.
El hombre autodiseñado
La idea es inquietante, pero Hawking está convencido de que en un futuro aparecerá una nueva ¿raza? ¿especie? de superhumanos que superarán ampliamente la capacidades de los hombres y mujeres actuales. Dice que será una consecuencia inevitable de la evolución autodiseñada, una fase más allá de la evolución darwiniana y del conocimiento (la capacidad de acumular saberes de forma externa, en libros, ordenadores...) en la que ya hemos entrado y que supondrá que podremos cambiar y mejorar nuestro ADN. En definitiva, vamos a eliminar las erratas de nuestro «libro de la vida». Primero, para corregir defectos genéticos, como la fibrosis quística o la distrofia muscular, controladas por un único gen, pero después la cosa se complicará mucho más. Durante este siglo, dice Hawking, descubriremos cómo modificar tanto la inteligencia, que depende de una enorme cantidad de genes, como los instintos.
Aunque probablemente se aprueben leyes contra la ingeniería genética con humanos, el científico cree que algunos de sus colegas no podrán resistirse a mejorar el tamaño de la memoria, la resistencia a enfermedades o la duración de la vida. Surgirán entonces los superhumanos. Los «normales» no podrán competir y, presumiblemente, «morirán o perderán importancia». En cambio, «habrá una carrera de seres autodiseñados, que irán mejorando a un ritmo cada vez mayor».
¿Hay vida ahí fuera?
Hay varias posibilidades. La primera, que seamos una solitaria excepción. La segunda, que sí exista vida más allá de la Tierra, pero no inteligente. Hawking recuerda que la inteligencia no tiene por qué ser una consencuencia inevitable de la evolución, ya que la probabilidad de que la vida llegue a ella es baja. Además, de haber existido en otro mundo, es posible que el choque con un asteroide o un cometa se la llevara por delante. Hace 65 millones de años, cuando un meteorito gigantesco se estrelló contra la Tierra y exterminó a los dinosaurios, «cualquier organismo del tamaño de un ser humano habría sido aniquilado casi con seguridad», recuerda. También puede ocurrir, y este es el tercer escenario, que no sea tan complicado que los seres inteligentes se desarrollen, pero que el sistema se volviera inestable y la vida inteligente se destruyera a sí misma.
La cuarta posibilidad, apunta Hawking. es que, en efecto, exista una civilización más avanzada. Pero advierte: «Un encuentro (con ella), en nuestra etapa actual, podría resultar un poco como cuando los habitantes originales de América conocieron a Colón (y no creo que pensaran que mejoraron con ello)».
Inteligencia artificial
Los ordenadores adelantarán a los humanos en inteligencia en algún momento en los próximos cien años. Lo dice la ley de Moore. Y cuando esa inteligencia artificial consiga mejorarse a sí misma sin ayuda humana a un ritmo cada vez mayor, podemos enfrentarnos a máquinas hiperinteligentes que nos superen con creces. Y si son capaces de desarrollar voluntad propia, esta podría entrar en conflicto con la nuestra. Entonces, «necesitaremos asegurarnos de que tengan objetivos compatibles con los nuestros», advierte el astrofísico. En caso contrario, podrían acabar con nosotros con los mismos escrúpulos con los que nosotros tratamos a las hormigas. «No pongamos a la humanidad en la posición de esas hormigas», advierte.
Contra el Brexit, los nacionalismos y Trump
Hawking teme la influencia que fenómenos como el Brexit en Reino Unido o la elección de Donald Trump como presidente de EE.UU. tenga sobre el desarrollo de la ciencia. «Corremos el peligro de aislarnos culturalmente e insularizarnos», dice en referencia al aumento del nacionalismo en su país. A su juicio, «el intercambio de personas» facilita el progreso, algo que está riesgo con políticos populistas que desean levantar fronteras y que protagonizan «una revuelta mundial contra los expertos, que incluye a los científicos».
En este sentido, advierte del peligro inmediato de no luchar lo suficiente contra el cambio climático. Un aumento de la temperatura de los océanos fundiría los casquetes polares y liberaría grandes cantidades de dióxido de carbono, recuerda. Ambos efectos harían que nuestro clima se convirtiera en el de Venus, pero con una temperatura de unos 250ºC.
Colonizar el espacio
«No dejar la Tierra sería como ser náufragos en una isla desierta, sin intentar escapar», dice Hawking. Pero es que además, el científico cree que extendernos a otros mundos será la única forma de persistir para la especie humana. De una forma u otra, considera inevitable que haya alguna confrontación nuclear o una terrible catástrofe ambiental en los próximos mil años, así que «no tenemos opción». «La colonización humana de otros planetas ya no es ciencia ficción, sino que puede llegar a ser un hecho científico», afirma. «Para que la humanidad pueda durar otro millón de años, nuestro futuro se basa en ir audazmente donde nadie ha llegado antes». Es optimista: «Trascenderemos la Tierra y aprenderemos a vivir en el espacio».
https://www.abc.es/ciencia/abci-step...2&vtm_loMas=si
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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