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Tema: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolicismo

  1. #101
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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

    “… con Lefebvre. Sin paliativos y muy convencido”.

    100
    Revista FUERZA NUEVA, nº 551, 30-Jul-1977

    A la libertad “condicional”

    No se ha permitido homilía en la misa por Franco en el Valle de los Caídos. Esta es la libertad de esta extraña Iglesia que padecemos, dirigida por Tarancón, por Dadaglio, por Villot, por el paternal caballero de Roma (*) o por quienes sean los auténticos dirigentes.

    Sólo hay libertad para mítines comunistas con puños en alto e “Internacional” en pleno templo; sólo hay libertad para que sacerdotes renegados inviten a no bautizar y a no casarse; sólo hay libertad para comunistas y sus parientes en la Iglesia que padecemos, que padecíamos, porque conmigo que no cuenten.

    Más que nunca, yo, Lefebvre. Sin paliativos y muy convencido.

    ***

    A Tarancón

    Tarancón es incorregible. Desde que dijo que era hora de callar, que no para. Desde que dijo que la Iglesia no se metía en política ni debía meterse, él se mete semana tras semana, por lo que no es lógico en su proceder o es que no pertenece a la Iglesia, o cree que por ser el presidente del parlamento de obispos y auxiliares, tiene bula.

    Ahora se ha permitido enjuiciar a Franco, cuando debería levantarle un altar, ya que si no hubiera sido por Franco dudo, con poderosas dudas, que estuviera donde está. A mi modo de ver, Franco, como dice Tarancón y en esto coincidimos, “su interés en no enfrentarse con la Iglesia era una norma de gobierno básica en él”. Y en mi opinión, y no soy solo, de veras, errónea, fatalmente errónea. Quizá Franco tenía diez años de más cuando era hora de enfrentarse con la traición inenarrable de gran parte de la Iglesia española (es un decir), a quien todo, TODO, se lo debía y se lo debe. Dice Tarancón que “Franco era un hombre honrado y sinceramente cristiano, PERO CON AFÁN DE PODER”.

    Como desde Tarancón hasta Franco va más distancia que desde mí a Tarancón, si él enjuicia a Franco, yo lo hago con el famoso (en los periódicos) cardenal-arzobispo de Madrid, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y le digo que yo no sé (¿cómo voy a saberlo si ha cambiado como una media vuelta del revés?) si es un hombre honrado y sinceramente cristiano, pero lo que SÍ veo claro es que el afán de poder le domina hasta las narices. Recuerdo muy bien cuando él mismo nos hizo saber que, según “Paris-Match” era PAPABLE.

    Por lo demás, y siempre sin meterse en política (¿?), dice que la venida de Tarradellas es una acción muy hábil y positiva. Por lo visto, no recuerda quiénes oficialmente mandaban en Cataluña cuando se asesinaba a obispos y sacerdotes por el mero hecho de serlo.

    Cambio y cierro porque Tarancón me saque de quicio. Y su Iglesia.

    Ramón CASTELLS SOLER

    ​(*) "PATERNAL caballero de Roma": entiéndase el Santo PADRE

    ,
    Última edición por ALACRAN; 16/06/2023 a las 13:33
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  2. #102
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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

    Roma impone un arzobispo progresista a los zaragozanos

    101
    Revista FUERZA NUEVA, nº 551, 30-Jul-1977

    La venganza de Roma

    Ya cuando en el año 1972 la Hermandad Sacerdotal decidió convocar su asamblea anual en Zaragoza, monseñor Cantero Cuadrado, titular de la diócesis, comenzó a ser objeto de las iras del clero más progresista del Episcopado Español. Días después, cuando la citada Hermandad solicitó del Vaticano la bendición papal y éste les envió su más cortés negativa, muchos aragoneses, sinceros devotos de la Santísima Virgen del Pilar y nobles admiradores de la obra del padre Oltra, comenzamos a darnos cuenta “de dónde venían los tiros”. Pero monseñor Cantero, ya en un estado de edad bastante avanzado, se ha decidido a abandonar la diócesis cesaraugustana y retirarse a su Palencia natal.

