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Tema: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

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  1. #1
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Y para replicar a una observación tuya.

    Yo escribí algo más arriba:
    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    . Y ya que traes las profecías clericales derivadas de la aprobación de la Constitución de 1876, yo te puedo traer otra acorde con la época "sagrada", nada menos que escrita en 1766 lamentándose de aquella España gobernada por el legitimísimo rey de las Españas D. Carlos III, abuelete "come-jesuitas" de vuestro Carlos V. Escrita por el obispo de Cuenca mons. Carvajal y Lancaster quejándose de "España perdida sin remedio, saqueada, ultrajada, atropellada, corriendo las más execrables blasfemias".

    " En fin España murió , si Dios no hace un milagro i y cómo podremos esperarlo , si es su „ espada justiciera quien descarga el golpe mortal ? Harto despacio ha caído , gracias a nuestra Soberana Patrona, que la ha detenido tanto, esperando nuestra enmienda pero como esta no llega , que es el unico remedio , nj puede llegar , mientras duran las tinieblas , que no dejan ,, ver el pecado que la causa , no hai remedio. Los que es„ tamos, como los Istaelitas, de la parte de afuera, vemos claramente , que es la persecucion de la Iglesia, saqueada en sus bienes, ultrajada en sus Ministros, y atropellada en su inmunidad pero en la Corte nada se vé, porque falta „ la luz, y sin ella corren impunes en Gacetas, y Mercurios, 3i que pueden leer los mas rusticos las blasfemias mas execrables, que vomita el abismo por los enemigos de la „ Santa Iglesia , sin perdonar á su Cabeza visible , no solo „ la viva , sino la que vive y reyna en la Patria celestial; y „ aunque el santo Tribunal ha puesto el remedio que debe en una de estas piezas, han pasado otras, en que lo hubiera egecutado tambien , si las hubieran delatado; pero lo mas lastimoso es, que no les faltan patronos en nuestro „ Católico Reyno , que ha sido siempre el hijo primogenito de la Iglesia , y el que se ha distinguido sobre todos en la sumision y respeto á su cabeza. ...

    https://books.google.es/books?prints...page&q&f=false

    Esto también es 100% profético pero lo más gracioso es que ya pasaba con los reyes legitimísimos y santísimos. Así que no partamos de 1869 para achacar males y remitámonos a los superlegitimísimos reyes de las Españas que por entonces llevaban sangre de franchutes. Y a lo mejor es que de ahí viene todo el problema.

    O sea España estaba ya "muerta" a nivel religioso, por obra y gracia nada menos que del "super-legitimísimo..." Carlos III.
    A algunos nos basta con eso para juzgar la dinastía. Por sus frutos los conoceréis.
    Y tú respondiste:
    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Y por cierto, gracias por el enlace que has puesto a ese interesante memorial del siglo XVIII, pero podías haber puesto también la respuesta del rey:

    EL REY. Reverendo en Christo Padre Obispo de Cuenca, de mi Consejo. Mi Confesor, para descargo de Real Cédula de su conciencia y de la mia, me ha confiado la carta, que le habeis escrito, llevado de vuestro zelo. En ella decís, que este Reyno está perdido, por la persecucion de la Iglesia, que habeis predicho esta ruina; y que no ha llegado á mis oidos la verdad, aunque no ha sido mi Confesor solo el conducto, de que os habeis valido para darmelo á entender. Os aseguro, que todas las desgracias del mundo, que pudieran sucederme, serían menos sensibles á mi corazon, que la infelicidad de mis vasallos, que Dios me ha encomendado, á quienes amo como hijos, y nada anhelo con mayor ansia, que su bien, alivio, y consuelo; pero sobretodo lo que mas me aflige es, que digais á mi Confesor, que en mis Católicos Dominios padece persecucion la Iglesia, saqueada en sus bienes, ultrajada en sus Ministros, y atropellada en su inmunidad. Me precio de Hijo primogenito de tan santa y buena Madre: de ningun timbre hago mas gloria, que del de Católico: estoy pronto á derramar la sangre de mis venas por mantenerlo. Pero ya que decís, que no ha llegado á mis ojos la luz, ni la verdad á mis oidos, quisiera que me explicaseis, en qué consiste esta persecucion de la Iglesia, que ignoro? Qué saqueos, qué ultrages, qué atropellamientos se han causado á sus bienes, á sus Ministros, y á su sagrada inmunidad? De qué medios os habeis valido de mas de mi Confesor, para iluminarme? Y qué motivos tan justos, como insinuais, son los que os obligan á escribir? Y podeis explicar con vuestra recta intencion, y santa ingenuidad libremente todo lo mucho, que decís pedia esta grave materia, para desentrañarla bien, y cumplir yo con la debida obligacion, en que Dios me ha puesto. Espero del amor, que me teneis, y del zelo que os mueve, que me direis en particular los agravios, las faltasde piedad, y religion, y los perjuicios que haya causado á la Iglesia mi gobierno: pues nada deseo mas, que el acierto en mis resoluciones y el respeto y veneracion, que se debe á la Iglesia de Dios, y á sus Ministros. De Aranjuéz á 9. de Mayo de 1766. YO EL REY.
    Bueno, pues el final del episodio no fue feliz sino todo lo contrario, el obispo de Cuenca casi acabó desterrado y proscrito por el "santísimo" pero antijesuítico Carlos III tal como lo cuenta Menéndez Pelayo:

    Peor le avino al anciano y virtuoso obispo de Cuenca, don Isidro Carvajal y Lancáster, con quien se extremó el furor regalista, aprovechando aquella ocasión de arrastrar por los tribunales [447] la majestad del Episcopado, que tanto ponderaban en los libros.

    Procesar a un obispo era para ellos un triunfo no menor que la deportación en masa de la Compañía. Arrebatado por su celo cristiano, aunque enfermo él y achacoso, había escrito el obispo una carta particular al confesor del rey, Fr. Joaquín Eleta, recordándole antiguos pronósticos suyos, ya próximos a cumplirse, en que le anunciaba la ruina de España, perdida sin remedio humano por la persecución que la Iglesia padecía, saqueada en sus bienes, ultrajada en sus ministros y atropellada en su inmunidad, corriendo libres en gacetas y mercurios (embrión del periodismo) las más execrables blasfemias contra la Iglesia y su cabeza visible.

