En la Península, en Nueva España o en Nápoles era típico el grito de "¡Viva el Rey y muera el mal gobierno!" cada vez que había algún levantamiento.
En la Península, en Nueva España o en Nápoles era típico el grito de "¡Viva el Rey y muera el mal gobierno!" cada vez que había algún levantamiento.
Invasiones inglesas
“Esos grupos de obediencias inconfesables sembraron la ideología balcanizadora de la Ecumenidad Hispánica, maniobrando para conducir totalitariamente la política con la “panacea” del constitucionalismo liberal. Para ello utilizaron instrumentos que iban desde los diplomáticos hasta los simples viajeros espías (…) El Plan del “Precursor” estaba coordinado con una tentativa de conflagración continental preparado en Inglaterra”
Detalle de la obra “Asalto de los Ingleses a la brecha de la Ciudadela” del artista Edward “Francisco” Burney. Toma de la Ciudad de Montevideo el 3 de febrero de 1807, durante las Invasiones Inglesas
Artículo de Luis Alfredo Andregnette Capurro publicado el 22 de enero de 2012 en la web “Crítica revisionista” (tomado de la bitácora “El Blog de Cabildo”).NOTA: Las opiniones y expresiones vertidas en este artículo corresponden exclusivamente a su autor y no deben interpretarse necesariamente siempre como un posicionamiento de nuestro sitio web Hispanoamérica Unida.
Todo lo que existe sólo puede comprenderse con la perspectiva que nos ofrece el pasado. Así en los hombres como en los pueblos. Ya lo decía el poeta: “sólo orillas somos y en lo hondo de nosotros corre / sangre de lo que fue / fluye hacia quienes vendrán / sangre de nuestros ancestros, llena de orgullo e inquietud…” La verdad nos dice con alta voz que “venimos del ayer”. Lo Cristiano Americano, la Patria Grande, son claros frutos de la boda de sangre entre las Españas de Yugo y Flechas con la Roma Católica.
Por ello el Misterio de Iniquidad encarnado en la pérfida Albión se lanzó a despedazarlo. Largo es el rosario de agresiones. En un principio fue Francis Drake con sus saqueos, robos y profanaciones. Luego hizo pie en el Caribe cuando ocupó Jamaica y Honduras y atacó Darien en el siglo XVII, agresión que se repitió con Walpole contra Panamá. En los siglos siguientes aceleró su acción con sectarios pertenecientes a una central ideológica esotérica y juramentos secretos e incondicionales. Las monedas de Judas hicieron el resto, y algunos de esos traidorcitos sin tener conciencia de que nuestra historia es pasión, prometieron a cambio de armas y oro incorporar el Reino de Santa Fe de Bogotá, Maracaibo, Santa Marta y Cartagena a los dominios de Su Majestad Británica.
Esos grupos de obediencias inconfesables sembraron la ideología balcanizadora de la Ecumenidad Hispánica, maniobrando para conducir totalitariamente la política con la “panacea” del constitucionalismo liberal. Para ello utilizaron instrumentos que iban desde los diplomáticos hasta los simples viajeros espías. El caso de Francisco Miranda, agente de Mr. Pitt, invadiendo Venezuela desde puertos yankees, fue sintomático. El Plan del “Precursor” estaba coordinado con una tentativa de conflagración continental preparado en Inglaterra.
El historiador Oriental Felipe Ferreiro, primero en mostrar a la posteridad la secreta conspiración, señaló el importante dato de que “todos los centros adecuados para el incendio general difundirían la versión falsa pero no increíble de que el Trono de las Españas había quedado vacante”.
Versión que podía perdurar sin rectificaciones hasta que la hoguera se extendiese en virtud del dominio de los mares detentado por la Home Flete de Jorge III. La llegada a Buenos Aires de Santiago Burke, ex oficial prusiano amigo del Premier Mr. Pitt, es ejemplo de un espía con toda la barba.
En la capital virreinal trabó contacto con corresponsales de Miranda, entre los que se contaba Saturnino Rodríguez Peña, el futuro secretario de la Infanta Carlota, doctor Presas, y Aniceto Padilla. Detrás de Herr Burke llegó Home Rigss Popham. Venía desde el Cabo de Buena Esperanza con un plan fundamentado en la creencia de “que los nativos estaban muy cerca de la rebelión… y se les podía ganar ofreciéndoles un gobierno liberal”.
Con los hombres del general William Carr Beresford se hizo dueño de Buenos Aires. El golpe asestado en junio de 1806 no fue ni el primero ni el último. El objetivo dominador lo planteó el general inglés William Miller, de gran actuación en el Perú, quien en sus “Memorias” y al referirse a las invasiones de 1806 y 1807 señaló: “Si los ingleses hubieran considerado los acontecimientos locales del país no habrían intentado ocupar Buenos Aires y limitado sus esfuerzos a la posesión de Montevideo, que es la llave del Río de la Plata. De esta plaza podrían haber hecho el Gibraltar de las costas occidentales del Imperio español”.
La pretensión de los jefes militares (Popham y Beresford) de imponer el control británico convirtió los nuevos ataques filibusteros contra Buenos Aires y Montevideo en un desastre.
En 1812, (ya iniciada la Guerra Civil que conocemos como “de la Independencia”) Lord Strangford, en un aparente cambio de la política de Londres, impuso la retirada de las fuerzas portuguesas de la Banda Oriental y envió a su instrumento, don José Rademaker a Buenos Aires para que al acordar la Paz planteara la posibilidad de la Independencia de Montevideo y su jurisdicción aunque dependiendo del gobierno de Cádiz, notorio títere de la masonería inglesa.
La propuesta no se concretó: “Inglaterra, según lo declaraba Lord Castelreagh, debía dirigir su política estableciendo gobiernos locales amigables con los cuales esas relaciones comerciales puedan subsistir, cosa que por si sola constituye nuestro interés”.
Canning y Palmerston en algunos años pondrían en práctica estos principios básicos de la maquiavélica política del Foreing Office. El control de los mares, amén de maniobras diplomáticas y logistas, hicieron imposible la reconstitución del Imperio Católico de las Españas. Acuerdos comerciales y millones de libras esterlinas en préstamos con estilo Shylok, satelizaron al continente y pagaron el reconocimiento de la dolorosa ruptura.
Al promediar la década de 1820 Canning pudo decir: “La América española es libre y si no administramos mal nuestros negocios, ella será inglesa”.
La guerra de 1826 entre Brasil y las Provincias Argentinas por la federal Banda Oriental que deseaba seguir integrando la Patria Grande, podía convertirse en un desastre inglés. Ello hizo que Londres se volcara para obligar a los contendientes a buscar una solución. Esta no fue otra que la expuesta por el “mediador” Mr. Ponsomby con su socio comercial y agente secreto el Oriental Pedro Trápani. La clave estuvo en una república independiente, verdadero Estado Tapón ubicado en la desembocadura del considerado estuario lo que convertiría a la región en un canal de entrada para la Home Fleet y los intereses británicos. Se intentaba cerrar así el camino a Francia y a la naciente presencia norteamericana con un estratégico Gibraltar en la Cuenca de la Platania.
Ni corto ni perezoso, el Coronel John Forbes, Encargado de Negocios yankee en Buenos Aires, escribía al Secretario de Estado Mr. Henry Clay “sobre el intento inglés de crear una colonia disfrazada”. Sin embargo las hábiles maniobras del Lord llegaron a buen destino en 1828. Presionando a Buenos Aires y al Janeiro se firmó la Convención Preliminar de Paz en la que Lord Ponsomby consiguió fuera aceptada la amputación de la estratégica Provincia Oriental. Se daba un nuevo paso hacia la balcanización de nuestra ecumenidad. Primero había sido el Paraguay, luego el Alto Perú, en ese agosto del desgraciado año 1828, la Provincia insignia de José Artigas. Luego se intentarían otras rupturas como las planeadas por el nefasto Florencio Varela cuando escribió: “Lo importante para Entre Ríos y Corrientes es prosperar. Para eso no interesa si son Provincias argentinas o un Estado Independiente”. El mismo “personaje” que con su hermano Juan Cruz aconsejaran el fusilamiento del Coronel Manuel Dorrego, el gobernante que resistió la “solución” Ponsomby.