    La subversión del clero español, siempre en ascendente marcha, había encontrado en monseñor Cantero una muralla infranqueable y sólida que, junto al carisma y rectitud de nuestro arzobispo, hacían de Zaragoza un verdadero “búnquer espiritual” y fortaleza inexpugnable frente a las marxistización del clero aragonés. Al parecer, el Vaticano, sabedor de todo cuanto acontecía a orillas del Ebro, ha recibido con regocijo y entusiasmo la dimisión del anciano prelado, y se ha decidido a aplicar a Zaragoza la más dura sanción que recuerdan nuestras bimilenarias piedras. Ni más ni menos que ha de ocupar la vacante, monseñor Elías Yanes, ex secretario de la Conferencia Episcopal y ex obispo de Oviedo. O lo que es igual, el Vaticano, conocedor de la tozudez que caracteriza a los maños, nos ha dicho: “Si antes no habéis querido taza, ahora taza y media”.

    Pero, ¿qué supone para Aragón el nombramiento de monseñor Elías Yanes para suceder a monseñor Cantero Cuadrado? Pues varias cosas. En primer lugar, se rompe una tradición secular, que consiste en que el nuevo prelado entre en la ciudad montado en una mula blanca, como venía haciéndose desde tiempos medievales. Era el símbolo evangélico de aquel Jesús recibido en triunfo. El pueblo, bueno y sencillo, salía a nuestras calles engalanadas para recibir al nuevo obispo, y el beso que éste depositaba en la “Pilarica” era un acto popular que hermanaba el nuevo prelado con Aragón y sus gentes. Elías Yanes no ha decidido si residirá en el Palacio Arzobispal, como se ha venido haciendo hasta la fecha, o vivirá en algún piso de la ciudad, para dar ejemplo de “voto de pobreza”. (…)

    Conocida la tendencia progresista de monseñor Elías Yanes, que a buen seguro habrá dejado secuela imborrable en Oviedo, se auguran fuertes tensiones en el seno del clero aragonés, habituado, por lo general, más a su labor evangélica que a las historias de la amnistía y de la política. No era menos de esperar. El Vaticano, consciente del “feudo de cristiandad” que se congrega alrededor de la basílica de Nuestra Señora del Pilar, ha decidido enviarnos a un obispo de los modernos, que muy bien pudiera haberse quedado en Oviedo, pues aquí, la verdad, no es que nos haga mucha falta.

    Y en otro orden de cosas, ¿por qué cuando las Provincias Vascongadas exigen obispos vascos el Episcopado les concede prelados de esas tierras, y en Extremadura, Galicia, Andalucía, Aragón… no se ejercita igual democracia? ¿O es que los no vascos o catalanes somos menos cristianos que ellos? (…)

    Jaime DE SAN GIL

    Última edición por ALACRAN; 21/06/2023 a las 12:54
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  3. #103
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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

    … “Fe cristiana frente a análisis marxista”

    102
    Revista FUERZA NUEVA, nº 551, 30-Jul-1977

    Pero, ¿dónde están los santos, los fundadores, los obispos y los teólogos que, a manera de lumbreras y crisoles, demuestran en nuestros días la fecundidad, la santidad, la espiritualidad sagrada del Concilio Vaticano II?

    FE CRISTIANA FRENTE A ANÁLISIS MARXISTA

    Lo que no osa, no quiere o no sabe ya hacer la Iglesia de Italia, de Alemania o de España, lo ha hecho la Iglesia de Francia, a través del Consejo Permanente de su Episcopado (v. “La Croix”, 7-VII-1977) y a través de su Comisión Episcopal para el Mundo Obrero (v. “La Croix”, 8-VII-1977).

