Escrito por : Fray Philotheus ofm rec.
I.
Han pasado ya algunos meses desde que escribí el último artículo, tiempo que bien utilicé en llevar vida de retiro de acuerdo al carisma de los franciscanos recoletos a los cuales pertenezco por gracia del Cielo y de mi Seráfico Padre San Francisco.
En este período de vida retirada totalmente del mundo me sumergí con santo placer en la lectura de un libro muy preciado entre los hijos del Poverello de Assisi, intitulado “El franciscanismo”, que es una historia de la espiritualidad franciscana a través de los siglos.En este piadoso volumen, di con el nombre de un venerable fraile, recoleto también él, que vivió en el siglo XVII y perteneció a la Seráfica Provincia de San José. Su nombre: fray Pedro Fardé. Da para otro artículo aparte la relación de las aventuras y desventuras que este simple lego vivió por su desbordante amor a Cristo y a las almas, movido e impulsado por un heroico espíritu misionero. Basta decir para alabanza de Cristo el Señor, que por Jesús naufragó varias veces; fue esclavo en tierra de moros donde, denunciado por ser cristiano, sufrió terribles torturas; fue el primer europeo en atravesar solo el continentes africano y estuvo en un escollo pelado y perdido en medio del océano Atlántico durante trece meses, y en esa isla en la que cualquiera hubiese enloquecido o desesperado, el buen hijo de San Francisco, sin perder jamás la perfecta alegría, nota característica de la espiritualidad franciscana, exclamaba bendiciendo al Cielo: “¡Dios sea bendito por todo, pues todo lo dispone su Divina Bondad!”Si traigo a colación a este bienaventurado fraile es porque en su cautiverio en el país de los moros, en el cual estaba al servicio de un señor como improvisado arquitecto, con su ejemplo y su encendida palabra logró convertir a la Fe católica a doscientos judíos que eran esclavos del mismo amo.
El ejemplo vivo de este fraile recoleto, hermano mío de hábito, me movió una vez más a tomar la pluma y continuar este apostolado escrito de dar Testimonio de la Verdad, poniéndome esta vez bajo la protección de fray Pedro Fardé, el intrépido enamorado de Jesucristo, para predicar la Verdad sobre la cuestión judía y arrancar del error a algún alma católica contaminada con la plaga judaizante, que es la herejía que se gana en las filas de la Iglesia en estos tiempos de confusión y noche oscura.
II.
En el precedente artículo dijimos con Meinvielle que el pueblo judío es un pueblo teológico, el único pueblo teológico, al cual Dios eligió, formó y asignó la misión de prestarle la carne a su Unigénito, Jesucristo, quien bajó de los Cielos a dar Gloria y Amor máximo a la Trinidad Santa fuera de Sí y en ese acto de supremo Amor glorificador, salvar al hombre caído en la desgracia mortal del pecado.Mas después del rechazo del pueblo judío al Hijo de Dios Encarnado, rechazo que el Apóstol Evangelista San Juan sintetizó en su Evangelio en el trágico versículo: “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”, la misión de traer a Cristo al mundo se cambió en perseguir a Cristo y a todos los de Cristo por el mundo.Es lo que el P. Julio resume con meridiana claridad: “Así como un día (el judío) enjuició a Cristo, lo insultó y escupió y le entregó a los gentiles para que fuese clavado en la Cruz, así desde entonces su única razón de ser y su única preocupación es destruir al Cristianismo”.

Así fue que después de perpetrar el Crimen del Calvario se lanzaron a la tarea de perseguir a los cristianos. Es lo que Tertuliano esboza en esta sentencia: “Sinagogae judaeorum fontes persecutionum”. Las sinagogas de los judíos son las fuentes de nuestras persecuciones.“Las primeras persecuciones levantadas contra los Apóstoles y contra la Iglesia fueron urdidas por los judíos”, dice nuestro acreditado autor y es lo que testimonia la Sagrada Escritura en el libro de Los Hechos de los Apóstoles que Meinvielle, Biblia en mano, pasa a enumerarlas: “Ellos amenazaban a San Pedro para que no predicase a Cristo (Hch 4,1-23); apedrean a San Esteban (Hch 6 y 7); persiguen a los cristianos de Jerusalén (Hch 8,1); toman consejo para matar a San Pablo (Hch 9,23)” y cita las distintas persecuciones que los de su raza emprenden contra el Apóstol de los gentiles.“Los judíos en todas estas persecuciones no hacen sino cumplir su destino”,asevera Julio Meinvielle, lo que significa “su nuevo destino”, el destino que ellos mismos se forjaron al rechazar y matar a Aquel que es causa de su Salud: Cristo Jesús. Su nuevo destino, su nueva misión es perseguir y destruir al Cristianismo, después de haberse rebelado contra Dios, como otros Lucifer, diciendo “¡Non serviam!”, “¡No serviré!”, y de haber dicho no a su sagrado destino de traer y aceptar a Jesucristo, el Mesías.