Así estaban las cosas, cuando en 1832 el Almirantazgo decidió las medidas “para ejercer el derecho de soberanía de Guillermo IV en las islas Falklands”. La comisión fue cumplida por “marines” desembarcados de la Fragata “Clío”, los que izando la bandera británica comenzaron la construcción de una base militar. Era el 2 de enero de 1833. Veintiséis meses después don Juan Manuel de Rosas asumía el gobierno de Buenos Aires con la Suma del Poder Público y además como Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. De ahí en más su nombre fue símbolo hispanoamericano para “quienes querían seguir hablando español y rezando a Jesucristo”. Su “Sistema Americano” reconstructor de la Patria junto a la Ley de Aduanas de 1835 fueron las armas con las que se opuso a la dependencia económica “que implicaba el liberalismo unido a la ética utilitaria de Bentham”. El accionar armado estaba previsto en un informe del Foreing Office con fecha de 1842, el que sin pudor decía: “En lo que respecta a Gran Bretaña como sus intereses están tan mezclados con su poderío político resulta necesario apuntalar unos a los efectos de mantener lo otro”.
Poco después, en la República Oriental, el Presidente General Manuel Oribe, ponía un cinturón de hierro al Montevideo donde el Almirante Mr. Purvis defendía con sus cañones al iluminismo de ambas orillas. Ante esas murallas se enfrentaron los orientales argentinos con las legiones extranjeras, durante nueve largos años. La inevitable intervención de 1845 fue contestada por el General Rosas con digna altivez en la Vuelta de Obligado, donde se encadenaron las aguas para que siguieran siendo nativas. Rudo combate por la soberanía. Los éxitos del Opio chino no se repitieron en el Plata. Era un nuevo fracaso para las agresiones inglesas en estas latitudes. Pero sobrevino el desastre de Caseros y con él los cambios que hicieron posible la realidad de la profecía de Canning.
La afirmación se aplica a ambas márgenes del Plata, haciéndose necesaria alguna cuartilla más. Tal como decía don Julio Irazusta: “Necesario recuerdo de las circunstancias que contribuyeron a la formación de una política antinacional que corrompe a los buenos e impide la redención de los malos”.
Fuente:
Invasiones inglesas | Hispanoamérica Unida
Aquí hay un buen artículo que habla de algo que todos en este foro ya sabemos. Y aunque no estoy de acuerdo con lo del “terrible genocidio causado por la Conquista y la dominación colonial”, pues justamente el artículo demuestra lo contrario; ni con llamarle “Periodo Colonial” a los siglos de virreinato, todo lo demás es esclarecedor.
MIGUEL LEÓN-PORTILLA. DOS SIGLOS DE INJUSTICIA
El libro de Miguel León Portilla Independencia, Reforma y Revolución, ¿y los indios qué? (Conaculta-UNAM, 2011) representa una reflexión crítica sobre la historia de la nación y del Estado mexicano especialmente en torno a tres momentos claves: la Independencia, la Reforma y la Revolución. La tesis principal que sustenta con sólidos argumentos a lo largo de los capítulos del libro es que, no obstante que los pueblos indígenas han sido los principales agentes de la Independencia y la Revolución, los indios no sólo no han mejorado su condición social, jurídica y política, sino que ha empeorado, pues en muchos aspectos los pueblos originarios tenían un mayor reconocimiento cultural, jurídico y político durante la dominación colonial que en el México independiente. Ante esta situación la pregunta que surge es ¿Independencia de quién y para qué?, ¿Reforma de qué y contra quién?, ¿cuál Revolución?
Del balance de lo que han dejado la independencia la Reforma y la revolución a los pueblos indígenas durante doscientos años, Miguel León Portilla saca dramáticos saldos: si bien, con el proceso de Independencia dio como resultado la formación de un Estado independiente, no logró consolidar su principal fundamento: una nación auténtica e incluyente de la diversidad de pueblos y culturas que constituyen la población mexicana. Pese a los esfuerzos de los gobiernos liberales decimonónicos, incluyendo los de la Reforma, por crear y consolidar desde el Estado una nueva nación homogénea, esencialmente mestiza, para principios del siglo XX, los intelectuales más desatacados como Justo Sierra y Andrés Molina Enríquez reconocían el fracaso, pues no existía una unidad nacional. Para Molina Enríquez lo que había era una pluralidad de patrias indígenas, pero no una nación mexicana. No obstante, tanto él como la mayoría de los liberales insistieron en el proyecto mestizo, excluyente de lo indígena y de la diversidad. Un siglo después, esto es en nuestros días el fracaso del proyecto mestizo de nación es aún más grave. Al menos y a penas la Constitución mexicana reconoce a partir de 1992 el carácter multicultural de la nación, nación que aún está por construirse y que constituye una de las demandas más importantes no de la clase política, ni de los gobiernos, sino de los movimientos indígenas.
Si bien la Reforma logró consolidar un Estado laico y estableció un conjunto de garantías individuales, no tuvo consideración alguna respecto a los derechos colectivos de los pueblos indígenas, ni para sus identidades culturales y formas de vida. Por el contrario, se desarrolló una política de etnocidio a través de una política agraria basada en la privatización de las tierras comunales de los indígenas, de una política educativa y cultural centrada en el exterminio de las lenguas originarias y de la imposición del español en toda la población mexicana e, inclusive en una política poblacional que fomentaba el mestizaje para “blanquear” a las razas indígenas y constituir una población mestiza Un defensor del proyecto mestizo de nación como Molina Enríquez deploró los efectos desastrosos de la Ley Lerdo de desamortización de los bienes de corporaciones civiles y religiosas sobre las paupérrimas condiciones de vida de los indígenas, en su mayoría campesinos. Ciertamente estos efectos se convirtieron a su vez en una de las causas principales del agrarismo durante la Revolución mexicana iniciada en 1910.
Si bien la Revolución mexicana se propuso establecer un régimen democrático y procurar la equidad social, el régimen posrevolucionario resultó tan autoritario como el porfirista y salvo durante el gobierno de Lázaro cárdenas no hubo una restitución y reparto importantes de tierras a los indígenas, que ni siquiera fueron reconocidos como tales, sino insertados en la genérica clase social de los campesinos. Los pueblos indígenas gozan hoy en día de menos libertades y derechos que los que tenían en tiempos de la dominación colonial. En este sentido, hay una clara convergencia entre Miguel León Portilla y Carlos Montemayor, quien en su libro Los Pueblos indios de México hoy afirma: “El liberalismo mexicano destruyó más comunidades en un siglo de las que la Colonia destruyó a lo largo de trescientos años”.
A lo largo de los breves y consistentes diez capítulos que conforman el libro, Miguel León Portilla sustenta estos saldos negativos de la historia del México independiente con sólidos argumentos basados en evidencia histórica, antropológica y sociológica. Veamos algunos de estos argumentos.
En los primeros tres capítulos se desarrolla una línea de argumentación de carácter socioeconómico que muestra el agravamiento de las ya deterioradas condiciones de vida de los pueblos indígenas durante el primer siglo del México independiente. Al terrible genocidio causado por la Conquista y la dominación colonial, que nuestro autor ha tratado como ningún otro, le sucedió una política etnocida en el México independiente que en el término de un siglo redujo la presencia de la población indígena de más de un 50 por ciento de la población total de México en 1810 a un 30 por ciento y para 2010 a menos de un 15 por ciento. Pero lo más grave es la pérdida de autonomía de los pueblos indígenas durante el México independiente: En 1805 el 90 por ciento (2.7 millones) del grueso (3 millones) de la población indígena del país (3.5 millones) que habitaba en la región centro y sur vivía en pueblos indígenas que por su autonomía eran conocidos como “repúblicas de indios” por el derecho indiano. Para principios del siglo XIX había casi 5000 “repúblicas de indios”. Esas repúblicas estaban basadas en la propiedad comunal de la tierra, que provenían de los antiguos altepetl que eran la unidad sociopolítica básica de los antiguos la, mayoría de los reinos prehispánicos del centro y sur del territorio. Al abolirse la propiedad comunal con las leyes de reforma y con otras políticas sociales y económicas se destruyeron los espacios de autonomía que la mayoría de los pueblos indígenas habían logrado preservar durante tres siglos de dominación colonial. La mayoría de los indígenas se quedaron sin tierra, sin comunidad, convirtiéndose en peones y asalariados, en indios desarraigados: innegablemente —nos dice el autor— la disolución de no pocas repúblicas de indios, antiguos altepetl, condujo a la asimilación de sus miembros en el conjunto de la sociedad nacional, dando lugar al incremento de los mestizos y también de los indios desarraigados. Quedaron éstos excluidos de sus antiguas comunidades y rechazados muchas veces como inferiores por aquellos mismos que habían puesto en marcha el proceso dirigido a su asimilación.
