DE UN INGENIOSO Y OLVIDADO HIDALGO...
En la fotografía: Ruiz de Alda, Alfonso García Valdecasas y José Antonio Primo de Rivera. Portada de "El hidalgo y el honor", Revista de Occidente, Madrid, 1958, 2ª edición.
...DE CUYO NOMBRE SÍ NOS QUEREMOS ACORDAR: D. ALFONSO GARCÍA VALDECASAS Y SU ENSAYO "EL HIDALGO Y EL HONOR"
Alfonso García Valdecasas. Con mucha probabilidad a los lectores de este blog, el nombre y apellidos que encabezan esta entrada no les diga nada. Un completo desconocido. Pero conviene que empiece a ser cada vez más conocido, y sobre todo: más leído. Y sobre todos los libros que escribiera, “El hidalgo y el honor” merece un detenido estudio por ser su obra más lograda, difícil de hallar, pero cuánto más urgente en los tiempos actuales, cuando todo amenaza con derrumbarse.
Alfonso García Valdecasas. He aquí a un digno discípulo de Ortega y Gasset, el más incómodo de sus discípulos. Inoportuno, intempestivo, inconveniente, incómodo… Para eso que llaman algunos el “sistema” (este desorden social y moral planificado por la revolución.) Uno ha oído hablar de Julián Marías, de María Zambrano, de Paulino Garagorri, pero, ¿y de Alfonso García Valdecasas? No, de ese no hemos oído hablar –nos dirán los pocos lectores que hoy son en España. A Ortega y Gasset –a los otros discípulos suyos, también- se le tolera, y más que eso: a ser posible, previo silenciamiento de todo cuanto de bueno puede tener Ortega, se le trata de exprimir a mayor gloria de los manoseados tópicos contemporáneos, que si perspectiva, que si consenso, que si democracia, que si relativismo del “punto de vista”… amén de las consabidas zarandajas a que nos tienen acostumbrados lo débiles mentales que nos desgobiernan, sea desde las universidades, desde los medios de comunicación de masas (por cierto, ¿cuándo se ha visto que las masas se comuniquen?) o desde el poder político.
En cambio, helo aquí: de una pieza. Este es Alfonso García Valdecasas, tan lozano como el primer día. Su libro “El hidalgo y el honor”, publicado por la veterana y orteguiana Revista de Occidente, allá por 1948, sigue siendo una joya de cualquier biblioteca que tenga la honra de hacerle un hueco. En este libro brilla la caballerosidad y la colosal cultura de García Valdecasas. Pero… Conozcamos a Alfonso García Valdecasas.
Nace en 1903 y fallece en 1993. En su mocedad se convierte por su valía en un catedrático de Derecho que tiene la valentía de dimitir de su cátedra en 1929 como protesta por la persecución que la Dictadura de D. Miguel Primo de Rivera acomete contra los estudiantes de la FUE. En 1931 forma parte de la Agrupación al Servicio de la República, que ha constituido su mentor Ortega y Gasset. Cuando la extrema izquierda se quita la máscara en 1932, Alfonso García Valdecasas sale de la Agrupación al Servicio de la República y crea, con otros compañeros -todos pupilos de Ortega y Gasset- el Frente Español. En él figura también la que luego se exiliará, María Zambrano.
En 1933 no tiene empacho en colaborar con José Antonio Primo de Rivera, pese a su anterior discrepancia con el padre de éste, D. Miguel. Y tanta será la afinidad con José Antonio que participará como orador en el famoso acto del Teatro de la Comedia (octubre de 1923) con el que se presenta en público la Falange Española. Perteneció a ésta como miembro del Comité de Mando, con José Antonio y Ruiz de Alda (los tres en la foto.) Ahora entenderemos por qué razón, D. Alfonso García Valdecasas es ninguneado por la horda intelectualoide de las Universidades.