    En Roma, es el Vaticano, es la Curia Pontificia, es la Suprema Jerarquía de la Iglesia católica, el Papa Pablo VI, quien, en estos años, en estos meses y en estos días de tamaña confusión, de tan cruel perplejidad, de tan profunda crisis en la Iglesia, debiera haber publicado para la cristiandad y para el mundo una encíclica o una serie de encíclicas que fueran como “luz del mundo y sal de la tierra”, a semejanza de lo que hicieran en tiempos similares sus predecesores, los cuales supieron atajar la descomposición que amenazaba a su Iglesia y la dispersión que amenazaba, como ahora, a los fieles católicos. Que si, efectivamente, después de cada Concilio reformador ha sobrevenido en la Iglesia un lapso de incertidumbre y de resistencias -como ahora ocurre-, también ha sido consiguiente con tales concilios, una pléyade de santos (reformadores, fundadores, doctores, etc.).

    ¿Dónde está la santidad producida por el Vaticano II?

    Pero, ¿dónde están los santos, los fundadores, los obispos y los teólogos que, a manera de lumbreras y crisoles, demuestran en nuestros días la fecundidad, la santidad, la espiritualidad sagrada del Concilio Vaticano II? ¿Dónde están las nuevas formas de vida religiosa, las nuevas congregaciones, las nuevas espiritualidades y escuelas sanas y sabias de teología homologables por la Iglesia? Dónde están las liturgias, los cantos sagrados, los ministerios, las asociaciones laicales, las fundaciones misericordiosas, las órdenes (militares, religiosas, contemplativas, asistenciales, apostólicas, etc.) que, como en otro tiempo, habrían de haber surgido en el nuestro, a consecuencia. del Concilio Vaticano II y para llevar a cabo la saludable reforma y evolución homogénea “(in eodem sensu eademque sententia”) de que sigue estando precisada la Iglesia hoy?
    Por toda respuesta al desafío colosal de nuestro tiempo, se producen en la Iglesia católica tímidas e insuficientes, aunque mayormente positivas, respuestas, como las de estos dos documentos, uno al menos de los cuales va a difundir ampliamente “L’Osservatore Romano”, en sus semanarios de diversas lenguas.

    La realidad de nuestra Iglesia actual consiste en que un teólogo como Hans Kung (que recusa la autoridad de la Curia Pontificia Romana para juzgarlo, después de haber negado en sus libros y en sus lecciones de cátedra dogmas católicos) se atreve a publicar un voluminoso libro en que plantea la cuestión de “¿Qué es ser cristiano?”, que traducen enseguida a nuestro propio idioma y, pocas semanas después, entrevistan al cardenal Tarancón para “Blanco y Negro” (13-VII-77), y cuando le preguntan: “¿Cuáles son los grandes temas que le preocupan más en estos momentos?”, responde la personalidad más representativa de la Iglesia madrileña y española: “En España tenemos una doble problemática, que es más bien de carácter interno. Precisar la identidad del cristiano. Ahora parece que el cristianismo es compatible con todas las ideologías y no es así. La Iglesia tiene que esclarecer lo que significa el ser cristiano”.

    Acontece, pues, en la Iglesia española lo que, según decía el cardenal Daniélou, sucede en las iglesias protestantes, a saber, que los teólogos van por delante y dirigen a los obispos. Cuando muchos están ya leyendo el libro de Hans Kung, poniendo en tela de juicio el ser del cristiano, el cardenal Tarancón, como si ya no supiera bien en qué consiste el ser cristiano, nos confiesa que lo que más le preocupa y la principal problemática de la Iglesia española consiste en “precisar la identidad del cristiano”, esclarecer lo que significa ser cristiano”, determinar con qué ideologías es compatible e incompatible el cristianismo. ¡Apaga y vámonos! Si el presidente de la Iglesia española, tras un Concilio como el Vaticano II, o a causa de sus secuelas, no sabe cuál es la esencia de lo cristiano y su especificidad, ¿cómo vamos a andar los católicos?