Para Guillermo Bonfil Batalla este complejo y contradictorio proceso de desarraigo-asimilación-marginación-desprecio ha dado lugar a una profunda división entre el “México profundo” conformado por descendientes de los pueblos originarios, ya en su mayoría mestizos, pero igualmente excluidos del progreso y el bienestar, y el México imaginario y ficticio que constituye la minoría de la población y que son quienes se han resultado beneficiarios de la Independencia, la Reforma y la Revolución.
martes, 24 de enero de 2012
BOLÍVAR AMABA A LOS INGLESES
Amigos invisibles. En verdad que las facetas de la vida de Simón Bolívar son inauditas, por acomodaticias. Ahora es cuando y debido al estudio pormenorizado que se hace, han salido a relucir tantas características de la vida del Libertador que permiten con tranquilidad estudiar sin tapujos la variación permanente de su vida, aunque por esos mismos canales se puede entender su personalidad dual, o sea lo que había detrás y el verdadero pensamiento de este adalid latinoamericano. De un principio debemos asentar que las familias Bolívar y Palacios, de las que desciende Don Simón, eran mantuanas, oligarcas, es decir ricas en poderío económico y social, del grupo escogido entre los que forman parte privilegiada del gobierno colonial, ya sea en forma directa o tras bambalinas, de donde siempre se mantenía como la nata sobre la leche en el poder, de aquí que la educación y el porvenir de Simón Bolívar a pesar de su terquedad, que la tuvo desde un principio, siempre miró en este ejercicio superior, hasta que ya fue hombre. Pero como la fiesta no estaba para bailar joropos ni la masa para bollos, después de los acontecimientos ocurridos en España por la invasión francesa de su territorio y el apresamiento de los monarcas Carlos IV y Fernando VII, el alerta naranja, expresada en términos actuales, vino a posarse sobre estas extensas regiones para defender los derechos conculcados tanto en la Península como en las Indias, y de allí que ojo avizor cada uno trató de buscar un refugio espiritual y de protección según su conveniencia.
Y como el problema era entre potencias europeas pero con proyección hacia América, bien pronto se dieron cuenta los mantuanos conservadores del estatus y otros dirigentes de Venezuela que como con Francia no podía existir algún arreglo, porque privaba en ella el espíritu de la guillotina que le cortara la cabeza al borbón Luis XVI y a su esposa María Antonieta de Austria, queriendo imponer otra república para destruir la monarquía y acabar con la decadente Corte de Madrid, el peligro era tan grande que a pesar del entreguismo en las fauces del león inglés prefirieron pactar con este enemigo potencial, que ya tenía por dos siglos colonias en América. Por esta circunstancia a los revoltosos de Caracas que el 19 de abril de 1810 con la tramoya de la defensa de los derechos de Fernando VII dan el primer golpe de estado en Venezuela y destituyen al Gobernador Vicente Emparan, haciéndole preso y pronto expulsándolo del país, una vez puestos en el ejercicio del poder ilegítimo deben pensar seriamente en acercarse a Londres en busca de protección y ayuda, porque sabían lo que les esperaba. Y es aquí precisamente cuando aparece la figura no tanto conocida en esos predios rebeldes de Simón Bolívar. En efecto, si bien este caraqueño conocía en síntesis lo que estaba pasando, sin embargo su posición era un tanto neutra porque no creía que con eliminar a los españoles del mando colonial y entregar el nuevo poder a un grupo heterogéneo ávido de provechos y de asumir posiciones en ascenso, se iba a remediar la difícil situación atravesada, puesto que para sus adentros tal cambio seguía en detrimento de los intereses clasistas, puesto que el levantamiento acaecido distaba lejos de su grupo y solo algunos connotados de esa banda estaban acordes de verdad con este movimiento usurpador. Pero cuando hubo la necesidad de enviar una pequeña delegación a Londres con el fin de la ayuda inicial, el prócer allegado y pariente Martín Tovar Ponte luego de mucha labia constructiva pudo convencer al señorito de Caracas para que fuera ante la Corte de San Jaime con un reducido séquito por él pagados en los gastos, para que abogara a favor de la colonia insurgida y deseosa de alguna libertad, pero en lo bisoño de su inicio no se dio cuenta o le tuvo poca importancia, que si bien tras corrales los ingleses luchaban contra los españoles por el dominio de los mares, de otra parte muy importante del juego y con las impertinencias del deseo libertario y no de defensa de los derechos reales, como inicialmente se esgrimió para lograr una entrevista secreta y nada oficial con el Ministro marqués de Wellesley, de inmediato con la prudencia diplomática necesaria el gobierno inglés desestimó cualquier ayuda hacia Caracas, archivando el episodio, pues Inglaterra era una monarquía y andaba cerca de España en la lucha contra Napoleón. De este chasco diplomático y a pesar de todos los parabienes esgrimidos por Bolívar a favor de la Casa reinante de Windsor, que nada pudieron hacer hacia su causa, sí comprendió de inmediato que Inglaterra era la única solución para poder libertar a la América hispana, por lo que a partir de tal viaje comienza a desarrollar una suerte de admiración exacerbada por lo inglés, que mantendrá hasta los últimos días, sin calcular, no digámoslo por ignorancia, que con esa posición para muchos entreguista, solo quiso cambiar de patrón colonial, lo que ya es mucho decir y da pie a bastantes interrogantes sobre su persona e ideas verdaderamente libertarias.
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Sería muy largo y tendido elaborar un artículo con infinidad de detalles concluyentes donde se demuestra este amor permanente, ardoroso, hacia lo inglés, que se podrá ver en el libro escrito por mi amigo Aarón D. Truman, pero sí voy a traer a colación muchos pasajes de esto que sostengo, y como para la muestra vale el botón, valga decir que en los años álgidos de la Guerra de Independencia y casi destruido como andaba Bolívar, porque el general Pablo Morillo había reconquistado buena parte del país, al Libertador solo se le ocurrió traer un contingente mercenario que se llamó pomposamente la Legión Británica, que en buena parte eran irlandeses, lo que dio mucho que desear en su comportamiento, aunque sí pudo sacar de esa menestra humana algunos buenos oficiales que le sirvieron como ayudantes, edecanes y para algunas misiones difíciles, como el paso de los Andes, la batalla de Carabobo y el sometimiento del general José María Córdoba, que terminó en su injusto asesinato. Así, por estas vías de su entrega hacia lo inglés de entonces siempre consideró que “Inglaterra tenía que ser el árbitro de los destinos de Suramérica”, por lo que en este apoyo sumiso el caraqueño escribe “liguémonos de cuerpo y alma a los ingleses… no podemos existir… sino con el beneplácito de Inglaterra”. Y para más ahondar en la cuestión espinosa escribe al general Santander en junio de 1824: “Nuestra América no puede subsistir, si no la toma bajo su protección la Inglaterra… si nos ligamos a la Inglaterra subsistiremos, y si no nos ligamos, nos perderemos infaliblemente”. Y ya en la conocida Carta de Jamaica, que redacta, sostiene que el gobierno a instalar debía ser (“podrá”) a imitación del inglés, y en su discurso ante el Congreso de Angostura, en 1819, con aquello que esgrime del presidente vitalicio, o rey sin corona, (luego escribirá Rafael Urdaneta a Sutherland, refiriéndole que “Bolívar tenía la intención de formar una monarquía, bajo la protección inglesa”) afirma: “Así, pues, os recomiendo, Representantes, el estudio de la Constitución Británica (“la más digna de servir de modelo”) que es la que parece destinada a operar el mayor bien posible a los pueblos que la adoptan…”. Y sostiene “En nada alteraríamos nuestras Leyes fundamentales, si adoptásemos un Poder legislativo semejante al Parlamento Británico”, de donde el señor Hamilton recuerda al Duque de Essex que “la Constitución propuesta por el General Bolívar [está] formada sobre el modelo de la Gran Bretaña”, lo que me recuerda el modelo utilizado en la India, Canadá, Australia y otras colonias británicas, que en el delirio esgrime el caraqueño en abril de 1829, sosteniendo ideas de un protectorado británico, y así dice: “Albión es la dueña de las naciones”, por tanto bajo su sombra podremos crecer, hacernos hombres, instruirnos y fortalecernos”, porque la intención entonces era a cambio de ayuda entregar concesiones territoriales a dar en Centroamérica (Panamá o Nicaragua), saliendo así de un amo para caer en otro.
