El castrismo quiere comprar "fiao"

Oscar Mario González, Grupo Decoro

LA HABANA- (Cubanet/index) - El régimen cubano está disgustado, o dicho de un modo popular: "berreao" y tirado en el suelo porque los americanos se empecinan en cobrarle al contado y no quieren venderle "fiao".

Ello constituye una ofensa y hasta una humillación, tratándose de un régimen al que le han fiado en casi todos los países del mundo. Desde los desconfiados chinos hasta los tacaños rusos, incluyendo a canadienses y japoneses. Todos, absolutamente todos le han abierto créditos al castrismo.

Este ha apuntado en el hielo todas sus deudas, con nombres, apellidos, dirección y señas particulares de cada uno de sus infinitos acreedores, de manera que un fallo en la memoria no pueda impedir la liquidación en tiempo y forma.

Así pues, el gobierno cubano, empeñado con medio mundo y debiéndole a María Santísima, está que echa candela con la injusta medida imperialista de no querer fiarle.

Por eso no puede menos que ofenderse y protestar ante la actitud de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, que aprobó en febrero una resolución que obliga al gobierno cubano a pagar en efectivo y por adelantado sus compras en Estados Unidos. ¡Habrase visto semejante desatino!

La deuda externa del gobierno cubano alcanza tales proporciones que algunos consideran que haría falta el Producto Interno Bruto de otro medio siglo de castrismo para solventarla. En fin, nadie sabe a ciencia cierta cuánto debe el castrismo. Sólo él lo sabe, y como dije anteriormente, la insana costumbre de apuntarlo en el hielo le impide ofrecer cualquier dato al respecto.

Aún así, no pocos entendidos en el asunto cifran en unos 20 mil millones de dólares la deuda contraída con la antigua Unión Soviética, de la cual es acreedora la actual Federación Rusa. Otros dicen que sobrepasa los 30 mil.

El gobierno cubano, ducho en sacar este tipo de cuentas, y valiéndose de la aritmética castrista, llega a la conclusión de que no le debe un centavo a sus antiguos aliados. Para ello se ampara en la devaluación del rublo frente al dólar en relación al antiguo rublo soviético. Por tal vía, y de empecinarse los rusos en cobrar, el gobierno cubano tiene argumentos para "demostrarles" que lejos de ser deudores son los rusos quienes deben pagarle a los cubanos.

El régimen isleño, hay que reconocerlo, ha sido muy astuto con los empresarios norteamericanos. Logró convertir a los Estados Unidos en uno de los principales proveedores de alimentos de la Isla mediante compras sistemáticas a partir del año 2000. Los pagos han sido al contado en una clara burla a sus acreedores europeos y latinoamericanos, a los cuales no les paga por falta de dinero. El propósito es claro y libre de ambages: embullar a los granjeros norteamericanos hasta convertirlos en aliados de la Isla en sus intentos de eliminar el embargo norteamericano. Como propósito inmediato el castrismo pretende utilizar a este sector del empresariado norteamericano para comprarle productos, utilizando las garantías crediticias que usualmente rigen en el mercado mundial. El gobierno de Estados Unidos, a través del Departamento del Tesoro, rechaza las pretensiones de la Isla.

Así las cosas, estos granjeros norteños han logrado involucrar a influyentes senadores de ambos partidos en una propuesta tendiente a buscar créditos a favor del régimen castrista.

Los poderosos comerciantes, a los que nada, excepto sus negocios, parece interesarle, son ajenos al sufrimiento del pueblo cubano, y en buena medida son indiferentes a los intereses de su propio país. Por ello no ha de sorprender a nadie que celebren el cumpleaños 80 de Ramón Castro entre brindis de champaña por la salud del hermanísimo, el bienestar del hermano en jefe, y por la permanencia del régimen otro medio siglo más.