«El protestantismo representa mejor, por sí mismo, las aspiraciones del germanismo, en tanto que este germanismo está fundamentado en origen y tradiciones de su Iglesia [...] Tampoco condeno o debo condenar a la Iglesia por el hecho de que un sujeto cualquiera de sotana cometa alguna falta inmunda contra las costumbres, cuando muchos otros ensucian y traicionan a su nacionalidad, en una época en que eso ocurre frecuentemente [...] Cuando dignatarios de la Iglesia se sirven de instituciones y doctrinas para dañar los intereses de su propia nacionalidad, jamás debe seguirse el mismo camino ni combatírseles con iguales armas. Las doctrinas e instituciones religiosas de un pueblo debe respetarlas el Führer político como inviolables; de lo contrario, debe renunciar a ser político y convertirse en reformador, si es que para ello tiene capacidad.» - Mi Lucha, volumen 1, capítulo 3: Reflexiones políticas sobre la época de mi permanencia en Viena. Extractos.

«La preocupación del gobierno es la sincera colaboración entre la Iglesia y el Estado; la lucha contra una ideología materialista en pro de una verdadera comunidad popular sirve a los intereses de la nación alemana lo mismo que el bien de nuestra fe cristiana [...] Deseamos y esperamos que la igualdad de ideales espirituales sea el fundamento para un constante afincamiento de las relaciones amistosas entre ambos pueblos (en referencia a Italia y Alemania). Asimismo, el gobierno del Reich, que ve en el cristianismo el inquebrantable fundamento de la moral y de las buenas costumbres del pueblo, concede grandísimo valor a las amistosas relaciones con la Santa Sede y trata de darles expresión [...] Los derechos de las Iglesias no sufrirán menoscabo ni variará su posición respecto al Estado...» - Adolf Hitler, ante el parlamento. Extractos del discurso pronunciado el 23 de marzo de 1933.

«Nosotros los nacionalsocialistas quizá discrepemos en algún punto de organización de nuestras instituciones religiosas, pero no queremos jamás ateísmo y falta de fe, ni pretendemos que nuestros templos se conviertan en clubes o cines. El bolchevismo enseña el ateísmo y obra en consecuencia.» - Adolf Hitler, ante el parlamento. Extracto del discurso pronunciado el 21 de mayo de 1935.

«Presentaron a Alemania como un país antirreligioso. De esta manera se facilitó que el mundo cristiano se dejara arrastrar a una lucha en beneficio del bolchevismo ateo.»- Historiador Salvador Borrego. Décima edición de «Derrota Mundial», Capítulo 3: Occidente se interpone (1933 - 1939). Tema: Engañar es más eficaz que dinamitar, página 85.

«El Estado Nacionalsocialista contribuyó económicamente para ayudar tanto a la iglesia católica como la protestante con las siguientes sumas: en 1933, 130 millones de marcos; en 1934, 170 millones de marcos; en 1935, 250 millones de marcos; en 1936, 320 millones de marcos; en 1937, 400 millones de marcos; en 1938, 500 millones de marcos; total: 1,770 millones de marcos. Existen telegramas de adhesión tanto de sacerdotes como de pastores protestantes. Las iglesias eran las mayores propietarias de inmuebles después del Estado, cosa muy rara en otros países [...] Hitler dijo: «El Estado nacionalista no ha cerrado ninguna iglesia, ni ha impedido ningún servicio religioso. Esta propaganda no obedece más que a razones políticas, puesto que estos demócratas callaron cuando en Rusia se sacrificaron cientos de miles de sacerdotes.» Y Salvador Borrego, asevera: «Justamente cuando Hitler afirmaba esto, en Rusia culminaba una etapa de exterminio de las instituciones religiosas.» En 1937, el diplomático norteamericano William C. Bullit, informaba a Roosevelt que fueron cerradas en Rusia 10,000 iglesias y en 1939, se había aniquilado definitivamente el espíritu de resistencia de la mayoría de los sacerdotes y no quedaban con vida más que unos cuantos adictos a Stalin. Esto lo hizo saber William C. Bullit en su libro: «Amenaza Mundial». En Rusia se asesinaron sacerdotes católicos, ministros ortodoxos, pastores protestantes, pero ningún rabino; se quemaron templos ortodoxos, iglesias católicas y protestantes, pero ninguna sinagoga.» - Hannerl Gossler «La farsa judía» (juicio final). Paginas 145-146 de la primera edición.