    De todo lo cual, aunque con términos de casi fraternal cariño, atribuía no escasa parte de culpa al Padre confesor, que, desvanecido con el arrullo de los que le incensaban para sus fines terrenos, no se cuidaba de hacer llegar la verdad a los oídos de Carlos III, más desgraciado en esto que el impío rey Achab, que tuvo a lo menos para aconsejarle bien al santo profeta Miqueas.

    Calificar de sedicioso un documento privado de esta naturaleza, y por todos conceptos mesuradísimo en el lenguaje, era el colmo del escándalo, y, sin embargo, lo dieron el confesor y los ministros. La carta pasó a manos del rey; y éste, por cédula del 9 de mayo de 1767, rubricada por Roda, mandó declarar al obispo con santa ingenuidad y libremente lo que se le alcanzase del origen de aquellos males; todo entre mil protestas de catolicismo: «Me precio de hijo primogénito de tan santa buena madre, de ningún timbre hago más gloria que del catolicismo; estoy pronto a derramar la sangre de mis venas por mantenerlo

    Explanó el obispo sus quejas, en virtud de tan amplio permiso, en una representación de 23 de mayo, quejándose de la pragmática del exequatur, de la mala administración de la renta del excusado, de los abusos en el recaudar de las tercias reales y de los proyectos de desamortización; de los atropellos contra el derecho de asilo y el fuero eclesiástico y de las impiedades que se vertían en los papeles periódicos, sin que nadie tratara de ponerles coto, sobre todo cuando iban enderezadas contra la Santa Sede o los jesuitas.

    Aunque esta carta, escrita a ruegos del rey, tenía de justiciable aún menos que la anterior, el rey, con mengua de su palabra, la pasó a examen del Consejo, y dio motivo a un largo expediente y a dos tremendas alegaciones de entrambos fiscales, D. José Moñino y D. Pedro Rodríguez Campomanes, aún mucho más dura y agresiva la del segundo que la del primero, como que en ella textualmente se afirma que las cartas del obispo son un tejido de calumnias… dictadas por la envidia y la venganza, un ardid astuto y diabólico para seducir al pueblo, frases nada jurídicas y menos corteses, sobre todo en aquel caso.

    Pero a Campomanes le traían fuera de sí las mitras; estaba entonces en su grado máximo de furor clerofóbico; el obispo había [448] osado poner lengua en su libro de la Amortización; motivos bastantes sin duda para que se olvidase de su gravedad ordinaria y de las solemnes tradiciones del Consejo, trocado entonces en inhábil remedo del Parlamento de París. Verdad es que para todo servía de antorcha a sus fiscales, y Campomanes es tan cándido que lo confiesa, «el famoso tratado de Justino Febronio, en que están puestas las regalías del soberano y la autoridad de los obispos en su debido lugar, con testimonios irrefragables de la antigüedad eclesiástica».

    A tal maestro, tales discípulos. De aquí que las malsonantes palabras estupidez, superstición, fanatismo, poder arbitrario del clero, hormigueen en aquel dictamen cual si fuera artículo de fondo de periódico progresista.

    «Podría el fiscal pedir -así acaba- que, en vista de las especies que en sus escritos manifiesta este prelado y su genio adverso a la potestad real, se le echase de estos reinos, quedando el régimen de su obispado en manos más afectas al rey, al ministerio y a la pública tranquilidad.»

    ¡Qué idea tendrían de la potestad episcopal estos canonistas, que querían subordinarla a la voluntad del ministerio, como si se tratase de alguna intendencia de rentas! Pero, en suma, el Consejo, aunque enternecido con la real cédula y con los suaves dictámenes de sus fiscales, no se decidió a echar de estos reinos al obispo para que el fanatismo no le venerase como mártir, y se dio por satisfecho con quemar sus papeles a voz de pregonero y hacerle comparecer en sala plena a sufrir una reprimenda, con amonestación de más duros rigores si volvía a incurrir en desacatos de esta especie, es decir, a quejarse en cartas particulares de las infinitas tropelías cismáticas de los ministros de entonces, o a poner en duda la infalible sabiduría de Febronio, de Pereira y de los fiscales.

    Tras de lo cual se le envió a su obispado con prohibición de volver a presentarse en la corte ni en los sitios reales, y a guisa de amenaza se expidió una circular a los demás obispos para que nadie fuera osado a seguir tan mal ejemplo (22 de octubre de 1767)...

    El 14 de octubre de 1768 compareció el obispo en la posada del conde de Aranda, donde estaba reunido el Consejo, y tuvo que oír de pie la expresión del real desagrado (2267). Para sólo esto sacaron de Cuenca a un anciano de sesenta y cinco años, postrado en el lecho por añejas e incurables dolencias. Y fue el postrer ensañamiento esperarle nueve meses a trueque de no indultarle. El caso era humillar la mitra ante la espada del conde de Aranda y la toga de los fiscales.
    A ellos y a sus amigos les esponjaba el éxito. «Terrible librote es el proceso del obispo de Cuenca -escribía Azara a Roda-, entre semana lo leeré… Viva el Consejo con la condenación del forma brevis. Viva la resurrección del exequatur. Vivan los [449] buenos libros que se darán al público. Viva… nuestro amo, que nos saca de la ignorancia y la barbarie en que nos han tenido esclavos» (2268).

    https://bibliaytradicion.wordpress.com/inquisicion/historia-de-los-heterodoxos-espanoles-indice/historia-de-los-heterodoxos-espanoles-libro-vi/

    Otro rey meapilas que protestaba de católico... y que tampoco se enteraba de nada... (¡hay que ver que reyes tan competentes y preparaos!)
    Esta era la realidad de la "catoliquísima" España de los asquerosa dinastía borbónica expulsadora de jesuitas que se nos ofrece como el summum de no sé qué maravillas santísimas.
    Última edición por ALACRAN; 02/07/2018 a las 12:19
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  2. #2
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    No manipules, ALACRAN. Yo he respondido más cosas y no solo lo que has pegado. He hablado en contra del regalismo (desviación de la monarquía tradicional), de la Ilustración, del "pre-liberalismo" y de la influencia de la masonería ya en aquellos años. Ese despotismo ilustrado no desemboca en el carlismo sino en el liberalismo. Y también he mencionado como para todo ello ya ofrecieron soluciones los realistas que redactaron el Manifiesto de los Persas, así como sus herederos, los carlistas, que fueron precisando la doctrina (especialmente a partir de 1868, pero también antes).

