Búsqueda avanzada de temas en el foro

Resultados 1 al 9 de 9

Tema: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

Ver modo hilado

  1. #7
    Avatar de ALACRAN
    ALACRAN está desconectado "inasequibles al desaliento"
    Fecha de ingreso
    11 nov, 06
    Mensajes
    5,441
    Post Thanks / Like

    Re: La “Junta Democrática” de Carrillo y del PCE marcó la ruta para la Transición

    Primero había que acabar con los “ultras”, lo que hicieron Arias Navarro y Fraga (1976), según la hoja de ruta (“la táctica del salchichón”) del Partido Comunista; más tarde (1977) habría que acabar con los “evolucionistas” (Arias, Fraga, Fdez. de la Mora…) y a esta tarea estaba destinado Adolfo Suárez :


    Revista FUERZA NUEVA, nº 545, 18-Jun-1977

    EL ÚLTIMO SERVICIO

    Primero hay que acabar con los “ultras”, según la táctica del Partido Comunista. Más tarde habrá que acabar con los “evolucionistas” y a esta tarea está destinado Adolfo Suárez, conforme a las previsiones del grupo de Carrillo y La Pasionaria.

    Matías Rakosi acuñó la expresión “táctica del salchichón”, al indicar al Partido Comunista húngaro la vía a seguir para eliminar, uno tras otro, a los “compañeros de viaje”. Dicha táctica supone el corte sucesivo de los demás elementos políticos. Alberto Falcionelli la glosa, explicando que “con recordar que quien corta el salchichón, generalmente se lo come”, es fácil deducir, a través de la metáfora, cuál resulta la suerte destinada a los eventuales aliados de los comunistas.

    Tal procedimiento ha sido utilizado como una constante, con éxito, desde 1917, incluso en Rusia, donde -según observa el citado historiador de la URSS- “después de haber colaborado con elementos progresistas del grupo menchevique y del Partido Socialista Revolucionario, Lenin se las arregló para desplazarlos del poder, eliminándolos, tajada tras tajada, como se hace con el salchichón para comerlo”. El método fue ensayado con eficacia, además de la propia Rusia, en España. Rumania, Polonia, Hungría, Checoslovaquia, China, Cuba… Y sus víctimas más ilustres han sido Largo Caballero, Indalecio Prieto, el rey Miguel y su cohorte liberal, Mikolajczyk, Zoltan Tildy, etc.

    La “táctica del salchichón”

    La “táctica del salchichón” implica el aislamiento y destrucción sucesiva de cada una de las parcelas políticas, empezando por las más contrarrevolucionarias -o, si se prefiere el lenguaje vulgar e impropio, comenzando por las más “derechistas”-, a las que se aísla y trata de neutralizar con apoyo del resto del espectro político. La operación se reitera luego respecto a las otras parcelas que van quedando a la “derecha”.

    ***

    En España, hace ya tiempo que se proyectó, e incluso se anunció la fase táctica inicial del comienzo del corte de salchichón, a través de la consigna dada por el secretario general del Partido Comunista para acentuar la división entre “ultras” y “evolucionistas” dentro del Régimen, intentando aislar y desplazar a los primeros con auxilio de los “evolucionistas”.

    En 1965, Santiago Carrillo analizaba la existencia dentro del Régimen de dos sectores: los “ultras” y los “evolucionistas”. “Evolucionistas” que se creen que “con dar paso a la parte de la oposición franquista cuyos puntos de vista sobre el desarrollo coinciden con los suyos, se podrán evitar males mayores y levantar una frontera -un horizonte, como se dice ahora-, más allá de la que no haya posibilidad de avanzar”.