En este tono del entreguismo o algo por el estilo el Libertador al argentino Bernardo Monteagudo en buenas paces escribe, en agosto de 1823: “Luego que la Inglaterra se ponga a la cabeza de esta Liga, seremos sus humildes servidores”, de donde por siempre calló lo relativo con la ocupación británica de la venezolana isla de Trinidad. ¿Porqué nunca habló de ello?. Es otra mancha que se debe analizar a la luz de estos descubrimientos, pues dentro de la alabanza a lo monárquico inglés don Simón sin aspavientos expresa: “No hay país más libre (?) que Inglaterra…. Inglaterra es la envidia de todos los países del mundo y el modelo que todos debiéramos imitar… y si viniera del Gabinete británico una propuesta para que se estableciese una monarquía o monarquías en el Nuevo Mundo, hallarán (en mí) firme y seguro apoyo… a sostener el soberano que Inglaterra propusiese…”. Por ello expresa Carlos Villanueva “Bolívar pensó en una monarquía criolla, disfrazada o declarada, bajo el protectorado de Inglaterra”. Y así el caraqueño demostraba el amor por Inglaterra, incluso antes y después que lord Arthur Welleshey en 1807 trajera un ejército inglés de ocupación hacia Puerto Cabello en Venezuela, pero que en el camino, con una contraorden sobrevenida los expedicionarios se desviaron hacia la sevillana Cádiz, por causa de la guerra sostenida con los intrusos franceses.
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Y volviendo sobre el tema colonial sostenido por Bolívar asentamos que en marzo de 1825, en una conversación mantenida con el inglés T. Mailing, éste le confirma sin rodeos: “… estoy dispuesto a ofrecer mi apoyo a cualquier soberano que nos dé Inglaterra”…”. Por ese estilo al Mariscal Antonio José de Sucre, en enero de 1826 el Libertador le asienta también “La alianza con la Gran Bretaña es una victoria en política más grande que la de Ayacucho, y si la realizamos… nuestra dicha es eterna. Es incalculable la cadena de bienes que va a caer sobre Colombia si nos ligamos a la Señora del Universo”. Y en el banquete que le ofrecen en 1827, en Caracas, admirándolos sobremanera “todos sus elogios fueron para Inglaterra”, e incluso hace saber al importante George Canning (éste había dicho “Hispanoamérica es libre… y será inglesa”) que como compensación que él reciba de ese imperio, Cuba y Puerto Rico caerían bajo el dominio británico. Y en el colmo de la zalamería dirá el 30 de abril del mismo año, que los ingleses “poseen el patrimonio de la libertad y de la gloria”. Pero eso sí, lo que para nada aborda el caraqueño sobre esta posible y triste relación que piensa entablar con Albión, es lo referido a su revolución industrial en boga, con el invento de la máquina de vapor, “lo que no toma en cuenta a lo largo de su gestión política para el desarrollo sustentable de su proyecto nacional”.
No menos cierto es que Bolívar recibió veladamente y hasta por compras armas y bastimentos de aquel imperio opresor, que mira a la América como un negocio lucrativo de amplio espectro, sobretodo desde el siglo XVIII y en el contexto del imperio español que se derrumba, al tiempo que dentro del desastre fiscal en que se encuentra inmersa la república colombiana, el centro de la corrupción financiera de los préstamos que se reciben bajo la orden de Bolívar persisten radicados en Londres, lo que dará pie a un próximo artículo en que trataremos con pelos y señales tal suma de desastres bancarios, porque el desconocedor de finanzas que es Bolívar daba “facultades ilimitadas” en este sentido, por lo que el vivazo y “bon vivant” paisa Francisco Antonio Zea, con ese aval ilimitado del caraqueño hizo de las suyas en el aquel predio de la raponería y el descaro plutócrata. Valga recordar aquí lo que vino a ser el desastre de la Legión Británica, mercenarios traídos con paga y pertrechos, pero luego dejados a la bartola y a las anchas mientras unos murieron de enfermedades como la fiebre amarilla, el paludismo o las diarreas, otros saquearon sin detenerse como acaeció en Río Hacha, y del total de seis mil cien que vinieron en los viajes muchos eran aventureros borrachos, insurrectos, desertores, busca pleitos enfermizos e inadaptados de fortuna, con condenas en su país por servir a otros gobiernos sin permiso, por lo que Bolívar en el desencanto y el fracaso de los hechos, a pesar de la valentía del algunos, en julio de 1820 adolorido sobre ello escribe a Mariano Montilla: “…verdugos que si no los pagan no matan y que son como aquellas cortesanas que no se rinden sino después del cohecho”. Pero por encima de este amor desenfrenado y con la óptica que miraba el Libertador aquel futuro, desde luego triste para él porque murió abatido por el desengaño, no debemos olvidar que algunos jóvenes incursos en tal grupo llamado Británico, porque con él también vinieron soldados en el paro forzoso pero valerosos procedentes de Escocia, Gales, Hannover y otros lugares sin trabajo, y algunos jóvenes dinámicos y llenos del romanticismo de su tiempo al estilo Lord Byron que en grupo se unieron al Libertador y de los que saca provecho teniéndolos bien cerca de su actividad, sirviendo muchos en su Estado Mayor, o como Edecanes, que hasta coloca por encima de la oficialidad criolla, dados para algunos sus conocimientos y estudios, o bien su conducta guerrera, como acontece con el íntimo O’leary, O’Connor, Robertson, Devereaux, Peru de Lacroix, Boussingault, Mac Gregor, el infaltable para muchos Henry Wilson (de quien por cierto se dijo, infundadamente, que “era un espía español” infiltrado, a la orden del Duque de San Carlos), Belford Wilson, Sandes, Miller, Ferguson, el héroe Rooke, el recio Ferriar y tantos otros que dieron lustre a los salones bolivarianos con su prestancia, que en buena parte sustituyeron a los ayudantes del General caraqueño y que algunos inmolaron la vida al servicio patriota de ideales dispersos.
En conclusión, vistas estas exposiciones sobre el cariño compulsivo que Simón Bolívar sentía por todo lo inglés y en especial sobre la política y el poderío militar de ese imperio que domina el siglo XIX y parte del siglo XX, hecho a punta de vivezas y hasta de genocidios y donde ante tantos intervinientes aquí señalados,
como la propia palabra de Bolívar, que de manera escrita plasman la realidad de lo planteado, no debemos sino reiterar nuestro punto de vista en el sentido que el Libertador por intereses propios o de aquel Estado un tanto artificial que creara, porque pronto fue disuelto, de acuerdo con la documentación que en síntesis se aporta se extralimitó sin medir consecuencias, como era natural en su persona, puesto que analizados uno a uno el substrato contenido y la pasión con que lo expone para buscar los resultados, dentro del espíritu que tiene dominante deja muy en claro el comportamiento personal frente a ese enorme imperio absorbente que de haber caído en sus fauces hoy practicaríamos el apharteid dentro de un calvinismo a la manera anglicana y utilizáramos todos los sistemas que dicho imperio hizo uso en forma sibilina para con los subordinados. Que Dios nos ampare en estas cavilaciones que ahora se nos presentan. Por manera que, dejando a mis pacientes lectores para que piensen a las anchas o mejor mediten sobre lo expuesto de esta importante faceta del Libertador, para el buen desenlace de esta crónica afirmaremos una vez más que Bolívar amaba a los ingleses, pero supongo que nunca quiso nada con el británico doctor Jaime Thorne, que era el marido de su mujer Manuela.
Publicado por Ramón Urdaneta en 9:42:00 a. m.
Fuente:
Venezuela y el Mundo: BOLÍVAR AMABA A LOS INGLESES.
El Chileno: Por Los Cabos pasó un chileno que más bien era inglés.
Antes de llegar a Los Cabos había oído sobre un hotel que tenía ciertas peculiaridades. Que operaba solo en el invierno, que tenía su pista de aterrizaje y que era una verdadera leyenda en la zona: El Chileno.
Cuando tuve la oportunidad de entrar por primera vez, me pareció un lugar con fuerte carácter, con su estilo bien particular, todo de piedra y de madera que se notaba había sido labor intensa para levantarlo, y allí quedaba demostrado, en pie, luego de más de treinta años de operación.
Hubo dos grandes detalles que noté, uno, la placa de cantera en donde anunciaba la inauguración por parte del Presidente Adolfo López Mateos en la gloriosa época de los sesentas, la otra, la espaciosa terraza para las cenas, prácticamente a la luz de las estrellas.
Pero algo me dio vuelta una y otra y otra vez en la cabeza, su nombre, ¿Por qué chileno? ¿Qué relación pudo haber existido entre la península y Chile?
Tuvieron que pasar algunos años y varios libros para saber la razón, el primero fue Fernando Jordán, en su Otro México, el que me dio a conocer el nombre de un chileno, que más bien fue inglés y que no pudo llegar a la Baja California pero dos de sus naves si. Lord Cochrane.
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Era la época en que México acababa de consumar su independencia, el país enorme y, casi desconocido, especialmente nuestra península, la llamada "Terra Ignota", ubicada a enorme distancia del centro de México se antojaba como objeto de codicia para los piratas del siglo XIX.
Cochrane, sale de Inglaterra contratado para formar la Armada de la recién creada República de Chile, hay que recordar que los países latinoamericanos tienen su independencia de España casi a la par que México entre los años 1820 y 1822; para México esto representa un problema de soberanía ya que el noroeste estaba prácticamente deshabitado, especialmente la Baja California.