Esta nueva misión teológica que los judíos asumen, el Apóstol Pablo “que conocía por experiencia propia el odio satánico de los judíos contra Cristo”, la enuncia como “la ley de persecución contra la Iglesia” en su Carta a los Gálatas:“Nosotros, hermanos, somos hijos de la promesa, según Isaac. Mas como entonces aquel que había nacido según la carne perseguía al que era según el espíritu, así también ahora”. (Gal 4,28-29)Esta es “la ley teológica” que enuncia San Pablo, dice el P. Meinvielle, “más fuerte que todos los planes y recursos humanos”: el judío “nacido según la carne”, persigue necesariamente al cristiano “nacido según el espíritu”.III.
Esta ley de odio satánico, en oposición a la Ley de Caridad que nos trajo Cristo, no es en el judío algo accesorio o accidental, sino algo sustancial y esencial que forma parte de su mismo judaísmo, de su misma religión. El odio a Cristo no es para ellos sino un odio religioso.
Y este odio está contenido y está mandado como precepto en su libro sagrado, que no es la Biblia, sino el Talmud.
Se engaña todo aquel que piense que el judaísmo actual es mosaico –observador de los preceptos de Moisés. El judaísmo tal como lo conocemos hoy es totalmente talmúdico, observador estricto de lo que el Talmud manda y enseña, a tal extremo que este libro está por encima de la Sagrada Escritura. Ellos mismos lo atestiguan: “No existe nada superior al sagrado Talmud” (Mizbeach cap V); o también con afirmaciones como esta: “Hijo mío, presta atención a las palabras de los escribas antes que a las palabras de la Ley” (Erubhin, 21b); o esta otra: “Aquel que quebranta las palabras de los escribas peca más gravemente que aquellos transgresores de las palabras de la Ley” (Sanhedrin. X,3)
El Talmud –que significa “La enseñanza”- es El Libro de los judíos. Este “designa el cuerpo de doctrina de los judíos”, según lo afirma el judío converso Paulus Drach, quien Meinvielle cita. “Es el código completo, civil y religioso, de la sinagoga”, “Su objetivo es explicar la Ley de Moisés conforme al espíritu de la tradición verbal y encierra las discusiones de los diversos doctos”, señala el P. Julio.Según los rabinos, Moisés fue el primer autor del Talmud. Sostienen que en el Sinaí junto a la Ley escrita, Moisés recibió también las interpretaciones de la misma o la Ley oral. Esta “interpretación” o “enseñanza” o “Ley oral”, pasó de Moisés a un cuerpo de setenta doctos, el Sanedrín, quienes eran mirados como los sucesores legítimos de Moisés y así su autoridad llegó a desplazar a Moisés y los profetas.
Estas “enseñanzas” o “interpretaciones de la Ley” fueron engordando con los comentarios de los distintos rabinos a lo largo de los siglos, hasta que se hizo imposible su transmisión oral y en el siglo II después de Cristo un rabino llamado Jehuda conocido como “El santo”, recopiló las enseñanzas rabínicas escritas en cartas y listas y formó con esto un libro llamado Mischnah que es el fundamento y parte principal de todo el Talmud.Así mismo las muchas interpretaciones y polémicas sobre el Mischnah conformaron otro libro al que se lo conoce como el Gemarah; a su vez a éste le siguen agregados que llevan el nombre de Tosephot, que en conjunto con notas marginales y tesis breves de algunos famosos rabinos como Maimónides forman la vasta obra denominada el Talmud.Estas “enseñanzas” vienen a ser aquellos “preceptos de hombres” que Nuestro Señor Jesucristo denunciara que seguían los rígidos fariseos y ponían por encima de los divinos mandatos: “Enseñan doctrinas que son preceptos de hombres”; “Dejando el precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres”; “¡Qué bien violáis el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!”; “…anulando así la Palabra de Dios por vuestra tradición que os habéis transmitido”.
