SARCE, estoy de acuerdo con usted, pues Juan Pablo II no hizo suficiente para combatir la pederastia por parte de "curas". Antes del Conciliábulo había una liturgia, ahora hay otra, antes había Inquisición y se combatía en serio a la herejía, ahora no, antes se interesaban por recuperar Jerusalén, ahora no, antes se incentivaba la confesionalidad de los estados, ahora no; sin embargo la Iglesia sigue siendo la misma: UNA SANTA CATÓLICA Y APOSTÓLICA. Por eso no hay que hacerle caso a todos los errores que cometan los Papas, porque ellos son infalibles (no pueden errar en materia de doctrina, cosa que desde el Vaticano II no han definido nada nuevo) pero no impecables.Lo que debes hacer es usar la cabeza, y no obedecer ciegamente, hay gente tan ciega que dejarían a sus hijos en manos de Marcial Maciel y encima le darían dos bofetadas a su hijo por decir que le han violado. Antes del vaticano II había una Iglesia después del vaticano II hay otra, el que quiera verlo que lo vea, al final responderemos ante el Altísimo de forma individual , no valdrá alegar la obediencia debida, ni aquello de " lo decía el Papa". Yo también soy fiel a la Iglesia.
Muy buena su exposición sobre San Pablo, porque hay que ser obediente pero no por eso hay que dejar que combatir los errores de nuestros superiores. "Habiendo peligro próximo para la fe, los prelados deben ser argüidos incluso públicamente por los súbditos" Santo Tomás de Aquino.
Eso es lo que yo humildemente intento hacer, sin faltarle el respeto al Papa; por eso es que quiero que no beatifiquen ahora a Juan Pablo II; se debería dejar pasar el tiempo, tener cautela, hacer un estudio profundo, en fin, lo que se hizo siempre, y no beatificar a alguien a lo loco. ¿Por qué la prisa? Sinceramente no entiendo.
¿Cómo van a beatificar a alguien sospechoso de herejía? ¿Cómo beatificar a alguien cuyo único milagro es dudoso? Sinceramente no entiendo.
San Pablo tenía razón y San Pedro con humildad lo reconoció. Lástima que Benedicto XVI no quiera reconocer este error de beatificar a alguien apresuradamente.Como la doctrina prevalece sobre la práctica, San Pablo -que era su subordinado- le resiste cara a cara por no andar San Pedro según el camino y la verdad del Evangelio. San Pedro reconoce su equivocación y da la razón a San Pablo. Obrando con gran humildad y aceptando que un inferior pueda no sólo apartarse de un obrar errado del superior sino, incluso, reprender a ese superior; es decir, argüirle su equivocación por amor a la verdad del Evangelio.
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