    También añadí como los Habsburgo en aquella misma época (que continuaron reinando en otros lares, como bien sabes) fueron mucho peores que los Borbones españoles (cosa que has pasado totalmente por alto), de modo que el problema no fue el "cambio de dinastía".

    Si quieres defender las bondades del caudillismo frente a la monarquía tradicional, adelante. Pero no intentes colar gato por liebre y poner como ejemplo de monarquía tradicional el absolutismo despótico ilustrado del siglo XVIII, aunque como poder constituido fuese perfectamente legítimo.

    Pero nada, el lema de los vuestros «¡Franco, resucita, España te necesita!» seguro que es más sensato que el de «Monarquía católica, tradicional, social y representativa».
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  3. #3
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    En la opinión de alguien bastante menos formado que vosotros como soy yo, personalmente creo que una monarquía hereditaria no tiene por qué garantizar la continuidad de manera necesaria, y es que de ser así nunca hubiéramos tenido una Guerra de Sucesión (y en el Medioevo tuvimos otras tantas, aunque no hay que perder de vista los intereses extranjeros de por medio, como los hubo en la monarquía visigoda, que fue electiva)... Las disputas por el poder se pueden dar a nivel personal, dinástico, y varias clases de facciones que pueden ser ajenas a todos estos aspectos (religioso, territorial, económico, etc...)


    Creo también que es justo señalar que entre los Borbones se han dado también buenos reyes. Mismamente, Carlos III (a pesar de la bochornosa expulsión de los jesuitas, que también se dio en otras naciones católicas debido al dichoso regalismo, y que obligó a la Compañía a buscar refugio en países como Rusia o Prusia) fue un rey que potenció la cultura mediante las diversas Academias y la industria mediante las Reales Fábricas, y en este sentido yo por lo menos lo considero mejor que reyes Habsburgo como Felipe IV que perdió Portugal. Todos los gobernantes han tenido sus luces y sus sombras, porque al margen de que fueran reyes o caudillos, eran humanos y pecadores (aunque también hemos tenido nuestros reyes santos, claro está).


    También hay que hacer observar que, siglos antes de que Felipe V decretase la Nueva Planta, Carlos V aplastaba a los comuneros (con una crueldad que en un principio se ahorró para con los luteranos, todo hay que decirlo) y los Reyes Católicos llevaban a cabo la Doma y Castración tan mentada de Galicia.


    Con esto quiero decir que, a juicio de alguien que considera que la meritocracia y la legitimidad de ejercicio son esenciales para que un gobernante sea considerado benefactor, son tan absurdos tanto el determinismo que afirma que solo por ser de tal o cual dinastía se es buen gobernante como el que sostiene que por ser de esa dinastía se va a ser malo. Y es que, como decía el Quijote, cada uno es hijo de sus obras. Pondré un ejemplo que probablemente no guste o no encaje aquí, pero Mussolini, por ejemplo, fue albañil y maestro de escuela. Hitler, igualmente, pintor y porteador de maletas. Doriot, obrero metalúrgico. Monseñor Tiso, sacerdote. Dollfuss fue hijo ilegítimo de un jornalero... la lista puede continuarse, pero a lo que quiero llegar, es que hasta el hijo del más humilde puede mediante sus méritos demostrar su valía al frente de la nación. La nobleza de sangre, sin la nobleza del trabajo, degrada el patriciado al parasitismo. A mí personalmente me resulta indiferente que mi rey, caudillo, presidente y posibles variantes se apellide Austria, Borbón o Franco, mientras gobierne de acuerdo a la Doctrina de la Iglesia y sirviendo al bien común.


    Probablemente, si la monarquía hereditaria tradicional hubiese seguido en España, no habría necesidad de cuestionarla. Pero una vez que ha caído, es como mínimo legítimo dudar (pienso yo) de si será capaz de proteger España, habiéndose visto ya los errores de bulto de los Austrias Menores, Carlos IV o Fernando VII.
    La preocupación por este asunto yo creo que es de lo más natural, y no excluye que todos en un momento crítico dejemos estas cuestiones aparte igualmente si se trata de aunar fuerzas.


    Yo frente a esto, lo que defiendo es una continuidad institucional, que considero mucho más sólida. El fortalecimiento de nuestros fueros, Cortes, concejos, Comunidades de Villa y Tierra, cabildos, Iglesia, Ejército, sindicatos/gremios, etc... siempre concebidos de manera tradicional, servirían para templar el poder del líder en cuestión.


    Cabe aclarar también, que dentro de una monarquía electiva se puede dar igualmente la sucesión hereditaria, si varios miembros seguidos de una familia demuestran ser los más aptos para gobernar.


    Saludos en Xto.

    Última edición por ReynoDeGranada; 02/07/2018 a las 23:00
    EspadaDeRoma dio el Víctor.
    «¿Cómo no vamos a ser católicos? Pues ¿no nos decimos titulares del alma nacional española, que ha dado precisamente al catolicismo lo más entrañable de ella: su salvación histórica y su imperio? La historia de la fe católica en Occidente, su esplendor y sus fatigas, se ha realizado con alma misma de España; es la historia de España.»
    𝕽𝖆𝖒𝖎𝖗𝖔 𝕷𝖊𝖉𝖊𝖘𝖒𝖆 𝕽𝖆𝖒𝖔𝖘

  4. #4
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Bueno, la cuestión aquí, para no irse por las ramas, es saber si un Estado confesional y católico que tiene firmado un Concordato puede (o no) llevar la contraria en cuestiones DE DOCTRINA a la propia Iglesia Católica, como en el caso de la Tolerancia Religiosa (ya aceptada por la Iglesia muchísimo antes de ese Concordato) o la "libertad religiosa"; por poner sólo los dos ejemplos más representativos de esta discusión.