De la estirpe filosófica de Ortega y Gasset. Por si existiese alguna duda, una muestra:
“Cuando se pensaba que el hombre era animal racional, en la idea de “razón” alentaba el Verbo, la plenitud de la palabra. Hoy, en la edad del hombre instrumentífico, la misma razón parece cifrar todo su anhelo en funcionar con el automatismo y la exactitud que ha logrado dar a las máquinas. ¿No habremos reducido la razón a un instrumento de medidas y esquemas, cuando era un manantial de misterio y fecundidad?” (El hidalgo y el honor, pág. 82.)
El “tema de nuestro tiempo” era para Ortega, cabalmente, sustituir la “razón pura” por la “razón vital”. Pero la “razón vital” fue a su vez superada por el filósofo madrileño apelando a la “razón histórica”, por si pudiera quedar algún residuo de “vitalismo irracionalista” a guisa de Nietzsche, Klages o Bergson.
Y contra ese vitalismo biologicista y frontalmente opuesto a la razón, los fueros de lo “razonable”. Y lo “razonable” es, en el sentido más pleno de la palabra: “tradición”.
“Con exceso se han acusado las tendencias a descalificar la razón, a tirarla por la borda, en vez de restituirle su plenitud de sentido. El resultado era perder la nueva forma sin recobrar la antigua. Y se trataría exactamente de lo contrario: rescatar lo perdido conservando lo ganado” (op. cit., pág. 82.)
“El hidalgo y el honor” es una obra maestra del pensamiento español del siglo XX. Constituye poco más de 200 páginas en las que crepitan las ideas, como al amor del lar el fuego del hogar nos da calor en invierno. No faltan citas, extraídas de la magnífica literatura de nuestro Siglo de Oro, desfilando versos de Lope, de Calderón, de Guillén de Castro, de Rojas, de Ruiz de Alarcón… Y, claro está, de Cervantes. Prueba no sólo de la amplísima cultura de D. Alfonso García Valdecasas, sino también de la declarada actitud tradicional que se aprecia en este ensayo. El libro es, a la vez, un ensayo de virtudes morales. Acertaría de pleno cualquier editorial que se lanzara a editar nuevamente esta obra.
Hemos reparado en esta obra, merced a la magnífica labor de divulgación que de la misma se está haciendo en uno de los pocos foros que merecen la pena consultar, a saber: hispanismo.org, recomendado efusiva y encarecidamente en otras ocasiones desde este blog por la calidad de las contribuciones que en él aparecen y por ser lugar en el que confluyen tantas familias ideológicas que tienen como común denominador la defensa y el fomento del hispanismo.
Celebramos que en estos tiempos que corren, cuando la juventud ha perdido los referentes morales -y hasta los papeles-, cuando lo que se les da a nuestras juventudes para emular modelos humanos inferiores, como el del “deportista supermillonario”, el “cantante de éxito y pasado de rayas”, el “actor promiscuo e inmoral” o la “actriz disoluta y drogodependiente, enemiga de los toros y adoratriz del Buda de plástico”, o pensemos en el trampantojo de turno que primero se nos venga a la cabeza: no será por carecer de ellos; por eso mismo, celebramos –decimos- que venga a recobrarse la figura del “Hidalgo español” como modelo humano tan digno de admirar y, es más: modelo humano digno también de ser imitado en sus virtudes morales. Pues, al fin y al cabo, nos lo recuerda D. Alfonso García Valdecasas, el Hidalgo no es algo que por haber desaparecido, deje de haber importado:
“Importan las cosas pasadas porque en algún modo son, como diría San Agustín, "presente de pasado"; y porque en ellas, al menos como lección, puede haber algún "presente de futuro".”
Y, como diría Xavier Zubiri, nada de lo pasado deja de pervivir como forma de estar en la realidad, tan sólo se trata de reactualizar por tradición lo que nunca tendría que haberse desvanecido.
Invitamos a hacer una incursión al hilo dedicado en hispanismo.org a este tema tan atractivo:
http://hispanismo.org/showthread.php?t=7718&highlight=hidalgo
Publicado por Maestro Gelimer
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