    El mismo Santiago Carrillo comenta, respecto a los propósitos de los “liberalizantes”: “En el fondo, esta audacia política de un sector de la oligarquía viene con veinte años de retraso. Si en el 44, cuando la derrota del Eje estaba asegurada, la oligarquía financiera se hubiera desembarazado de la jefatura de Franco y de los grupos fascistas y hubiera realizado cambios institucionales, insertándose en la órbita de las potencias capitalistas partícipes de la victoria antihitleriana, muchas gentes, sufriendo las heridas de la guerra y de la represión, hubieran recibido ese cambio como un alivio. Las fuerzas revolucionarias y democráticas se hallaban entonces muy maltrechas. Con menos obstáculos y mayores posibilidades, la oligarquía habría podido integrarse así en la expansión capitalista europea de la posguerra, habría disfrutado de los planes Marshall y otros que contribuyeron al desarrollo del capitalismo europeo. Como institución, la monarquía quizá perdiese entonces la ocasión única de transformarse en el baluarte de las clases dominantes bajo la apariencia de un régimen de reconciliación, de paz civil” (sic).

    Lo que quizá en aquel momento tenía posibilidades importantes, intentan ensayarlo veinte años después. Si lo hacen, ya no será, como podía haberlo sido entonces, una muestra de iniciativa política y de capacidad de maniobra, sino de que la descomposición de las clases dominantes y de las instituciones y órganos en que se sostiene el Régimen es todavía mucho más grave de lo que desde fuera parece”.

    Eliminar a los “ultras”

    Los comunistas -por la pluma del secretario general-, lejos de desanimarse entre los propósitos liberalizadores ante los propósitos “liberalizadores”, y frente a lo que los abanderados de los mismos, en más de una ocasión han intentado hacer creer, lo calificaron de síntoma de descomposición aguda. Y, como es natural, tal descomposición reforzó los ánimos de los revolucionarios marxistas. La liberalización ha sido, por tanto, interpretada como auténtica retirada.

    Carrillo diagnosticaba a través de otro análisis -de 1967- que “la desventaja en esta pugna no está de nuestro lado”, porque “los que están en una posición más débil son los “ultras”, que para batir a la oposición tienen que arremeter también, en las circunstancias actuales, contra sus propios aliados, los “evolucionistas”, contra elementos muy importantes de su propio sistema de poder. De ahí que la lucha de los “ultras” contra la oposición se mezcle y confunda a veces con la lucha contra los “evolucionistas”, y que la respuesta de éstos a los “ultras” converja en ciertos casos con los ataques de la oposición”.

    La consigna que entonces lanzaba el secretario general del Partido Comunista no podía ser más clara: “mostrar gran agilidad a fin de utilizar hasta la más pequeña de las contradicciones entre los grupos dominantes y acelerar el aislamiento de “ultras” y burócratas, señalando como uno de los objetivos inmediatos el contribuir a la eliminación de éstos de sus posiciones dominantes”.

    Y explicará más adelante: “Sin un período de gran tensión es imposible conseguir la eliminación de los elementos “ultras” y burocráticos, objetivo en el que hoy podemos converger oposición y evolucionistas. Los comunistas no opondremos ningún obstáculo; antes bien, favoreceremos las iniciativas tendentes a lograr la eliminación de los “ultras”, que urge si se quiere impedir la agravación extrema de los problemas, ya de por sí nada simples, con que se enfrenta actualmente España…”

    Conviene extender e intensificar la presión contra los “ultras”; conseguir que se movilicen nuevos y más amplios sectores sociales; que dentro de instituciones que desempeñan un papel muy decisivo en la actual situación se dibuje una neta resistencia a dejarse arrastrar de nuevo a un enfrentamiento con el pueblo. En una palabra, es necesario aislar todavía más claramente a los que sueñan con restaurar las prácticas fascistas más brutales”.

    Anticipaba así, con tal consigna, el categórico mentís a la acusación que más tarde saldría de las filas “aperturistas” de que los “ultras” representan el principal aliado del comunismo. Al contrario, de forma inequívoca, Carrillo apunta hacia ellos como objetivo primario que hay que desmontar y apartar, pues constituye “el obstáculo esencial al establecimiento de un clima nuevo de civismo, de diálogo abierto, de libertad”; lo que, traducido al lenguaje vulgar, significa que son el principal obstáculo del clima querido por el Partido Comunista.