    Es obvio, porque se ha repetido hasta la saciedad, que los Estados JAMÁS han tenido durante la Cristiandad competencia alguna en materias teológicas, ni siquiera para corregir a los ANTIPAPAS, que han habido unos cuantos; pues eso competía (y compete) tanto a los doctores como a los pastores EMPEZANDO por los propios cardenales. Sin ir más lejos, hoy en día, ese caso se ha producido por parte de una importante cantidad de profesores-teólogos (siendo motivo de polémica en el interior de la jerarquía eclesiástica) con motivo de la Encíclica "Amoris Laetitia". También están las "Dubia" formuladas por los eminentes cardenales Raymond Burke, Carlo Caffarra, Joaquim Meissner, y Walther Brandmüller.

    Si el Régimen de Franco, practicando el regalismo, no hubiera aceptado la posición de la Iglesia en dichas épocas sobre tales cuestiones (por ejemplo la Tolerancia de Cultos), ni siquiera habría tenido la oportunidad de firmar un Concordato con la Iglesia; y por tanto, no hubiese tenido legalmente el reconocimiento de Estado Confesional. Tampoco hubieran tenido validez acciones unilaterales en ese sentido; pues el clero, a quien tiene que obedecer indefectiblemente en dichas materias es al Papa, so pena de excomunión. El problema, es que en ÉPOCA del Concilio, muy pocos miembros de la Iglesia cumplieron con ese deber de crítica y observancia; y los que lo hicieron TAMPOCO TUVIERON MÁS REMEDIO que firmar, de su puño y letra, TODAS Y CADA UNA de las Constituciones que conformaron el Concilio a su término. Tal es el caso, sin ir más lejos, de Monseñor Marcel Lefebvre. Eso no es óbice para seguir manteniendo, legítimamente, una posición crítica desde la Tradición por aquellos católicos que conocen bien estos temas.

    Responsabilizar al Franquismo de los cambios en la Iglesia, y pensar que teniendo como hipotético rey a Don Javier (que tiene manifiestos en los 60 apoyados directamente en la letra Concilio) España hubiera vuelto, no a 1805, sino a la España de los Austrias, es una pura ilusión que no tiene base alguna en la realidad; y es que tampoco la Iglesia era la misma en dichas épocas. Monseñor Marcel Lefebvre lo sabía perfectamente, siendo también admirador de Franco y de su obra.

    Por cierto, el accidente de coche de Don Javier se produce en 1972, y abdicó sus derechos dinásticos en Carlos Hugo en 1975; fechas muy posteriores al Concilio Vaticano II, que siempre fue reivindicado por éste y su partido político[1].

    La resurrección de la persona de Franco, como la de todos nosotros, se hará al final de los tiempos como está dicho en el Credo; y su Régimén ya no volverá nunca más (obviamente) a pesar de nosotros los franquistas (o quizá "neofranquistas"); pero no mezclemos las cosas. Lo de la Monarquía Tradicional a mí personalmente me parece bien y la acepto; pero mucho me temo que Don Sixto, cuya figura reapareció (creo que allá por 2001) tras casi 20 años de ausencia política en España, y en un acto que se dió en un hotel madrileño al que acudió PERSONALMENTE Valmadian, no tiene demasiado apoyo en este país. De hecho, quien es su sucesor, Enrique de Lobkovicz y Borbón (hijo de Doña María Francisca de Borbón-Parma) ha presentado públicamente como cabeza de los Borbones, y pretendiente de Francia, al bisnieto de Franco: Luis Alfonso de Borbón.

    https://www.youtube.com/watch?v=MAjrJvdedg4

    https://www.youtube.com/watch?v=VQoLxUorh6I

    [1]http://www.lavoz.circulocarlista.com/a/circulocarlista.com/www-lavoz/textos-tradicionalistas/abdicacion-de-don-javier-en-su-hijo-don-carlos-hugo
    Última edición por DOBLE AGUILA; 03/07/2018 a las 18:55
    ALACRAN, ReynoDeGranada, Trifón y 1 otros dieron el Víctor.

  5. #5
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Hay un par de datos que he descubierto recientemente que no sé cómo justificaréis los franquistas, pero me han resultado muy interesantes:

    1) Aunque la ley de libertad religiosa promovida por Fernando María Castiella, ministro de Exteriores, se aprueba finalmente en 1967, el proyecto fue presentado por representantes del gobierno franquista en 1962, antes del Concilio Vaticano II.

    2) Según las memorias de Blas Piñar (p. 127), después del Concilio, el arzobispo de Valencia, Ilmo. Sr. D. Marcelino Olaechea, no solo no interpretó como vosotros hacéis el Concilio Vaticano II (creo que un arzobispo tiene más autoridad que cualquiera de nosotros para interpretar un Concilio), sino que manifestó que el propio papa Pablo VI deseaba la unidad católica de España, que había definido como «don el más precioso». Esto dijo en concreto el arzobispo de los 15 procuradores que en 1967 se habían opuesto a la ley finalmente aprobada por las Cortes y por el general Franco (quien, por cierto, había modificado el artículo 6 del Fuero de los Españoles antes de que se aprobara la ley):

    Han sido ustedes fieles a la mente del Concilio Vaticano II en esta nuestra España, la de inmortal unidad religiosa, tesoro que hay que transmitir íntegro a la futura generación, "don el más precioso", en palabras de nuestro Santísimo Padre el Papa Pablo VI, de orden y unidad superior para la promoción social, civil y espiritual del país.
    Un par de datos que pueden dar que pensar a los que dicen que Franco se vio obligado a dar la libertad religiosa (¡pero sí ya la daba en la teoría y en la práctica, incluso antes de ganar la guerra!) y que hubiese sido excomulgado si se negaba, y tal y tal.

    Por cierto, aunque es de justicia decir que Blas Piñar se destacó como uno de los procuradores opuestos a la ley, según el Boletín Oficial de las Cortes Españolas «no se opuso a la totalidad, pero apuntó la tesis de que, a su juicio, el desarrollo del principio de libertad civil en materia religiosa no precisaba el rango de Ley y podía hacerse por el Gobierno por disposiciones de otro carácter». Este planteamiento de Piñar es coherente con su posterior posición como diputado de Unión Nacional a favor del concubinato legal, pero que no se le llamase divorcio, cosa que me recuerda a cuando los del PP decían que había que dar uniones civiles a los sodomitas con todos los derechos, pero que no se le llamase matrimonio.
    Última edición por Rodrigo; 09/07/2018 a las 03:54
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  6. #6
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    1)
    Aunque la ley de libertad religiosa promovida por Fernando María Castiella, ministro de Exteriores, se aprueba finalmente en 1967, el proyecto fue presentado por representantes del gobierno franquista en 1962, antes del Concilio Vaticano II.
    Sí, pero el proyecto realmente data de mediados 1964, cuando ya en el Concilio se hablaba de aprobar la libertad religiosa y se dio a conocer a los obispos. Hay que hacer notar que entonces a los obispos les pareció "avanzado" y así lo indicaron. Sin embargo, ese proyecto fue echado para atrás por Carrero y Franco ni rechistó por ello.