(MC. 7, 1-13)
Por estas denuncias del rigorismo talmúdico farisaico anulador de los divinos preceptos y por el rechazo y odio endemoniado de los judíos a Jesucristo, es que Nuestro Señor aparece en el Talmud, siendo objeto de las más abominables blasfemias. Al igual que la ley teológica de persecución contra la Iglesia de la cual San Pablo habla a los de Galacia está escrita y reglamentada en este libro sacrílego.IV
Al tener que hablar del Talmud, no podemos dejar de citar y consultar una pequeña obrita en extensión, pero gigantesca y valiosísima en su contenido, a la que el mismo P. Meinvielle recurre en su libro y analiza en el capítulo II. Se trata del opúsculo “El Talmud desenmascarado. Las enseñanzas rabínicas secretas sobre los cristianos”, escrito por Monseñor Iustinus Bonaventura Pranaitis, doctor en teología y profesor de hebreo en la academia imperial de San Petersburgo. Vale decir a modo de halago de este tratado y por supuesto de su doctísimo autor, que a Monseñor Pranaitis la divulgación de los secretos del Talmud le costó la vida, ya que fue asesinado durante la revolución rusa y los ejemplares editados en 1892 desaparecieron casi por completo. Asesinato o martirio que él sospechaba –o estaba seguro, no lo sabemos- que en un momento u otro podría sobrevenirle, puesto que termina su escrito con estas palabras: “Cualquier cosa que mesobreviniera por lo que he hecho, lo sufriré alegremente. Estoy preparado para hacer entrega de mi vida. “Vine al mundo para dar Testimonio de la Verdad” (Jn XVIII, 37)”.
El libro consta de dos partes. En la primera, que lleva por título: “La enseñanza del Talmud referente a los cristianos”, revela lo que este libro dice despectivamente de Nuestro Señor Jesucristo y de los cristianos. En la segunda parte: “Preceptos del Talmud referente a los cristianos”, trata de cómo los cristianos deben ser tanto evitados como exterminados y esto en nombre de la religión, como cosa agradable a Dios, cumpliéndose así lo que bien profetizó Cristo en el Evangelio:“Llegará la hora en que todo el que os mate piense que da culto a Dios” (Jn XVI, 2).Veamos ahora lo que en el Talmud está escrito sobre Jesucristo.
Al referirse a Nuestro Señor, los autores talmúdicos movidos por ese mismo odio que es la esencia del diablo, lo llaman indistintamente: “aquel hombre”; “un cierto uno”; “el hijo del carpintero; “el que fue colgado”, etc.El verdadero nombre de Cristo en hebreo es JESCHUA HANOTSRI: Jesús el Nazareno, pero como la palabra Jeschua significa Salvador, el nombre Jesús raramente aparece en los libros judíos. Maliciosamente lo abrevian así: JESCHU, que son las iniciales de una maldición: “Que su nombre y memoria sean borrados” y también significa “mentiroso” y “abominación”. (Pranaitis, cap. I, pag. 31)
De este modo convierten los hijos de la sinagoga en “mentiroso” al que es “El Veraz” y la Verdad Encarnada. Y el Nombre de Jesús “ante el cual se dobla toda rodilla en el Cielo, en la tierra y en el infierno”, lo profanan de tal forma que lo vuelven una “maldición”, y el que debía ser causa de su Salud lo tornan en causa de su condenación.El Talmud nombra a Cristo como OTHO ISCH: “aquel hombre”. “Lleva el nombre de cristiano el que sigue las falsas enseñanzas de AQUEL HOMBRE…” (Tratado Aboda Zarah. 6ª)También se lo apoda PELONI: “un cierto uno”. “María…la madre de UN CIERTO UNO”. (Chagigah, 4b)Despectivamente lo nombran como: NAGGAR BAR NAGGAR: “el carpintero hijo de un carpintero”, en Aboda Zarah, 50b.
Y más desdeñosamente al llamarlo TALUÍ: “el que fue colgado”, como comenta el rabino Aben Ezra: “…en los días de Constantino, que cambió de religión y colocó la figura DEL QUE FUE COLGADO sobre su estandarte”. (Génes XXVII; 39)Blasfema terriblemente el maldito libro contra Jesucristo, contra su Santísima Madre y su perpetua Virginidad, al decir que Cristo era ilegítimo y fue concebido durante la menstruación; que tenía el alma de Esaú, que era un necio, un conjurador, un embaucador, que fue crucificado, sepultado en el infierno y desde entonces fue tenido por un ídolo por sus seguidores.