Cochran al mando de la Naval Chilena inicia un recorrido hacia el norte, su interés era eliminar la presencia de la Naval Española, cosa que va sucediendo en las costas del Perú y Ecuador, a medida que sigue al norte, al llegar a Acapulco pide ser recibido por Agustín de Iturbide pero no le es posible, llega a sus oídos la noticia de la presencia de mas buques españoles y decide regresar a Chile, no sin antes pedir a dos de sus naves, el Independencia y el Araucano, a que sigan hacia el norte, a la Baja California. Ya que los insumos en Acapulco eran escasos pues la guerra de Independencia apenas había terminado.
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Conocedor de la historia, Cochrane sabía que en la Baja California, había asentamientos fundados por los jesuitas y allí se podrían abastecer, se enfila a Loreto llegando primero a las costas de San José del Cabo, en donde desembarca, el 17 de Febrero de 1822, es repudiado por uno de los varios héroes desconocidos, de los que no nos queda ni el recuerdo siquiera: Fernando de la Toba.
Los enviados de Lord Cochrane hacen saqueos en la zona, siguen a Loreto en donde también los realizan y regresa a Chile, en donde es recibido como héroe.
Cochrane tiene un gran valor para la historia de Chile, no así para la de México, en donde está casi desaparecido su nombre. En su diario Lord Cochrane anota, en enero de 1822, lo siguiente:
“A la Independencia y Araucano las despaché a California para comprar provisiones, ordenándoles que nos siguiesen a Guayaquil. Nosotros proseguimos nuestro rumbo costa abajo, y al llegar a las inmediaciones de Tehuantepec nos acometió una borrasca de viento tal, que amagaba destruir la fragata.”
Lord Cochran nacido en 1775, muere el 31 de octubre de 1860, a los tres años son publicadas sus memorias.
Para leer las memorias de Lord Crochane da clic aquí:
http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/MC0014120.pdf
Si quieres leer más acerca de la acción de Fernando de la Toba, da clic aquí:
http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc05/543.html
Esa incursión chilena no deja solo en México el nombre a una playa en Los Cabos, sino también inicia una rica influencia en la vida cotidiana, a través de la música y la danza de Guerrero y Oaxaca en la, ni mas, ni menos llamada “Chilena” que no es otra cosa mas que la adaptación a nuestro país de la “Cueca”, bailes tradicionales de Chile…
¿O quién no ha oído La Sanmarqueña? Esa es nuestra chilena mexicana mas conocida. Una parte mas de la historia de México, que simplemente, no hemos querido ver.
Publicado por Benjamin Arredondo - 20:23
Fuente:
El Bable: El Chileno: Por Los Cabos pasó un chileno que más bien era inglés.
Mexispano.
¡Gran aporte! Por la cultura hispana en común, México y Chile son sin duda naciones hermanas y muy cercanas; ambas son naciones hispanas con sus enormes similitudes y también con sus variadas diferencias.
Su artículo nos parece estupendo, no sabíamos por ejemplo que en México existiera la chilena; y estamos ansiosos por profundizar eso en nuestra página de feisbuk
La cultura mexicana también ha permeado en nuestro país, en el campo chileno, la música mejicana en general es la música de fondo; es también común escuchar a la gente de más edad hablar de grandes artistas mexicanos como Pedro Vargas; y el arte mexicano también ha estado presente en nuestro país, pues en Santiago, hay una plaza México, y un enorme mural de piedras dedicado a la amistad chileno-mexicana (sin contar los murales del centro chileno mexicano que está en Concepción)
No obstante, para ser sinceros, nos apena que parte de ese vínculo tan bonito haya sido fruto del saqueo perpetrado por un inglés (con no muy buenos antecedentes), y en el contexto de las luchas que separaron nuestros pueblos; no obstante, la labor de unirnos más y más es una labor diaria, y artículos como el suyo son vigorizantes en esa labor, y apuntan al buen camino que los pueblos hispanos estamos tomando, en esa labor de apoyo y reconocimiento recíproco.
Le mandamos nuestros más afectuosos y cordiales saludos desde Chile
Aparte: Le dejamos un par de vídeos a modo de regalo:
Última edición por Partido Realista; 24/03/2014 a las 21:13
Hombre, no me lo agradezca a mí, sino a las personas que investigan y ponen en la red estos datos tan interesantes. Yo solo cumplo con buscarlos y postearlos en este sitio para que la gente pueda ver la otra cara de la moneda.
Por cierto, he puesto también en este hilo varias cosas sobre la guerra de independencia en su bella tierra, mucha de esa información recabada por sus propios compatriotas, claro está.
Sobre los vínculos que nos unen, nada que objetar, fuimos parte de uno de los imperios más asombrosos de la historia y si queremos que la mal llamada Latinoamérica se unifique, debemos tomar como cimientos esos 300 imperiales años.
Saludos
Aprovecho para poner la otra parte del artículo sobre Cochrane en California.
De cuando los piratas atacaron San José del Cabo
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Es indudable que una cosa te va llevando a la otra. Con esto lo que quiero decir es que, si te gustan las fotografías antiguas, lo más seguro es que tengas gran afición por la historia y si te gusta la historia, ella te va obligando a adentrarte en la genealogía y toda la trenza de ideas que se va generando te conduce a entender mejor lo que fue ese "pasado perfecto" del que menciono aquí, como sub título de El Bable. Ese encanto que algunas personas encuentran al buscar sus raíces, tratando de encontrar de dónde y cuándo llegaron sus más antiguos ascendentes, cosa que normalmente es complicadísima, en Baja California se vuelve algo accesible debido a que don Pablo L. Martínez se dio a la tarea de juntar en una sola obra el santo y la seña de todo aquel que vivió en la península a lo largo de los siglos XVIII y XIX.
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Quienes son originarios de alguna de las poblaciones de Baja California Sur y Baja California, que ya no lleva el nombre de Norte pero que normalmente se me hace imposible evitarlo para referirme a la parte norte de la península, esos que nacieron por acá, tienen la gran fortuna de contar con una de las mejores fuentes documentales que hay en México: La Guía Familiar de Baja California 1700-1900. Publicación que compila el arduo trabajo que don Pablo L. Martínez (1898-1970) realizó para rescatar además de la historia de todas las actas de nacimiento, defunción y matrimonio en cada una de las poblaciones de la península de Baja California.
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Don Pablo tuvo a bien rescatar del olvido los archivos parroquiales de los centros de población que había en la península cuando realizó esta acuciosa búsqueda, lo hizo desde Cabo San Lucas hasta Tijuana y logró darnos en un solo libro toda la genealogía documentada desde 1700 hasta 1900. Al consultar en ella las primeras familias que se establecieron en San José del Cabo encontramos algo que nos relata un episodio de cuando los piratas chilenos comandados por el inglés Cochrane, pretenden apoderarse de la Baja California. Si es la primera vez que oyes sobre este personaje, ahora entenderás el por qué una de las playas de Los Cabos lleva el nombre de "El Chileno".
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"Habiendo visitado el muy reverendo padre Pedro González a ésta Misión de San José y no habiendo hallado libro de matrimonios, por la incursión de los piratas, mandó Su Paternidad que se formara de nuevo, poniéndose en el principio de él, el presente decreto e insertando las partidas que con antelación de 5 meses ocurrieron. Y para la constancia y debida formalidad lo firmé como secretario de la visita juntamente con otro prelado.- Fray Pedro González; Fray José Durán, maestro de Visita."