    “El Concilio Vaticano II fue una auténtica desgracia”

    Cuando el cardenal revela los lectores de “Gaceta ilustrada” (17-VII-1977) que “lo que le pasaba a Franco respecto a la Iglesia era que no acababa de comprender el cambio de ésta después del Concilio Vaticano II ni la evolución que ésta llevó a cabo. Franco siempre creyó que el Concilio Vaticano fue una auténtica desgracia”, algún que otro lector puede que concluya para su coleto: “Pues si merced al Vaticano II ya no se conoce “la identidad cristiana” y “la Iglesia tiene que esclarecer lo que significa el ser cristiano”, ¡qué razón tenía Franco y que sinrazón tiene el cardenal Tarancón, el cual admite en su pastoral sobre el obispo que un seglar puede darle lecciones a un obispo!” (…)

    La Iglesia, apática frente al análisis marxista

    Y lo que más me desespera y desmoraliza es que cuando el papa Pablo VI, el cardenal Tarancón, los obispos españoles, los obispos franceses, italianos, americanos, los teólogos de todo el mundo debieran servirme y servirnos una crítica seria, tanto científica como tecnológica, de ese análisis y, sobre todo, un análisis cristiano del marxismo y del mundo actual -cosa que teníamos derecho a esperar de una carta encíclica o de estos comunicados de los obispos franceses-, por el contrario, nos encontramos con la pasividad de los pastores de la Iglesia, con la superficialidad con que tratan este análisis y sus consecuencias políticas, económicas y religiosas o, lo que es peor, nos tropezamos con una secreta complicidad, permeabilidad o corrupción de las mentes eclesiásticas, de nuestros mentores, sean pastores, sean teólogos, sean intelectuales católicos. El cardenal Tarancón llega a pensar que con el “marxismo o con el comunismo… “una coexistencia pacífica es lo único que se puede intentar”; y que “de cara al futuro el único régimen posible es “un socialismo a base de un humanismo cristiano” (“Gaceta Ilustrada”, cit.).

    ¿Puede haber un derrotismo, una claudicación mayor por parte de la Iglesia que la confesada o preconizada por el cardenal Tarancón? (…) Estamos, con las palabras del cardenal Tarancón y de los obispos franceses, palpando las erróneas y desastrosas consecuencias de proponer a los hombres de nuestro tiempo una interpretación acatólica, mundana, alejada de los datos y criterios de la divina Revelación.

    “Nadie puede ser católico y verdadero socialista”

    Basándose en los datos de la divina Revelación y en la doctrina larga y sólidamente conquistada por la Tradición cristiana, estableció Pío XI en la “Quadragesimo Anno”, de una vez para siempre: “Aun cuando el socialismo, como todos los errores, tiene en sí algo de verdadero (cosa que jamás han negado los Sumos Pontífices), se funda sobre una doctrina de la sociedad humana propia suya, opuesta al verdadero cristianismo. Socialismo religioso, socialismo cristiano, implican términos contradictorios: nadie puede ser a la vez buen católico y verdadero socialista” (BAC. Doc. Soc.” Quadr. Anno” 120, pág. 752). (…)

    Lo más grave no es que el cardenal Tarancón ignore el término a que conducen esas utopías del socialismo basado en el humanismo cristiano, después de haberse producido la experiencia de Marc Sangnier, condenada por San Pío X. Esta utopía fue resucitada no sólo en el pensamiento de J. Maritain (sobre todo en “Humanisme integral”), sino en la práctica de las democracias cristianas de todo el mundo y en los Cristianos por el Socialismo de hoy. Tales utopías obtienen finalmente tantos fracasos políticos espectaculares en todo el mundo (de Bidault a Fanfani, pasando por Frei, Ruiz-Giménez y Gil-Robles) como suspensiones “a divinis”, cual es el caso de los clérigos Girardi y Franzoni, paladines del “socialismo basado en el humanismo cristiano”, con el que sueña nuestro indocumentado cardenal.

    Los obispos franceses recaen en la misma utopía

    Lo más grave es que, a vueltas de sus innegables aciertos de expresión, los obispos franceses recaen en la misma aberración, víctimas de esa propensión en la Iglesia de hoy a aceptar conjuntamente la tesis y la antítesis, Cristo y Belial, lo pagano y lo cristiano, contra el criterio revelado por San Pablo a los corintios: “No os unáis en yunta desigual con los infieles. ¿Qué consorcio hay entre la justicia y la iniquidad? ¿Qué comunidad entre la luz y las tinieblas? ¿Qué concordia entre Cristo y Belial? ¿Qué parte del creyente con el infiel? ¿Qué concierto entre el templo de Dios y los ídolos? Pues vosotros sois templo de Dios vivo” (2 Cor. 6, 14-16). (…)