Realmente todo lo que aquí leemos que está escrito en el Talmud es digno del lenguaje del mismo Satanás, a quien los judíos prestan sus labios para blasfemar de tal modo y sus manos para escribir semejantes abominaciones sobre el Hijo del Dios vivo. Leer estas afirmaciones teñidas de inmundicias infernales y leer lo que el diablo habla a través de los posesos y que escriben los exorcistas es exactamente lo mismo: es el mismo lenguaje diabólico.A María Santísima la llaman STADA, esto es, una prostituta, y a Cristo BEN STADA, el hijo de una prostituta, blasfemando así con odio sin igual de Jesucristo y de su Inmaculada y Purísima Madre. (Pranaitis, cap. I, pag. 33-34)Monseñor Pranitis transcribe las descabelladas historias que los distintos rabinos han apuntado en el Talmud donde llaman a Nuestro Señor necio, embaucador, conjurador, etc, pero excede el propósito de brevedad de este artículo el copiar dichas fuentes. Pero sí cabe observar que son las cosas más disparatadas que se puedan leer, salidas de mentes desquiciadas. Quien lea el libro de Monseñor Pranaitis podrá darme la razón.Al decir que Nuestro Señor Jesucristo está sepultado en el infierno, usan estas frases terribles y tremendas: “Jesús murió como una bestia y fue sepultado en aquel montón de basura donde arrojan los cuerpos muertos de los perros y asnos y donde los hijos de Esaú (los cristianos) y los ismaelitas (los turcos) y también Jesús y Mahoma, incircuncisos e impuros como perros muertos, están sepultados”. (Zohar III)Del mismo modo hablan de forma despreciable de la Santa Cruz “en la Cual estuvo clavada la Salvación del mundo” como canta la Madre Iglesia, pues para ellos es un signo idolátrico y no soportan su vista así como el diablo tampoco la soporta, siendo como el mismo Evangelio lo atestigua, los enemigos número uno de la Cruz. “Baja de la Cruz y creeremos en Ti”, le gritaban los fariseos al Señor que por ellos oraba y derramaba su Sangre Preciosa. Para ellos era la Cruz –y lo sigue siendo- un signo de maldición.
La llaman TSURATH HAATTALAUI: la imagen de aquel que fue colgado. ELLIL: vanidad, ídolo. TSELEM: imagen. SCHETI VEEREBH: rama. KOKKHABH: estrella. PESILA: ídolo esculpido.El odio y desprecio absoluto por la Santa Cruz que ellos tienen, lo confirman estos pasajes: “Si mientras un judío está orando y se encuentra con un cristiano (AKUM) llevando una estrella (un crucifijo) en una mano, aunque en su oración hubiese llegado a un pasaje donde es necesario hacer una reverencia para adorar a Dios en su corazón, no lo debe hacer, no sea que aparente estar inclinándose ante una imagen”. (Orach Chaiim, 113,8)“No está permitido inclinarse o quitarse el sombrero ante príncipes o sacerdotes que lleven una Cruz sobre su vestimenta como es su costumbre”(Iode Dea,3)“La imagen de la Cruz ante la que ellos se inclinan debe ser tratada como un ídolo”. (Iore Dea, 141)
Hasta aquí los blasfemos nombres y sacrílegos apodos que los autores del Talmud unen a la Persona de Nuestro Señor y que los judíos, alimentados con estas doctrinas venenosas, utilizan para referirse a Jesucristo, el Bendito por todos los siglos, que para ellos no es más que un embaucador y un ídolo.VPasemos ahora a ver lo que escriben sobre los cristianos.
Si el Talmud nombra a Cristo de manera ultrajante, no hace menos con los cristianos, a quienes designa como a los no judíos: ABODA ZARAH:adoradores de ídolos. AKUM: adoradores de las estrellas y los planetas. OBHDE ELILIM: servidores de los ídolos. MINIM: herejes. EDOM: edomitas. GOIM: gentiles, paganos. NOKHRIM: extranjeros. AMME HAARETS: pueblos de esta tierra, idiotas. BASAR VEDAM: carne y sangre. APIKOROSIM: epicúreos. KUTHIM: samaritanos.Así nombra el Talmud a los seguidores de Jesús el Nazareno y esto es lo que enseña sobre ellos –y no se podría imaginar nada más abominable que lo que allí se dice: “son idólatras, la peor clase de gente, mucho peor que los turcos, criminales, fornicadores, animales impuros, mugrientos, indigno de llamarse hombres, bestias con forma humana, dignos del nombre de las bestias, vacas, asnos, cerdos, perros, peor que los perros, que se propagan como lo hacen las bestias, que tienen un origen diabólico, que sus almas provienen del demonio y vuelven al demonio en el infierno después de su muerte y que aun el cuerpo de un cristiano muerto en nada se diferencia del de un animal”.