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"Los piratas a que se refiere la nota anterior son los hombres de la armada de Lord Thomas de Cochrane, dos de cuyos barcos, el Araucano y el Yndependencia, bajo la bandera chilena, tomaron San José del Cabo bajo el pretexto de que la Baja California era todavía dominio español; y saquearon al pueblo, incluyendo la iglesia, en la que incineraron el archivo. Esto sucedió en febrero de 1822. De los registros que actualmente existen en la iglesia local se pudo obtener mucho y valioso material, aunque alguna parte de los asientos, mayor de la que fuera de desearse, está ilegible o faltan hojas o están rotas". (1)
Fuente:
Martínez, Pablo Leocadio. Guía Familiar de Baja California 1700-1900. Vital Statistics of Lower California. Editorial Baja California. México, 1965. (Reeditado por la SRE en 2000)
Publicado por Benjamin Arredondo - 19:02
Fuente:
El Bable: De cuando los piratas atacaron San José del Cabo
sábado, 4 de febrero de 2012
PORQUÉ NO QUIEREN LOS PERUANOS A SIMÓN BOLÍVAR
Amigos invisibles. El tema como verán es candente, pero el título aquí expuesto refleja con exactitud lo que ha pasado sobre la Historia de Bolívar ocurrida en el Perú, lo que llevara al dicho país a exhibir cierta actitud cada vez más antibolivariana, al extremo que dentro de una verificación de los hechos en la actualidad la mayoría de quienes transitan por el camino de su gloria son contrarios a las trémulos pasos llevados por el caraqueño durante su vivir en aquel importante y extenso país, que era un virreinato pujante antes de someterse bajo su difícil mando, y ya en este período como Presidente y Dictador del Perú fueron tantos los desatinos ocurridos como los desmanes pasados, que en el balance final de aquel embate autoritario por cierto convulsionado y lleno de rencores de ambos bandos, que finalmente dieron al traste con la buena idea inicial que se tenía sobre el caraqueño, al extremo que al término del duro mandato y cuando debió partir rumbo a Colombia su carisma, salvo en las ociosas mujeres y ciertos adulantes de oficio y beneficio, había descendido casi al extremo del suelo, por lo que salió del ámbito peruano y como se dice, sin pena ni gloria, sin plumas y cacareando, o con las tablas en la cabeza, para usar expresiones callejeras que pueden ser atinentes a este caso. Ya verán ustedes porqué así me refiero.
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Ingresemos en el tema por partes, para mejor entender la trama establecida con el antes de los acontecimientos, es decir, desde cuando Bolívar ya sintiéndose fuerte en la batalla por convenir con los españoles en Trujillo de Venezuela sobre la suerte de estos países en busca de bandera, y porque acaece la sortaria batalla de Carabobo donde se luce el general Páez y se le da fuerza legal a Colombia con la constitución de Cúcuta, que vino a ser el principio del fin de aquel país imaginario que nació y murió en brazos de Bolívar, una vez que todos estos antecedentes fueron llevados a buen puerto, por el ahora de aquel tiempo, al caraqueño triunfante se le presenta la disyuntiva de seguir avanzando para poder contener el león ibérico que bien vivo y despierto se hallaba al sur del Ecuador, por lo que de inmediato prepara un ejército para iniciar la llamada Campaña del Sur, con oficiales de su confianza como el futuro mariscal Sucre y la ausencia del general Rafael Urdaneta, destinado a otros fines por causa de su recurrente enfermedad renal. Así las cosas y dejando encargado al Vicepresidente de Colombia, general Santander, el caraqueño emprende el Camino del Sur que entre triunfos, riesgos y fracasos le llevarán por la monarquista Pasto y la grave situación que sobrevive en Bomboná, para amanecer en Quito, donde ya le ha limpiado el camino espinoso el inteligente general cumanés Sucre, que de allí en adelante se destaca como gran estratega de la guerra.
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Pero aquí en la mitad del mundo y al pié del Pichincha Bolívar por información retenida empieza a cavilar sobre el poderoso virreynato peruano, al que debe afrontar no solo con las armas sino con el pensamiento, puesto que todos los peruanos son fieles a su amo y señor el rey de España, y porque las diversas castas y clases sociales viven felices en un inmenso país que es frontera desde arriba de Guayaquil hasta bien hacia el sur de Chile y la inmensa mole andina que se llama el Alto Perú, donde el oro y la plata que dan felicidad y bienestar, corren por doquier, razón suficiente para que la figura de Bolívar y de los suyos, que iban a sembrar desasosiego en aquel país colonial de distinción, era desde luego muy mal vista. De aquí que el caraqueño ensimismado en su proyecto libertario al estilo maquiavélico prepara el desmembrar dicho extenso territorio para obtener tajadas de favor a su campo, que se agregarán al país del cual es Presidente, o sea a Colombia, de donde con vivezas políticas y diplomáticas hace que Guayas y Guayaquil, como otros lugares interioranos se pronuncien para unirse a Colombia, lo que se lleva a cabo mientras el desconcertado general San Martín queda estupefacto de los hechos, y ante la jugada inesperada que el caraqueño le ha hecho todo entristecido se regresa casi de inmediato para alejarse del lugar, de Chile, del Río de la Plata y para no volver nunca más. Con este juego engañoso, considerado sucio en el Perú, el general Bolívar se instala en Lima donde no es bien recibido entre adulantes, gente de doble faz y de muchos traidores a sus ideas, por lo que tiene que apretar la mano dura, dictatorial, en una sociedad difícil de entender, dado lo volátil y dual de sus gentes, donde se discrimina desde luego a un ejército colombiano de ocupación mas los excesos que comete, y cuando a su vez se preparan atentados contra su persona no querida, que casi llegan a tener éxito.
Mientras en Lima y en las ciudades peruanas todo mundo no habla bien del Libertador [zambo y longaniza le llaman], por sus excesos, y porque quiere hacerse Rey, sucede la campaña de la Sierra donde se atrinchera a las anchas el ejército monárquico del virrey La Serna, por lo que se dan las batallas del lago de Junín y la inmortal de Ayacucho, que es obra del general Antonio José de Sucre, al tanto que Bolívar, con la derrota total de los españoles y la entrega de su ejército aligera los pasos para seguir al Cuzco, el gran santuario incaico, y de allí prosigue hacia el extenso y rico Alto Perú, a donde llega y por intermedio de lacayos y tinterillos con las ideas machacantes bolivarianas pronto se realiza la independencia de aquel nuevo país al que se llama Bolivia (o Bolívar) y se le instala una constitución vitalicia al estilo monárquico [“monarquía disfrazada de república” la llama Bartolomé Mitre] calcada en las ideas del caraqueño que sustentara desde Angostura, Cúcuta, ahora Bolivia, y que seguiría en su empeño monárquico solapado o más expuesto ahora en el disminuido Perú, y luego en Ocaña y en la de Bogotá, que ya fue en los preliminares de su muerte física. Vistos pues estos antecedentes sobre el paso de Bolívar en el Perú, nada de extraño tiene esa reacción antibolivariana de su pueblo y sus pensadores, lo que en los últimos tiempos se arreciara de acuerdo con lo que aquí dejaré escrito.
En efecto, de regreso a Lima, donde las elites del país lo detestan por “usurpador extranjero” sostenido por 6.000 soldados colombianos de ocupación, el caraqueño decide clausurar el Congreso que le era adverso y ante tantos problemas en juego resuelve volver a Bogotá desplazando el poder central de Lima a esa ciudad colombiana y satelizando así a dicho país, porque por intruso nunca fue llamado a penetrar en el Perú, de donde va viajando lleno de antipatías y animadversiones, ocurrido ya el serio atentado contra su persona del 28 de julio de 1826, de donde concluyendo el historiador Eudoxio Ortega dice que a Bolívar se le odia por el absolutismo y ambición desmedidos, como por las “arbitrariedades, fusilamientos sin causa previa, deportaciones, expatriaciones, detenciones y procesos”. De su parte el economista e historiador Herbert Morote, lo tilda en calidad de “enemigo público Nº 1 del Perú”, pues “fue un hombre de derecha y no introdujo ninguna reforma social en el país… [mantiene] la discriminación hacia los indígenas… reimpone el tributo impositivo indígena y en cierta forma restablece la esclavitud africana, por necesaria, el mutilar nuestro territorio [incluso Jaén, Maynas y Tumbes iban a pasar a poder de Colombia, y Arica e Iquique, a favor de Bolivia”], instituyendo “el modelo militar ególatra” para perennizarse en el poder, al tiempo que Don Simón “cercenó al país más de 1.100.000 kilómetros cuadrados. En el terrible libelo probatorio Morote agrega el estado de represión y dictadura que mantiene el caraqueño, donde, según escribe, los soldados peruanos “huyen como gamos”, diciendo además al general Santander que “los quiteños y los peruanos son la misma cosa: viciosos hasta la infamia y bajos hasta el extremo… sin ningún principio moral que los guíe”. Para echarle más leña el fuego el crítico historiador añade el estado de presión que Bolívar mantuvo en el Perú, mandando a fusilar a sus opositores, hasta por sospechas infundadas, desconfiaba de todos y el ejército era manejado por colombianos. A Bartolomé Salom el caraqueño en febrero de 1824 le escribe “Esto está lleno de partidos y todo plagado de traidores…. empìezan a tenerme miedo… se compondrá todo esto con la receta de las onzas de plomo…”. A lo que se suma lo escrito por el americano Hiram Paulding sobre que Bolívar le expresó que los “peruanos eran unos cobardes y que, como pueblo, no tenían una sola virtud varonil”.