    No obstante con su típica actitud sumisa y pelota, callaron los obispos como muertos cuando el vaticano II aprobó la Dignitatis Humanae que dejaba en pañales el anterior proyecto de Castiella.


    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    2) Según las memorias de Blas Piñar (p. 127), después del Concilio, el arzobispo de Valencia, Ilmo. Sr. D. Marcelino Olaechea, no solo no interpretó como vosotros hacéis el Concilio Vaticano II (creo que un arzobispo tiene más autoridad que cualquiera de nosotros para interpretar un Concilio), sino que manifestó que el propio papa Pablo VI deseaba la unidad católica de España, que había definido como «don el más precioso». Esto dijo en concreto el arzobispo de los 15 procuradores que en 1967 se habían opuesto a la ley finalmente aprobada por las Cortes y por el general Franco (quien, por cierto, había modificado el artículo 6 del Fuero de los Españoles antes de que se aprobara la ley):

    .
    Las declaraciones eufemísticas o críticas de tal o cual obispo en tal o cual sentido eran (y son) muy frecuentes arrimando "el ascua a su sardina", como vulgarmente se dice. Ahí están las palabras de mons Guerra Campos que cualquiera que las leyera creería que el Vaticano II era una maravilla y que no había ninguna contradicción con lo anterior, y que los problemas eran solo de una mala interpretación, así como, de paso echar piropos a Franco como cumplidor modélico del Concilio.

    Pero es que incluso el mismo Franco, Carrero, Mons Cantero, mons Quiroga Palacios, el mismo Pablo VI, Ottaviani, según en qué contexto hacían hincapié en tal o cual aspecto: ante un congreso católico 100% o de peregrinos, o de misa solemne, o de conmemoración de mártires, etc subrayaban lo puro católico, lo rancio, lo eterno, lo sagrado; ahora bien cambiaba el contexto; ante miembros del mercado Común, de la ONU, visita de personalidades protestantes extranjeras, cambiaban el discurso radicalmente y subrayaban sólo lo contrario...

    Esa cita de Mons. Olaechea, es del primer tipo: barre para lo anterior al Vaticano II. Pero había cerca de 70 obispos por entonces en España que seguramente no eran de esa "cerrada" opinión y bastantes de ellos eran ya de opinión totalmente contraria.

    Por eso lo decisivo, y único a tener en cuenta solo son los documentos oficiales de la Conferencia Episcopal, aprobados por mayorías: y en ese sentido, es digno de citar el documento de junio de 1966: "La Iglesia y el orden temporal a la luz del Concilio Vaticano II": para lo que nos interesa puede consultarse aquí, concretamente en el apartado 3 "Dignidad y libertad de la persona humana":

    http://hemeroteca-paginas.lavanguard...660702-047.pdf

    La Iglesia, al mismo tiempo que proclama en su Evangelio la libertad radical que es la de los hijos de Dios (cfr. GS, 41), reconoce y aprueba la aspiración de los contemporáneos a que esa libertad profunda se refleje en la ordenación social. Esto lleva a desear a la delimitación jurídica del poder público, a fin de que no se restrinjan demasiado los límites de la honesta libertad de la persona y de las asociaciones» (DH, 1).
    En la sociedad, siempre que quede asegurada la tutela y la pacifica composición de los derechos de todos, la ordenada convivencia en la justicia, y la moralidad pública, «debe reconocerse al hombre lo más posible su libertad, y no debe restringirse sino cuando y en cuanto sea necesario» (DH, 7).

    Es decir, oficialmente los obispos españoles están reconociendo implícitamente las infaustas Gaudium et Spes y la Dignitatis Humanae como únicos documentos a tener en cuenta; nada de ya de "unidad católica", sino de libertad (religiosa) a porrillo.

    De todos modos, lo que dijeran o dejaran de decir los obispos a ti no te servirá porque siempre alegarás que Franco (como todo dictador") pudo hacer lo que le dio la gana.
    Última edición por ALACRAN; 09/07/2018 a las 14:38
    DOBLE AGUILA dio el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  7. #7
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Yo no le echo la culpa de todo a Franco "como dictador". La responsabilidad de entregar la victoria de 1939 a los enemigos de Dios y de España es colectiva y hay muchos culpables que habrán tenido que rendir cuentas al Altísimo, obispos incluidos, naturalmente. Pero sí que es verdad que el que tiene más poder, tiene más responsabilidad. Y no es que el general Franco fuese un jefe de Estado pasivo (en cuyo caso habría pecado igualmente por omisión) sino que siempre estuvo en primera línea, por mucho que dijese irónicamente que "no se metía en política".

    Se ha dicho en todo momento que la libertad religiosa vino impuesta por Roma y eso no es cierto, o lo es solo muy parcialmente. Se empieza a hablar de ella (como legislación completa) antes del Concilio, y en todo caso vino impuesta por los queridos "amigos yankees", como demuestran las declaraciones de Castiella: «la libertad religiosa es un derecho natural y una necesidad para España si quiere llegar a ser un miembro respetado de la comunidad internacional». Castiella, el mismo que en 1968 dio a Guinea Ecuatorial una Constitución demo-liberal, pero seguro que Franco tampoco tuvo ninguna culpa y es que sus ministros "le salían ranas". Fraga también puso la libertad de prensa contra la voluntad de Franco, por ejemplo.

    Ante esta realidad, podéis seguir echando balones fuera para que la imagen del generalísimo siga impoluta. Sería como eximir a Felipe González, Aznar, Zapatero y Rajoy de la responsabilidad de que 100.000 bebés españoles sean descuartizados cada año en el vientre materno, porque tenían ministros de Sanidad que se encargaban de eso; el Parlamento, y no ellos, había hecho las leyes del aborto; son las mujeres las que abortan libremente, ya que "la mentalidad ha cambiado", etc., etc.

