Hola estimada amiga Ariana:
Me encanta poder hablar contigo. Mi padre a principios de los años 60 visito Perú, por asuntos relacionados con su trabajo, trabajaba en una empresa española que le obligaba constantemente a viajar por esos pagos. La verdad es que mi buen padre se pateo literalmente toda, o casi toda, Iberoamérica.
De todos los países que visitó el que más le gustó fue Perú, siempre habló maravillas de tu país. Años después y mucho antes de que yo naciera volvió allí de turismo, ya casado con mi madre. Mi padre recordaba siempre a Lima como una ciudad muy bonita, limpia y segura, sin pobreza en las calles y a Perú como un país de economía prospera (me da que todas esas agradables circunstancias ya son parte del pasado). Es curioso porque mi madre paseando por Cuzco la confundían con una norteamericana, la llamaban “gringa” (mi madre es castaña clara, ojos azules y con la piel rosácea). Esto me sirve para enlazar la cosa con una anécdota que me contó una compañera de trabajo, una chica española, aficionada a la escalada, que fue a Perú a subir a no sé que pico (ahora no me acuerdo cual). Está chica es cuestión es muy rubia (natural) y de ojos muy azules, la verdad es que parece alemana, muy guapa, curiosamente es andaluza, de Granada (me río yo de la Andalucía “moruna”).
El caso es que estaba allí, no se en que localidad peruana, y vio en una librería un libro de fotos de paisajes peruanos o algo así, cuando pregunto el precio a un dependiente indígena este le dijo que por ser norteamericana le cobraría más….(¡¡¡!!!), ella le replico que no, que no era norteamericana, que era española, entonces el vendedor ni corto ni perezoso le contesto que por ser española le cobraría aún más caro, por supuesto mi amiga le mando a la mierda. O sea, me parece que los españoles no ganamos concursos de popularidad por esas tierras.![]()
Nada más, recibe un saludo muy cordial desde el otro lado del charco amiga.
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