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A todo este criterio expuesto para que ustedes analicen con sensatez agregaremos que existe un libro del catedrático peruano Félix Calderón Urtecho, con prólogo del internacionalista Alfonso Benavides Correa, en 4 tomos, titulado “Las veleidades autocráticas de Bolívar”, donde se expone con detalles de la “usurpación de Guayaquil”, la “fanfarronada” del Congreso de Panamá, la creación personalista de Bolivia y “la guerra de los límites contra el Perú”, por lo que se dice que “Bolívar no amó al Perú” y dejó una secuela de problemas limítrofes que concluyeron en serias guerras fratricidas. Por su parte el analista peruano Herbert Mujica Rojas explica que en cuanto a su país el legado positivo de Bolívar es un mito, donde se desfigura la verdad histórica para “promover la fantasiosa irrealidad”, pues es un “antihéroe” que “deshizo con una mano lo que trabajosamente construyó con la otra”, con historias complacientes sobre aquel “que de libertador pasó a opresor y de redentor a tirano… de la dictadura perpetua…, [con] un inconsciente extraviado… [que] aceleraba su caída y con ella la de su obra”, por lo que los últimos 21 meses de Bolívar en el Perú fueron de una brutal represión, como asienta el señalado Morote.
Ya sobre la onda de rechazo aquí transcrita agregaremos que el cónsul americano en Lima, William Tudor, sobre “la profunda hipocresía del general Bolívar” informa a su gobierno que “ha engañado hasta ahora a todo el mundo”, siendo “uno de los más rastreros [sic] usurpadores militares”, rodeado entonces de “una corte de alcahuetes”.
Y para enero de 1829 sobre esta dirección de rechazo a su compostura diremos que el conocido pensador liberal, estadista, político liberal y filósofo francés Benjamín Constant (1767-1830), que hasta entonces apoyaba plenamente al Libertador Bolívar basado en los ideales que con anterioridad había expuesto, ahora se convierte en vocero de la oposición a sus dudosas gestiones, lo que escribe con señalamientos específicos en el “Courrier Français” de París, pues ante la nueva postura dictatorial del caraqueño asienta, casi como detractor de tales procederes: Que después de la liberación del Perú ahora no lo defiende [a Bolívar], porque ha creado instituciones desagradables, y a la coexistencia que se supone debe haber la considera [nido de] conspiraciones, además rehúsa el perdón, hace correr la sangre en esa tierra, que no es la suya, y da una constitución muy defectuosa, ausente de libertad, y que además ahora quiere ser el amo del poder, aspirando a la tiranía. De donde se infiere y constata que el pensador francés le atacaba “cruelmente” desde París por la usurpación del mando, el camino fatal a coronarse de monarca “y la conducta suya en el Perú y Colombia”. Esto escrito en París y por un filósofo social como Constant es muy significativo, y entonces ni la intercesión a favor suyo por parte del bondadoso malinés Abate De Pradt pudo hacerle cambiar de idea. De aquí que por todos estos considerandos expuestos y otros omitidos por falta de espacio hoy en día la plaza Bolívar [en verdad, de la Inquisición] no significa mucho en la capital limeña, y menos su hermosa estatua, que luce olvidada, y algunos nacionalistas a ultranza opinan debe retirarse para colocarla en un museo.
Sea oportuno señalar aquí dentro de este debate abierto que el doctor Pedro González Trevijano, reconocido profesor de Derecho Constitucional y rector de la Universidad Rey Juan Carlos 1º, de Madrid, en su reciente estudio “Dragones de la Política” (Círculo de Escritores, Barcelona, España, año 2010), con prólogo del laureado escritor peruano y Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa [cuestionador infatigable de las dictaduras latinoamericanas, con libros tan importantes en este sentido como “Pantaleón y las visitadoras” y “La fiesta del chivo”], tal catedrático afirma de Simón Bolívar que fue un “hombre atroz”, “fosilizado en caballo triunfante”, “el hombre menos amante de la libertad”, el traidor más ferviente de Miranda y el hombre que dejó en rebeldía a todos los países libertados”. Este criterio negativo pero explícito del rector universitario lo dejamos a consenso de los sabios lectores.
Debemos recordar que el ilustrado Riva Agüero llama al libertador tirano y usurpador, Torre Tagle lo tilda a su vez de tirano, artificioso y lleno de ambición, que “ha deseado encovar el Perú… bajo el dominio de Colombia”. Fuera de tantos epítetos que los peruanos adoloridos le endilgan, es vox populi que el Libertador acabó con las finanzas del Perú por sus desaciertos fiscales y gastos personales que le pagan, pues llegaba a bañarse diariamente con agua de colonia, como las numerosas ejecuciones físicas que ordena ejecutar, acaecidas sobre personajes con nombre y apellidos, el carácter dictatorial de su mando que se desarrolla durante más de un lustro, y lo que es más triste y nunca se olvida en el Perú, el trato deshumanizado y humillante que tuvo en Guayaquil para con el Protector de ese país, o sea el digno general José de San Martín, a quien en Guayaquil le negó todo género de cooperación y compromiso, olvidando por ende los ejércitos que envió el argentino para la liberación del Ecuador.
Así de fácil y con estas notas que menciono, sustraídas de los escritos de personajes de la época que le conocieron y pudieron darse cuenta de sus ejecutorias, como por otros críticos e historiadores que conocen bien de estas hazañas bolivarianas, dejo en sus manos la apreciación serena de estos hechos, porque todos los humanos pueden equivocarse por ser de carne y hueso, hueso y carne de un general mantuano caraqueño que se prestó a la guerra porque no había otro camino y que por allí se fue con sus triunfos y fracasos, los que ahora se escriben y analizan con crudeza pero animados de la realidad, escatimando el mito y como debe ser.
Publicado por Ramón Urdaneta en 5:14:00 a. m.
Fuente:
Venezuela y el Mundo: PORQUÉ NO QUIEREN LOS PERUANOS A SIMÓN BOLÍVAR.
Última edición por Mexispano; 29/03/2014 a las 07:20
Un video más que interesante.
Y aunque el bicentenario de la independencia de México se alcanza realmente hasta 2021, cuando llegue esa fecha...
¿Habrá mucho de qué congratularse?
LOGIAS MASÓNICAS DETRÁS DE LA INDEPENDENCIA Y LA REVOLUCIÓN
(Nada que festejar)
General de División DEM Retirado Roberto Badillo Martínez.
Entrevista con el periodista Jorge Santacruz.
Última edición por Mexispano; 29/03/2014 a las 07:42
8 de junio de 2009 - Historia
Mitos de la Independencia
El ex congresista Pablo Victoria acaba de publicar su libro 'Grandes mitos de la historia de Colombia'.
Mientras adelantaba las investigaciones para su libro 'Al oído del rey', sobre el hecho de que, en ausencia de Fernando VII, Colombia puso un rey virtual en España cuando Joaquín de Mosquera y Figueroa fue presidente de la tercera regencia española, el ex congresista y economista Pablo Victoria encontró la semilla de su nuevo libro 'Grandes mitos de la historia de Colombia'.
En él, Victoria cuestiona 13 episodios de la historia de nuestra Independencia que prometen provocar a más de un historiador.
¿Hay en el fondo una intención de entablar polémica con algunos historiadores?
No tanto una pelea con los historiadores. Lo que no se puede hacer es falsificar la historia para crear el amor a la patria. Lo que descubrí a lo largo de estas investigaciones fue que hay muchos especialistas nuestros que han endiosado demasiado a los patriotas, a los independentistas y creado una mitología en torno a ello.
¿Cuál es el mito alrededor de Antonio Nariño?
Cuando era juez en Bogotá, Joaquín Mosquera y Figueroa fue la persona que condenó a Antonio Nariño a diez años de cárcel por robarse los diezmos de la iglesia Católica, y no por los tales Derechos del Hombre. Nariño efectivamente los tradujo. Imprimió 200 ejemplares, pero no circularon. El mismo Nariño confesó, según archivos primarios que consulté en Colombia, Venezuela y España, que quemó 198, guardó uno y el otro se lo dio a un amigo. Entonces esos derechos no circularon en la Nueva Granada. Es puro cuento que, súbitamente y después de publicar los Derechos del Hombre, los colombianos supimos que no teníamos derechos y que, a partir de eso, comenzaron los movimientos independentistas. A Nariño lo condenaron por una indebida apropiación de fondos públicos.
¿Y el suceso del florero de Llorente y las multitudes?
Es mentira que fueron diez mil personas las que salieron a protestar contra España. No fueron sino 70 tipos los que se metieron en el cabildo y vociferaron mientras estaban agolpados. En la plaza (hoy Plaza de Bolívar) había otros noventa, más o menos. El mismo Acevedo y Gómez lo reconoció en una carta. El 20 de Julio ocurrió durante un día de mercado y la gente no apoyó esa revuelta: apenas se formó el lío arrancó a correr.