    Cuando hacía falta enfrentarse a la jerarquía eclesiástica no para defender el "don más precioso" de España, sino para ejecutar a un vulgar terrorista, parece que Franco no tenía problemas. Pero nada, seguramente el único error de Franco fue rodearse de traidores, de lo que el pobre "no se enteraba". Con esa lógica, nunca podréis explicar como franquistas acérrimos como Ricardo de la Cierva llamaban "ultras" a los tradicionalistas sixtinos, por ejemplo. Ni podréis comprender por qué Blas Piñar era un "exaltado" para Franco.
    Última edición por Rodrigo; 09/07/2018 a las 17:57
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  8. #8
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    después del Concilio, el arzobispo de Valencia, Ilmo. Sr. D. Marcelino Olaechea, no solo no interpretó como vosotros hacéis el Concilio Vaticano II (creo que un arzobispo tiene más autoridad que cualquiera de nosotros para interpretar un Concilio),
    Frente a esta opinión del arzobispo Olaechea te he traído en el mensaje anterior un texto oficial de la Conferencia Episcopal que interpretando el Concilio recomendaba la libertad religiosa en España. ¿No reconoces autoridad a ese texto?

    Y ahora vuelves a las andadas sobre que si Franco tal, etc.

    A ver: te concedo que Franco personalmente hubiera deseado la libertad religiosa ya antes del Concilio ¿y qué? Pero el hecho decisivo fue su aprobación por el Concilio unos años después. Así se reconoció en la exposición de motivos de la ley y todo el mundo lo interpretó así.

    Habría que explicar, según tus premisas, por qué no aprobó el todopoderoso Franco la libertad religiosa (¡¡si tanto la deseaba...!!) en los años 50, o en 1962, 1964.... y por que esperó a que el Concilio aprobara la 'Dignitatis Humanae' (finales de 1965) hasta aplicarla en 1967? ¿Acaso no le hubiera sido muchísimo más necesaria, frente a los EEUU, en los años 50 que en el ya tardío 1967? ¿Qué se lo impidió?

    Pero de todos modos, la libertad religiosa para mí ocupa un porcentaje muy pequeño en la descatolización de España. La descatolización se ha debido no a Franco sino a los curas y los obispos, teledirigidos desde el Vaticano: sus costumbres, sus nuevas predicaciones, su ecumenismo oficial con protestantes, la nueva misa, la caída de vocaciones, el marxismo en seminarios, arreglos con marxistas, etc... y frente a ello la libertad religiosa, para mí al menos, es cosa de poco. Eso ha destruido el catolicismo en España.

    La libertad religiosa aplicada por un gobernante incluso puede ser disculpable; lo que no tiene perdón de Dios es que la Iglesia, que por definición tiene la verdad y el deber de defenderla, avale esa ilícita libertad, la recomiende y la mande imponer, pero eso a ti no parece importarte demasiado, con lo cual pienso que lo que realmente te indigna debe ser el hecho de que Franco ande por medio. Y frente a eso poco se puede hacer.
    Última edición por ALACRAN; 10/07/2018 a las 11:55
    DOBLE AGUILA y raolbo dieron el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  9. #9
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje
    Pero de todos modos, la libertad religiosa para mí ocupa un porcentaje muy pequeño en la descatolización de España. La descatolización se ha debido no a Franco sino a los curas y los obispos, teledirigidos desde el Vaticano: sus costumbres, sus nuevas predicaciones, su ecumenismo con protestantes, la nueva misa, la caída de vocaciones, el marxismo en seminarios, pactos con marxistas... frente a ello la libertad religiosa, para mí al menos, es cosa de poco.
    Bien, yo también te concedo que en la descatolización de España los principales responsables son los obispos y clérigos. Pero no puedo conceder que en la restauración de la democracia liberal (que en nuestra Patria siempre alimenta el marxismo, el anticatolicismo y el separatismo, cosa que el general Franco sabía bien) no tuviera nada que ver el Generalísimo. Y la libertad religiosa es una de tantas "libertades" indispensables para dicho sistema político, como lo son las libertades de prensa, asociación y agrupación política, todas ellas restauradas en los años 60 ó 70 bajo la jefatura del Estado de Franco.

    Aunque personalmente creo que probablemente se hubiera ganado la Cruzada sin él, el general Franco tuvo un papel importante en la victoria y es justo reconocerlo. Pero también es de justicia, pensando no solo en los muertos de la Cruzada, sino también en las generaciones presentes y futuras que se han visto privadas de su Patria tradicional, señalar a los culpables de haber entregado la victoria al enemigo, no por rencor sino para poder aprender de la historia y dejar claro cuál es el camino para el futuro.

    La mentalidad franquista es derrotista (no se podía hacer nada, el mundo había cambiado, los obispos tienen la última palabra sobre España, etc.). Contra esa mentalidad tenemos que alzarnos los tradicionalistas y declarar que mientras Dios lo quiera y haya un carlista en el mundo, España no ha muerto ni morirá.
    Última edición por Rodrigo; 10/07/2018 a las 10:17
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  10. #10
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Sí, pero el proyecto realmente data de mediados 1964, cuando ya en el Concilio se hablaba de aprobar la libertad religiosa y se dio a conocer a los obispos. Hay que hacer notar que entonces a los obispos les pareció "avanzado" y así lo indicaron. Sin embargo, ese proyecto fue echado para atrás por Carrero y Franco ni rechistó por ello.
    Castiella, como embajador ante la Santa Sede, sabía más los tramas cardenalicias y de los proyectos modernistas de Juan XXIII que los propios obispos y cardenales españoles de la época (caso análogo al de Martín Artajo). Así que no me extraña nada ese PROYECTO que él mismo diseñó (y no Franco) de "libertad religiosa" en 1962; es cosa sabida, no es nada nuevo. Tampoco hay que extrañarse, eran señores que venían de órbita clerical del cardenal Don Ángel Herrera Oria.

    Por lo menos, Franco y Carrero tuvieron la prudencia de echarle tierra encima, y no aprobarlo antes de que lo hiciera la Santa Sede.