    Lo lógico, lo moral, lo eclesial, es que los teólogos y los obispos acabaran de elaborar esa doctrina social de la Iglesia basada en los datos de la fe y que no es ni liberal, ni socialista, ni ecléctica, y que los católicos, en lugar de estar enfrentados entre sí, sirviendo libremente las diversas y contrarias u opuestas jugadas del “tablero político” de los ateos, se asociaran para plasmar el ideal de esa nueva cristiandad o doctrina social de la Iglesia, que los obispos hoy reniegan al inculcarnos la libertad de servir cualquier proyecto ateo de política de partido, sin excluir absolutamente la política marxista. Si el Papa y los obispos ya no quieren declarar apartado de la comunión cristiana a todo aquel que coadyuve con los partidos o conatos o proyectos de socialismo marxista, es que consienten la doblez -la coexistencia de la tesis y su antítesis- de afirmar teóricamente que el cristianismo es incompatible con el marxismo, pero que en la práctica se puede ser marxista y cristiano, socialista y cristiano, como pretende el cardenal Tarancón.

    El mensaje de las bienaventuranzas y este mundo

    Otra concesión al espíritu mundano que hacen estos obispos es la de afirmar cobardemente que “los fascismos -que ya no hacen mal a nadie, porque carecen de poder político- y los totalitarismos -sin que osen decir “los socialismos y comunismos”- no pueden coexistir con el mensaje de las bienaventuranzas”. La verdad es que si uno considera el mensaje de las bienaventuranzas encuentra que es compatible con todo, porque nos llama, no a un proyecto político de “socialismo basado en el humanismo cristiano” (como Maritain), sino a un paraíso en el otro mundo, si, en este mundo, somos pacientes, sufridos, mansos, si no ponemos nuestro empeño en un paraíso terrenal sin injusticias ni desigualdades.

    En resolución: que, como hemos visto por estos y podríamos ver por otros pasajes de las manifestaciones del cardenal Tarancón y de los obispos franceses, no se nos analiza el mundo actual con la criteriología específicamente cristiana, ni se nos propone un ideal de vida civil transfigurado con las virtudes y motivaciones que se nos proponen en la divina Revelación. Los cristianos, la Iglesia, seríamos una pobre gente a remolque del esfuerzo puramente profano de los nuevos “prometeos” o “sísifos” que, en nuestro tiempo, andan tras el ideal imposible de un paraíso terrenal, en que no habría Dios, en que no se necesitaría de Dios, como el paraíso que trató de lograr Adán, tras la tentación diabólica (“seréis como dioses”).

    Parece como si la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II, en lugar de cristianizar el mundo, se hubiera empeñado en mundanizarse, para no tener conflictos con el mundo.

    Eulogio RAMÍREZ



    Última edición por ALACRAN; 21/06/2023 a las 12:57
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  4. #104
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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

    Crisis de fe en esta Iglesia

    103
    Revista FUERZA NUEVA, nº 552, 6-Ago-1977

    Crisis de fe en esta Iglesia

    Se queja el cardenal Tarancón de que en España se da una crisis de fe, que comienza por “una pérdida de la fe en la Iglesia” casi siempre, sin entrar en el análisis a fondo de las causas de esa pérdida de credibilidad de la Iglesia, que sería debida a lo humano de esa Iglesia. ¡Como si lo humano de la Iglesia fuera necesariamente pecaminoso! ¡Y como si, en atención a la humanidad de la Iglesia, hubiéramos de disculpar su actual descomposición, que el teólogo Louis Bouyer atribuye al hecho de que hoy están “los clérigos y religiosos contra Dios”! Bouyer es nada menos que miembro de la Comisión Teológica Internacional que asesora a la Curia vaticana, y en “La descomposición del catolicismo” recogía la opinión de que la Iglesia católica habría desaparecido, como tal, 25 años después del Vaticano II. ¡Tan grandes eran en ella los progresos del luteranismo, que Pablo VI reconoció ante monseñor Morcillo, como me manifestó el difunto arzobispo de Madrid!