    ***

    El pronóstico en 1967 sobre el desarrollo ulterior de las tensiones entre “ultras” y “evolucionistas” lo expresaría también Carrillo al escribir: “Cualesquiera que sean los avatares del conflicto entre “ultras” y “evolucionistas”, teniendo en cuenta el crecimiento de la oposición obrera y popular, la tendencia natural de los acontecimientos conduce a la ruptura cada vez más pronunciada entre ambos sectores y hacia una convergencia entre la oposición y una parte, por lo menos, de los sectores evolucionistas; a una ampliación de las fuerzas que más o menos consecuentemente, se oponen a la dictadura”. Y trataría de tentar a “evolucionistas” y neoliberales, advirtiéndoles de que la eliminación de los “ultras” se aceleraría “si “evolucionistas” y “neoliberales” comprendiesen que no es posible conseguir las limitadas libertades que exigen para ellos mismos sin generalizar el uso de la libertad a todas las tendencias y opiniones que existen en el país… Frente a “ultras” y burócratas, la libertad es indivisible: o se alcanza en beneficio de todos, o todos, seguiremos a merced… de aquéllos”. En una palabra, si los “evolucionistas” emprenden la senda de las reivindicaciones liberales, lo lógico es que entren en el juego del Partido Comunista.

    Más tarde, Carrillo constataría el acierto del análisis, donde “afirmábamos que se producía una diferenciación creciente entre, de un lado, “ultras” y burócratas falangistas y, de otro, los sectores evolucionistas de la burguesía. Esta era una realidad que entonces no veían o interpretaban equívocamente otros grupos. Hasta fuimos atacados, desde posiciones izquierdistas, cuando señalábamos la posibilidad de una convergencia entre los evolucionistas y las fuerzas populares, democráticas y revolucionarias”.

    Y añadía: “Sin embargo, nuestro análisis era justo y la práctica lo ha confirmado”. ¿Habrá que recordar la actitud de los “evolucionistas” o “aperturistas”, haciendo el juego a la táctica del Partido Comunista trazada por Santiago Carrillo? La postrera etapa de esta fase inicial está presidida por la política de Carlos Arias, tan halagada por la misma prensa que hoy la vitupera inmisericorde. Aquella prensa que se lanzó contra FUERZA NUEVA y Blas Piñar cuando formularon la famosa denuncia contenida en el editorial “Señor presidente” (1974), cuyas previsiones aparecen rebasadas, con creces, por los acontecimientos del postrer trienio. El “espíritu del 12 de febrero” vino a representar la consumación de la ruptura formal entre “ultras” -es decir, defensores del auténtico pensamiento del 18 de Julio- y “evolucionistas”, y la tentativa de arrojar fuera de las estructuras estatales a los primeros.

    Tampoco se debe echar en el olvido el papel desempeñado por Fraga tras su salida del Ministerio de Información (1969), en el impulso del movimiento “aperturista”, que ha terminado por liquidar el Estado del 18 de Julio. Aún parecen oírse los ecos de la apoteosis preparada por los “aperturistas”, durante aquella breve estancia en España del entonces embajador en Londres, y todavía no está excesivamente distante la invención de la frase de “ir a Fraga”.

    Segunda rodaja: Alianza Popular

    El Partido Comunista de España, después de aplicar la consigna de Lenin: “El partido del proletariado debe atrapar al liberal justo en el momento en que se dispone a avanzar una pulgada para obligarle a avanzar una vara”, y de hacer recorrer el largo pero rápido camino que va desde el “espíritu del 12 de febrero” (1974) a la legalización del marxismo leninismo (1977) y al desmantelamiento del Estado nacido de la Cruzada, reserva al dinámico y cambiante Adolfo Suárez para cortar la segunda “rodaja del salchichón”.

    Adolfo Suárez debe aún prestar un último servicio a la táctica comunista. En cierto artículo anterior sostuve equivocadamente que, con la legalidad del Partido Comunista, Suárez había colmado las posibles concesiones a éste y que pronto los comunistas y sus “compañeros de viaje” se revolverían contra el juvenil presidente del Gobierno de la Corona. Incurrí así en un notorio error de cálculo. A Suárez le está todavía asignado escindir el que se ha llamado “franquismo sociológico” y encabezar la ofensiva contra la parcela que acaudilla Fraga. Aislar y neutralizar, con el auxilio de la “izquierda” a la facción anti-marxista, que ahora (1977) pretende detener el proceso liquidador del Régimen franquista que dicha facción contribuyó decisivamente a impulsar.