    La libertad religiosa aplicada por un gobernante incluso puede ser disculpable; lo que no tiene perdón de Dios es que la Iglesia, que por definición tiene la verdad y el deber de defenderla, avale esa ilícita libertad, la recomiende y la mande imponer, pero eso a ti no parece importarte demasiado, con lo cual pienso que lo que realmente te indigna debe ser el hecho de que Franco ande por medio. Y frente a eso poco se puede hacer.
    Claro, pero es que este es el quid de la cuestión. Y pensar si Franco estaba de acuerdo personalmente con ese principio de "libertad religiosa" creo que es volver a elucubrar sobre lo que había en su mente (que es pasatiempo que se practica a menudo en este país).

    Y obviamente, pese a lo que se dice, bajo la Jefatura de Franco ni hubo legalmente "libertad de prensa" (existió censura siempre) ni de "asociación política" ni de "agrupación". El "espíritu del 12 de Febrero" (idea del "mantequilla" Arias) fue DERROTADO felizmente. Fue la última gran victoria del llamado "Búnker" (porque todavía vivía Franco).

    https://es.wikipedia.org/wiki/Esp%C3..._12_de_febrero

    Sobre si los franquistas, o simpatizantes de ese Régimen histórico, somos "derrotistas", pues habrá de todo supongo. En el caso de Alacrán no lo veo muy derrotista, y en mi mentalidad el derrotismo tampoco es muy bienvenido; eso por no hablar de figuras históricas señeras e inasequibles al desaliento; como Girón de Velasco, Raimundo Frenández Cuesta, Blas Piñar (etc).

    Y eso de que "mientras haya un carlista, España...", también está muy bien y tal; pero primero vamos a ver cómo está el carlismo ahora y las perspectivas que tiene en un futuro próximo.
    Última edición por DOBLE AGUILA; 10/07/2018 a las 18:23
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  11. #11
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Pablo VI y Franco: Los verdaderos desencuentros. (I).

    Los hechos que se relatan en el artículo titulado “Desencuentros Pablo VI – Franco”, publicado el 1/11/14 en la pág. 9 del nº 727 SP’, son muy anteriores y tienen muy poco que ver con las verdaderas raíces de ese distanciamiento existente entre el Papa Pablo VI y el General Franco.

    Estimo como dato sobresaliente de esa disyunción la sopesada en agosto de 1953, previa a la firma del Concordato, cuando el embajador de España en la Santa Sede, Fernando María Castiella, informó a Pío XII que de su Secretaría de Estado salía información con destino a la URSS de los nombres y destinos de los sacerdotes que el Papa enviaba a la “Iglesia del silencio”, y que eran allí ejecutados. Confidencia desvelada por el espía Jesús Galíndez Suárez, que acusaba al jesuita Alighiero Tondi, secretario particular de Montini, de “ese soplo” y de montar la red de curas comunistas para operar en Hispanoamérica (como el hebreo Antonio Hortelano). Y aunque no se pudo probar la implicación directa de Montini, es vox populi, que sí existió una firme sospecha que obligó a Pío XII a apartarle de la Secretaría de Estado nombrándole Arzobispo de Milán.

    Trascurridos diez años, otro desencuentro en abril de 1963, cuando tras un juicio sumarísimo se condenó a muerte al comunista Julián Grimau, y el entonces arzobispo de Milán, Cardenal Montini, pidió a Franco conmutar la pena, a lo que éste no accedió; Grimau fue fusilado el 20 de abril 1963, a pesar del “No hemos sido escuchados”, que pronunciara quien sería elegido Papa dos meses más tarde, el 21 de Junio. Elección que fue un duro golpe para el General Franco y gran parte del pueblo español.

    Dos décadas después, en 1974, Pablo VI, volvió a hacer gestiones para evitar la ejecución del anarquista catalán Salvador Puig Antich, pero Franco se negó a atender su llamada telefónica.

    En 1965, con la excusa del Año Santo Compostelano, Pablo VI quiso peregrinar a España, pero el General Franco se lo impidió. Esta circunstancia está contenida en una carta personal que Montini, siendo ya Papa y a la clausura del Vaticano II, remitió al Franco. La carta fue publicitada en Brescia, localidad italiana donde nació Pablo VI, con motivo de un congreso sobre este pontífice que dirigió los destinos de la Iglesia católica entre 1963 y 1978. El papa Pablo VI vinculaba de algún modo su presencia en España a la renuncia, por parte del régimen español, del privilegio de la presentación de las candidaturas de obispos.

    Aunque la renuncia no se llegó a formular personalmente, al margen de Concordato, entre 1965 y 1970, Pablo VI nombró más de 35 obispos auxiliares (¡y qué ejemplares!). En esta tarea participaron activamente el Nuncio Luigi Dadaglio (Nuncio entre 1967-1980) y su consejero Monseñor Dante Pasquinelli, “verosímilmente masónicos” según Ricardo de la Cierva. El Nuncio Antonio Riberi, aunque fue nombrado por Juan XXIII, era hombre de confianza del luego Pablo VI y con él comenzaron la renovación postconciliar del episcopado y las primeras jubilaciones de obispos; su brazo derecho en Madrid (1962-1965) fue Monseñor Benelli, luego Secretario de Estado asociado a negros rumores. Ese grandísimo disparate, entre otros, es el que iría arrastrado a España católica a la más brutal incredulidad y apostasía hoy reinante.

    Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que Pablo VI presionó de tal forma a Franco, tras ser sancionada por el Vaticano II la libertad religiosa, que incluso envió al Cardenal Carasoli (masón desde el 1957, según la listas de la P2), para que, al amparo de dicha promulgación, se exigiese la supresión del artículo 2º de los Principios del Movimiento Nacional que decía: “La Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley de Dios, según la doctrina de la santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”. Franco, obediente e hijo fiel de la Iglesia, lo eliminó el 10 de enero de 1967 y aprobó la libertad religiosa. Controversia que provocó limitaciones no solo a la Unidad Católica de España sino también a la Confesionalidad del Estado. Proceso que, a partir de entonces, dejó patente la secularización de 90.000 sacerdotes españoles y el vaciamiento de los seminarios diocesanos.