Usted desvirtúa el llamado imperio esclavista español en su libro. En últimas, ¿usted hubiera sido partidario de seguir bajo el dominio español?
No. Tan solo soy un notario. Cuando se habla del yugo español, pues no lo hay. La rosca criolla en 1799 dominaba todo el cabildo de Santa Fe de Bogotá; era la dueña de la política local. Además, el Presidente de Panamá, el Subsecretario de Hacienda, el Comandante de la Flota Española y el Virrey de México, entre otros, eran criollos. Entonces uno se pregunta ¿dónde estaba la opresión (que se supone es la negación del acceso a los altos cargos públicos)? ¿Dónde estaban la discriminación y el yugo?
Grandes mitos de la historia de Colombia
Pablo Victoria
Planeta
242 páginas
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Ver Términos y Condiciones.
Fuente:
Vive.in - Mitos de la Independencia - Version imprimible
Fuente:
http://otrasalternativas.blogspot.mx/2008/04/sin-verguenza-nacional-la-tercera.html
CUBA; LO QUE PUDO SER
Se comenzó en Enero de 1898 y fue abortada por la invasión norteamericana en la guerra. Es de todos sabido lo que pasó después de que los americanos ganaran la guerra; el primero de enero de 1899 se arrió la bandera española de la Habana y se izó la bandera norteamericana, comenzamos así a ser una colonia norteamericana hasta 1902, cuando un 20 de mayo comienza la “República de Cuba“, entre paréntesis porque fue una república mediatizada pues teníamos una enmienda, la enmienda plata, que decía que los americanos podían intervenir en Cuba cada vez que lo vieran conveniente, y así ocurrió. Por ejemplo hubo una revuelta entre cubanos en 1910 y los americanos tomaron el poder durante cuatro poniendo un gobernador norteamericano.
Se puede decir que la República de Cuba no fue independiente hasta 1934 cuando se derogó la enmienda plata. De 1934 a 1952 son los únicos años en los que Cuba tuvo una democracia, puesto que en el 52 un 15 de marzo Batista da un golpe de estado y se crea una dictadura que culmina un primero de enero de 1959 cuando abandona Cuba y empieza lo que es la dictadura de los hermanos Castro, que como todos saben todavía continua en Cuba, o sea, hemos tenido cincuenta y tantos años de dictadura en todo el tiempo en el que nos separamos de España.
Es irónico que muchos cubanos cuando se le pregunta por la fecha del 20 de mayo de 1902 te dicen que se celebra la independencia de Cuba, y si le preguntas de quién te dice que de España, cuando en realidad no sería una independencia de España sino de Estados Unidos, que tampoco fue así, pues como les he dicho por la enmienda plata, de colonia pasamos a ser una semi-colonia, o sea ,que no éramos independientes.
¿Y por qué digo esto? Porque todos sabemos como es la situación de Cuba, no hay democracia, no hay libertad, se violan todos los derechos humanos, las personas no pueden salir del país si no es con un permiso especial, sin embargo no hay ninguna comunidad autónoma de España donde esto suceda, y Cuba fue la primera comunidad autónoma de España, si hubiésemos seguido siendo esa comunidad autónoma los cubanos no hubiésemos tenido que emigrar, hoy en día estuviéramos viviendo en nuestra isla con el euro como moneda oficial, con el pasaporte de la Unión Europea… son muchas las ventajas.
Tenemos que estar orgullosos de nuestras raíces, de nuestros antepasados y de nuestra bandera, la bandera de España no es extranjera en Cuba, esa bandera estaba en Cuba antes de llegaran los africanos, así que esta bandera es más cubana que cualquier otra. España creó a Cuba desde la nada, cuando Cuba era como un gran bosque, ellos comenzaron a construir el país; los españoles, nuestros antepasados. Así que no podemos decir que es una bandera extranjera, o ver a los españoles como una cosa aislada, somos la misma cosa pera separada por la invasión de un país extranjero.
Esta invasión no es lo que la mayoría de los cubanos querían, ya habíamos empezado la comunidad autónoma cubana, e inclusive tropas mambisas se habían desmovilizado y unido al nuevo gobierno autónomo. Lo que pasa es que LOS HISTORIADORES CREARON UNA HISTORIA MUY FANTASIOSA; primero de todo se olvidaron de los autonomismos, de eso casi no se habla; el cubano no sabe que nosotros éramos españoles de nacimiento, el cubano no sabe muchas cosas.
Una vez que me puse a estudiar la historia de Cuba me di cuenta de cuán manipulados hemos estados los cubanos y cuantas mentiras nos enseñaron.
Poco a poco han ido saliendo a la luz pública verdades que los cubanos no conocemos, por ejemplo en historia de Cuba no se estudia que nosotros éramos ciudadanos españoles de nacimiento, que en 1821 éramos provincia de ultramar y ya comenzamos a ser españoles de nacimiento, y en 1837 nos convertimos en seis provincias de ultramar, teníamos representantes en las Cortes como cualquier otra provincia.
En 1878 estaba el Partido Liberal Autónomo, los cubanos querían que España nos diera una autonomía, tener nuestro propio gobierno pero sin dejar de ser españoles. Lo que pasa es que existía como un gran complot de los masones cubanos, que lo que querían era destruir el Reino de España, querían separarnos de España a toda costa.
El cubano no sabe muchas cosas, ya solo siendo provincia teníamos un pasaje preferencial a la península, había un comercio preferencial; éramos un solo país, por ejemplo, el cubano no sabe que el Partido Liberal Autónomo era el más importante de la isla y fue el que ganó la guerra civil, también llamada la guerra de la independencia.
En noviembre de 1897 se dieron los decretos que fijaban las bases de lo que fue la autonomía, acompañados de otros dos; sufragio universal e igualdad de derechos entre españoles y cubanos. El entramado institucional era el siguiente; un parlamento bicameral formado por una cámara de representantes elegida por sufragio universal; un representando por cada 25.000 habitantes cada cinco años, y un consejo de administración de 35 miembros de los que la metrópolis designaba 17.
El parlamento autonómico entiende de justicia, obras públicas, tesoro, educación, política monetaria, y tiene capacidad para formar su propio presupuesto. El gobernador general como máxima autoridad designada por el gobierno metropolitano lo controlaría, sancionaría sus decisiones y formaría el consejo de secretarios para atender los ramos de gracia, justicia, gobernación, hacienda, instrucción pública, agricultura, industria, comercio y obras públicas.
El primero de enero presidido por Gálvez con tres secretarios autonomistas y dos reformistas nacía la autonomía cubana. Tras 20 años de existencia los autonomistas se habían convertido al fin en el eje de la política insular, además contaban con el favor de las autoridades frente a la segunda fuerza política; Unión Constitucional. En las elecciones a Cortes obtuvieron el 70% de los escaños, en el parlamento insular el 80%, pero sabían que para consolidar el nuevo régimen tenían que conseguir la paz.
Los independentistas temían que la viabilidad de la autonomía los dejase sin argumentos para seguir la lucha, y por eso decretaron la pena de muerte para quien aceptase la fórmula de la paz autonómica. Por su lado Estados Unidos tampoco estaba a favor que se consolidase el nuevo modelo, las inversiones norteamericanas se habían ido incrementando a lo largo del siglo XIX, además querían controlar a su principal abastecedor de azúcar y uno de sus principales mercados de exportación; siempre preferían una independencia tutelada por ellos que tener que negociar con los cubanos.
Cuando la reina regente de España en nombre de su hijo Alfonso XIII le otorgó la Autonomía a Cuba y Puerto Rico los insurrectos no la aceptaron, pero la mayoría de la población civil de Cuba sí la aceptó. No mentía el presidente autónomo cubano José María de Gálvez cuando en abril de 1898 decía en un telegrama al presidente de los Estados Unidos William McKinley que sí habían cubanos levantados en armas pero la mayoría de los cubanos en Cuba aceptaban la autonomía, y estaban resueltos a trabajar bajo esa forma de gobierno para restablecer la paz y la prosperidad del país.
Si España le concedía la autonomía a Cuba, seis meses más tarde el embajador de Estados Unidos en Madrid les ofrecía 300 millones de dólares por la isla, entendiendo que su gobierno se negaba a reconocer la existencia del gobierno autónomo cubano. En realidad el presidente de Estados Unidos nunca apoyó la comunidad autónoma, y al hacerle la guerra a España y arrebatarles sus dominios en América, Asia y Oceanía no le dio tiempo al gobierno autónomo cubano para consolidarse.
El autonomismo cubano no fracasó, pero la intervención de Estados Unidos lo hizo imposible.
Jose Ramón Morales del blog "Cuba Española"
Cuba siempre espanola.jpg
Fuente:
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