El Señor del Mundo, o casi
Hace pocas semanas en este blog nos conmovíamos ante la candidez del Sumo Pontífice que, con pesar, reconocía haber sido usado por los políticos argentinos. Y, al mismo tiempo, sus lenguareces vaticanos salían a comunicar que no recibiría a ningún otro político argentino hasta pasadas las elecciones de octubre.
Sin embargo, esta semana nos enteramos que la Santa Sede confirmó la audiencia que le fuera solicitada por la presidente Cristina Kirchner para el próximo mes de junio, semanas antes de las elecciones primarias.
¿Cómo se explica que el Santo Padre haya cambiado tan rápidamente de opinión? No entraremos aquí en la polémica que periodistas de la colectividad hebrea armaron hace pocos días con el caso ni en la melosa carta de reconciliación que recibieran desde Roma. Agudicemos el ingenio, como hicimos con algunos amigos, para interpretar el hecho:
1. Hay que rechazar de plano la explicación que dan los políticos de la oposición y, seguramente, la que dan también los neocones, siempre prestos a defender al indefendible pontífice: “Bergoglio es un jefe de Estado y no puede negarse a recibir a otro jefe de estado”. Falso. Claro que pude, y mucho más cuando sabe que esa visita será usada no sólo política sino también electoralmente, y que a esa misma jefa de estado ya la recibió en varias ocasiones.
2. Dos motivos pueden llevar a Bergoglio a desdecirse de sus palabras en menos de un mes y arreglar una antrevista con la Viuda:
2.1 El temor a que, si se negaba, se venía el carpetazo. Las hilachas del caso Nisman han sacado a la luz las miles de horas de grabaciones de conversaciones telefónicas que el gobierno posee de políticos, jueces, empresarios y también, del entonces cardenal Bergoglio. Lo que pueden contener esas cintas, sólo Dios, y Bergoglio, Cristina y Stiuso, lo saben. En las más que humildes oficinas del Wanderer conocemos sólo los inicios de un par de ellas. No creo equivocarme si digo que, si se dieran a conocer esas grabaciones, Bergoglio debe irse.
Y el Papa sabe de sobra que la Viuda está completamente desequilibrada y que, si se indispone contra ella, no dudará en publicar el expediente.
2.2 Bergoglio tiene un interés concreto en favorecer electoralmente al que, por decantación, pareciera que es el candidato de Cristina: Daniel Scioli. Y esto por varios motivos: porque detesta a Massa y Macri, los otros posibles ganadores de la contienda, y porque sabe que Scioli es “pastoreable”. Bergoglio tendría influencia directa sobre el Manco, quien se dejaría influir pacíficamente; y sabe que los otros dos se le resistirían.
Además, si se le alienan los astros, la conformación política de Argentina podría quedar así: Scioli, presidente; Julián Dominguez, un católico de parroquia protegido de Bergoglio desde hace muchos años, gobernador de Buenos Aires, y Gabriela Michetti, una católica intelectual muy cercana al entonces arzobispo aunque viva en adulterio público, jefa de gobierno de la Ciudad. Y estoy implicaría, sin más, que Bergoglio sería el presidente virtual de Argentina.
Otra que Maquiavelo; otra que animal de poder: Señor del Mundo, o casi.
The Wanderer
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