    Alianza Popular, entre cuyas filas se encuentran los líderes que durante los años inmediatos más zahirieron a los “ultras” y más clamaron en pro de la “reforma”, al comprobar el desarrollo natural de las ideas reformistas de “homologación con Europa”, “centrismo”, “participación democrática”, “asociacionismo”... quiere que se haga un alto en el camino para inmovilizar el proceso en una de sus etapas intermedias. Repite la añeja incongruencia señalada por Vázquez de Mella, consistente en elevar tronos a las premisas y cadalsos a las consecuencias”. Pronuncia otra vez el orteguiano “¡no es eso, no es eso!” Pero como al asumir semejante actitud se erige en posible obstáculo temporal -a la larga, todo el que comulga con el demoliberalismo resulta arrollado por la dialéctica inherente a la liberal democracia que desemboca en el marxismo-, se precisa eliminar a Alianza Popular. Máxime cuando sus hombres -que votaron la Ley de Reforma Política- no tropiezan con el mínimo reparo en invocar la figura de Franco, con las resonancias emocionales que conlleva, y en prevalerse del prestigio que les da (1977) el haber sido colaboradores íntimos del Caudillo. Por eso se exige dividir al “franquismo sociológico” y bloquear a su “ala derecha”. Y es lo que se ha propuesto que realice Adolfo Suárez a través del llamado “Centro”, que representa el postrero cambio de agrupación política del presidente, quien con él abandona la UDPE, al parecer, definitivamente.

    “Centro” que no implica, en realidad, sino la escisión de una importante parcela integrada por los lugartenientes de los líderes de Alianza Popular, con toda la significación que encierra sobre la responsabilidad de tales líderes en lo que está aconteciendo: Osorio, lugarteniente de Silva, al igual que Monreal; Pío Cabanillas, lugarteniente de Fraga; Meilán, lugarteniente de López Rodó; Mata Gorostizaga, lugarteniente de Licinio de la Fuente; Gabriel Cisneros, redactor de discursos de Arias...

    Adolfo Suárez representa, por tanto, el llamado a neutralizar y aislar a Alianza Popular, posibilitando su inocuidad política. De ahí la simpatía y aliento que, a duras penas, consigue disimular el Partido Comunista. El joven candidato y líder del “Centro” se dispone a cortar por propia mano la nueva “rodaja del salchichón”, como la anterior lo fuera por Fraga y Arias ante el aplauso y entusiasmo de quienes ahora se dirigen hacia Suárez. El servicio -sean cuales fueren las motivaciones subjetivas, en las que no entro- prestado al comunismo es indiscutible. Cuando se agoten los efectos de la operación “suareciana” y sus protagonistas intenten paralizar el proceso lógico de semejante política, no tardarán en sorprenderse con las tachas de “fascistas”, “autoritarios” y demás epítetos habituales en el léxico marxista, que hoy se vierten sobre Fraga desde los sectores que, no hace mucho, le regalaban con el elogio, al igual que a Carlos Arias. Casi con entera seguridad que este “corte de salchichón” implica el último servicio que Suárez puede ya prestar al comunismo.

    Vicente DEL COTO




    Última edición por ALACRAN; 27/03/2023 a las 13:47
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

Información de tema

Usuarios viendo este tema

Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)

Temas similares

  1. Respuestas: 24
    Último mensaje: 20/11/2024, 12:54
  2. Respuestas: 20
    Último mensaje: 23/01/2017, 09:54
  3. El «marco franquista»
    Por Hyeronimus en el foro Política y Sociedad
    Respuestas: 11
    Último mensaje: 16/01/2013, 20:02
  4. Respuestas: 1
    Último mensaje: 22/03/2007, 15:35
  5. Respuestas: 0
    Último mensaje: 22/02/2006, 09:20

Permisos de publicación

  • No puedes crear nuevos temas
  • No puedes responder temas
  • No puedes subir archivos adjuntos
  • No puedes editar tus mensajes
  •