    A mí se me antoja, analizando más a fondo, que, al menos en España, no es el cardenal Tarancón el menos responsable de esa crisis o pérdida de la fe en esta Iglesia que él preside, no en la Iglesia perenne de antes y de después del cardenal Tarancón y de Pablo VI.

    En efecto, el cardenal Tarancón ha contribuido más que ningún otro obispo español a crear difusa, pero eficaz, la idea de que la Iglesia estaba equivocada antes del Vaticano II y de que en España la Iglesia, que ahora es distinta, ya no se equivoca desde que él la preside y “prestigia”, puesto que nunca se habló por el extranjero, como ahora se habla, de un cardenal español que sería “papable”, el propio arzobispo actual de Madrid, dada su notoria adaptación a una mundanidad en que se encontrarían a gusto lo mismo los liberales y masones que los socialistas y marxistas, los mahometanos y los luteranos.

    Dado el comportamiento y las proposiciones irenistas del cardenal Tarancón (que nada reprueba, por heterodoxo que sea, en su diócesis), no es extraño que cunda no ya la crisis de fe en la Iglesia que él representa y preside, sino el indiferentismo religioso y, en último término, el ateísmo. La Iglesia, merced a él, ya no es en España obstáculo, sino incremento para el ateísmo marxista y secularista, como han reconocido públicamente desde la Pasionaria a Santiago Carrillo.

    Una muestra insigne de lo que vengo diciendo se desprende de la comparación de las Cartas Apostólicas del Nuevo Testamento con las “cartas cristianas” del cardenal Tarancón.

    Debiera esperarse que el arzobispo actual de Madrid, si pretende ser no más que el “custodio de la fe” de San Pedro y San Pablo y no predicar otro Evangelio que el de los Apóstoles (como es debido, según el testimonio del propio San Pablo), repitiera para los fieles de Madrid, actualizándolo, el mensaje, las preocupaciones, los sentimientos, “la actitud” (como dicen ahora los teólogos luteranizantes) de las Cartas Apostólicas del Nuevo Testamento. Pero nada más lejos del contenido de la fe (que los Apóstoles inculcaban a sus discípulos, a través de las Cartas Apostólicas) que las “cartas cristianas” semanales del cardenal Tarancón.

    Las Cartas Apostólicas neotestamentarias inducen a unos cristianos a la paciencia en las tribulaciones y aun frente a las injusticias, al paso que a los otros cristianos les inducen a la largueza en la limosna, a la caridad (es decir, a dar, llegado el caso, incluso más de lo justo, como el buen samaritano), por amor de Dios y sin que en ello intervengan razones de justicia social y de derechos humanos.

    Las Cartas Apostólicas inculcan a los unos la obediencia al César y a los amos exigentes e injustos (porque gusta el Señor que el cristiano dé testimonio de mortificación, como él mismo lo dio en la Cruz, según manifiesta San Pedro), sin recurso a la masónico-liberal teoría de los derechos humanos. A los otros, esas Cartas Apostólicas les impelen a tratar a sus súbditos y esclavos como si fueran Dios, apelando sólo al sistema de deberes humanos católico.

    El proceder del arzobispo de Madrid y de otros obispos y sacerdotes que no sintonizan con las preocupaciones y doctrinas de Jesucristo y de sus Apóstoles plantea, por consiguiente, a los españoles la cuestión siguiente:

    ¿A quién he de creer, al cardenal Tarancón o a los Apóstoles? Lo cual se reduce hasta otra cuestión implícita en la mente de Bossuet y de Balmes:

    Si la Iglesia se ha equivocado antes del cardenal Tarancón, ¿qué crédito puede merecerme ya en adelante? ¿Y cómo discernir lo que en el cardenal Tarancón procede del Espíritu Santo frente a lo que procede de su propio espíritu humano, si no es contrastando las enseñanzas de este cardenal de hoy con las enseñanzas de la Tradición eclesiástica perenne?

    Por si fuera poco, estos obispos no se reconocen en el deber de responder a nuestros requerimientos para que declaren el “Syllabus” de los errores actuales ni el Símbolo o Credo de lo que hemos de admitir si queremos ser católicos verdaderamente.