Grafiti anticristiano
Lo que acabo de transcribir del capítulo II de la obra de Pranaitis (pag. 46-47) no solo es lo que los judíos piensan en su fuero interno de nosotros, sino lo que su misma religión talmúdica enseña como una verdad religiosa la cual están obligados a creer. El judío por más ateo que sea y por más alejado que esté de su religión, en algún momento fue a la sinagoga y fue adoctrinado por los rabinos con la enseñanza de tan execrable libro y esto es lo que quedó grabado en su mente y así siguen pensando, salvo los que tocados por especial gracia de Dios se han convertido al cristianismo sinceramente, como el caso del gran rabino de Roma, Eugenio Zolli.
Y si un cristiano, para el judío, no es más que un animal con forma de hombre, los únicos con dignidad y verdaderamente humanos, son solo los judíos -esto también según su orgullosa manera de pensar.Esto dice el libro Zohar sobre la superioridad del judío: “Y Él creó todo ser viviente, o sea, los israelitas, porque ellos son los hijos de Dios, el Altísimo, y sus almas sagradas provienen de Él”Esta terrible soberbia heredada de su padre el diablo, como Nuestro Señor se los dijo, los hace creer que “un judío posee una dignidad tan grande, que nadie, ni siquiera un ángel, puede igualarse a él”. (Chullin,91 b) Y hasta llega a considerarse casi igual a Dios: “Aquel que pega a un israelita –dice el sabio Chanina- procede de la misma manera como si abofeteara el rostro de la Divina Majestad de Dios”.
Aparte de verse a sí mismo como el único con dignidad humana, el judío cree que todos los demás seres –en especial los cristianos- han sido creados para servirlos a ellos: “Solo a un judío se lo mira como a hombre; todo el mundo le pertenece y todas las cosas le deben servir a él, especialmente los animales que tienen forma de hombre”. (Pranaitis, parte II, cap. I, pag. 61).” Dios les dio a ellos forma de hombre para gloria de Israel. Pero los AKUM fueron creados con el solo fin de servirlos a ellos (los judíos) día y noche”. (Midrasch Talpioth, 225 d)Reitero nuevamente – y lo hago adrede, no porque me haya olvidado que ya lo hice- esto está escrito en el libro que los hijos de Israel tienen como sagrado y más sagrado aun que las Escrituras. Estas barbaridades son parte de su religión.Los cristianos, “los seguidores de aquel hombre, el que fue colgado”, “las bestias con forma humana”, cuyos lugares de culto los denominan TIFLAH, es decir, prostíbulos; a los sagrados cálices “vasijas en los cuales ofrecen inmundicias al ídolo”, y a los Evangelios Santos los nombran SIPHRE DEBETH ABIDAN: libros heréticos; cuyas fiestas son “días de perdición”: IOM ED; los cristianos deben ser evitados porque son indignos de mezclarse con los judíos. Por lo tanto –según lo manda el Talmud- no se debe saludar a un cristiano, no se debe comer comida cristiana, no se debe comparecer ante un juez cristiano, porque son impuros, idólatras y malvados.Por considerarlos así, los cristianos no solo deben ser evitados sino que deben ser en lo posible exterminados. Dice Monseñor Pranaitis: “Todo judío está, por lo tanto, moralmente obligado a hacer todo lo que él pueda para destruir ese reino impío de los edomitas (Roma) que gobierna el mundo. El Talmud ordena que deben ser atacados por lo menos indirectamente, a saber: perjudicándolos de todas las maneras posibles y de esta manera disminuir su poder y ayudar a su destrucción final. Dondequiera que sea, un judío debe matar a los cristianos y hacerlo sin misericordia”.
