“Confusión” es poco: ¡la Iglesia es ya un CAOS casi absoluto!

Por José Luis Aberasturi (Adoración y Liberación) 18/03/2019

En primer lugar, porque la consigna desde la misma cúpula es “¡hagan lío!”: por cierto, lo nunca visto y oído, hasta ayer mismo, en la Santa Madre Iglesia. En segundo lugar, porque no se entra, desde esa misma cúpula, a las tiradas de la moto -anticatólicas total- de las “declaradas” de miembros de la misma Jerarquía Católica; que, visto, leído y oído lo que largan, han dejado de serlo: católicas, no jerarquía: aunque deberían estar, eso sí, “de patitas en la calle”, como se dice coloquialmente, y con toda razón.

Como ejemplos, espigando simplemente un poco -y sin escarbar demasiado tampoco: no he tenido que levantar ninguna alfombra- en las “rajadas” públicas de unos cuantos jerarcas de la Iglesia Católica -¡demasiados ya! A los que se suman los que callan como muertos, porque muertos están, claro-, me reafirmo en el “caos” a que hago alusión en el título.

Y voy a ello.

Un Papa reinante, pone en un mismo plano a todas las “religiones” habidas y por haber; y remacha la faena firmando y afirmando que esa “diversidad”, después de ponerla al mismo nivel que la diversidad de razas o de culturas -cosas que no tienen nada que ver con el tema de la religión, ni como comparación remota- es, ni más ni menos, que “voluntad de Dios”: ¡toma nísperos, Carmena! Es decir: afirma con eso y de una sola tacada que TODAS SON FALSAS; porque, en ese plan y estadio, ninguna puede ser verdadera porque da lo mismo, son lo mismo: NADA. No se ha enterado aún de que, lo mismo que los dioses no son Dios, las religiones no son, ni pueden ser, “LA” Religión. Esto en el plano intelectual. En el plano de la Fe hecha Doctrina y para más inri: hasta ahora, en la Iglesia Católica, creíamos que “la nuestra” era la única verdadera porque la había fundado Jesucristo, Dios mismo. Se ve que ahora, en la Iglesia Católica, ya no se puede creer esto ni, mucho menos, decirlo, pues el Papa ha afirmado lo contrario. Más tarde, el mismo Papa, y ante un arzobispo reinante que había dicho públicamente -y se lo iba a decir en privado con ocasión de la “visita ad limina”- que eso era simplemente una herejía, antes de que el arzobispo hablase se adelantó el Papa para recortar que era ‘una Voluntad “permisiva” de Dios’. ¡Claro que eso lo cambiaba todo! ¡Por supuesto! Pero lo dicho estaba dicho. Y firmado. Y publicado. Y no rectificado. Y con besitos al musulmán, por supuesto. Así estamos.

Un cardenal de la Iglesia Católica -al menos de ahí cobra y de ahí vive- lanza un pregón cuaresmal centrando “la penitencia, la purificación y la conversión” propias de este “tiempo fuerte”, espiritualmente hablando –“este es el tiempo oportuno, este es día de salvación”, dice la Escritura Santa-, en la “conversión ecológica”: ¡más nísperos para Carmena, que están de oferta! ¿Se puede estar más vacío, espiritual y católicamente hablando? Y no quiero entrar en su “decálogo” particular para lograrlo, porque esa lectura solo la aguantan los que están como chotas: con perdón para las chotas, claro: “¡con el ecologismo hemos topado, Sancho!”.

Cardenal Marx

En Alemania, otro cardenal, Marx de nombre, anuncia a bombo y platillo que la Iglesia, Católica por supuesto, pretende “debatir” sobre “moral sexual, anticoncepción, ideología de género y celibato”. ¡Empachados de nísperos estamos ya, Carmena! “Debatir” es la palabra mágica -algo así como el “¡Ábrete, Sésamo!” del cuento- para “decir” y significar que todo eso hay que cambiarlo ¡ya!, porque así no se puede seguir. Un poco más abajo añade también “la cohabitación fuera del matrimonio, y las relaciones homosexuales”: se le habían quedado en el tintero al presentar el tema, y había que llenar esa laguna.

En Francia, y para no ser menos, hay un señor obispo -o arzobispo, que ahora no lo recuerdo bien-, que lleva una temporadita con la matraca de que “el sacerdote no es persona sagrada”, y que ni falta que le hace a él, ni a los demás fieles. Y para remachar bien la cosa, propone la ordenación de diaconisa como paso previo a su ordenación sacerdotal; y la ordenación, directamente y por las bravas ya, de personas casadas: hombres, en concreto; las mujeres ya están en lista de espera y caerán. Para que conste y quede bien claro; y para dejarnos de tonterías de una vez por todas.

Podría seguir con el último sínodo de los jóvenes, tan falso y falseado como los anteriores sobre la familia…, y tan poco “católicos”. Pero sería el cuento de nunca acabar…

Pero no sin añadir que, según mi personal parecer, lo más sangrante de todo esto no son las tonterías que los eclesiásticos somos capaces de decir; ni que según se asciende en la Jerarquía las tonterías se hacen más gordas, como si las cebasen con las hormonas del crecimiento. No.

¿Qué nos queda? El Señor. El Evangelio. La auténtica Iglesia Católica. El Magisterio perenne. La Tradición. Ser el “resto fiel”. Y muchos sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales santos. Que los hay. Y muchísimos más aún fieles corrientes, que también los hay y lo son.

Lo más dañino y demoledor para las conciencias de la mayoría de la gente, y para la misma Iglesia Católica, porque todo eso no son aspectos menores o meramente ornamentales, sino todo lo contario, son dos cosas que se suman mutuamente:

Lo que viene directamente de la Cabeza: se aplica a sí mismo y sin límite alguno, lo de “¡armen lío!”… y va desbocado.

Que cuando llegan a esa misma Cabeza las cosas que dicen y hacen sus más estrechos colaboradores, esa Cabeza, que debería ser la de Cristo en la tierra, ni dice ni hace nada. Al contrario: bastaría relatar el trato preferente que reciben de su benevolente y misericordioso corazón algunos prelados acusados de abusos sexuales y de conductas indignas de sus cargos para demostrar lo perfectamente demostrable, y que está recogido en tantos sitios, incluido L’Osservatore Romano.
¿Qué nos queda? El Señor. El Evangelio. La auténtica Iglesia Católica. El Magisterio perenne. La Tradición. Ser el “resto fiel”. Y muchos sacerdotes, obispos, arzobispos y cardenales santos. Que los hay. Y muchísimos más aún fieles corrientes, que también los hay y lo son.


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