    ¿Cómo no va a haber crisis de fe en la Iglesia y en Dios si los obispos quieren que queden difusas las lindes que separan lo católico de lo acatólico, la verdad del error, lo justo de lo inicuo?

    Eulogio RAMÍREZ


    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  5. #105
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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

    Los obispos confesaban “haber jugado limpio” tras las primeras elecciones de la democracia juancarlista...

    104
    Revista FUERZA NUEVA, nº 554, 20-Ago-1977

    “Hemos jugado limpio”

    El que ahora nuestros obispos digan que han jugado limpio, ¿quiere decir que antes han jugado turbio? ¿O, simplemente, que han jugado cuando tenían que estar fuera del juego?

    De todos modos, no sé cómo se atreven a decir desde la prensa algunos de nuestros jerarcas que en su tarea pastoral, ante el poder temporal, “han jugado limpio”, cuando uno puede demostrar que se ha jugado con tan poca limpieza o elegancia que puede que no haya etapa alguna a lo largo de nuestra historia eclesial tan desafortunada en su pastoral como la de los últimos años.

    Porque si miramos el problema desde el punto de vista de sus pastores, con la obligación de “confirmar a los hermanos en la fe”, no sólo no los han confirmado, sino que los han confundido. La Iglesia española desde hace años, con muy pocas excepciones, vive a oscuras por falta de la luz que no dan los que Cristo puso para darla, con la agravante de que no sólo no la han dado, sino que no han impedido la siembra del error y la oscuridad, como asegura hasta la gente más sencilla.

    Y cualquiera que los oiga hablar o lea sus escritos dirá que vivimos en el mejor de los mundos: que la vida de la Iglesia se desenvuelve con toda normalidad; que los fieles están muy atendidos en sus necesidades espirituales; que oyen con frecuencia la palabra divina (…) Pero la realidad es que, en general, nunca han estado los fieles, tan descuidados en todo esto como ahora.

    El rebaño de Cristo jamás ha dado la impresión que hoy está dando de que se trata de ovejas sin pastor. Cada uno ha de arreglárselas como pueda y buscar lo que necesita donde Dios le dé a entender. Sin ir más lejos, en estos últimos tiempos, los católicos han quedado sin la orientación clara y segura que siempre tuvieron. Sólo los no creyentes sabían lo que tenían que hacer; los católicos no lo sabían y hasta habían recibido orientaciones contradictorias.

    Y si nos fijamos en la predicación sagrada, nunca fue tan escasa y tan poco sagrada como la de ahora; nunca se enseñó a los niños tan poco catecismo, a pesar de haber tantos catecismos; nunca hubo tanta ignorancia de la doctrina cristiana, pues son muchos los que no saben nada de nada, ni las oraciones más corrientes, ni el Credo ni los Mandamientos o su alcance.

    La familia cristiana vemos cómo se está descomponiendo por muchas causas, algunas de difícil remedio, pero otras no tan difíciles de remediar. ¡Es más fácil cruzarse de brazos!

    Los seminarios -muchos- se han convertido en focos de activistas del comunismo, sin que se vea remedio alguno ni se les cierre, que sería lo más acertado.

    La moralidad pública se ha hundido -y puede hundirse más- ante la indiferencia de nuestros jerarcas, como si la cosa no fuera con ellos o ellos nada tuvieran que decir, como cuando se proclaman como la “conciencia crítica de la sociedad”, al paso que la sociedad se está convirtiendo en la “conciencia crítica de la Iglesia”. ¡A ver quién gana! (…)

    Y sí, como vemos, han jugado turbio en las cosas de su misión pastoral y nos fijamos en el juegos que ellos dicen “limpio” de sus relaciones con el “poder temporal”, la falta de limpieza es tan notoria que no es posible ocultarla porque:

    Jamás Gobierno alguno de España ha merecido un trato tan innoble como el que ha recibido el Régimen desaparecido por parte de una jerarquía que, no sólo por agradecimiento, sino por justicia, debió tratarle con más nobleza y honradez, pues se trata de la jerarquía de la Iglesia de Cristo, que tiene la misión de santificar las almas sin entrar en ningún juego político. Una jerarquía que ha cultivado la subversión desde los templos, convertidos en focos demoledores del poder político; desde las homilías, verdaderos mítines revolucionarios; desde las clases de religión en los centros de enseñanza, clases de la impiedad más descarada, que han convertido a una gran parte de la juventud en la más pervertida que ha conocido España en su ya larga historia de vida cristiana.