Sin lugar a ningún tipo de duda, estamos en presencia de la “sinagoga de Satanás” que nos habla el libro del Apocalipsis (Ap IX, 3). Si hay una religión más contraria a la religión cristiana, esa es la religión judía; puesto que cuando la esencia y el núcleo del Cristianismo es el amor y el amor incluso hasta los enemigos, el centro del judaísmo sobre el cual gira, es el odio y un odio especial y puntual al cristiano y su doctrina.Para cumplir el mandato talmúdico de exterminar a los cristianos, un judío debe dañar –directa o indirectamente- a los cristianos; no hacerles el bien; se debe robar, defraudar y practicar la usura con los cristianos. Un judío puede mentir para condenar a un cristiano –así como sus padres condenaron con mentiras a Cristo. Y por supuesto a los cristianos se los debe matar y esto sin misericordia:
“A los herejes, traidores, apóstatas se los debe arrojar dentro de un pozo y no deben ser rescatados”. (Aboda Zarah, 26 b) “No tengas piedad alguna por ellos porque se ha dicho: No muestres ninguna misericordia hacia ellos. Si ves a un AKUM en dificultad o ahogándose, no acudas en su ayuda”. (Hilkhoth Akum, X,1)
Para un judío cumplidor estricto del Talmud, matar a un cristiano no es ningún pecado, todo lo contrario, “ofrece un sacrificio grato a Dios”, “complace a Dios de la misma manera que uno que le ofrece incienso”. Esto dice el Ialkut Simoni (245 c. n 772): “Todo el que derrama la sangre de los impíos es tan grato a Dios como el que le ofrece un sacrificio”.Y más aún: después de la destrucción del templo de Jerusalén, el único sacrificio necesario es la exterminación de los cristianos. “El único sacrificio que se requiere es que eliminemos a los impuros de entre nosotros”. (Zohar III, 227 b)
Por tan grato sacrificio ofrecido al Altísimo, los judíos tendrán un lugar elevado en el Cielo: “En el palacio del cuarto cielo…aquellos que mataron a gente que rinde culto a los ídolos están cubiertos con vestiduras moradas a fin de ser reconocidos y honrados”. (Zohar I, 38 b y 39 a)Con todo esto vemos que el único propósito de todas las acciones y hasta de las oraciones de los judíos es la destrucción de la religión cristiana. Y para concretar la destrucción del Cristianismo, suspiran por la venida de su Mesías, que según la mentalidad torcida y depravada de los rabinos que está plasmada en el Talmud, es un Mesías vengador, perseguidor de todos los no judíos y libertador del pueblo elegido, que reinará sobre las ruinas de la religión de Cristo, como caudillo y emperador del gran imperio judaico.Estos anhelos se hacen plegaria en la víspera de su Pascua con fórmulas como esta:“Derramad vuestra ira sobre las naciones que no os conocen y sobre los reinos que no invocan vuestro nombre… ¿Cuánto tiempo permanecerá vuestro poder cautivo y vuestra hermosura yacerá bajo el peso del opresor?… Quebrad y destruid el Reino Orgulloso (la Iglesia); apresurad a que en vuestros días sean sometidos todos los pueblos”.
(SANHEDRÍN, CAP VII)
A este odio encarnizado hecho esencia del judaísmo y precepto de su religión, la Iglesia opone el amor a los enemigos enseñado por Jesucristo. Y mientras el judío pide a su Mesías que venga a destruir a los cristianos en las vísperas de su Pascua, la Madre Iglesia el Viernes Santo, el mismo día que la sinagoga perpetró el deicidio, ruega por los judíos de esta manera:“Oremos también por los pérfidos judíos para que Dios Nuestro Señor quite el velo de sus corazones, a fin de que reconozcan con nosotros a Jesucristo Nuestro Señor.
Omnipotente y Sempiterno Dios, que no excluyes de tu Misericordia ni aun a los pérfidos judíos: oye los ruegos que te dirigimos por la ceguedad de aquel pueblo, para que reconociendo la luz de tu Verdad, que es Jesucristo, salga de sus tinieblas”.
Termino este artículo que ha querido poner algo más de luz sobre la cuestión judía y sobre el Talmud, el libro que ellos han entronizado por encima de la Revelación, con unas palabras que Monseñor Pranaitis cita al finalizar la obra que lo convertirá en mártir de la Verdad:“Debes saber, querido cristiano, que después del diablo no tienes enemigo más duro, venenoso y violento que un judío que desea seriamente ser judío”.
(PRANAITIS, PAG 84)
15 marzo 2020, III Domingo de Cuaresma y aniversario de la muerte del padre Leonardo Castellani.
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