    Por otra parte, no se entiende cómo se obligó a España a la renuncia del privilegio de la presentación de las candidaturas de obispos, en tanto que en Francia, en la región de Alsacia-Lorena, aún está vigente todavía el concordato napoleónico, en virtud del cual las autoridades republicanas mantienen el derecho de presentación sobre los obispos de dicha región.

    Franco escribió una carta a Pablo VI el 29 de diciembre de 1972 en la que expresaba su preocupación por las actitudes políticas de una parte del clero e instaba al Papa a que hiciera lo posible por las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado. La respuesta de Pablo VI fue que “los indicios de subversión son más bien una admirable (muestra) de vitalidad espiritual del pueblo español” (ETA nació en un seminario, de Álvaro Baeza, pág. 12). De igual fuente (pág. 37) se desprende que Pablo VI previó la excomunión de varios miembros del Gobierno Español cuando el caso Añoveros (1974), así como en 1975, cuando los fusilamientos de etarras y miembros del FRAP, incluyendo en este caso al propio Franco y teniendo el Cardenal Tarancón en una mano el decreto firmado por el Papa, y en la otra los recibos que él y el Cardenal Bueno Monreal pagaban por el alquiler del despacho laboralista en Sevilla a Felipe González y Rafael Escudero (¡A saco! La cloaca española, De Álvaro Baeza, pág. 34).

    Pablo VI, al igual que muchos hombres de Iglesia, se olvidaron de que Franco fue quien salvó la Iglesia en España. Y es que ya se sabe, de desagradecidos está el mundo lleno. No obstante, tengo entendido que Pablo VI se arrepintió de esos desencuentros y al final de su vida consideró, con toda humildad, que se había equivocado con Franco y con España.

    SÁNCHEZ FLORES, José Manuel.
    “PABLO VI Y FRANCO, LOS VERDADEROSDESENCUENTROS".
    En Siempre P´alante, 728 (2014) 10.

    [Tomado del sitio en Facebook de la revista Siempre P'alante.]
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  12. #12
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    Re: «Paulo VI y la España de Franco» por Mario Caponnetto

    Pablo VI y Franco (II): El fin de la confesionalidad del Estado español.

    ¿CUÁNDO CESÓ LA CONFESIONALIDAD CATÓLICA DEL ESTADO ESPAÑOL?

    Me refiero al artículo titulado, “Los verdaderos desencuentros de Pablo VI y Franco”, firmado por Don José Manuel Sánchez Flores en Siempre P’alante de 11-XI-2014, pág.10.

    Vaya por delante mi felicitación y agradecimiento al autor por salvar del olvido esta puntita de un iceberg objeto de controversia. Con la máxima cordialidad, pues, quisiera presentar un asunto que me parece oscuro, a saber: ¿Cuándo y cómo dejó de estar vigente la Confesionalidad Católica del Estado presidido por Franco?

    En la segunda columna, párrafo segundo, línea 17 de su artículo, Don José Manuel Sánchez Flores escribe: (Franco) “lo eliminó” (el artículo II de los Principios del Movimiento Nacional) el 10 de Enero de 1967 y aprobó la libertad religiosa. Pero surge la duda o contradicción con otras noticias algunas recogidas en estas páginas de que ese Principio Segundo estuvo vigente hasta la entrada en vigor de la Constitución de 1978. No es una cuestión baladí, porque entre las dos noticias está el Concilio. Nada menos que saber si la Iglesia después del Concilio siguió, o no, apoyando explícita o silenciosamente esa confesionalidad que, sin ninguna duda, aplaudió antes del Concilio.

    Recordatorio.-Ese artículo Segundo, que en rigor se llama “Principio” dice: “La Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento de la Ley de Dios, según la Doctrina de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, Única y Verdadera, y Fe inseparable de la conciencia nacional, que inspirará su legislación”.

    En el artículo citado hay cierta mezcla o al menos proximidad entre ese artículo (o Principio) Segundo del Movimiento, que trata de la Confesionalidad del Estado, y la libertad religiosa, que son dos asuntos distintos. Esta confusión puede, además, ser debida a que la segunda y postconciliar redacción de la libertad religiosa (10-I-1967) empieza diciendo que: “La profesión y práctica de la religión católica, que es la del Estado Español, gozará de protección oficial. No se entiende que esto se dijera en la misma ley que, según el Sr. Sánchez Flores, elimina el artículo o Principio de la Confesionalidad del Estado.

    Antes de seguir con informaciones de que ese Principio Segundo referente a la Confesionalidad siguió vigente después de la fecha señalada por el Sr. Sánchez Flores, quiero advertir del desorden y confusión de todas estas leyes, quizás deliberadamente establecida y no aclarada, a semejanza con otras cuestiones de la época. Recomiendo el libro de Don Rafael Gambra, Tradición o Mimetismo que trata ampliamente de estas cuestiones. Véase especialmente la pág.111.

    La Ley Orgánica del 10-I-1967 relanza la Ley de Sucesión, y a bordo de ésta viajaron, “discretamente” (Gambra dixit), en su artículo 10, Los Principios del Movimiento Nacional, que fueron ninguneados en la prensa de aquellos días. Pero eso no es una derogación, sino una trampa. ¿Qué valor jurídico tiene la palabra “eliminación” empleada por el Sr. Sánchez Flores?

    Por el contrario: En la ley orgánica hay una confirmación más de la supervivencia, gracias a ella, del Principio Segundo. Dice, a propósito de la modificación postconciliar de la libertad religiosa, que se hace, “en consonancia con el Segundo de los Principios del Movimiento Nacional, según el cual la Doctrina de la Iglesia habrá de inspirar nuestra legislación”. Luego no hay en esa fecha “eliminación”, sino confirmación.

    Finalmente un argumento modesto pero que tiene su fuerza. Yo viví intensamente aquellos años y aquellas luchas. Y no recuerdo que se hubiera armado el menor jaleo a propósito de esa supuesta eliminación. Si eliminar en vez de señalar una trampa hubiera señalado una novedad tan importante como la derogación de la Confesionalidad, ¡la que hubiéramos armado!


    de SANTA CRUZ, Manuel, “¿CUÁNDO CESÓ LA CONFESIONALIDAD CATÓLICA DEL ESTADO ESPAÑOL?” enSiempre P´alante, 730 (2014) 7. Tomado de su página en Facebook.
    ALACRAN dio el Víctor.

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