    ¡Va a serles muy difícil demostrar que su actuación frente al poder temporal ha sido limpia, honesta y honrada! Muy pocos se lo van a creer.

    De lo que sí estoy seguro es de que los políticos del presente y los del futuro van a templar menos gaitas con la Iglesia que los del pasado.

    M. DIAZ

    Última edición por ALACRAN; Hace 2 semanas a las 20:05
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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    Re: Tarancón y su Iglesia en la "transición": al servicio de los enemigos del catolic

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    Claudicación en la Iglesia

    105
    Revista FUERZA NUEVA, nº 555, 27-Ago-1977

    Claudicación en la Iglesia

    En 1936 fue la Iglesia uno de los factores decisivos del renacimiento español. Ella supo inspirar el espíritu de Cruzada a unos españoles que veían, a la vez que destruidos los templos, perseguida la religión, asesinados los sacerdotes y atropellada la dignidad humana. Se luchó, se murió y se venció por Dios y por España. No era retórica hueca, sino sentimiento profundo de un pueblo cristiano que se lanzó a combatir por su supervivencia.

    El bando rojo no fue solo consciente de este hecho, sino que voluntariamente lo provocó, al propugnar, como uno de sus objetivos principales e inmediatos, el exterminio del catolicismo. Hoy, con hipocresía que produce náuseas, se intenta separar el componente religioso del desarrollo general de la guerra, como si pudieran enterrarse sin coronas los 10.000 eclesiásticos asesinados, olvidarse los templos arrasados y ocultar que, en la que fue zona roja, quedó suprimido el culto religioso en todas sus manifestaciones.

    Un oportunismo falaz y antievangélico ha llevado a ciertos sectores eclesiásticos a merecer, mediante claudicaciones, la benevolencia del comunismo triunfante con la URSS en la segunda guerra mundial. Mientras se busca con candil un católico de virtudes heroicas que haya sido ejecutado en una cárcel nazi para canonizarle, se cubre con el telón de la negra cobardía el nombre de los miles de sacerdotes, monjas y seglares que han sido víctimas de la persecución roja en España, en Polonia, en Cuba o en la propia URSS. Los mártires ya no suben a los altares en nombre de Cristo, sino con la previa aprobación de los perseguidores que se han propuesto exterminar el cristianismo. De Roma a Madrid y de La Habana a Budapest un viento de traición y cobardía sopla sobre cabezas que fueron ungidas para el ejemplo y el martirio.

    Nadie quiere reconocerlo. Se oculta la cabeza bajo el ala de “los signos de los tiempos” o se intenta cubrir con el menosprecio el cuerpo ensangrentado de los mártires, para que no entorpezcan las francachelas clérico- marxistas. “La verdad da miedo”, escribió Gabriel Marcel en el prólogo al libro de André Martin “Los creyentes en la URSS”. Un libro en el que puede leerse: “La destrucción de las iglesias en la URSS, sin precedentes, incluso en la época staliniana, ha coincidido con la aproximación de Moscú y Roma, en el transcurso del Concilio… Lo que es más grave todavía, es la pérdida de prestigio de la Santa Sede, considerada durante largo tiempo como la conciencia del mundo”.

    Si de verdad ciertos clérigos tuvieran fe, a más de uno debería estremecerle que, en el momento de dar cuenta de su conducta en la tierra, el Señor le preguntara: “¿Con quién estuviste en los días de la persecución, con los que murieron por mí o con sus verdugos?” Pero como los vemos tranquilos y sonrientes, hay que suponer que piensan en otra cosa.

    Juan NUEVO


    Última edición por ALACRAN; Hace 1 semana a las 18:31
    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

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